Dentro de las corrientes de información
alternativas, es común encontrarse con términos y etiquetas que son extraídos
“en teoría” de textos antiguos. Estos términos acuñados y adaptados al día de
hoy, carecen de mucho sentido ya que las circunstancias y el modo de vida, ni
se asemejan, por lo tanto adaptar ciertas creencias gnósticas, herméticas,
esotéricas, ocultistas o de cualquier otro origen a nuestro día, puede hacernos
divagar más de lo que deseáramos y puede que adoptemos formas de información
inadecuadas, que finalmente se acaban trasformando en dogmas de fe, que son muy
difíciles tirar abajo, algo parecido a lo que está ocurriendo con el termino
Egregor.
Un Egregor es un ente creado por un colectivo de
seres, los cuales forman a través de conceptos comunes una entidad que toma
forma en el éter (o astral) y reclama desde allí su lugar en el mundo y su
derecho a vivir, es una entidad inteligente creada por seres inteligentes y
creadores, desde los cuales emanan las frecuencias y la energía no solo para
crear, sino también para mantener con vida este Egregor, esto es a grandes
rasgos y en teoría, lo que se supone que es un Egregor. Adelantar antes de que
pierdas más tiempo leyendo esto, que los egregores NO EXISTEN, pero
parece que como somos seres creativos, creadores y constructores, también
parece que somos inconscientes de nuestra creación y creamos parásitos allá en
el éter, dispuestos a luchar por su supervivencia a costa de nuestra propia
destrucción.
A poco que tienes un poco de interés y tratas de
encontrarle un mínimo de sentido a todos estos conceptos que de repente inunda
la red a través de unos predicadores del despertar a los cuales les importa un
carajo tu conciencia y solo propagan ideas y conceptos que benefician al
sistema y a los entes que lo sustentan. Estos conceptos que viajan a nuestro
presente desde los más arcaicos y apolillados textos, y se hace una malísima
adopción de los términos y se aceptan como verdad absoluta, caemos en el error
de dar por sentado algo que ni es, ni será. Parece que el hecho de que el
humano terrestre sea un ser con grandes capacidades en potencia, sirve para ese
todo vale, que propicia que se sirva en bandeja muchas falsas creencias.
Pero voy a ceñirme a lo que en general se ha
aceptado como Egregor y voy a tratar de aplicarlo al día a día. Como un Egregor
es una entidad viva creada por nosotros y nuestra inconsciencia creadora, una
especie de defecto de fabricación creado en segundo plano viviendo en la nada,
pero aun así, interactuando en el ahora de nuestra realidad. Bien, pues esta
entidad que vive y esta íntimamente asociada con conceptos que por lo general
unen a un colectivo de personas lo bastante amplio como para dar forma y vida a
una entidad lo suficientemente poderosa como para crearnos el hábito de repetir
ciertos rituales o costumbres, para mantener su supervivencia a través del
drenaje energético que esa entidad sustrae de ese colectivo en ese instante.
Esto implica que la mente de aquel que acepta este
vacuo concepto, acepta implícitamente una letra pequeña, de la que nadie le
advierte y que posteriormente expondré. Si nos ceñimos exclusivamente a los
conceptos a los cuales va asociado la creación inconsciente de un Egregor, nos
daremos cuenta que prácticamente el éter esta superpoblado de estos entes y si
todos ellos viven a costa de nuestra energía, creo que no me equivoco si digo
que de ser cierto todo esto, no tendríamos energía ni para levantarnos de la
cama.
Los conceptos por los cuales un Egregor es creado
por un colectivo de personas son tan floridos como variopintos, expondré
algunos para que podamos hacernos una idea. Creamos en teoría egregores desde
el inconsciente en campos como el deporte, el arte o la música, tan dispares
como los egregores familiares o ligados a nuestras relaciones amorosas, los
asociados a un gremio u oficio, los egregores de clase social, los egregores de
la Fe, o los egregores asociados a las ideologías. En realidad podríamos
asociar un egregor a cada sustantivo que se nos ocurriera, ya que dentro de cada
género hay subgeneros, por ejemplo dentro del deporte estaría el Egregor del
fútbol, el del basket, el del ciclismo, el del runing o el de la petanca (este
tiene devorada a toda la tercera edad).
Si tomamos como ejemplo a una persona normal y
corriente, podemos enumerar la cantidad de egregores que crea o participa en su
creación, y alimenta a lo largo de su vida podemos comprobar que esto toma unos
carices ciertamente surrealistas y alejados de cualquier ley física existente
en este universo.
Pongamos que Juan García, trabaja, está casado,
tiene hijos y facturas que pagar, algo común con lo que cualquiera se puede
identificar. Este personaje cada día crea y soporta a los siguientes egregores.
El egregor del matrimonio, el egregor del sexo, el egregor del alcohol o el
tabaco, el egregor del deporte y a su vez el del fútbol o el automovilismo
(ej.), el egregor asociado a su oficio, el egregor del sindicato, el egregor
ideológico y de clase, el egregor político, el egregor filosófico, el egregor
perteneciente a su religión, el egregor del hobby que practique, el egregor del
día de salir con los amigos, el egregor de las vacaciones, el egregor del odio
a su suegra, el egregor del chisme y el cotilleo, el egregor del coche, el
egregor de su hipoteca, el egregor de su placer por la comida, música, cine o
teatro, el egregor del restaurante, el egregor de la TV, de los videojuegos, el
egregor del smartphone, sumado a otros como el egregor de la guerra, el hambre
en el 3er mundo, el cambio climático, el SIDA o la gripe. Todo
esto llevando una vida corriente, sin implicar infidelidades, vicios, fobias,
filias y demás.
