Cada síntoma tiene asociada una cierta forma de ser.
Para poder liberar el síntoma, debe liberarse la forma de ser asociada con
éste. Así pues, el proceso de curación implica un proceso de transformación.
Todo se puede curar.
Uno o dos meses de vida
Cuando tuve un cáncer terminal en 1975, me pronosticaron que me quedaban uno o
dos meses de vida, y que el final podía llegar de repente, en cualquier
momento, si tosía o estornudaba. Me encaré con una realidad donde cada día
podía ser mi último día, cada hora mi última hora, y me di cuenta de que
cualquiera que fuese el tiempo limitado que me quedase, quería ser feliz.
No tenía sentido vivir en un compromiso. Ya que
cada comida era posiblemente la última que comiera, quería comer lo que me
viniera en gana, comer lo que a mi cuerpo le apeteciese. No tenía sentido comer
lo que no disfrutaba solamente por el hecho de que alguien pensase que sería
saludable para mí. Reconocía sus intenciones de amor, pero sabía que no iban
con mi forma de ser. Mi camino hacia la salud debía incluir un sentido de
placer en todo lo que hacía, y tenía que ser coherente conmigo mismo, ser
auténtico. Tenía que creer en el proceso de sanación.
¡Prórroga!
Entonces, me sugirieron que el cáncer era el resultado de un proceso que había empezado en mi conciencia, y que podía usar mi conciencia para deshacerme de él. Mi conciencia había sido el resultado de un programa, de la misma forma en que los resultados que produce una computadora son el efecto de la forma en que fueron programados, yo podía reprogramar mi conciencia.
Entonces, me sugirieron que el cáncer era el resultado de un proceso que había empezado en mi conciencia, y que podía usar mi conciencia para deshacerme de él. Mi conciencia había sido el resultado de un programa, de la misma forma en que los resultados que produce una computadora son el efecto de la forma en que fueron programados, yo podía reprogramar mi conciencia.
Me presentaron la idea de que nuestra percepción
crea nuestra realidad, y me di cuenta de que debía reprogramar mi conciencia
para crear la percepción de que estaba bien. No estaba preparado para un cambio
tan brusco, desde la percepción de que era un enfermo terminal, pero me di
cuenta de que podía crear mucho más fácilmente la percepción de que me
encontraba cada vez mejor y mejor, hasta que estuviera verdaderamente bien.
Había tenido la percepción de que estaba en un
estado de deterioro, acercándome cada vez más a la muerte, y supe que si quería
tener como resultado final la percepción de que estaba bien, debía cambiar la
de ir de mal en peor por la de mejorar cada vez más. También supe que el giro
podía ocurrir en cualquier momento. Era cuestión de encender un interruptor en
mi mente, e insistir en saber que se había encendido. Decidí que el momento del
cambio podía ser en cualquier momento, entonces dejé que fuese ahora.
El cambio
Noté un cambio en mi conciencia, y entonces supe que estaba en un estado de mejoría. También supe la importancia de mantener la integridad de esta decisión, y de ese momento. Supe que todas mis percepciones debían reforzarse con la idea de que me estaba encontrando cada vez mejor. Por ejemplo, podía recordarmelo mientras comía algo que me apetecía, que aquello era exactamente lo que mi cuerpo necesitaba para acelerar el proceso de sanación.
Noté un cambio en mi conciencia, y entonces supe que estaba en un estado de mejoría. También supe la importancia de mantener la integridad de esta decisión, y de ese momento. Supe que todas mis percepciones debían reforzarse con la idea de que me estaba encontrando cada vez mejor. Por ejemplo, podía recordarmelo mientras comía algo que me apetecía, que aquello era exactamente lo que mi cuerpo necesitaba para acelerar el proceso de sanación.
Las sensaciones físicas que sentía como descargas
eléctricas en mi cuerpo, que antes reforzaban la idea de que el tumor estaba
creciendo, ahora debían percibirse cómo la evidencia de que el tumor estaba
mermando. Mi mente buscaba cada vez más y más formas de saber que la mejoría
estaba sucediendo.
Sabía que debía permanecer alejado de las personas
que insistían en verme todavía como un enfermo terminal, no por falta de amor,
simplemente para poder mantener mi propia actitud positiva hacia mi proceso de
sanación. Debía estar con gente que deseasen animarme en esta tarea que parecía
imposible y que me había propuesto a mí mismo. Cuando me preguntaban cómo me
encontraba, insistía en contestar “Cada vez mejor“ y viendo como , de hecho,
era verdad.
