Sin embargo, incluso hablar de un momento o un instante del tiempo, es potencialmente engañoso, debido a que el tiempo es efectivamente un flujo continuo que no consiste en unidades enteramente distintas o claramente definibles llamadas momentos. Un momento es solo una fracción de tiempo conceptual, una fracción cuya duración es arbitraria. El momento más infinitesimal es un punto en el tiempo cuya duración es cero, y el preciso momento presente es un tal punto sin duración, debido a que es el fino borde o frontera inmensurable que separa el pasado del futuro. El instante mismo en el que el pasado acaba, comienza el futuro. Por lo tanto, el borde entre el pasado y el futuro es un punto infinitamente fino, un punto que no tiene ninguna duración o extensión.
Todo lo que existe entre el pasado y el futuro, es puro ser. En el instante inmensurable breve entre el pasado y el futuro, el tiempo permanece quieto, y todo acontecimiento cesa. El tiempo requiere alguna extensión o duración en la que moverse, de modo que en el instante infinitamente pequeño entre el pasado y el futuro, el tiempo no puede moverse, y no acontece nada. Por lo tanto, todo lo que podemos experimentar en ese instante infinitamente pequeño, en el preciso momento presente, es nuestro ser autoconsciente «yo soy».
Si escudriñamos el momento presente minuciosamente para discernir exactamente qué instante en el tiempo es presente, no seremos capaces de descubrir ningún instante discernible en el tiempo que pueda ser llamado el preciso momento presente, «ahora». Para discernir el preciso instante presente en el tiempo, debemos dejar de lado tanto el pasado como el futuro. El momento inmediatamente precedente al momento presente es pasado, y el momento inmediatamente siguiente es futuro. Si tratamos de dejar de lado incluso los momentos más inmediatos, sutiles y pequeños pasados y futuros, y discernir qué existe entre ellos, todo lo que encontraremos es nuestro ser sin-movimiento y sincambio ―la auto-consciencia siempre presente «yo soy».
Al ser sin-movimiento y sin-cambio, nuestro ser auto-consciente es atemporal. Por lo tanto, el preciso momento presente, el instante infinitesimal entre el pasado y el futuro, es un momento atemporal ―un momento que existe más allá de la dimensión del tiempo.
Así pues, nuestra experiencia de que el momento presente es un punto en el tiempo, es una ilusión, lo mismo que nuestra experiencia de que el lugar presente es un punto en el espacio, es una ilusión. Como hemos visto más arriba, si dejamos de lado todos los pensamientos de cualquier lugar otro que este preciso lugar presente, «aquí», y escudriñamos agudamente solo este preciso lugar presente para descubrir qué es la verdad o la realidad de él, descubriremos que verdaderamente no es un punto en el espacio físico, sino solo nuestro ser auto-consciente. Similarmente, si dejamos de lado todos los pensamientos de cualquier otro momento que este preciso momento presente, «ahora», y escudriñamos agudamente solo este preciso momento presente para descubrir qué es la verdad o la realidad de él, descubriremos que verdaderamente no es un punto en el paso del tiempo, sino solo nuestro ser auto-consciente. Cuando descubramos así que no hay ninguna tal cosa como un punto preciso presente en el tiempo, y que nuestra experiencia del momento presente en el tiempo es por lo tanto meramente una ilusión, una aparición imaginaria, descubriremos que el paso del tiempo, que experimentamos siempre solo en este momento presente ilusorio, es igualmente meramente una aparición imaginaria. Puesto que todos los puntos en el tiempo y todos los puntos en el espacio son experimentados solo en este punto presente en el tiempo y este punto presente en el espacio, ellos dependen para su existencia aparente de estos puntos presentes, el «ahora» y el «aquí» siempre presentes, que en realidad no son nada sino la presencia de la consciencia de nuestro ser siempre-presente, «yo soy». Por lo tanto, nuestro ser auto-consciente siempre presente, «yo soy», es la única sustancia o realidad no solo de este momento presente, «ahora», y de este lugar presente, «aquí», sino también de la apariencia entera del tiempo y el espacio.
