Llevamos algunas
semanas trabajando el tema de los símbolos y los arquetipos, tratando de
expresar conceptos abstractos en dibujos y formas geométricas, a partir del uso
de la geometría sagrada, para imbuir y despertar en nuestra psique la
comprensión, conexión y entendimiento de los mismos. Hemos dicho, en el anterior
artículo, que estos símbolos funcionan y se insertan principalmente
a nivel subconsciente, ya que el lenguaje pictórico y simbólico es el lenguaje
de esta esfera mental, así como de los planos a los que conecta, junto con el
resto de esferas que conforman la psique humana (para entenderlo mejor,echad un vistazo
a la conferencia sobre el tema).
¿Porque hacemos
esto? ¿Para que nos sirve meterle símbolos aparentemente simples en cuanto a
configuración al subconsciente? Básicamente porque si queremos expandir nuestra
esfera de conciencia, elevar nuestra conexión con nuestro SER, Fuente y planos
superiores, crecer internamente mientras la mente consciente está pendiente de
la hipoteca, la lista de la compra o los asuntos diarios, no tenemos más
remedio que potenciar el trabajo con aquellas otras partes de la psique que no
descansan jamás y que no están regidas por los parámetros y limitaciones de la
mente racional, ni sus (“triviales”) preocupaciones..
El papel del subconsciente en la generación de nuestra realidad
Para la mayoría
de las personas de este planeta, la realidad que perciben y en la que viven
inmersas les viene “dada”. Nos la encontramos cada mañana cuando nos levantamos
de la cama y, en casi todos los casos, creemos no haber tenido nada que ver con
ella. Aunque en parte sea así, pues simplemente hemos aceptado que lo creado
por el inconsciente colectivo es lo que “ya nos va bien”, por otro lado es
también nuestra mente subconsciente la que se encarga de trabajar día y noche,
sin descanso, para generar aquello que percibimos como “nuestro mundo exterior”.
El mundo que
creemos ver como real y sólido no es más que la suma de millones de ondas
electromagnéticas, de energía en movimiento, creando un perfecto holograma
tridimensional, donde cada uno tiene su propio “universo” particular que
conforma la realidad creada por su proyección personal, que proviene, en un
altísimo porcentaje, de los procesos subconscientes. Si deseas que, de forma
“automática”, tu subconsciente genere un cierto tipo de realidad, potencie un
cierto tipo de crecimiento evolutivo, ayude a expandir tu esfera de conciencia
desde niveles profundos, etc., debes surtirlo con las indicaciones adecuadas
para que trabaje en la dirección que uno desea, pues es una esfera mental que
acepta directrices y sugerencias desde la otra esfera, la consciente. Y eso se
hace, sobretodo, con símbolos.
Funciones del subconsciente
Con esto en
mente, podemos explicar algunas de las funciones más importantes de esta esfera
mental, además de la de ser el almacén de todo aquello que, desde la mente
pre-consciente (la que está en la parte trasera de la cabeza, en la nuca), no
va a la esfera consciente, sino que se almacena a nivel subconsciente, tanto en
la misma esfera como en su capa correspondiente del cuerpo mental (ver
conferencia).
Entonces, lo primero de
todo, como ya hemos dicho, es que el subconsciente es perfectamente programable
desde la mente consciente, ósea, que podemos darle “órdenes” y sugestiones. Lo
segundo, que el subconsciente gestiona todos sus procesos de forma automática
sin la intervención de la mente consciente, así que trabaja sin descanso y sin
inferencias una vez “sabe” que tiene que hacer. Todos los procesos del cuerpo
humano que son gestionados por los centros
instintivos y motor del cerebro, se realizan a nivel subconsciente de forma
natural y corriente.
Lo siguiente es
que el subconsciente responde bien a todo aquello que se forme como un hábito o
costumbre, pero que las ordenes y programaciones hay que dárselas, para que
sean más efectivas, en forma de imágenes y símbolos, y no con palabras (de ahí
los ejemplos para activar el conocimiento de los arquetipos que os he puesto en
el artículo anterior). Y es que, aunque la mente subconsciente no tenga
“voluntad” propia, ejerce una fuerte inercia sobre los procesos de
manifestación de la realidad personal de cada uno. Es decir, y echando mano de
la ley física de la inercia, el subconsciente es igual a un cuerpo en
movimiento que tiende a continuar siempre en la misma dirección en la que va, y
esto viene a significar que, nuestro subconsciente, manifestará nuestra vida
según los hábitos y programas que posea en su interior y que ya estén en
marcha. Esto implica, que, si queremos un cambio de dirección, hay que
proporcionar una nueva fuerza externa en forma de símbolo o imagen para que el
subconsciente la recoja, la implemente y la manifieste como el nuevo patrón a
seguir.
Puesto que nosotros
queremos expandir nuestra conciencia, la conexión con nuestro SER, la apertura
del conocimiento de los principios que rigen la Creación (dejaremos la parte de
la creación “material” de la realidad y la consecución de objetivos “físicos” a
libros y cursos sobre ello, que hay decenas), debemos insertar aquellos
símbolos que correspondan a lo que queramos “activar”, tal y como hemos hecho
antes. Las palabras ejercen poco impacto sobre el subconsciente comparadas con
los símbolos, los sentimientos y los actos, ya que el subconsciente evolucionó
antes de que el ser humano desarrollara el lenguaje verbal. Luego, una vez se
ha insertado y dado una orden/sugestión al subconsciente, se ha de asumir que
es un hecho consumado ya. Aquí no me refiero a “tener que creérmelo”, es
literalmente un “hecho energético” en el plano/planos internos donde el
subconsciente ha formado la materialización de la orden dada y que solo espera
a ser capaz de poder manifestarse a nivel físico. Una imagen o símbolo bien
formado e imbuido de poder es tan real en su plano como un objeto físico en el
mundo manifestado. La imagen siempre precede a la manifestación de aquello que
representa.
En el siguiente
artículo seguimos hablando de como crear un símbolo relacionado con algo que
queramos activar, alcanzar o manifestar, y como insertarlo en nuestros procesos
subconscientes para ello.
David Topí
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