Sabía que era vital mantener la programación
positiva y que ponerme en un estado mental de relajación y hablándome
positivamente a mí mismo durante quince minutos, tres veces cada día, formaba
parte del proceso programado y que no debía interferir en él de modo alguno. En
ocasiones sentía la tentación de no hacer las relajaciones, entonces me
recordaba a mí mismo que mi vida estaba en juego. Cualquier tentación,
entonces, era algo que estaba entre mi vida y yo, y debía eliminarse, así
podría vivir.
Manteniendo la percepción
Al principio, era muy difícil. Encontraba que con mis pensamientos o mis palabras, comprometía fácilmente la integridad del momento del cambio, reconociendo cualquier otra cosa en lugar de la idea de que estaba mejorando, y debía ser honesto conmigo mismo, reconocerlo, y luego saber que estaba perdiendo la ocasión. Entonces, podía decirme que lo que había ocurrido era solamente un proceso de aprendizaje, y que el momento real del cambio era ahora.
Al principio, era muy difícil. Encontraba que con mis pensamientos o mis palabras, comprometía fácilmente la integridad del momento del cambio, reconociendo cualquier otra cosa en lugar de la idea de que estaba mejorando, y debía ser honesto conmigo mismo, reconocerlo, y luego saber que estaba perdiendo la ocasión. Entonces, podía decirme que lo que había ocurrido era solamente un proceso de aprendizaje, y que el momento real del cambio era ahora.
Cada vez resultaba más fácil. Era capaz de mantener
la integridad durante horas al principio, luego un día, luego dos días, y luego
fui sólido. Sabía que el programa estaba funcionando. Era capaz de reconocer la
voz de duda en mi interior, y sabía que no representaba la verdad, era capaz de
identificar la voz que me daba ánimos. Se convirtió en mi guía, conduciéndome a
un estado de salud estable. Era cada vez más capaz de mantener fija la atención
en saber que estaban sucediendo cambios positivos . Cuando no notaba un
síntoma, me decía que quizás ya nunca volvería a sentirlo . Si volvía a
experimentarlo de nuevo, me decía que el proceso aún no había terminado, y que
de hecho , notaba ese síntoma menos que antes.
Tenía que saber que los cambios positivos estaban
sucediendo ahora, posiblemente justo en el umbral de la capacidad de aviso, así
podía anticipar con impaciencia la evidencia para justificar mis percepciones.
Naturalmente, siempre fui capaz de encontrar algo que me reafirmara que no era
sólo producto de mi imaginación, sino que era real, reforzando así el proceso.
El programa
Durante mis períodos de relajación, me imaginaba el tumor que estaba situado en mi médula espinal a nivel del cuello, e imaginaba que miraba una capa de células cancerígenas muriendo, y siendo liberadas, para ser destruidas por el sistema natural de eliminación de mi cuerpo. Sabía que el cambio, quizás todavía imperceptible, era definitivo. Sabía que cada vez que eliminaba los residuos de mi cuerpo, se eliminaban las células cancerígenas muertas, y me lo recordaba cada vez. Insistía en saber que era verdad.
Durante mis períodos de relajación, me imaginaba el tumor que estaba situado en mi médula espinal a nivel del cuello, e imaginaba que miraba una capa de células cancerígenas muriendo, y siendo liberadas, para ser destruidas por el sistema natural de eliminación de mi cuerpo. Sabía que el cambio, quizás todavía imperceptible, era definitivo. Sabía que cada vez que eliminaba los residuos de mi cuerpo, se eliminaban las células cancerígenas muertas, y me lo recordaba cada vez. Insistía en saber que era verdad.
Sabía que el cáncer representaba algo retenido y no
expresado, y ya que el tumor estaba situado en mi chakra de la garganta (centro
de energía), había estado reteniendo la expresión de mi Ser. Aunque no estaba
muy seguro de lo que esto significaba, decidí que era indispensable que
expresase todo. Cada pensamiento, cada sentimiento, cualquier cosa que hubiese
en mi conciencia y que quisiese salir, lo expresaba, sabiendo que era vital
para mi salud. Anteriormente, había tenido la percepción que la expresión
conducía a la discordia, pero ahora veía que lo que expresaba era apreciado por
los que me rodeaban, que la expresión y la comunicación llevaban a la armonía.
