A lo largo de muchos años de práctica, en una
clínica en Estados Unidos, el doctor Deepak Chopra había comprobado que algunos
pacientes, pese a sufrir graves enfermedades, recuperaban la salud de
forma inexplicable. Este médico regresó a su país de origen, la India, y
estudió allí los principios del Ayurveda, la tradición curativa
más antigua de la humanidad. Combinando esta sabiduría milenaria con los
últimos descubrimientos de la ciencia occidental, este prestigioso
endocrinólogo, cuyos métodos curativos han merecido la portada de revistas como
Time, ha sentado las bases de una nueva medicina orientada hacia la
"curación cuántica", que representa una revolucionaria posibilidad de
sanación para el hombre de nuestros días.
Parecía que Ray estaba ya
muerto cuando cayó. Doce mil voltios de electricidad lo habían arrojado
violentamente del tejado; lo que debería haber sido una inofensiva toma
de tierra resultó ser un cable de alta tensión. Ray lo cogió y la descarga
masiva de corriente le provocó un paro cardíaco instantáneo. Los vecinos que lo
descubrieron vieron, horrorizados, cómo la mitad derecha de su cuerpo estaba
carbonizada, aunque el corazón, inexplicablemente, aún latía. Fue trasladado a
un hospital y los cirujanos le amputaron el brazo derecho. Le operaron cinco
veces y tuvieron que realizarle varios injertos. La rodilla derecha
resultó tan dañada que las arterias, los huesos y los nervios estaban expuestos
al aire. Sin embargo, Ray se curó de forma asombrosa. Cuando los médicos lo
visitaron, cuatro semanas más tarde, casi no lo podían creer. Había empezado a
formarse músculo en todos los huecos y la piel nueva lo estaba cubriendo
rápidamente. A partir de ese momento no fueron necesarias más intervenciones
quirúrgicas.
Según Deepak Chopra, que narra
este caso en su libro Vida Incondicional, Ray había logrado entrar en el
nivel de su conciencia donde se produce la curación espontáneamente. Es un
proceso al que Chopra denomina "curación cuántica" y consiste, en su
estadio más elevado, en establecer las condiciones apropiadas para que actúe el
propio poder de recuperación del paciente. Las sanaciones espontáneas se
originan en el nivel más profundo del "yo" e implican el deseo que
tiene la persona en su totalidad de recuperarse completamente. Guiado por ese
pensamiento inflexible, el cuerpo no tiene más alternativa que obedecer.
En el caso de Ray, éste contó
posteriormente que durante su experiencia sintió un inmenso dolor pero que
nunca lo convirtió en sufrimiento. "En la fracción de segundo que duró mi
caída pensé que se había tomado una decisión que evitó mi muerte. Fue un
regalo. Mi mente recordó muchas veces ese momento y descubrí que la memoria
había producido una conciencia diferente en mí. Sólo lo puedo comparar con la
meditación: estaba en un lugar en el que no podía alcanzarme el dolor".
Ray había practicado la meditación desde su juventud, pero ¿de dónde procedía
su poder sanador?
Lo único que queda claro es
que él tenía una intensa sensación de seguridad. "Desde el principio
estaba seguro de que me iba a recuperar. No existe explicación para ello, era
como un secreto que yo compartía con Dios. Me fue concedida la oportunidad de
rehacerme. No sabía cómo hacerlo, sólo sabía que iba a ocurrir y que nada
podría impedirlo", declaró luego a sus familiares y amigos.
El salto cuántico
Las investigaciones realizadas
en Estados Unidos y Japón sobre curaciones espontáneas del cáncer y otras
enfermedades graves han revelado que se producen, generalmente, cuando los
pacientes experimentan un cambio radical en su nivel de conciencia. El enfermo
está seguro de que va a curarse y siente que la fuerza responsable viene de
dentro y a la vez no se limita al interior, sino que se expande, más allá de
sus fronteras personales, hacia la naturaleza. La persona está dando un salto
hacia un nivel de conciencia que prohíbe la existencia de la enfermedad y ése
es el momento decisivo, aunque no se produce necesariamente en un abrir y cerrar
de ojos.
Según Chopra, la palabra
quantum sería la más adecuada si nos remitiéramos a una terminología
científica. El quantum o salto cuántico designa un impulso desde un determinado
nivel de funcionamiento hasta otro superior. En los casos de curaciones
espontáneas se produce ese ascenso hacia el nivel superior de la curación
cuántica. Numerosos médicos, tanto los que practican la medicina oficial como
los dedicados a las llamadas "medicinas alternativas", se han
encontrado con pacientes que han protagonizado episodios de curaciones
inexplicables. Éstas pueden ser debidas a la fuerza de voluntad, a las
oraciones o al empleo de placebos. Todo ello, según Chopra, apunta a un salto
cuántico. La característica que se repite en estos casos es la capacidad de
percepción interior del enfermo, que parece estimular el salto cuántico en el
transcurrir de su proceso de curación.
