Es complicado
explicar, muchas veces, como es posible que estemos hablando de tantos cambios
positivos, de que el proceso evolutivo avanza sin pausa, de que estamos
incrementando nuestra vibración, que vamos a cambiar de nivel de conciencia,
etc., y luego seguir viendo que, en general, la situación global del planeta,
así, mirando por encima la cosa, parece indicar todo lo contrario.
El concepto de
separación en dos de la realidad general, las dos
“Tierras”, es complejo
de comprender, y mucho más complejo de ponerle palabras a lo que significa que
diferentes realidades convivan unas con otras, y que, lo que pasa en una de
ellas, no sucede en la otra. Voy a intentar hacer una analogía de lo que está
pasando, en estos momentos, a nivel macro, usando una historia :—), y a ver si
sale algo que sirva para comprender los tiempos tan convulsos que estamos
viviendo.
Una de barcos
Bienvenidos a
nuestro planeta, un barco surcando las aguas infinitas del océano que es
nuestro universo. Todos vamos a bordo del mismo. El timón lo dirige la
consciencia colectiva de los que van a bordo, pero también el mismo barco como
tal, pues es consciente de si mismo y puede orientar sus velas y su dirección
según le convenga. Mientras el barco y sus pasajeros se lleven bien, no hay
problema. A pesar de que estos últimos han desmontando más de una vela, quemado
más de un mástil, perforado alguna cubierta o destrozado algún que otro remo,
de momento, el barco les permite seguir a bordo y los lleva en su periplo por
las maravillosas aguas de la Creación.
La vida en el
barco, en general, no es fácil. La mayoría de pasajeros no se enteran de
lo que pasa, ya que el barco
es muy grande y permite que haya multitud de recovecos y lugares donde pasar
tranquilamente la travesía, ocupados en pequeños quehaceres. Además, desde hace
mucho tiempo, la mayoría tampoco sabe que el barco fue asaltado por piratas,
que, escondidos en lo más alto de los mástiles y tras las sombras de las velas,
se han ido apoderando de todo lo que había en el barco, dirigiendo a ciertos
tripulantes que tenían anhelos de mando, para que pusieran a los pasajeros a
hacer ciertas cosas, a que trabajaran para ellos de forma sutil, que se pasaran
todo el día limpiando las cubiertas, ordenando las bodegas, haciendo los
trabajos de mantenimiento, etc., con tal de que no prestaran atención a nada
que no fuera su pequeña parcela de terreno dentro del barco, sobre la que les
habían hecho creer que tenían algún tipo de derecho o control. Además, algunos
de los tripulantes, muy hábiles ellos, se pusieron de acuerdo con los piratas
para que les dejaran mandar completamente en el velero “sin que se notase
mucho”, a cambio de ciertos poderes y favores, así los piratas no tendrían que
preocuparse de gestionar ellos mismos a la masa de pasajeros.
Con el tiempo, el
barco fue cruzando diferentes mares, pasando por zonas de tormenta y por zonas
de calma, haciendo que las aguas, el viento y las energías del océano fueran
poco a poco cambiando la estructura del velero. El barco mismo ya sabia dónde
tenia que ir y lo que le iba a suceder, pues era su deseo llegar a cierto
puerto y sufrir una transformación y renovación total, pero los pasajeros en
general no tenían ni idea, y tanto los piratas como los tripulantes que
intentaban dirigir el velero por su cuenta, no hacían más que mover el timón a
escondidas para ir en dirección opuesta a donde esas corrientes evolutivas les
llevaban sin remedio.
Este tira y afloja
duró mucho tiempo, pues algunos pasajeros del barco que sabían lo que estaba
pasando, colaboraban activamente para ayudarle a llegar a su destino, luchando
primero contra los tripulantes amigos de los piratas, y contra los mismos
piratas luego, pues ya habían descubierto sus escondrijos en lo alto de los
mástiles, y ya eran bien visibles para unos cuantos que sabían mirar hacia
arriba y entender que es lo que estaba pasando.
Como el barco en
si también quería continuar con su camino sin mas dilación, decidió pedir más
ayuda a barcos vecinos, para que otros pasajeros de esos barcos, que tenían sed
de aventuras y una ganas de ayudar enormes, pudieran subir a bordo y colaborar
con los que ya estaban allá para pararles los pies a los piratas. Estos, por su
parte, se resistían a abandonar el lugar, y se peleaban entre ellos creyendo
que, ilusamente, algún día se quedarían con el barco por completo. Mientras
tanto, los tripulantes mandones con los que tenían acuerdos empezaron a no
entender nada, pues las guerras internas se hacían cada vez más patentes y ya
no se sabia quien mandaba a quien y quien era quien, ni siquiera entre los
piratas. La llamada de ayuda siguió atrayendo a bravos marineros de otros
veleros que ya se colaban por todas las pequeñas escotillas poco vigiladas, y
decenas de pequeñas balsas, embarcaciones y algún que otro
portaaviones, de otros
lados del océano empezaron a acumularse alrededor del barco, a una distancia
segura, para intervenir si la cosa se ponía muy fea, o simplemente para permitir
que sus marineros entraran y salieran del velero a medida que iban cumpliendo
sus misiones.
