ALIMENTANDO LA PAZ O LA IRA
(Pildorita uno)
Me
comprometo a consumir únicamente productos que mantengan la paz, el bienestar y
la alegría en mi cuerpo, en mi conciencia, en el cuerpo colectivo y en la
conciencia de mi familia y de la sociedad. Estoy decidido a no consumir alcohol
ni ninguna otra sustancia intoxicante, y a no ingerir alimentos u otros
productos que contengan toxinas, como algunos programas de televisión,
revistas, libros, películas y conversaciones...
Si
deseas ocuparte de tu ira, tu frustración y tu desesperanza, debes plantearte
vivir de acuerdo con este ejercicio de concienciación. Si bebes alcohol siendo
consciente de ello, verás que este hábito produce sufrimiento. La ingestión de
alcohol causa enfermedades en el cuerpo y en la mente, y muertes en la
carretera. La fabricación del alcohol también conlleva sufrimiento. El uso de
los cereales que se emplean para producirlo está relacionado con la falta de
alimentos en el mundo. Comer y beber con plena conciencia puede darnos esta
liberadora
percepción.
Comenta
con los seres queridos, con los miembros de tu familia, aunque los hijos sean
aún pequeños, la estrategia que podéis seguir para consumir de manera
consciente. Los niños lo entenderán, así que deben participar en esta
conversación.
Juntos
podéis decidir qué es lo que comeréis y beberéis, qué programas de la,
televisión veréis, qué leeréis y qué tipo de conversaciones mantendréis. Esta
estrategia es para protegeros.
ABRAZA TU IRA CON EL SOL DEL SER CONSCIENTE
(pildorita dos)
Sonreír
permite que la energía de ser consciente nazca en ti y te ayuda a abrazar la
ira que sientes.
Antaño
los sirvientes de los reyes y las reinas debían llevar siempre un espejito,
porque cuando alguien se presentaba ante los monarcas, debía tener un aspecto
impecable. Así que, por razones de etiqueta, la gente llevaba siempre una bolsa
con un espejito dentro. Intenta hacerlo. Lleva un espejo contigo y mírate en él
para ver en qué estado estás. Después de haber inspirado y espirado varias
veces y de haberte sonreído a ti mismo, la tensión habrá desaparecido y te
sentirás mejor.
La
ira es como un bebé que berrea, sufre y, llora. El bebé necesita que su madre
lo abrace. Tú eres la madre del bebé, de la ira que surge en ti. En el momento
que empieces a practicar el inspirar y espirar de manera consciente, tendrás la
energía de una madre y podrás acunar y abrazar a tu bebé. Limítate a abrazar la
ira que sientes, inspirando y espirando; no necesitas hacer nada más. Y el bebé
se sentirá mejor en el acto.
Todas
las plantas se alimentan del sol. Todas son sensibles a él. Cualquier
vegetación que sea abrazada por el sol experimentará una transformación.
De
madrugada las flores aún no se han abierto, pero cuando al amanecer sale el
sol, las abraza e intenta penetrar en ellas.
La
luz del sol está formada por partículas diminutas, por fotones. Los fotones van
penetrando poco a poco en la flor uno tras otro hasta llenarla de ellos. En ese
momento la flor no puede resistir más y ha de abrirse a la luz del sol.
Del
mismo modo, todas las formaciones tanto mentales como fisiológicas que hay en
nosotros son sensibles a la energía de ser conscientes. Si la plena conciencia
está ahí, abrazando tu cuerpo, éste se transformará. Si la plena conciencia
está ahí, abrazando tu ira o tu desesperanza, éstas también se transformarán.
Según el Buda y según nuestra experiencia, cualquier cosa que sea abrazada por
la energía de la plena conciencia experimentará una transformación.
La
ira que hay en ti es corno una flor. Al principio quizá no comprendas su
naturaleza, o por qué ha surgido. Pero si sabes abrazarla con la energía de ser
consciente, empezará a abrirse.