No me quiero extender mucho más, pero si os fijáis
todo esto carece de toda lógica, y supone que cada ser vivo está alimentando
con su energía a como mínimo 100 egregores distintos (y me quedo corto), esto
implica que cada persona tiene anclada desde el éter a un enjambre de parásitos
co-creados por él mismo que lo devoran y lo consumen. Finalmente creo y creo no
equivocarme, cuando se adoptó este concepto “Egregor” se tomaron referencias de
las cuales se extraía un conocimiento que si bien, si es real, en el que
entidades extraen sus sustratos vitales a través de extraernos energía a
determinadas frecuencias emocionales, pero esto qué existe y es real, se ha
pervertido deliberadamente para sembrar la responsabilidad de la generación del
mal a nuestra costa, o sea, nosotros como creadores somos los responsables del
mal que creamos y somos los culpables de darle vida y alimentarlo con nuestras
bajas y vacías pasiones.
Por lo tanto el Egregor, el concepto, se ha
adoptado y se ha expandido como un elemento para generar culpa, si aceptas que
tú eres el que creas esta realidad, debes aceptar que eres el responsable de lo
que cohabita dentro de ella, por lo tanto siempre vas a ser culpable de todo lo
que te sucede y de lo que le sucede a los demás. Esto es una estrategia bien
urdida por aquellos que viven a costa de la ignorancia de aquellos incautos que
no logran ver lo sutil y sibilino que es esta aceptación de la culpa que no les
pertenece.
Como siempre esto se filtra a un medio como
Internet y acaba calando en el inconsciente con el cual aquellos que de verdad
operan en la sombra de nuestros limitados sentidos y se alimentan de nosotros,
tienen en sus acólitos el altavoz perfecto para generar y potenciar esa
creencia, para finalmente aceptar inconscientemente que somos culpables de todo
el mal que asola el mundo, que somos responsables de ello y aceptamos la
culpabilidad con total y absoluta deportividad.
La realidad es bien distinta, por un lado allí
donde un colectivo se concentra se genera una emanación energética de tipo
emocional, esta emanación puede llegarse a condensar y crearse un remanente que
quede ahí, formando una frecuencia determinada, que si no hay ninguna entidad
que aproveche o consuma esa energía, esta queda atrapada y puede incluso ir
creciendo a medida que se genera más y si finalmente ni se consume, ni se
transforma, formando un clima denso, en una zona o espacio concreto. Este
remanente puede llegar a sentirse y puede llegar a contagiarnos, logrando que
nuestra frecuencia se aclimate a ese remanente. Esto evidentemente no sucede en
cada estadio o lugar donde se congreguen cientos o miles de personas, para que
las emanaciones queden encapsuladas, requiere que no haya nadie que consuma o
utilice esa energía y eso es muy, muy poco habitual, de ahí, a que esto cobre
vida y sea inteligente, tanto como para ordeñarnos desde el astral, va un
trecho importante.
Existen lugares en los que la energía queda
atrapada y solo se tiene acceso a ella en determinados momentos, e incluso se
cree el efecto de repetición de hecho que genero esa energía, pero jamás será
inteligente ni merodeara buscando o generando la situación propicia para
alimentarse de nosotros. Por lo tanto lo correcto sería aparcar el concepto
Egregor tal y como se usa actualmente para generar culpa y olvidarnos de él,
para siempre. Sobra decir que aquellos que defienden este concepto como real,
no tienen ni la más mínima prueba de que nada parecido a un Egregor exista y
tenga alguna experiencia sobre ello.
No hay documentación, ni relatos que lo apoyen, no
hay experiencias con egregores, nadie ha visto uno jamás y nadie ha reportado
ni siquiera bajo hipnosis una historia en el que un egregor haya interactuado
con el inconsciente de nadie. Como decía, el que este concepto se propague solo
interesa a aquellos que necesitan imperiosamente que aceptemos la culpa para
crear seguidores, acólitos o vasallos a la orden de unas doctrinas o creencias
basadas en el miedo y la culpa como medida de control sobre los conscientes.
Invito a que rechacéis a aquellos que os quieren
vender este u otros conceptos como este para haceros sentiros culpables de algo
que solo es responsabilidad de otros, ni el odio, ni la guerra, ni el hambre,
ni la injusticia, son creaciones nuestras, esas son imposiciones de un sistema
gobernado por seres viles, entes sin conciencia, ni luz.
Nosotros no ensuciamos las aguas en las que nos
sumergimos, llegamos aquí completamente inocentes y partimos de aquí de igual
modo, puesto que no somos libres ni tenemos la oportunidad de ejercer nuestra
libertad, no podemos generar libremente frecuencias que no son naturales o
afines a nuestra propia esencia.
No aceptes la culpa que no te pertenece, no aceptes
conceptos que la incoan y no aceptes aquellos que tratan de hacerte sentir
culpable, no lo eres, jamás lo fuiste...
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