Así, el tiempo fue
pasando y el rumbo original se fue más o menos manteniendo, hasta que la
situación se hizo mucho más complicada.
Sabiendo el barco,
como ser consciente que era, que sus pasajeros, si querían acompañarle a su
nuevo destino, tenían que tener unas ciertas condiciones físicas, para no
marearse, para aguantar las nuevas aguas, para poder hacer frente a las
vicisitudes del nuevo rumbo, se dio cuenta de que, desafortunadamente, muchos
pasajeros, como se habían pasado el trayecto metidos en sus camarotes y
preocupados por sus pequeños quehaceres en el barco, jamás se habían asomado a
cubierta, no habían conocido el mar, no se habían ni siquiera relacionado con
el barco como ser que los acogía, etc., y no tenían las condiciones necesarias
para seguir con él en su camino. Esto, por supuesto, no se hacia con animo de
sentar juicios de valor o morales, pues el barco sabia que cada pasajero llega
siempre a su destino, no importa el tiempo que se tarde en ello. Pero algo
había que hacer, pues por un lado, el velero ya cansado quería poner rumbo
directo y las velas hacia unas nuevas aguas, más turquesas, cristalinas y
calmadas, y por otro lado tenia que proporcionar a los pasajeros una forma de
que estos siguieran con su rumbo evolutivo hasta que estuvieran listos para
reunirse con él, en aquellas nuevas aguas, cuando estos estuvieran preparados
para ello.
Así que, el barco,
tras mucho jaleo interno y con mucha ayuda exterior de todos los que habían
venido desde los cuatro mares a asistir, decidió separarse en dos. Este, que
era muy sabio, hizo una copia de si mismo, se hizo un doble, y decidió que poco
a poco ese doble se iría separando, y llevaría con él a aquellos que quisieran
ir a navegar por lugares más apacibles y empezar un nuevo viaje sin piratas,
tripulantes controladores y demás. Lo que pasa, es que el proceso de separación
no podía ser instantáneo, tenia que hacerse suavemente y con cuidado, moviendo
discretamente y sutilmente a los pasajeros según la versión del barco en la que
debían estar por derecho evolutivo. Además, se ayudó a que todo el mundo
supiera que era lo que estaba pasando, para que aquellos que, ejerciendo su
libre albedrio, decidieran prepararse para irse con el nuevo barco, y no seguir
ya con el antiguo pirateado.
Mientras tanto, en
este último, las cosas iban de mal en peor. Los piratas no paraban de pelearse
entre ellos, y además se peleaban con los marineros recién llegados de otros barcos,
en un intento de estos últimos de evitar que bloquearan el proceso de
separación y que los pasajeros pudieran subir al nuevo velero. Los marineros
venidos de fuera querían a toda costa preservar el velero como tal, su
bienestar era lo más importante, así como mantener abierta la posibilidad de
saltar al nuevo barco. Para ello, se instauró un gran tablón de madera que,
firmemente sujeto, conectaba la baranda de un barco con otro, una gran pasarela
que, a la vez, separaba ambos barcos pero los mantenía por otro lado
interconectados hasta que el proceso de separación total se hubiera completado.
Aquel gran tablón permitía, si se mantenía estable, que las cosas se fueran
dando poco a poco y paulatinamente, consiguiendo que muchos pasajeros empezaran
a saltar de un lado a otro, y también permitía que los que ya estaban en el
nuevo barco, pero querían volver a ayudar a otros a cruzar, pudieran hacerlo
temporalmente con relativa seguridad.
Esto era lo más
difícil. En el viejo barco había muchas cubiertas, muchos niveles, y los que
estaban en las cubiertas más profundas eran los más difíciles de alcanzar. Ahí,
en esas cubiertas más profundas, había toda clase de choques, peleas y batallas
por los recursos del barco, que los sistemas de información que existían por
todo el velero viejo se encargaban de transmitir al resto de cubiertas y
pasajeros. Realmente, si no vivías en una de esas cubiertas todo aquello no te
afectaba mucho (excepto por los ruidos y las preocupaciones de que no se
extendiera todo aquel jaleo a tu zona), pero mantenía la tensión constante
entre los pasajeros que, pendientes del sistema de información global, no
dejaban de mirar siempre hacia la cubierta inferior olvidándose de que el otro
barco se iba separando cada vez más y que la gran pasarela intermedia no iba a
durar para siempre conectada entre ambos veleros.
