jueves, 14 de enero de 2016

Desmontando al Egregor.


Dentro de las corrientes de información alternativas, es común encontrarse con términos y etiquetas que son extraídos “en teoría” de textos antiguos. Estos términos acuñados y adaptados al día de hoy, carecen de mucho sentido ya que las circunstancias y el modo de vida, ni se asemejan, por lo tanto adaptar ciertas creencias gnósticas, herméticas, esotéricas, ocultistas o de cualquier otro origen a nuestro día, puede hacernos divagar más de lo que deseáramos y puede que adoptemos formas de información inadecuadas, que finalmente se acaban trasformando en dogmas de fe, que son muy difíciles tirar abajo, algo parecido a lo que está ocurriendo con el termino Egregor.

Un Egregor es un ente creado por un colectivo de seres, los cuales forman a través de conceptos comunes una entidad que toma forma en el éter (o astral) y reclama desde allí su lugar en el mundo y su derecho a vivir, es una entidad inteligente creada por seres inteligentes y creadores, desde los cuales emanan las frecuencias y la energía no solo para crear, sino también para mantener con vida este Egregor, esto es a grandes rasgos y en teoría, lo que se supone que es un Egregor. Adelantar antes de que pierdas más tiempo leyendo esto, que  los egregores NO EXISTEN, pero parece que como somos seres creativos, creadores y constructores, también parece que somos inconscientes de nuestra creación y creamos parásitos allá en el éter, dispuestos a luchar por su supervivencia a costa de nuestra propia destrucción.

A poco que tienes un poco de interés y tratas de encontrarle un mínimo de sentido a todos estos conceptos que de repente inunda la red a través de unos predicadores del despertar a los cuales les importa un carajo tu conciencia y solo propagan ideas y conceptos que benefician al sistema y a los entes que lo sustentan. Estos conceptos que viajan a nuestro presente desde los más arcaicos y apolillados textos, y se hace una malísima adopción de los términos y se aceptan como verdad absoluta, caemos en el error de dar por sentado algo que ni es, ni será. Parece que el hecho de que el humano terrestre sea un ser con grandes capacidades en potencia, sirve para ese todo  vale, que propicia que se sirva en bandeja muchas falsas creencias.
  
Pero voy a ceñirme a lo que en general se ha aceptado como Egregor y voy a tratar de aplicarlo al día a día. Como un Egregor es una entidad viva creada por nosotros y nuestra inconsciencia creadora, una especie de defecto de fabricación creado en segundo plano viviendo en la nada, pero aun así, interactuando en el ahora de nuestra realidad. Bien, pues esta entidad que vive y esta íntimamente asociada con conceptos que por lo general unen a un colectivo de personas lo bastante amplio como para dar forma y vida a una entidad lo suficientemente poderosa como para crearnos el hábito de repetir ciertos rituales o costumbres, para mantener su supervivencia a través del drenaje energético que esa entidad sustrae de ese colectivo en ese instante.

Esto implica que la mente de aquel que acepta este vacuo concepto, acepta implícitamente una letra pequeña, de la que nadie le advierte y que posteriormente expondré. Si nos ceñimos exclusivamente a los conceptos a los cuales va asociado la creación inconsciente de un Egregor, nos daremos cuenta que prácticamente el éter esta superpoblado de estos entes y si todos ellos viven a costa de nuestra energía, creo que no me equivoco si digo que de ser cierto todo esto, no tendríamos energía ni para levantarnos de la cama.

Los conceptos por los cuales un Egregor es creado por un colectivo de personas son tan floridos como variopintos, expondré algunos para que podamos hacernos una idea. Creamos en teoría egregores desde el inconsciente en campos como el deporte, el arte o la música, tan dispares como los egregores familiares o ligados a nuestras relaciones amorosas, los asociados a un gremio u oficio, los egregores de clase social, los egregores de la Fe, o los egregores asociados a las ideologías. En realidad podríamos asociar un egregor a cada sustantivo que se nos ocurriera, ya que dentro de cada género hay subgeneros, por ejemplo dentro del deporte estaría el Egregor del fútbol, el del basket, el del ciclismo, el del runing o el de la petanca (este tiene devorada a toda la tercera edad).

Si tomamos como ejemplo a una persona normal y corriente, podemos enumerar la cantidad de egregores que crea o participa en su creación, y alimenta a lo largo de su vida podemos comprobar que esto toma unos carices ciertamente surrealistas y alejados de cualquier ley física existente en este universo.

Pongamos que Juan García, trabaja, está casado, tiene hijos y facturas que pagar, algo común con lo que cualquiera se puede identificar. Este personaje cada día crea y soporta a los siguientes egregores. El egregor del matrimonio, el egregor del sexo, el egregor del alcohol o el tabaco, el egregor del deporte y a su vez el del fútbol o el automovilismo (ej.), el egregor asociado a su oficio, el egregor del sindicato, el egregor ideológico y de clase, el egregor político, el egregor filosófico, el egregor perteneciente a su religión, el egregor del hobby que practique, el egregor del día de salir con los amigos, el egregor de las vacaciones, el egregor del odio a su suegra, el egregor del chisme y el cotilleo, el egregor del coche, el egregor de su hipoteca, el egregor de su placer por la comida, música, cine o teatro, el egregor del restaurante, el egregor de la TV, de los videojuegos, el egregor del smartphone, sumado a otros como el egregor de la guerra, el hambre en el 3er mundo, el cambio climático, el SIDA o la gripe. Todo esto llevando una vida corriente, sin implicar infidelidades, vicios, fobias, filias y demás.
  