De momento, la medicina
oficial no ha dado aún ese salto y la palabra quantum continúa sin tener
aplicaciones clínicas. La curación cuántica se produce en un campo al margen de
los métodos exteriores y de la alta tecnología y se centra en el núcleo del
sistema cuerpo-mente. En ese núcleo se inicia el proceso de curación y para
alcanzarlo hay que traspasar los niveles más elementales del cuerpo, ya sean
células, tejidos u órganos, hasta llegar al punto de encaje entre la materia y
la mente, el lugar donde la conciencia logra impactar eficazmente.
Las aportaciones de Deepak
Chopra al campo de la medicina del cuerpo y de la mente están centradas tanto
en las investigaciones que ha llevado a cabo acerca de los procesos que
determinan la curación cuántica como en las técnicas necesarias para entrar en
contacto con ese nivel de sanación y de paz interior. Es en este último
apartado donde entra en juego una antiquísima sabiduría, el Ayurveda, de origen
hindú pero cuyos fundamentos se pueden encontrar entre muchos otros pueblos del
planeta.
Para el Ayurveda, la felicidad
del enfermo es tan importante como su supervivencia y además concede una gran
importancia a permitir que la conciencia encuentre su propio camino por encima
del daño sufrido por el organismo. Prescribe un programa de dietas, descanso,
meditación y un régimen especial llamado Panchakarma, que consiste en masajes,
baños de vapor con hierbas, paseos a la luz del sol y otros sencillos métodos
naturales adaptados siempre a las peculiaridades de cada paciente.
Chopra no había sido educado
en la tradición ayurvédica. Aunque esta medicina se ha practicado durante
milenios en la India, allí, como ocurre en tantos otros países que se han
sumergido rápidamente en un proceso de occidentalización, los antiguos
conocimientos le resultan a la población menos sugerentes que los nuevos
métodos de la medicina industrializada. De hecho, Chopra se empezó a interesar
por el Ayurveda y por la meditación cuando ya estaba en Estados Unidos, y en
ese redescubrimiento desempeñó un papel fundamental su trabajo como
endocrinólogo, unido a su intento de profundizar en los poderes primordiales de
la mente y del espíritu.
En 1947, el movimiento de no violencia y desobediencia
civil encabezado por el Mahatma Gandhi logró derrotar a uno de los imperios
coloniales más poderosos del planeta. Después de un dominio de 347 años.
Gran Bretaña perdió la joya más preciada de su corona. Ese mismo año nació
Deepak Chopra, hijo de un médico de formación occidental, fascinado por los
conceptos de "progreso" y "modernidad". La India estrenaba
su libertad y, al mismo tiempo, debido al creciente proceso de occidentalización,
se empezaban a derrumbar los pilares de un sistema de conocimientos y
espiritualidad que había sustentado a las civilizaciones hindúes durante miles
de años.
"En mi infancia –cuenta
Chopra en uno de sus libros– tenía el vago conocimiento de que había una
medicina distinta a la que practicaba mi padre. Era la medicina india
tradicional llamada Ayurveda, término formado con las palabras sánscritas ayus,
vida, y veda, conocimiento. Pero la idea de recurrir al Ayurveda, con
sus miles de hierbas de eficacia no comprobada y con su gran número de rituales
carentes de sentido, era una herejía para personas como mi padre, que
practicaba con orgullo la medicina occidental".
Sin embargo, según los textos
sagrados de la Charaka Samhita, este "conocimiento de la vida", el
Ayurveda, fue un regalo de los inmortales a la humanidad. Los habitantes de la
India eran presa de las enfermedades y la ignorancia espiritual, hasta que
siete sabios o ríshis invocaron al dios Indra y recibieron su sabiduría acerca
de la vida, no sólo humana, sino también la de los animales, las plantas, las
piedras, los seres inanimados y todo lo creado. Los rishis le dieron estos
conocimientos a los hombres para que los aplicaran y se salvaran eternamente.
Así pues, el Ayurveda es más que un sistema de medicina: es la guía hindú de la
vida.
