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La falta de sueño y la ansiedad comparten, según estudios recientes, un vinculo significativo. No nos referimos solo al insomnio como tal, sino también al hecho de dormir cada día menos horas. De sufrir constantes despertares, de levantarnos con la sensación de no haber descansado. En caso de experimentar este estado de manera permanente, nuestra salud se verá afectada.
La neurociencia avanza, cada vez más, dándonos informaciones tan interesantes como valiosas. Hace poco, por ejemplo, quedó demostrado cómo las siestas de menos de media hora ayudan al cerebro a mejorar la memoria a corto y largo plazo. Asimismo, también sabemos que el sueño es clave para eliminar toxinas y otro tipo de “basura” fuera del tejido neural.
El ser humano, así como la mayoría de animales, necesita dormir. No hacerlo de manera adecuada pone en riesgo la salud y el bienestar. Así, diversos experimentos sobre la privación del sueño han demostrado los grandes riesgos que esto supone. Se ha visto incluso que dormir menos de seis horas aumenta el riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas.
Decía Sófocles que el sueño es la única medicina afectiva para casi cualquier cosa, y sin duda no se equivocaba con tal razonamiento. A veces, en nuestros hábitos de vida descuidamos por completo su importancia y trascendencia. Poner cada día la cabeza para naciente y los pies para poniente durante al menos 7 u 8 horas nos hará ganar en salud física y sobre todo psicológica.
“No es arte pequeño el de dormir: para llegar a dominarlo hay que pasarse todo el día despierto”.
– Friedrich Nietzsche-
La falta de sueño y la ansiedad: una relación significativa
La relación entre la falta de sueño y la ansiedad ha sido durante los últimos años una fuente de numerosos estudios. Así, en la conferencia anual de la Society for Neuroscience celebrada en San Diego, California, se expuso este tema ante la comunidad de expertos. Uno de los mayores especialistas en el tema, como el doctor Clifford Saper, miembro de la Sociedad de investigación del sueño, explicaba lo siguiente:
A menudo, cuando hablamos de falta de sueño las personas solemos tener ideas equivocadas sobre el tema. Falta de sueño no es insomnio. No es estar un mes sin dormir.
En realidad, es algo tan sutil y común a la vez que a menudo no le damos la importancia que supone.
Falta de sueño es dormir cada vez menos horas. Es acostarnos a media noche y despertarnos a las dos de la madrugada. Más tarde conciliar el sueño a las tres y despertarnos a las cinco para no poder volver a descansar. Es también dormir cinco o seis horas diarias y decirnos a nosotros mismos que es “normal”.
Asimismo, lo que pone en verdadero riesgo nuestra salud es no llegar al sueño REM (movimientos oculares rápidos) ahí donde el cuerpo descansa de manera profunda, mientras el cerebro está más activo que nunca cumpliendo tareas imprescindibles.
La falta de sueño y la amígdala cerebral
Imaginemos que llevamos entre dos y tres meses durmiendo una media de cinco horas. A menudo nos levantamos cansados, sin embargo, podemos llevar a cabo nuestras tareas y obligaciones con normalidad. Nos decimos incluso que llegada una edad, el cuerpo cambia y necesitamos dormir menos.
Podemos convencernos de ello, pero nuestro cerebro no está en absoluto de acuerdo con esos razonamientos; lo cierto es que no logramos un descanso reparador. No siempre completamos todos los ciclos del sueño REM y ello, supone no cumplir esos procesos tan importantes para nuestra salud cerebral.
La falta de sueño y la ansiedad están relacionadas porque hay una estructura que empieza a activarse en exceso: la amígdala.
La amígdala es esa región cerebral que se activa cuando interpreta que hay un riesgo. Libera una serie de hormonas que nos activan para poder escapar de una supuesta amenaza.
Para la amígdala la falta de sueño es una amenaza. Es un peligro que atenta contra la homeostasis cerebral, contra ese equilibrio orgánico tan necesario para nuestro bienestar.
La activación de la amígdala nos aboca de forma irremediable a un estado de ansiedad.
Los trastornos del sueño afectan a nuestra salud
Como vemos, la relación entre la falta de sueño y la ansiedad puede ser a veces un auténtico círculo vicioso. Dormimos menos y nos sentimos más ansiosos. A su vez, la propia ansiedad intensifica la aparición de los trastornos del sueño. Así, y por si esto no fuera poco, estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Adelaida, en Australia, nos demuestran algo más.
Los problemas del sueño no solo aumentan el riesgo de sufrir ansiedad. Además, también es un factor de riesgo para las depresión. Ahora bien, el doctor Eti Ben-Simon, Ph.D., del Centro de Ciencias del Sueño Humano de la Universidad de California, Berkeley, nos señala algo positivo sobre el tema.
Hay terapias del sueño muy efectivas. De hecho, en cuanto un paciente logra mejorar su descanso nocturno el bienestar psicológico mejora en pocas semanas. Aparecen mejorías en los procesos cognitivos y el estado de ánimo se optimiza de forma notable.
Estrategias para tratar la falta de sueño y la ansiedad
Los especialistas en higiene del sueño recomiendan poner en práctica dos estrategias. Por una parte deberemos mejorar nuestros hábitos del sueño. Por otra, es imprescindible que aprendamos adecuadas habilidades para manejar mejor el estrés y la ansiedad.
Empezaremos con una revisión médica. Es recomendable descartar otros problemas médicos que influyan en esos problemas de descanso nocturno.
En segundo lugar, es muy positivo visitar a un especialista de terapia del sueño. En la actualidad hay programas muy efectivos donde se prescinde de fármacos y se le ofrece al paciente un programa individualizado para mejorar su descanso.
Asimismo, cuidaremos nuestros horarios acostándonos siempre a la misma hora y siguiendo unos mismos rituales.
Cuidaremos de la higiene del sueño (alimentación, ejercicio, entorno para dormir…)
Otras estrategias adecuadas son por ejemplo, el entrenamiento en intención paradógica y biorretroalimentación. Estas herramientas nos ayudan a saber qué hacer ante los despertares nocturnos.
Para concluir, en vista de que hay una clara relación entre la falta de sueño y la ansiedad (incluso con la depresión) es interesante cuidar un poco más nuestros hábitos de vida. Al fin y al cabo, aunque nadie muera de un día para otro por no dormir, la falta de sueño nos quita la vida poco a poco, restándonos la salud sin que apenas nos demos cuenta.
“Pesado sueño tiene el que no siente cuán mal duerme”.
-Séneca-
https://lamenteesmaravillosa.com
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