No me quiero extender mucho más, pero si os fijáis todo esto carece de toda lógica, y supone que cada ser vivo está alimentando con su energía a como mínimo 100 egregores distintos (y me quedo corto), esto implica que cada persona tiene anclada desde el éter a un enjambre de parásitos co-creados por él mismo que lo devoran y lo consumen. Finalmente creo y creo no equivocarme, cuando se adoptó este concepto “Egregor” se tomaron referencias de las cuales se extraía un conocimiento que si bien, si es real, en el que entidades extraen sus sustratos vitales a través de extraernos energía a determinadas frecuencias emocionales, pero esto qué existe y es real, se ha pervertido deliberadamente para sembrar la responsabilidad de la generación del mal a nuestra costa, o sea, nosotros como creadores somos los responsables del mal que creamos y somos los culpables de darle vida y alimentarlo con nuestras bajas y vacías pasiones.

Por lo tanto el Egregor, el concepto, se ha adoptado y se ha expandido como un elemento para generar culpa, si aceptas que tú eres el que creas esta realidad, debes aceptar que eres el responsable de lo que cohabita dentro de ella, por lo tanto siempre vas a ser culpable de todo lo que te sucede y de lo que le sucede a los demás. Esto es una estrategia bien urdida por aquellos que viven a costa de la ignorancia de aquellos incautos que no logran ver lo sutil y sibilino que es esta aceptación de la culpa que no les pertenece.

Como siempre esto se filtra a un medio como Internet y acaba calando en el inconsciente con el cual aquellos que de verdad operan en la sombra de nuestros limitados sentidos y se alimentan de nosotros, tienen en sus acólitos el altavoz perfecto para generar y potenciar esa creencia, para finalmente aceptar inconscientemente que somos culpables de todo el mal que asola el mundo, que somos responsables de ello y aceptamos la culpabilidad con total y absoluta deportividad.

La realidad es bien distinta, por un lado allí donde un colectivo se concentra se genera una emanación energética de tipo emocional, esta emanación puede llegarse a condensar y crearse un remanente que quede ahí, formando una frecuencia determinada, que si no hay ninguna entidad que aproveche o consuma esa energía, esta queda atrapada y puede incluso ir creciendo a medida que se genera más y si finalmente ni se consume, ni se transforma, formando un clima denso, en una zona o espacio concreto. Este remanente puede llegar a sentirse y puede llegar a contagiarnos, logrando que nuestra frecuencia se aclimate a ese remanente. Esto evidentemente no sucede en cada estadio o lugar donde se congreguen cientos o miles de personas, para que las emanaciones queden encapsuladas, requiere que no haya nadie que consuma o utilice esa energía y eso es muy, muy poco habitual, de ahí, a que esto cobre vida y sea inteligente, tanto como para ordeñarnos desde el astral, va un trecho importante.

Existen lugares en los que la energía queda atrapada y solo se tiene acceso a ella en determinados momentos, e incluso se cree el efecto de repetición de hecho que genero esa energía, pero jamás será inteligente ni merodeara buscando o generando la situación propicia para alimentarse de nosotros. Por lo tanto lo correcto sería aparcar el concepto Egregor tal y como se usa actualmente para generar culpa y olvidarnos de él, para siempre. Sobra decir que aquellos que defienden este concepto como real, no tienen ni la más mínima prueba de que nada parecido a un Egregor exista y tenga alguna experiencia sobre ello.

No hay documentación, ni relatos que lo apoyen, no hay experiencias con egregores, nadie ha visto uno jamás y nadie ha reportado ni siquiera bajo hipnosis una historia en el que un egregor haya interactuado con el inconsciente de nadie. Como decía, el que este concepto se propague solo interesa a aquellos que necesitan imperiosamente que aceptemos la culpa para crear seguidores, acólitos o vasallos a la orden de unas doctrinas o creencias basadas en el miedo y la culpa como medida de control sobre los conscientes.
Invito a que rechacéis a aquellos que os quieren vender este u otros conceptos como este para haceros sentiros culpables de algo que solo es responsabilidad de otros, ni el odio, ni la guerra, ni el hambre, ni la injusticia, son creaciones nuestras, esas son imposiciones de un sistema gobernado por seres viles, entes sin conciencia, ni luz.

Nosotros no ensuciamos las aguas en las que nos sumergimos, llegamos aquí completamente inocentes y partimos de aquí de igual modo, puesto que no somos libres ni tenemos la oportunidad de ejercer nuestra libertad, no podemos generar libremente frecuencias que no son naturales o afines a nuestra propia esencia.

No aceptes la culpa que no te pertenece, no aceptes conceptos que la incoan y no aceptes aquellos que tratan de hacerte sentir culpable, no lo eres, jamás lo fuiste...

 http://lacosechadealmas.blogspot.com.ar

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