miércoles, 6 de abril de 2016

ENSEÑANZAS DE THICH NHAT HANAH.


ALIMENTANDO LA PAZ O LA IRA
(Pildorita uno)


Me comprometo a consumir únicamente productos que mantengan la paz, el bienestar y la alegría en mi cuerpo, en mi conciencia, en el cuerpo colectivo y en la conciencia de mi familia y de la sociedad. Estoy decidido a no consumir alcohol ni ninguna otra sustancia intoxicante, y a no ingerir alimentos u otros productos que contengan toxinas, como algunos programas de televisión, revistas, libros, películas y conversaciones...

Si deseas ocuparte de tu ira, tu frustración y tu desesperanza, debes plantearte vivir de acuerdo con este ejercicio de concienciación. Si bebes alcohol siendo consciente de ello, verás que este hábito produce sufrimiento. La ingestión de alcohol causa enfermedades en el cuerpo y en la mente, y muertes en la carretera. La fabricación del alcohol también conlleva sufrimiento. El uso de los cereales que se emplean para producirlo está relacionado con la falta de alimentos en el mundo. Comer y beber con plena conciencia puede darnos esta
liberadora percepción.

Comenta con los seres queridos, con los miembros de tu familia, aunque los hijos sean aún pequeños, la estrategia que podéis seguir para consumir de manera consciente. Los niños lo entenderán, así que deben participar en esta conversación.
Juntos podéis decidir qué es lo que comeréis y beberéis, qué programas de la, televisión veréis, qué leeréis y qué tipo de conversaciones mantendréis. Esta estrategia es para protegeros.

ABRAZA TU IRA CON EL SOL DEL SER CONSCIENTE
(pildorita dos)

Sonreír permite que la energía de ser consciente nazca en ti y te ayuda a abrazar la ira que sientes.
Antaño los sirvientes de los reyes y las reinas debían llevar siempre un espejito, porque cuando alguien se presentaba ante los monarcas, debía tener un aspecto impecable. Así que, por razones de etiqueta, la gente llevaba siempre una bolsa con un espejito dentro. Intenta hacerlo. Lleva un espejo contigo y mírate en él para ver en qué estado estás. Después de haber inspirado y espirado varias veces y de haberte sonreído a ti mismo, la tensión habrá desaparecido y te sentirás mejor.



La ira es como un bebé que berrea, sufre y, llora. El bebé necesita que su madre lo abrace. Tú eres la madre del bebé, de la ira que surge en ti. En el momento que empieces a practicar el inspirar y espirar de manera consciente, tendrás la energía de una madre y podrás acunar y abrazar a tu bebé. Limítate a abrazar la ira que sientes, inspirando y espirando; no necesitas hacer nada más. Y el bebé se sentirá mejor en el acto.
Todas las plantas se alimentan del sol. Todas son sensibles a él. Cualquier vegetación que sea abrazada por el sol experimentará una transformación.

De madrugada las flores aún no se han abierto, pero cuando al amanecer sale el sol, las abraza e intenta penetrar en ellas.
La luz del sol está formada por partículas diminutas, por fotones. Los fotones van penetrando poco a poco en la flor uno tras otro hasta llenarla de ellos. En ese momento la flor no puede resistir más y ha de abrirse a la luz del sol.

Del mismo modo, todas las formaciones tanto mentales como fisiológicas que hay en nosotros son sensibles a la energía de ser conscientes. Si la plena conciencia está ahí, abrazando tu cuerpo, éste se transformará. Si la plena conciencia está ahí, abrazando tu ira o tu desesperanza, éstas también se transformarán. Según el Buda y según nuestra experiencia, cualquier cosa que sea abrazada por la energía de la plena conciencia experimentará una transformación.

La ira que hay en ti es corno una flor. Al principio quizá no comprendas su naturaleza, o por qué ha surgido. Pero si sabes abrazarla con la energía de ser consciente, empezará a abrirse.
Para generar la energía de la plena conciencia y abrazar la ira que sientes puedes permanecer sentado, siguiendo tu respiración, o practicar la meditación caminando. Al cabo de diez o veinte minutos tu ira se habrá abierto ante ti y verás de pronto su verdadera naturaleza. Quizá haya surgido a causa de alguna percepción errónea o por falta de habilidad.