Anteriormente, había tenido la percepción de que si
expresaba lo que realmente quería, algo malo ocurriría. Debía reprogramar la
creencia de que si expresaba lo que realmente quería, algo maravilloso
ocurriría. Tomé esta decisión y así fue.
Me encontré a mí mismo teniendo cada vez menos en
común con mis viejos amigos. Era como si hubiésemos compartido una frecuencia
vibratoria en común anteriormente, digamos 547 ciclos, cualquier cosa que esto
signifique, y de repente me encontré a mi mismo a 872 ciclos, teniendo pocas
cosas en común para comunicar con la gente de 547 ciclos. Tenía que encontrar
nuevos amigos que fuesen 872, para tener alguien con quien hablar.
Me sentía atraído hacia el mundo de 872, y ellos
hacia mí, como si me hubiese convertido en un imán selectivo, y ciertos
elementos hubiesen sido apartados de mi realidad, pues no estaban para nada de
acuerdo con el nuevo Ser en el cual me había convertido. Sabía que el proceso
era inevitable, y yo no debía interferir. En esa época desarrollé un sentido de
compasión y comprensión. Sabía que mi vida dependía del hecho de apartar todos
los elementos de mi vida que no estuviesen de acuerdo con mi nueva vibración.
El proceso era simple, pero no siempre fácil.
Empezaba cada día como un proceso de descubrimiento
de mí mismo, sin ninguna noción preconcebida de quién era, pero con la voluntad
de descubrir al Ser emergente, y un sentido de gran placer con cada nuevo
descubrimiento.
Me imaginaba la escena que ocurriría en la consulta
del doctor después del trabajo que había hecho conmigo mismo. Podía verle
examinándome, y descubriendo que no había ningún tumor, quedándose atónito.
Podría decir ”Quizás cometimos un error“, jugaba con esta escena en mi mente
cada día, durante los momentos de relajación.
Había oído que dentro de la tecnología del programa
mental, si me hablaba a mí mismo durante quince minutos tres veces al día,
durante 66 días, podía llegar a creer cualquier cosa, y que cualquier cosa que
creyese ser verdad, sería verdad.
Unos dos meses después de empezar a trabajar
conmigo mismo, fuí examinado por el médico que me había diagnosticado como un
enfermo terminal. En el camino hacia el médico, sabía que debía mantener la
percepción de que todo estaba bien. Repetí la escena en mi mente, sabiendo que
ocurriría de esta forma.
Finalmente, llegó el momento de la verdad. El
médico me examinó y no encontró nada. Dijo “Quizás cometimos un error“. Reí
durante todo el camino de vuelta a casa.
Transformación
Había transformado mi forma de Ser. Mi estilo de vida había cambiado drásticamente. No tenía sentido para mí un trabajo de nueve a cinco, o llamar a otro Ser mi “superior“, ya que todos somos Seres iguales, y todos con un potencial infinito. Me retiré de Wall Street a los 38 años sin otra idea que la de hacer lo que realmente quería hacer y no hacer lo que realmente no quería hacer, confiando en mi viaje, escuchando mi voz interior. Es una decisión que nunca he lamentado.
Había transformado mi forma de Ser. Mi estilo de vida había cambiado drásticamente. No tenía sentido para mí un trabajo de nueve a cinco, o llamar a otro Ser mi “superior“, ya que todos somos Seres iguales, y todos con un potencial infinito. Me retiré de Wall Street a los 38 años sin otra idea que la de hacer lo que realmente quería hacer y no hacer lo que realmente no quería hacer, confiando en mi viaje, escuchando mi voz interior. Es una decisión que nunca he lamentado.
Con lo que aprendí de mi relación cuerpo/mente en
mi experiencia y la investigación que hice durante mi proceso de sanación,
desarrollé un modelo de sanación como una forma de organizar en mi propia mente
lo que me había ocurrido, y lo que había funcionado.
Gradualmente, llegué a implicarme en sanar a otras
personas cuando las condiciones parecían pedirlo, y haciéndolo vi cada vez más
ejemplos de la interfase cuerpo/mente cubriendo otros síntomas. El modelo de
sanación que estaba utilizando se convirtió en más y más coherente y
multidimensional.
Descubrí la alegría de compartir mis experiencias e
ideas con otras personas, y ver como se beneficiaban cuando ponían en práctica
estas ideas en sus propias vidas.
Fuente: https://www.facebook.com/akasha.sanacionintegral/posts/1536773303222305:0
http://ellamentonovieneacuento.com/2014/09/24/todo-empieza-en-nuestra-conciencia-martin-brofman/
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