Como psicóloga estoy acostumbrada a trabajar los
malestares emocionales asociados a la falta de control sobre nuestros
pensamientos, lo cuál acaba repercutiendo en la forma en que nos sentimos y nos
comportamos. Para entender como construye la mente estos patrones mentales,
parto de la premisa sobre la que se sustenta la psicología cognitivo conductual
que yo practico: “Lo único que determina que mi estado emocional sea
uno u otro es el pensamiento. Así como pienso, siento y por consiguiente, así
como siento, me comporto”. Es decir, Pensamiento, emoción y acción son
eslabones de la misma cadena, alterando uno de los tres se modifican los otros dos.
Aunque no siempre es así, esta corriente psicológica, nos invita a conocer de
una manera clara y sencilla cómo es el patrón de comportamiento del ser humano.
El
pensamiento, la parte cognitiva de nuestra mente, es el principio de todo.
Forma parte de una compleja maquinaria mental que nunca descansa, pero con una
capacidad muy valiosa: su plasticidad. ¿Qué significa que la mente sea
plástica? Significa que entrenándola podemos hacer con ella lo que queramos.
Sabiendo esto, ¿por qué no utilizarla para sacar el máximo beneficio?.
Los pensamientos negativos generan una enorme
cantidad de malestar, su manifestación común es la ansiedad. La mente se
encuentra ante un conflicto al que no sabe darle solución y los mecanismos de
alerta de nuestro cerebro se activan dando lugar a sensaciones físicas y
mentales poco agradables. Éstas provocan un desequilibrio en nuestro
comportamiento armonioso, desde cambios de hábitos, pérdida de control sobre la
realidad, sensación de tristeza,irritabilidad,
pero sobre todo, alteraciones psicosomáticas (malestares
estomacales, tensión cervical, mareos, etc.). Lo que se resumiría en creer que
no vamos a sobrevivir a la situación emocional que se nos presenta.
Los pensamientos positivos en
cambio suponen emocionalmente todo lo contrario. Estamos convencidos de que sea
cual sea la situación dada, encontraremos la manera de resolverla sin salir
perjudicados. De ahí que tengamos manifestaciones de felicidad, bienestar, amor
y sobre todo salud física.
Hemos de tener claro que un pensamiento positivo
nunca puede generar una emoción negativa, de la misma manera que una emoción
positiva nunca irá precedida de un pensamiento negativo. Independientemente de
cómo sea la situación que la vida nos presenta, lo que determinará un
pensamiento u otro será la interpretación que haga de la misma. Una actitud
adecuada ante dicha situación, aunque ésta no nos sea muy propicia, puede
favorecer la aparición de pensamientos más adaptativos que nos ayuden a buscar
soluciones a lo que estamos viviendo, de forma que nos sintamos mejor al
confiar en que vamos a superar esa barrera.
Para empezar a trabajar en cómo acabar con estos
pensamientos negativos, debemos aprender primero a identificarlos. Para ello os
voy a mostrar alguna de las “trampas” en las que incurre nuestra mente:
- Conclusiones precipitadas. Sacar
conclusiones sin tener los datos suficientes que certifiquen que eso es
así. Es muy común en personas impulsivas.
- Maximización.
Exagerar la importancia de un acontecimiento negativo, considerándolo una
horrible catástrofe o tragedia, lo que nos lleva a tener una reacción
emocional desadaptada.
- Minimización.
Restar importancia a lo positivo, no tenerlo en cuenta o no darle valor.
- Personalización. Tener
la tendencia a verse a uno mismo como la causa de cualquier cosa. Un ejemplo
en relación al pensamiento negativo sería, sentarte en una mesa con más
gente y pensar que todos están hablando de ti.
- Externalización.
Atribuir, de manera equivocada, la causa de un suceso a algo externo a ti.
Es decir, echar la culpa a los demás o la situación sin reconocer la
responsabilidad que hay en ti.
- Generalización excesiva.
Implica suponer que lo que sucede una o dos veces va a suceder siempre.
Por ejemplo, tener dos relaciones fallidas y pensar que nunca más vas a
tener una relación.
- Leer la mente.
Implica la suposición de que conoces las intenciones y los pensamientos de
los demás. Por ejemplo, pensar que alguien ha hecho algo para
perjudicarte, cuando en realidad no tiene nada que ver contigo.
- Pensamiento dicotómico. Es el
pensamiento de extremos (“o conmigo o sin mí”). Se pasa del blanco al
negro sin pensar que existen multitud de tonalidades de grises.
Existen varias maneras de calmar nuestra mente y
liberarla de esos pensamientos negativos que nos resultan tan limitantes, y nos
desencadenan toda una serie de manifestaciones emocionales adversas. Veamos
algunas de ellas:
Consiste en un ejercicio neurológico que consigue
parar los pensamientos negativos, aliviando así la tensión emocional asociada.
1º Piensa en algo que te produzca ansiedad o
tristeza.
2º Cuando la emoción empiece a manifestarse en ti,
sin mover la cabeza trata de mirar hacia arriba a la izquierda, como si alzases
la vista.
¿Qué ha sucedido? Lo más probable es que los
pensamientos negativos hayan desaparecido. El simple movimiento ocular ha
favorecido el cambio emocional, liberando de este modo la ansiedad. Sencillo
¿no?.
Respirar no es algo que hagamos de manera
consciente, normalmente divagamos entre el pensamiento, la emoción y la
conducta sin percatarnos que respiramos. Sin embargo, prestar atención al
proceso de inhalación y exhalación durante unos 10 minutos, ayuda a reducir el
ritmo cardíaco y por tanto favorece la relajación.
Se puede hacer sentados en el suelo en postura de
meditación, es decir, con el torso erguido y las piernas entrecruzadas, o bien
sentados en una silla, sin apoyar la espalda en el respaldo y con los pies
plantados en el suelo.
Tómate un momento para identificar las sensaciones
que produce la respiración en tu cuerpo, cierra los ojos para que la percepción
sea aún mayor. La manera más fácil para hacerlo es concentrar la atención en la
nariz. Fija un punto concreto de atención entre los orificios nasales y el
labio superior. Se trata de desviar nuestra atención hacia esa zona durante
toda la práctica, fijándonos en las veces que inhalamos y exhalamos. Si te das
cuenta, cuando fijas la atención de una forma tan consciente tu mente
automáticamente bloquea cualquier otro tipo de pensamiento, lo cual resulta muy
útil cuando pretendemos que los pensamientos negativos no dominen nuestra vida.
Todo suma, nada resta. Hasta de lo que consideramos
incómodo podemos sacar una gran lección. No debemos tener miedo a salir de
nuestra zona de confort y descubrir nuevas maneras de afrontar la vida con una actitud
proactiva, es decir, actitud positiva acompañada de acción.
CIARA
MOLINA
http://www.ciaramolina.com/
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