viernes, 4 de marzo de 2016

TU MIEDO A LA PÉRDIDA. TU MIEDO A VIVIR.



Es conocido que el primer trimestre de gestación es el que mayor riesgo repercute para la vida del bebé; es necesario que el entorno se vuelva seguro y protector para asegurar la supervivencia, aun dentro y fuera del vientre materno…
Por eso, las mujeres y su entorno familiar y social, se ocupan de crear un entorno de estas características para el bebé. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros sabemos que, aun haciendo todo lo que está en nuestras manos para asegurar algo, la mayor parte de lo que sucede escapa de nuestro control.
El riesgo de pérdida está siempre, dentro y fuera del vientre, y todos lo sabemos. Otra cosa es que lo llevemos mejor, peor o que lo ignoremos. ¿Qué ocurre cuando queremos ignorar esta realidad o cuando nos aterra?

Existe una relación proporcional entre la velocidad de desarrollo y la vulnerabilidad (Lipton).

Nuestra lógica nos dice que cuando se muere alguien a quien no conocemos nos duele menos y esto nos permite concluir que si no nos vinculamos con el bebé nos dolerá menos si se va; hasta que no pasen tres meses no lo anuncio, me siento como si no estuviera embarazada y tantas otras estrategias que nos permiten pensar que si mantienes una cierta distancia, te da seguridad.
Y la única libertad que tenemos es la de reconocerlos o no. No me atrevería a hablarle a nadie sobre las ventajas de no reconocer un vínculo, pero sí podemos a hablar sobre los inconvenientes.

Un día escuche “cuántas maravillosas experiencias de amor nos perdemos por miedo al desamor”.

El miedo a la pérdida, al dolor que nos provoca, nos va conduciendo a una desconexión cada vez más profunda de nosotros mismos y del otro. Si el bebé muere antes de que hayamos reconocido el vínculo que tenemos con él habremos perdido el bebé y la experiencia de amor que nos traía. El sufrimiento más profundo cuando alguien muere es por lo que se ha vivido. Al contrario, el mayor sufrimiento surge por lo que no sucedió, por lo que no se dijo, por el amor que no se mostró.
Arrep.
Cuando la pérdida ocurre, otra creencia que da vueltas en nuestra mente tiene que ver con el tiempo: solo tres semanas, solo diez años, duele pero ya tenía ochenta. Cierto, uno no comprende porque lleva aquí más de cuarenta años y otros apenas están alguna semana, nos entristece y nos asusta profundamente. En estos momentos ¿te vienen a la mente y al corazón algunas personas a las que apenas has conocido pero que han marcado profundamente tu vida?
Uno necesita tiempo para conocer a alguien. Pero creo que todos podemos recordar a alguien con quien no hemos pasado más tiempo del necesario para que nos dijera o hiciera justo aquello que más necesitábamos, como si hubiera accedido al más íntimo de nuestros rincones para descubrir lo único que nos hacía falta en ese momento y nos lo dio. Y quizás no nos dio tiempo a saber su nombre.
Amar y conocer a alguien está más allá del tiempo. Reconoce a las personas que están a tu lado, desconocidos, familia, pareja y sobre todo, no sustituyas tu relación y dale el lugar que merece en tu corazón.
Tere Puig
http://memoriaemocional.com/

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