Pero Deepak Chopra, como
tantos otros médicos de la primera generación nacida bajo la bandera de la
India libre, estaba muy lejos de apreciar la idea de un sistema que contemplara
al hombre en su integridad. Estudió medicina occidental, se especializó en
endocrinología, se trasladó a Estados Unidos y trabajó durante varios años en
grandes hospitales donde los enfermos eran poco más que fichas anónimas. Allí
tuvo la oportunidad de ser testigo de casos como el de Ray, es decir, de curaciones
espontáneas que desafiaban a todos los principios de la ciencia médica.
En 1981, durante una de sus
visitas a la India, un amigo con el que había comenzado a practicar la
meditación le recomendó que visitara al que estaba considerado como el médico
ayurvédico vivo más importante. Se trataba de Brihaspati Dev Triguna, quien
estaba al frente del Consejo Nacional Indio de Médicos Ayurvédicos. Al ver cómo
examinaba a sus pacientes y los sencillos remedios que les prescribía, Chopra
empezó a comprender hasta qué punto la medicina occidental había fragmentado la
totalidad cuerpo-mente del ser humano.
http://www.formarse.com.ar/salud/ayurveda.htm
El ritmo cósmico del Ayurveda El Ayurveda no es más que flujo. Ésa es su esencia. Contempla al hombre en un momento determinado y considera si es joven o viejo o cuál es su tipo corporal. Tiene en cuenta que sus costumbres y su alimentación son diferentes a los de otra persona que viva en un medio parecido, y que su respuesta ante el dolor o la alegría es también una característica peculiar. |
El médico ayurvédico estudia incluso la época del año y la hora del día.
Las hierbas que recomienda varían de un hombre a otro y de una estación del año
a otra. Lo que resulta más fascinante todavía es que se detiene en las
peculiaridades de cada enfermedad y nunca hay dos diagnósticos que sean
exactamente iguales. El cáncer de piel de un hombre podría ser curable,
mientras que el de otro quizá sea resistente al tratamiento. Si un médico tiene
suficiente habilidad, sabe incluso si un paciente morirá a causa de un simple
resfriado. Concede un crédito considerable a la tecnología de la medicina
occidental, pero opina que está completamente fragmentada. Él se basa en que la
naturaleza está formada por una inteligencia y el hombre forma parte de la
naturaleza. En consecuencia, la inteligencia del hombre le pone en relación con
el Universo.
El médico ayurvédico no se
inmiscuye en la vida del paciente. Sus dedos se limitan a tomar el pulso de esa
vida y perciben sus ritmos, extraen el conocimiento de la disonancia, las
vibraciones interrumpidas que podrían causar las enfermedades. Es suficiente.
Para él no hay más que un ritmo saludable: el ritmo cósmico. La esencia de la
salud consiste en prestar atención al marcador del ritmo. Cuando se hace así,
la enfermedad desaparece.
Chopra asegura que "es
imposible proceder de la India y no tener una serie de fuertes impresiones
sobre la meditación. Ésta significaba para mí controlar la mente, por lo que
estaba indicada para los ermitaños y la gente de inclinaciones religiosas.
Conducía a la paz interior, pero sobre todo a quienes renunciaban al mundo. Si
uno había progresado lo suficiente y estaba dispuesto a abandonarlo todo, la
meditación le procuraba una recompensa preciosa, pues rompía las ataduras de la
ignorancia. Yo estaba de acuerdo con todo eso, pero no podía esperar".
La meditación trascendental
fue para Chopra una novedad, pues en su país no le habían enseñado nada al
respecto. Era algo que no se ceñía a las antiguas costumbres. Por ejemplo, en
vez de hablar de ignorancia y servidumbre, se refería al estrés que se acumula
en el organismo. Eliminaba todo lo relativo a los extenuantes esfuerzos por
alcanzar la iluminación. La meditación correcta debía ser un proceso sin
esfuerzo que condujera a una relajación más profunda y liberara del estrés. La
realización espiritual seguía siendo el gran objetivo que había sido durante
innumerables siglos, pero no tenía sentido insistir en ella mientras el cuerpo
y la mente no estuvieran preparados.
En todos estos principios se
encuentra el germen de la curación cuántica. Según las teorías ayurvédicas, la
naturaleza razona igual que nosotros. Ésa es la clave. Si la naturaleza lo
piensa todo de la misma manera, entonces ha previsto todos los remedios. Todo
está ordenado porque todo es inteligencia. Los alimentos y las plantas son
inteligencia. Lo que tomamos para nutrirnos, lo convertimos en nuestra propia
inteligencia. Cuando conocemos la forma de traer de nuevo al orden la
inteligencia, no hace falta saber nada más. La enfermedad es inteligencia
interrumpida, pero podemos hacer que vuelva al orden.