Para
generar la energía de la plena conciencia y abrazar la ira que sientes puedes
permanecer sentado, siguiendo tu respiración, o practicar la meditación
caminando. Al cabo de diez o veinte minutos tu ira se habrá abierto ante ti y
verás de pronto su verdadera naturaleza. Quizá haya surgido a causa de alguna
percepción errónea o por falta de habilidad.
Puedes
transformar la basura de tu ira en la flor de la compasión.
Muchos
de nosotros podemos hacerla en tan sólo quince minutos. El secreto radica en
seguir practicando el respirar de manera consciente, el andar de manera
consciente, y generar la energía de ser consciente para abrazar tu ira.
Abrázala
con mucha ternura. La ira no es tu enemiga, sino tu bebé.
DESCUBRE LA VERDADERA NATURALEZA DE TU IRA.
(pildorita tres)
Muchos
de nosotros podemos hacerla en tan sólo quince minutos. El secreto radica en
seguir practicando el respirar de manera consciente, el andar de manera
consciente, y generar la energía de ser consciente para abrazar tu ira.
Abrázala
con mucha ternura. La ira no es tu enemiga, sino tu bebé.
¿Por
qué te enojas tú con tanta facilidad? Quizá te ocurre porque la semilla de la
ira que hay en ti es demasiado fuerte. Y como no has practicado los métodos
para cuidar de tu ira, en el pasado la semilla de la ira se ha regado con
demasiada frecuencia.
Todos
tenemos una semilla de la ira en el fondo de nuestra conciencia. Pero en
algunos de nosotros, esa semilla es más grande que otras semillas, como las del
amor o la compasión.
La
semilla de la ira puede ser más grande porque en el pasado no hemos practicado.
Cuando empezamos a cultivar la energía de ser conscientes, la primera
percepción que tenemos es que la principal causa de nuestro sufrimiento, de
nuestra desdicha, no es otra persona, sino la semilla de la ira que hay en
nosotros, y dejamos entonces de culpar a los demás de nuestro sufrimiento.
AYUDAR EN VEZ DE CASTIGAR.
(pildorita cuatro)
Cuando
alguien no sabe cómo manejar su propio sufrimiento, deja que se extienda a la
gente de su alrededor. Cuando tú sufres, haces sufrir a la gente que te rodea.
Es algo muy natural. Por eso hemos de aprender a manejar nuestro sufrimiento, para
que no lo vayamos repartiendo por ahí.
Cuando
eres el cabeza de familia, por ejemplo, sabes que el bienestar de los miembros
de tu familia es muy importante.
Como
tienes compasión, no dejas que tu sufrimiento haga daño a los que te rodean.
Practicas el aprender a manejar tu sufrimiento porque sabes que no es una
cuestión individual, y que tu felicidad tampoco lo es.
Cuando
alguien está enojado y no sabe cómo manejar su ira, se siente impotente, sufre.
Y también hace sufrir a los que le rodean. Al principio sientes que la persona
que te enoja se merece un castigo. Deseas castigarla porque te ha hecho sufrir.
Pero
después de diez o quince minutos de meditar caminando y de observar de manera
consciente, descubres que en vez de castigo lo que necesita es ayuda. Y ésa es
una buena percepción.
Esa
persona puede ser muy cercana a ti, quizá tu esposa o tu marido. Si tú no la
ayudas, ¿quién va a hacerlo?
Como
sabes abrazar tu ira, ahora te sientes mucho mejor, pero ves que la otra
persona sigue sufriendo. Esta percepción te mueve a acercarte a ella de nuevo.
Nadie más puede ayudarla, excepto tú. Ahora sientes un gran deseo de volver y
ayudarla.
Es
una actitud totalmente distinta a la que antes tenías, ya no deseas castigarla.
Tú ira se ha transformado en compasión.
La
práctica de ser consciente conduce a la concentración y a la percepción
interior. La percepción es el fruto de la práctica, y puede ayudarnos a
perdonar y a amar a los demás. Practicar durante quince minutos o media hora el
ser consciente, el concentrarte y el observar las percepciones interiores puede
liberarte de tu ira y convertirte en una persona afectuosa. Ésa es la fuerza
del Dharma, el milagro del Dharma.
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