Cuando nos sentamos a ver una película, sabemos que lo que estamos viendo no es real. Aún así, a veces las escenas pueden ser tan realistas que nos mantienen en expectación durante toda la película y nos parece que somos nosotros quienes estamos viviendo las experiencias del protagonista.
Puede que la película no sea real, pero las emociones que experimentamos y las reacciones que se desencadenan sí lo son. Sin duda, se trata de un efecto muy poderoso que ahora está siendo estudiado en el marco de una ciencia en ciernes denominada Neurocinema, que se dedica a estudiar la influencia de las películas en nuestro cerebro.
De hecho, ¿recuerdas cuándo fue la última vez que saltaste en el asiento mientras veías una película de terror? Ahora vamos a descubrir qué pasó exactamente en tu cerebro y cómo reaccionó tu cuerpo.
Las escenas de terror activan directamente el cerebro primitivo
Normalmente cuando nos sentamos a ver un filme, “desconectamos” las zonas motoras del cerebro ya que estas no nos sirven. Sin embargo, en ocasiones las escenas que vemos son tan impactantes que superan esa inhibición del sistema motor y nos hacen reaccionar.
Saltamos en el asiento o gritamos porque la escena logra superar ese bloqueo cerebral nutriéndose de nuestros instintos primarios. Es decir, el contenido es tan fuerte desde el punto de vista emocional que nos hace reaccionar de inmediato, para protegernos a nosotros mismos o avisar a los demás que están en peligro. De hecho, al gritar les avisamos a quienes nos rodean o incluso a los personajes que existe un peligro del que deben escapar. Es una reacción atávica.
Y todo eso ocurre en cuestión de milisegundos, no tenemos tiempo para procesar lo que estamos viendo o modular nuestra respuesta. En práctica, reaccionamos de esta manera porque, durante esos milisegundos, nuestro cerebro no es consciente de que se trata simplemente de una película y que nosotros estamos a salvo.
Si lo pensamos bien, esta reacción no debe extrañarnos ya que nuestro cerebro está programado para asumir que todo lo que vemos es real. Por eso, es muy difícil indicarle a las partes más primitivas, que son precisamente las que se activan en estos casos, que lo que estamos viendo es una ficción. Como resultado, nuestro cuerpo no tarda en reaccionar.
De hecho, aunque se trata de casos aislados, se han documentado personas que han sufrido trastorno de estrés postraumático debido a una película, un problema que es más común en los niños, a los cuales ya les resulta complicado de por sí distinguir los límites entre la realidad y la fantasía.
En el caso de los adultos este trastorno podría estar causado por un exceso de identificación con los personajes. De hecho, lo más característico de una película de terror o suspense es que el espectador sabe tan poco como los personajes, por lo que les resulta mucho más fácil ponerse en su lugar. Al producirse esa identificación, en el cerebro se pueden crear huellas muy profundas, casi tanto como las que ocasionaría una vivencia real. En práctica, el cerebro de las personas muy sugestionables puede verse atrapado en la montaña rusa emocional que viven los protagonistas de la película.
Sin embargo, todo no termina ahí.
3 cambios que ocurren en tu cuerpo cuando ves una película de terror
La reacción a lo que estamos viendo en la pantalla no se queda a nivel de cerebro sino que se extiende por todo el cuerpo. Esto se debe a que el cerebro envía una señal de alarma que activa el sistema nervioso autónomo a través del aumento de la producción de cortisol y adrenalina, dos neurotransmisores que provocan ciertos cambios a nivel fisiológico.
1. Tu corazón se desboca. Un estudio llevado a cabo en un grupo de jóvenes desveló que ver una película de terror provoca un aumento de 14 pulsaciones por minuto en el ritmo cardíaco. También se apreció un aumento significativo de la presión arterial. Además, los investigadores constataron un aumento de los leucocitos que circulaban por la sangre, así como una mayor concentración de hematocritos, como si el cuerpo estuviera respondiendo ante un agente agresor.
2. Comienzas a sudar. La conductancia de la piel es uno de los indicadores más antiguos de la activación emocional. En otras palabras: cuando tenemos miedo, sudamos. Investigadores de la Universidad de Wollongong analizaron la respuesta de un grupo de personas ante películas violentas y de terror y apreciaron que quienes son más empáticos suelen sudar más durante estos filmes, y no muestran señales de habituación.
3. Tus músculos se tensan. Una vez que el cerebro primitivo ha detectado un peligro y ha dado la señal de alarma, es difícil detenerlo, sobre todo si las escenas de terror se suceden unas detrás de otras y están acompañadas por esa banda sonora escalofriante. Investigadores de la Universidad de Ámsterdam han descubierto que en estas películas la música genera lo que se conoce como “reacción de alarma”, una respuesta simultánea de la mente y el cuerpo ante un estímulo repentino e inesperado que da lugar a una contracción de los músculos de brazos y piernas. Es por eso que durante una película de terror nos mantenemos constantemente a la expectativa, con los músculos tensos.
Entonces, ¿por qué vemos películas de terror?
En este punto, queda bastante claro que la mayoría de las personas no la pasamos muy bien viendo películas de terror. Aún así, mucho siguen sucumbiendo al “encanto” de estos oscuros personajes. ¿Por qué?
La Teoría de la Transferencia de la Excitación indica que los sentimientos negativos que crean estas películas intensifican los sentimientos positivos que experimentamos cuando el héroe triunfa al final. En práctica, nos gusta este tipo de filmes porque es como subirse a una montaña rusa emocional.
Otra teoría apunta al hecho de que las películas violentas o de terror nos ayudan a lidiar con nuestro propio miedo. En práctica, estos filmes tendrían un efecto catártico, nos ayudarían a procesar nuestros temores más ancestrales y ocultos.
O quizá podría tratarse simplemente de una curiosidad morbosa fomentada por nuestra necesidad innata de mantenernos a salvo de los peligros que pueden acecharnos en nuestro entorno.
Fuentes:
Bos, M. et. Al. (2013) Psychophysiological Response Patterns to Affective Film Stimuli. PLoS One; 8(4).
Mian, R. et. Al. (2003) Observing a Fictitious Stressful Event: Haematological Changes, Including Circulating Leukocyte Activation. Stress: The International Journal on the Biology of Stress; 6(1): 41-47.
Barry, R. J. & Bruggemann, J. M. (2002) Eysenck's P as a modulator of affective and electrodermal responses to violent and comic film. Personality and Individual Differences; 32(6): 1029–1048.
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