El primer paso para que se
produzca la curación cuántica es darle al organismo las técnicas para que
encuentre la salud por sí mismo, ayudándose de esta inteligencia de la
naturaleza. Las hierbas, minerales y metales que usa el médico ayurvédico
"piensan" como nosotros. Para cada parte del cuerpo, la naturaleza
proporciona una sustancia que la complementa.
La medicina consiste, pues, en
permitir que lo similar hable a lo similar y el remedio íntegro, tal como lo
aporta la naturaleza, podrá restaurar la salud gracias a su similitud con
nosotros mismos El Ayurveda funciona porque corrige una distorsión en la
conciencia; un movimiento erróneo vuelve al orden y el individuo encuentra el
camino que le lleva al nivel de conciencia donde se encuentra la auténtica
curación.
Las técnicas curativas de Chopra
Cada paciente aprende a
reconocer el tipo físico o dosha al que pertenece, según los principios de la
medicina ayurvédica: fuego (pitta), que controla el metabolismo; aire (vatha),
que controla el movimiento; y tierra (kapha), que controla la estructura.
El pitta es de
contextura mediana, emprendedor, irritable, tiene tendencia al estrés y siente
aversión por el sol y el calor. El vatha es delgado, activo, aunque se
cansa con facilidad, imprevisible, de apetito irregular y de sueño leve e
interrumpido. Por último, el kapha goza de gran fortaleza física,
resulta afectuoso y tolerante, es lento para captar nueva información, aunque
la retiene luego con facilidad, su sueño es pesado y prolongado y tiende a la
obesidad. Si no hay un tipo dominante, la persona posee dos doshas, es decir,
que exhibe cualidades de sus dos doshas principales.
Según Chopra, para que el
cuerpo y el alma se mantengan en un estado de armonía y se reinstaure, caso de
producirse una enfermedad, la salud total del individuo, es necesario que
exista un equilibrio constante entre los tres tipos de doshas. Para ello, en su
clínica se practica la meditación diaria y se efectúan masajes con aceite de
sésamo antes de proceder al baño con hierbas purificadoras. La dieta, sencilla
y desintoxicante, se basa en la cocina ayurvédica, que recomienda incluir en
cada comida los seis gustos fundamentales: astringente, amargo, dulce, picante,
salado y ácido. Sopas, infusiones, yogur, miel, limones, lentejas, arroz y
frutas se ingieren a diario en un ambiente relajado que favorece la
comunicación entre los pacientes. Paseos, contacto con la naturaleza, luz solar
y aire puro son los próximos pasos a seguir.
El enfermo encuentra poco a
poco el bienestar y la paz perdidos. Cuando estos dones se derraman sobre el
individuo se está preparado para conectar con el espacio interior en el que se
produce la curación cuántica.
La intención y el deseo
Cuando una flor, un arco iris,
un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo humano se descomponen en sus partes
esenciales, vemos que éstas son energía e información. Todo el universo, en su
naturaleza esencial, es el movimiento de la energía y la información. La única
diferencia entre nosotros y los árboles es el contenido de información y de
energía de nuestros respectivos cuerpos.
En el plano material, tanto
nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados:
principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en
cantidades minúsculas. Estos elementos se podrían comprar en un laboratorio.
Por tanto, la diferencia entre nosotros y el árbol no reside en el carbono, o
en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos
constantemente nuestro carbono y nuestro oxígeno. La verdadera diferencia entre
los dos está en la energía y en la información.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos,
pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz de
tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo
particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo
subjetivamente en forma de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos,
recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo campo es percibido
objetivamente como el cuerpo físico –y por medio del cuerpo, percibimos ese
campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos
videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso
es todo lo que existe".
|
Nuestro cuerpo no es independiente
del cuerpo del Universo, porque al nivel de la mecánica cuántica no existen
fronteras bien definidas. Somos como una onda, una ola, una fluctuación, una
circunvolución, un remolino, una perturbación localizada en un campo cuántico
más grande. Ese campo cuántico más grande –el Universo– es nuestro cuerpo
ampliado.
El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la información y de la energía de su propio campo cuántico, sino que, como la conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese maravilloso sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el contenido de información que da origen a nuestro cuerpo físico. Podemos cambiar conscientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo de mecánica cuántica y, por tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado –nuestro entorno, el mundo– y hacer que sucedan cosas en él.
Este cambio consciente se
logra a través de las dos cualidades inherentes a la conciencia: la atención y
la intención. La atención da energía, y la intención transforma. Cualquier cosa
a la cual prestemos atención, crecerá con más fuerza en nuestra vida. Cualquier
cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y
desaparecerá. Por otro lado, la intención estimula la transformación de la
energía y de la información. La intención organiza su propia realización.
Por CARMEN MACHADO
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