Así pues, estas dos pistas, la pista del preciso lugar presente, «aquí», y la pista del preciso momento presente, «ahora», ambas apuntan a la misma realidad, nuestro ser autoconsciente siempre presente, «yo soy», que no está limitado ni por el tiempo ni por el espacio. En ciertos momentos, podemos encontrar de más ayuda seguir la pista de «aquí», en otros momentos podemos encontrar de más ayuda seguir la pista de «ahora», y en otros momentos podemos encontrar de más ayuda seguir ambas simultáneamente, pero cualquiera de ellas que elijamos seguir, la atención debe estar focalizada total y exclusivamente en la consciencia fundamental y siempre presente de nuestro ser, «yo soy». Cuando investiguemos la consciencia no-dual de nuestro ser, que siempre experimentamos como ser «aquí» y «ahora», descubriremos que tanto el tiempo como el espacio son imaginaciones irreales, y que nuestro ser auto-consciente no-dual es la única realidad, la única cosa que existe verdaderamente.
El tiempo y el espacio son conocidos solo por la mente, y, por consiguiente, dependen de ella para su existencia aparente. Ellos no son conocidos por la consciencia de ser esencial, que solo se conoce a sí misma, y, por consiguiente, no son conocidos por en el sueño profundo, en el que experimentamos solo nuestro ser auto-consciente. Sin embargo, aunque no son conocidos por la auto-consciencia esencial, ellos no podrían ser conocidos independientes de ella, debido a que ella es la única realidad que subyace a y sostiene la apariencia de la forma falsa de consciencia que conoce objetos que llamamos la mente, en cuya sola imaginación ellos existen.
Somos capaces de imaginarnos ser esta mente, que se experimenta a sí misma como un cuerpo que existe en el tiempo y el espacio, debido solo a que nos conocemos como «yo soy». Sin embargo, mientras la mente y el tiempo y el espacio conocidos por ella son apariencias transitorias, somos la realidad que siempre existe y conoce su propia existencia. Puesto que nuestra existencia o ser auto-consciente existe independiente del tiempo y el espacio, es la realidad absoluta ―la única realidad que existe verdaderamente. Por consiguiente, Sri Ramana pregunta, «Excepto “nosotros”, ¿dónde está el tiempo y dónde está el lugar?», implicando con ello que solo existimos verdaderamente, y que el tiempo y el espacio son meras apariencias ―imágenes mentales que no tienen ninguna existencia real suya propia.
La única manera de que experimentemos esta verdad de que solo nosotros existimos, exentos de todo tiempo y espacio, es que escudriñemos la consciencia de ser, que siempre existe aquí y ahora, en este preciso punto presente en el espacio y el tiempo. Mientras continuemos prestando atención o pensando en algo en el tiempo o el espacio otro que el preciso momento presente y el preciso lugar presente, continuaremos perpetuando la ilusión del tiempo y el espacio ―la ilusión de nosotros como un cuerpo, un objeto confinado dentro de los límites del tiempo y el espacio. Pero si prestamos atención solo al preciso momento presente o al preciso lugar presente, que son efectivamente uno y el mismo punto, no encontraremos en ellos ningún tiempo ni espacio, ninguna duración ni extensión, y por lo tanto ningún pensamiento de ningún tipo, sino solo la consciencia de ser absolutamente no-dual, «yo soy», que subyace a, aunque trasciende, todo tiempo, todo espacio y todas las formas de pensamiento.
Todo, todo tiempo y todo espacio, y todo lo que está contenido dentro del tiempo y el espacio, es solo una forma de conocimiento, una concepción o una percepción, y, por consiguiente, está todo contenido dentro de la consciencia. Y puesto que ninguna forma de conocimiento puede existir sin la consciencia que lo subyace, la consciencia no solo contiene todo, sino que está también contenida dentro de todo.
De hecho, la consciencia es la única sustancia fundamental de la que están hechas todas las cosas. Por lo tanto, puesto que todas las formas de conocimiento son en esencia solo la consciencia y ya que ella es esencialmente auto-consciente ―es decir, es en esencia solo la consciencia de nuestro ser― y puesto que la consciencia de nuestro ser es el punto absoluto que experimentamos como el preciso lugar presente, «aquí», y el preciso momento presente «ahora», este punto absoluto contiene todo y está contenido dentro de todo.
( Extracto del Capítulo 7: La Ilusión de Tiempo y Espacio )
Fuente: Michael James. La Felicidad y el Arte de Ser (Sanz y Torres, 2008)
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