Cada vez más
personas se cuestionan si las enfermedades y epidemias de nuestra época tienen
un origen puramente fisiológico y químico, o si no hay otros factores que
afectan directamente a la materia pero que se escapan a la percepción humana
intelectual. Buscadores de la verdad, personas sensitivas y los buenos médicos
han aprendido a incluir en sus reflexiones y diagnósticos no sólo los
resultados de pruebas y exámenes de laboratorios, sino a comprender la estrecha
interrelación que existe entre la existencia humana y la existencia espiritual.
Quien está en
armonía con su prójimo y con lo divino en él, es traspasado más intensamente en
su alma y en su cuerpo por una fuerza espiritual. Esto significa que la
conciencia espiritual de sus células es activa y domina el consciente y el
subconsciente de las células. De este modo, los grupos celulares orientados
hacia el Espíritu reaccionan de inmediato a ondas mentales de alta vibración
que el hombre orientado espiritualmente envía a su cuerpo. Como todo organismo
es un complejo vibrante, en el que cada órgano vibra según su capacidad de
irradiación, cada órgano puede ser también entonces invocado por el ser humano.
Pensamientos y
palabras son fuerzas que son acogidos por las células y los órganos. En el
organismo, en las células, se forma el eco. Así como la persona piensa, habla y
actúa, así reacciona su cuerpo, los grupos celulares. La consciencia de los
órganos reacciona tanto a impulsos positivos como negativos de la persona y a
impulsos del
ambiente que la
rodea. Quien ha aprendido a dominar sus pensamientos y sus sentidos, puede
preparar también su cuerpo para la sanación a través del Espíritu.
Reconoce por lo
tanto cuales son las causas de tus malestares y el modo en que se forman. Para
ello únete conscientemente con el Espíritu universal, con tu alma y con tu
cuerpo, con cada órgano. Reconoce tu cuerpo como el instrumento de tu alma,
como el vehículo del cuerpo espiritual que vive en tu interior. Tus
pensamientos, palabras y obras y tu actitud ante la vida son el combustible
para tu cuerpo.
El cuerpo humano
es un cuerpo natural, cuyos elementos básicos, es decir, sus sustancias, son de
la naturaleza. Por esta razón, el ser humano debería vivir con la naturaleza y
reconocer en todas sus formas la fuerza propulsora, la vida, el Espíritu. De
este modo podría darse cuenta rápidamente de que El Espíritu de Dios está más
cerca de él que sus brazos y piernas. Si el ser humano se reconoce como una
parte de la naturaleza, entonces se reconocerá también a sí mismo y comprenderá
el efecto del Espíritu en la materia. Así él también reconocerá que no es sólo
un cuerpo, sino que en su cuerpo existe un cuerpo espiritual que vive en su
interior y que el cuerpo material es sólo el vehículo de éste ser espiritual
interno.
El alma está
encarnada para expiar en esta encarnación sus sombras o partes de las sombras,
que son las cargas de las encarnaciones anteriores. Por esto, para el ser
humano debería ser un mandamiento el mantener su cuerpo sano en base a
alimentos sanos provenientes de la naturaleza, por medio de pensamientos
desinteresados y de una vida ordenada.
Únete con cada
órgano dándole las sustancias alimenticias necesarias que están contenidas en
la naturaleza, en los frutos del campo y del bosque. Vivifica el alma y el
cuerpo con pensamientos positivos y alcanza así la unidad con el Espíritu. Los
órganos absorben gustosamente las sustancias de la naturaleza si llevas una
vida positiva y armoniosa. Quien quiera alcanzar la armonía con las fuerzas del
Espíritu, tiene que transformarse en el vencedor de su naturaleza animal, de
sus pasiones y de sus sentimientos humanos. Tiene que romper las cadenas del
odio, de la envidia y de la ambición, las cuales impiden a las fuerzas divinas
servir y ayudar al hombre”.
http://sincrodestino2012.ning.com/
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