sábado, 20 de febrero de 2016

El síndrome de Lucio: el condicionamiento adoptado.


Lucio es el protagonista del experimento que da nombre al Síndrome. Su comportamiento en dicha investigación fue el punto de partida para lo que se conoce actualmente con el nombre de “Síndrome de Lucio”. Pero, ¿qué nos enseña este pez pequeñín?
Tenemos más de Lucio de lo que pensamos. Aunque no vivamos en el agua ni tengamos branquias, podremos sentirnos identificados con Lucio cuando conozcamos su historia. Además, probablemente conocer el síndrome de Lucio nos hará reflexionar sobre nuestro comportamiento o pensamiento ante ciertas situaciones.

Síndrome de Lucio: El experimento
Durante esta prueba nuestro amigo dejó una gran enseñanza a los científicos y psicólogos. Posteriormente se comparó con lo que hacemos los seres humanos. Al parecer la forma de actuar de un pez y de una persona tiene más puntos en común de lo que parece.

El experimento que dio lugar al “Síndrome de Lucio” fue muy simple: se colocó al pez en cuestión en una pecera dividida en dos partes por un cristal trasparente. A un lado estaba él y del otro su comida (unas carpas pequeñas). Lo primero que hizo Lucio fue intentar almorzar ese banquete que tenía frente a sus ojos. Pero cuando estaba llegando a la presa chocó contra el vidrio.
Intentó una y otra vez hasta que se dio por vencido y cambió de dirección nadando en su porción de pecera. Los investigadores retiraron el cristal divisorio, sin embargo Lucio se siguió comportando como si el cristal existiera y no intentó de nuevo acceder a al comida, permaneciendo en su lado de la pecera. ¿Por qué? Porque su experiencia lo había condicionado y estaba seguro de que no había manera de acceder a ellos.

Síndrome de Lucio aplicado en las personas
Algo parecido a lo que le sucede a Lucio es lo que le sucede al elefante del famoso cuento de Jorgue Bucay. Este elefante es encadenado cuando es pequeño. Unas cadenas que en ese momento no le permiten escapar, sin embargo cuando crece las cadenas se quedan débiles frente a su nueva fuerza y aún así no vuelve a intentar escapar.
Algo similar es lo que le sucedió a Lucio y al elefante nos pasa bastante a menudo. Cuando pensamos que hay algo que no podemos llevar a cabo porque la experiencia previa nos lo ha dicho, dejamos de intentarlo. A pesar de que las condiciones cambien, de que crezcamos y de que adquiramos nuevas habilidades no lo volvemos a intentar porque en nuestra experiencia reside el recuerdo de que fracasaremos.
Si creemos que contamos con toda la información completa sobre una situación pero no podemos completar nuestra misión o tarea presentamos el síndrome de Lucio. Es decir, que aceptamos esaincapacidad que hemos adquirido gracias a nuestra experiencia previa. Si algo no funcionó en el pasado, automáticamente creemos que pasará lo mismo en el presente o futuro.
Nos negamos a buscar o considerar otras opciones o perspectivas, bajamos la cabeza y nos rendimos, plantamos bandera blanca sin volverlo a intentar porque ya lo hemos hecho y no conseguimos buenos resultados. Ya sea por aprendizajes familiares, experiencias personales o información errónea que hemos recopilado podemos actuar como Lucio y no volver a intentarlo de nuevo.

Haz un nuevo esfuerzo
Cada vez que digas “ya lo he intentado lo suficiente” o “no hay nada más que pueda hacer”, piénsalo de nuevo. Puede que la situación haya cambiado y que alguien o tú mismo haya retirado el cristal que te separa de tu objetivo. Ponte a analizar qué te ha faltado hacer y ve a por ello.
No olvides que el cambio y la trasformación es mucho más común que lo constante y lo permanente: tus necesidades, tus habilidades, tu futuro, tus expectativas… Si hoy no ha sido posible, inténtalo mañana o el próximo mes. No bajes los brazos. No sufras durante el proceso, mejor aprovecha para aprender de él.
Que nada ni nadie te condicione y cambie tus creencias y pensamientos. Ni siquiera tu tienes el derecho de hacerlo. Piensa en Lucio la próxima vez que haya una tarea demasiado difícil a la que debas enfrentarte… pero no actúes como él. Busca la manera de salir airoso aunque te cueste tiempo, energía y recursos. La recompensa de lograr tu meta es suficiente para intentarlo una vez más.


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