Puedes transformar la basura de tu ira en la flor de la compasión.
Muchos de nosotros podemos hacerla en tan sólo quince minutos. El secreto radica en seguir practicando el respirar de manera consciente, el andar de manera consciente, y generar la energía de ser consciente para abrazar tu ira.
Abrázala con mucha ternura. La ira no es tu enemiga, sino tu bebé.

DESCUBRE LA VERDADERA NATURALEZA DE TU IRA.
(pildorita tres)

Muchos de nosotros podemos hacerla en tan sólo quince minutos. El secreto radica en seguir practicando el respirar de manera consciente, el andar de manera consciente, y generar la energía de ser consciente para abrazar tu ira.

Abrázala con mucha ternura. La ira no es tu enemiga, sino tu bebé.
¿Por qué te enojas tú con tanta facilidad? Quizá te ocurre porque la semilla de la ira que hay en ti es demasiado fuerte. Y como no has practicado los métodos para cuidar de tu ira, en el pasado la semilla de la ira se ha regado con demasiada frecuencia.

Todos tenemos una semilla de la ira en el fondo de nuestra conciencia. Pero en algunos de nosotros, esa semilla es más grande que otras semillas, como las del amor o la compasión.

La semilla de la ira puede ser más grande porque en el pasado no hemos practicado. Cuando empezamos a cultivar la energía de ser conscientes, la primera percepción que tenemos es que la principal causa de nuestro sufrimiento, de nuestra desdicha, no es otra persona, sino la semilla de la ira que hay en nosotros, y dejamos entonces de culpar a los demás de nuestro sufrimiento.


AYUDAR EN VEZ DE CASTIGAR.
(pildorita cuatro)

Cuando alguien no sabe cómo manejar su propio sufrimiento, deja que se extienda a la gente de su alrededor. Cuando tú sufres, haces sufrir a la gente que te rodea. Es algo muy natural. Por eso hemos de aprender a manejar nuestro sufrimiento, para que no lo vayamos repartiendo por ahí.

Cuando eres el cabeza de familia, por ejemplo, sabes que el bienestar de los miembros de tu familia es muy importante.
Como tienes compasión, no dejas que tu sufrimiento haga daño a los que te rodean. Practicas el aprender a manejar tu sufrimiento porque sabes que no es una cuestión individual, y que tu felicidad tampoco lo es.
Cuando alguien está enojado y no sabe cómo manejar su ira, se siente impotente, sufre. Y también hace sufrir a los que le rodean. Al principio sientes que la persona que te enoja se merece un castigo. Deseas castigarla porque te ha hecho sufrir.


Pero después de diez o quince minutos de meditar caminando y de observar de manera consciente, descubres que en vez de castigo lo que necesita es ayuda. Y ésa es una buena percepción.

Esa persona puede ser muy cercana a ti, quizá tu esposa o tu marido. Si tú no la ayudas, ¿quién va a hacerlo?
Como sabes abrazar tu ira, ahora te sientes mucho mejor, pero ves que la otra persona sigue sufriendo. Esta percepción te mueve a acercarte a ella de nuevo. Nadie más puede ayudarla, excepto tú. Ahora sientes un gran deseo de volver y ayudarla.

Es una actitud totalmente distinta a la que antes tenías, ya no deseas castigarla. Tú ira se ha transformado en compasión.
La práctica de ser consciente conduce a la concentración y a la percepción interior. La percepción es el fruto de la práctica, y puede ayudarnos a perdonar y a amar a los demás. Practicar durante quince minutos o media hora el ser consciente, el concentrarte y el observar las percepciones interiores puede liberarte de tu ira y convertirte en una persona afectuosa. Ésa es la fuerza del Dharma, el milagro del Dharma.   

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