Domicilio del alma para algunos, sede de las pasiones para otros o fuente de intuición. Al corazón siempre se le han atribuido más funciones poéticas que pragmáticas, como si nos negásemos a asumir que es una simple “máquina” que bombea sangre.
Los antiguos romanos y los griegos estaban convencidos de que pensábamos, sentíamos y recordábamos con el corazón, no con el cerebro. Por eso muchas palabras que hoy usamos, como recordar, acordar, desacuerdo, concordia, discordia o cordialidad provienen de la raíz “cordis”, que significa corazón.
Para los hindúes, el corazón estaba vinculado a emociones como la compasión y el amor, pero también a nuestro equilibrio y bienestar. Para la artista e ilustradora Corinna Luyken, el corazón está en todas partes asumiendo su función más etérea. Lo encuentra en las plantas y las estrellas, también en las sombras y las manchas, porque todo, cuando pasa por el tamiz de nuestras experiencias, lo vemos con el corazón.
Su libro, “Mi corazón”, es una auténtica oda a las emociones. A todas y cada una de las emociones. Las positivas y las negativas. Las que nos hacen sentir bien y las que nos incomodan. Por eso, sus tiernas ilustraciones se transforman en una invitación a emprender un viaje de redescubrimiento interior, aprovechando para transmitirnos un mensaje importante: nuestro corazón siente, pero podemos decidir.
“Mi corazón”: Un libro inteligente emocionalmente
A través de una delicada escala de grises con brillantes toques de amarillo, Luyken despliega una enorme riqueza emocional que permitirá a los niños desarrollar su Inteligencia Emocional y a los adultos recuperar el vínculo con el corazón.
De hecho, en una entrevista, Luyken explicó que usó el gris porque este color versa sobre los intermedios, las cosas que no son blancas ni negras en el mundo. El gris encierra todas esas sutiles pero importantes diferencias.
El contraste entre el gris y el amarillo resalta precisamente esas emociones antagónicas en nuestra vida, por lo que se trata de un libro que no solo se lee, sino que también se disfruta y se entiende visualmente.
“Mi corazón es una ventana, Mi corazón es un tobogán«, rezan los primeros versos presentando las emociones como ese tamiz – necesario e ineludible – a través del cual vemos el mundo.
«Mi corazón puede estar cerrado, o abierto de par en par«, prosigue Luyken refiriéndose a esos periodos en los que nos sentimos incapaces de amar y aquellos en los que el amor lo llena todo, partiendo de la idea de que si somos capaces de reconocer nuestros altibajos emocionales, nos resultará más fácil gestionarlos.
«Algunos días está nublado y es pesado por la lluvia«, nos recuerda esos períodos oscuros en los que todo se nos hace cuesta arriba. Pero luego puede suceder algo mágico, aunque sea pequeño. Un encuentro… Un gesto… Una sorpresa… Solo tenemos que estar dispuestos a notarlo.
«Algunos días es pequeño, pero lo pequeño puede crecer, crecer y crecer«, nos recuerda la necesidad de cultivar aquello que queremos y valorar todo gesto de amor, por minúsculo que pueda parecer.
«Hay días en que está roto, pero lo roto puede reparar«, nos dice este mensaje de resiliencia que nos recuerda que las heridas emocionales pueden sanar y no tienen que convertirse en una excusa para alzar muros que nos permitan volver a sentir.
«Mi corazón es una sombra, una luz y una guía. Cerrado o abierto… Yo puedo decidir«, son las palabras finales de su libro con la que nos anima a practicar la autogestión emocional, vivir plenamente y, por supuesto, empoderarnos. No hay mejor regalo para un niño.
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