viernes, 11 de enero de 2019

70 frases de Júlio Cortázar, fantásticas



Julio Florencio Cortázar (1914 – 1984) fue un famoso y respetado escritor, traductor e intelectual argentino. Es considerado uno de los autores más innovadores y originales de su época, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general. Escribió maravillosas novelas que sentaron las bases de una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, logrando romper los moldes clásicos de narración. Los contenidos de su obra se mueven entre lo real y lo fantástico, por lo que es un referente en la escritura del realismo mágico e incluso del surrealismo.

Vivió durante su infancia y juventud en Argentina, y posteriormente, a partir la década del 50 en Europa. Residió en España, Italia, Suiza y Francia, país donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras. Optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra el régimen militar argentino. Además de escritor, fue también un reconocido traductor, trabajo que desempeñó, entre otros, para la Unesco.
Citas célebres de Júlio Cortázar

Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.

Hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar.

No es que haya que vivir, puesto que la vida nos es fatalmente dada… la vida se vive a sí misma, nos guste o no.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo.

Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito.

Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo.

Mi maligna manera de entender el mundo me ayudaba a reírme por lo bajo…

La explicación es un error bien vestido.

Pero lo malo del sueño no es el sueño. Lo malo es eso que llaman despertarse…

Fui una letra de tango para tu indiferente melodía.

¿Por qué no aceptar lo que estaba ocurriendo sin pretender explicarlo, sin sentar las nociones del orden y de desorden?

No puede ser que estemos aquí para no poder ser.

Hay ausencias que representan un verdadero triunfo.

Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.

Si caes te levanto y si no me acuesto contigo.


Sintió una especie de ternura rencorosa, algo tan contradictorio que debía ser la verdad misma.


Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones.

Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros.

No hay como compartir una almohada, eso aclara completamente las ideas; a veces hasta acaba con ellas, lo cual es una tranquilidad.

Detrás de este triste espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas, de que no haya muerto del todo en tu memoria…

Mi interés se tornó bien pronto analítico. Cansado de maravillarme quise saber; he ahí el invariable y funesto fin de toda aventura.

Lo único cierto era el peso en la boca del estómago la sospecha física de que algo no andaba bien, de que casi nunca había andado bien.

No sé hablar de la felicidad, pero eso no quiere decir que no la haya tenido.

En literatura no hay buenos temas y malos temas: solamente hay un buen o un mal tratamiento del tema.

La cosidad, ese desagradable sentimiento de que allí donde termina nuestra presunción, empieza nuestro castigo.

Todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo porque en el fondo es todo.

Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.

Me daba asco pensar así, una vez más estar pensando todo lo que a los otros les bastaba sentir.

Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas…

Total parcial: te quiero. Total general: te amo.

Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.

Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio.

Mira, sólo hay un medio para matar los monstruos; aceptarlos.


Me basta mirarte para saber que con vos me voy a empapar el alma.

Los libros van siendo el único lugar de la casa donde todavía se puede estar tranquilo.

Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría.

Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente.

Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.

Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.

Como no sabías disimular me di cuenta enseguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos.

Regalos insignificantes como un beso en un momento inesperado o un papel escrito a las apuradas. Pueden ser valorados más que una joya.

Le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida.

¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?

La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.

No renuncio a nada, simplemente hago lo que puedo para que las cosas me renuncien a mi.

Vení a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.

Por mi parte ya me había acostumbrado a que me pasaran cosas modestamente excepcionales…

Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero…

En algún lugar debe haber un basural donde están amontonadas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que pueda ocurrir el día en que alguien consiga explicar también el basural.

¿Qué quieres? El amor pide calle, pide viento, no sabe morir en la soledad.

La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en un sofá, una película, a veces una cama, o porque le toca hacer el mismo trabajo en la oficina.

Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.


¡Música! Melancólico alimento para los que vivimos de amor.

Cuando llovía me entraba el agua hasta el alma.

Creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte. Como el guante izquierdo enamorado de la mano derecha.

No te voy a cansar con más poemas. Digamos que te dije nubes, tijeras, barriletes, lápices, y acaso alguna vez sonreíste.

Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas.

Pobre amor el que de pensamiento se alimenta.

No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo…

En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento.

Hacés demasiado caso de unas pocas metáforas.

Nunca renuncio a nada. Sólo hago lo que esté en mi alcance para que las cosas renuncien a mí.

Y así es cómo los que nos iluminan son los ciegos.

Nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared.

Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada.

Y diré las palabras que se dicen, y comeré las cosas que se comen, y soñaré las cosas que se sueñan, y sé muy bien que no estarás.

Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás.

Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.

Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.

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