lunes, 4 de marzo de 2019

La empatía en las personas con síndrome de Asperger.


El estigma sobre la falta absoluta de empatía en las personas con Síndrome de Asperger invisibiliza la auténtica sensibilidad de este colectivo. Porque más allá de lo que podamos creer, sí sienten, sí ven y sí aprecian las emociones ajenas...

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El estigma sobre la ausencia de empatía en las personas con síndrome de Asperger sigue instalado en nuestra sociedad. Sin embargo, desde la neurociencia nos lo dicen bien claro: los niños, adolescentes y adultos con asperger sí sienten el dolor ajeno, lo ven, lo aprecian y se preocupan. Sin embargo, no saben cómo reaccionar, qué respuestas o conductas emitir ante esas situaciones.

Es muy posible que tanto el cine como las series de televisión hayan contribuido a crear un tipo de imagen sobre los trastornos del espectro autista que se ajusta, por lo general, muy poco a la realidad. Para empezar, el dato más importante a considerar es que, tal y como indica la propia palabra, estamos ante una condición que entra dentro de un espectro.

Habrá personas con conductas mucho más rígidas, personas con grandes dificultades incluso en materia de habla y comunicación. Otros, en cambio, mostrarán un alto funcionamiento y con buenas habilidades en memoria y un gran potencial en ciertas áreas de conocimiento, como las ciencias o las matemáticas.

Por tanto, no todos los niños con TEA son iguales y, aunque el síndrome de Asperger sea el más común dentro de este espectro, la generalización siempre produce un error. Este trastorno del desarrollo requiere de comprensión y cercanía, de ahí que sea necesario comprender un poco cómo es ese universo interno relacionado con la empatía.


“La mayor parte de lo malo del autismo no proviene del autismo en sí, sino de cómo lo percibimos”.

-Rita Jordan-


La empatía en las personas con síndrome de Asperger: conceptos y características

¿Cómo es la empatía en las personas con síndrome de Asperger? ¿Carecen de ella o está presente del mismo modo que en los neurotípicos (personas de desarrollo típico sin TEA)? La respuesta no es tan simple como un “sí” rotundo o un “no” concluyente. El tema no es sencillo porque la empatía, por sí misma, no es una dimensión tan simple como quizás pensemos.

Veamos una serie de datos a continuación.
Dos tipos de empatía

Christopher Gillberg, profesor de la Universidad de Gothenburg (Suecia), es conocido por desarrollar los criterios más comunes a la hora de realizar el diagnóstico del síndrome de Asperger. Bien, este médico suele definir dicho trastorno del desarrollo como la “la enfermedad de la empatía”.

Remarcar solo esta idea es alimentar el estigma del colectivo. En realidad, lo que es necesario clarificar es que la empatía en las personas con síndrome de Asperger funciona de manera diferente.
La empatía se presenta de dos modos. La primera es la cognitiva. Gracias a ella tenemos la capacidad de ver el mundo desde la perspectiva de otro. Entendemos qué le ocurre porque podemos situarnos “en la mente” de quien tenemos enfrente.
Ahora bien, por otro lado está la empatía emocional. En este caso, nos limitamos a sentir lo que el otro siente. Experimentamos un contagio emocional, vemos, sentimos y conectamos pero no llegamos a entender. Y si lo hacemos es gracias a la coalición con el otro tipo de empatía, la cognitiva.
Esto mismo es lo que experimenta una persona con Asperger. Puede identificar el sufrimiento y la alegría del otro, contagiarse de ella, pero no sabe cómo reaccionar, qué hacer o cómo actuar. Su empatía cognitiva no siempre está presente.


Neurociencia y el síndrome de Asperger

El Centro de Investigación del Cerebro, Universidad Nacional Yang-Ming, Taipei, Taiwán, realizó en el 2014 un interesante estudio. En él se trataba de identificar mediante resonancias magnéticas cómo trabaja el cerebro de las personas con Asperger.
Así, algo que pudo apreciarse es que la empatía en las personas con síndrome de Asperger y los mecanismos que la orquestan, sí aparecen.Los procesos relacionados con la identificación del dolor ajeno se dan, son reales, pero eso sí, no del mismo modo que en las personas neurotípicas.

Estas diferencias podrían explicarse gracias a un trabajo publicado en la revista Molecular Autism. El profesor Baron-Cohen, del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge, realizó un estudio para descubrir la presencia de un gen, el GABRB3, el cual, podría estar detrás de esas alteraciones en la empatía.

Este gen además, regula también el funcionamiento de un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA). De este modo, la alteración en su funcionalidad puede derivar en conductas más rígidas, en la hipersensibilidad a los estímulos y a esa dificultad para entender o situarse dentro de perspectivas ajenas.

Ahora bien, hay otro dato si cabe más interesante. La alteración en este gen no es exclusiva en el colectivo con TEA (trastorno del espectro autista). Todos podemos presentar una variación en el GABRB3 y evidenciar así ciertas limitaciones en materia de empatía.
La hipersensibilidad en el autismo o el fenómeno de “exceso de empatía”

Este dato es llamativo. Los investigadores Henry y Kamila Markram, neurocientíficos israelíes, señalan que uno de los problemas de las personas con autismo es la hipersensibilidad a la experiencia . Todo es demasiado intenso y abrumador. El mundo tiene demasiados estímulos, demasiados sonidos, luces, olores, sensaciones…

Así, y por llamativo que nos parezca, también el mundo emocional es demasiado caótico para ellos. Todo se vive de manera desmesurada y dolorosa, hay un exceso de ansiedad

Por tanto, según estos científicos, las personas con síndrome de Asperger no es que no sientan nada ante las emociones ajenas. A veces, sienten demasiado y quedan bloqueados, sin saber cómo reaccionar ni qué hacer.

Esa sensación no es agradable. Se sienten superados y de ahí, que eviten el contacto visual, que se aparten y que tiendan a evitar determinadas situaciones sociales porque esos escenarios, son demasiado intrusivos para sus sentidos.


Para concluir. La empatía en las personas con síndrome de Asperger es real, existe y está ahí. Solo que trabaja de manera diferente y eso, es algo que debemos entender. El mundo interno de este colectivo no es fácil y de ahí que necesiten de nuestra sensibilidad, respeto y alianza para que puedan integrarse en nuestro día a día a su ritmo, a su manera y con su propia luz personal.

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