lunes, 22 de abril de 2019

¿POR QUÉ LE TENEMOS MIEDO AL AMOR? ¿POR QUÉ LO EVITAMOS? Por Laura Foletto


Pueden parecer extrañas estas preguntas en tiempos en que se apela al Amor (así con mayúsculas) hasta en los paquetes de caramelos. Pero es relativamente simple hablar y desear; el gran desafío es concretarlo y este es el más complicado ahora, en que el amor es la solución para todos los problemas pero no sabemos o no podemos aplicarlo.



Siempre me llamó la atención cómo nos resulta sencillo enojarnos, odiar, entristecernos, rechazar, escondernos, negar y demás actitudes que se podrían juzgar como negativas. Nos salen fácil… Podría haber algunas razones: las vemos mucho más en nuestro entorno, por ejemplo. De niños, aunque nos decían que no debíamos actuarlas, las veíamos comúnmente, y ya sabemos que tomamos lo que vivimos, no lo que nos exhortan a vivir.


Ríos de tinta se han gastado con las penas de amor y con los odios entre personas, familias y naciones hasta hacerlos parecer románticos y deseables (Romeo y Julieta) y, sobre todo, normales. Es normal que nos peleemos con los demás cuando algo no nos gusta o queremos imponernos, hasta llegar a las guerras en un ámbito mayor. Por supuesto que reprimimos esto porque está “mal”, pero lo seguimos haciendo igual. Hemos llegado al siglo XXI con menos batallas que antes, pero continúan en todos los ambientes.



Se podría inferir que creemos que el odio es más fuerte que el amor y que consigue más. No tenemos evidencias de que sea de otro modo, así que no nos atrevemos a probar algo nuevo y, si lo hacemos, es demasiado difícil… La realidad es que estas estrategias son del ego y él es muy fuerte y persistente en sus conductas… y todos vivimos desde el ego.



Por más que leamos cosas espirituales y tratemos de probar con actitudes “suaves”, el ego no afloja el control, las defensas, el orgullo, la soberbia, la lucha, cualquier protección que niegue sus carencias, sus limitaciones, su falta de autoestima, su vacío. Por eso nos resulta tan complicado acceder al amor: debemos soltar todo eso.


Reconocer esas falencias es muy duro; llevamos una vida escondiéndolas. Y luego de hacerlo, tenemos que desmontar las corazas y bajar las armas. Y después encontrar la potencia del amor (ese desconocido) en nuestro interior. Todo esto implica entregarnos, rendirnos, lo que el ego entiende como un perjuicio, una desgracia, un quebranto, una pérdida.



Pero resulta que debemos perder estas conductas defensivas, estos controles neuróticos, estas ganancias pírricas, en las que el esfuerzo invertido es mucho mayor a lo que conseguimos. Debemos perdernos para encontrarnos. Cada vez que dejamos de reaccionar y nos damos tiempo para encontrar una actitud mejor, más íntegra y cordial, estamos reeducando al ego para que se conecte al Ser y lo guíe hacia el amor.



Todos deseamos amar y ser amados. Es nuestra esencia. Pero todavía, como humanidad, no conocemos verdaderamente lo que eso significa e implica. Recién ahora estamos siendo sostenidos por una Energía que nos permite esa conexión. Surfear esa ola es como todo al principio: cuesta y nos caemos con frecuencia y queremos volver a lo que conocemos, a lo cómodo, a lo de siempre. Ya no es posible. La única opción y la única salida es aprender. ¿Qué puede ser mejor que aprender a amarnos y a amar? Te acompaño.

www.abrazarlavida.com.ar


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