Por el libre
albedrio y el trabajo de cada uno, muchos pasajeros al ser más y más
conscientes de la situación abandonaban las cubiertas inferiores, y empezaban a
descubrir lo que empezaba a suceder en las otras partes del velero viejo,
algunos descubrían la pasarela de paso, y conseguían con esfuerzo personal
cruzar al nuevo barco, donde también llegaban las noticias de lo que sucedía en
el fondo del barco viejo, pero ahí ya no tenían ningún influencia. Otros
pasajeros, lamentablemente, en vez de huir hacia las cubiertas superiores, se
dejaban arrastrar por el lio que había formado abajo del todo, y terminaban
bajando de su cubierta a otras más profundas, haciendo casi imposible que los
marineros venidos de fuera y los pasajeros que sabían lo que pasaban pudieran
echar cuerdas y sogas suficientemente largas como para que estos se pudieran
enganchar y ser izados hacia cubiertas superiores.
Y eso duró y duró,
el barco no cejaba en su empeño de mantener ambas opciones todavía juntas,
separándose lentamente, pero intentando alcanzar a cuantos más pasajeros mejor.
Cuando los piratas se dieron cuenta del papel que tenia la gran pasarela entre
barcos, intentaron también desestabilizarla, romperla, quitarla, ya que si se
iban todos los pasajeros al nuevo barco, donde ellos tenían prohibida la
entrada, ¿a quien iban a gobernar? ¿quien se iba a quedar en el barco viejo
para hacer todas las tareas de mantenimiento? Ellos no, por supuesto, era necesario
mantener a cuantos más pasajeros mejor ahí atrapados. Los piratas ordenaban más
y más a los tripulantes compinchados para que la liaran más gorda en los
pisos inferiores del barco viejo, aunque había tal descontrol que muchos de
estos tripulantes empezaron a pensar si no era mejor abandonar ya el velero de
una vez por todas, pues parecía que se les estaba yendo de las manos el
control. De todas formas, la mayoría de ellos, como no conocían otra forma de
vida, y no sabían existir sin ser manejados y guiados por los piratas, seguían
acatando ordenes y seguían moviendo sus piezas en el viejo barco.
¿Y que sucedía
mientras tanto en el nuevo velero? Pues que muchos de los pasajeros que habían
cruzado la pasarela se mantenían cerca de la misma, se resistían a creer que el
barco donde habían vivido siempre ya no iba a ser su hogar, porque no entendían
que ese mismo barco ahora se iba a convertir en un súper-crucero de lujo, y no
acababan de creérselo. Estando tan cerca de la pasarela, algunos iban y venían
entre las dos versiones del barco que existían en esos momentos casi solapadas
por completo, aunque la mayoría empezó a comprender que, para seguir adelante,
había que acelerar el proceso de separación entre ellos. Muchos de los que
habían cruzado al nuevo barco en las primeras oportunidades de paso, estaban ya
tan alejados de los ruidos del velero viejo que ni notaban su presencia, y
oteaban al horizonte viendo como se iban acercando a las aguas cristalinas a
las que iban a llegar, y como una parte de la embarcación, la más alta, como
por arte de magia, empezaba a transformarse en ese nuevo crucero de lujo que
sería su futuro hogar.
Así, los que
estaban más preparados, empezaron a percibir ya las nuevas habitaciones y
camarotes, la nueva cubierta, las nuevas velas y la nueva decoración que había
en el nuevo crucero que empezaba a asomar por la proa, ¡que maravilla!! Y no
hacían más que gritar a los que estaban en la parte más baja del nuevo barco
que se olvidaran del viejo, de sus peleas, de sus tejemanejes, y que subieran
más y más arriba, que empezaran a contemplar la transformación y a disfrutar
del nuevo crucero que poco a poco se iba manifestando.
Algunos les hacían
caso, y por fin se liberaban de las tribulaciones del viejo barco, que no es
que no existieran, sino que los ecos de lo que sucedía en él ya no tenían
importancia, y ya no valía la pena preocuparse por ello. Mientras tanto,
montones de marineros y pasajeros valientes seguían manteniendo firme la
pasarela de paso, ayudando a saltar de un lado a otro a la gente, y dejando que
aquellos que por su propia iniciativa deseaban seguir en el viejo barco así lo
hicieran.
¿Y que pasó
luego?. Pues el final de la historia aun os lo tengo que contar, pero
permitidme que lo deje para otro momento, porque no es cuestión de chafar el
final de la película cuando la puedes vivir en primera fila. Solo os diré que,
al final, los dos barcos se separaron, y que el viejo barco se fue por las
mismas aguas por las que había navegado toda su existencia, y, pasado un tiempo
de navegación prudente, pasó por unos astilleros, donde lo desguazaron por
completo, y lo volvieron a reconstruir, sin piratas, sin tripulantes y sin
pasajeros (ya que estos habían ido abandonando poco a poco el viejo barco
encarnando en otros con características parecidas), solo con plantas, animales
y vida fresca, para que iniciara otra ruta por las mismas aguas que tanto
tiempo había surcado en una nueva rueda evolutiva. Por otro lado, el nuevo
velero, convertido ya en crucero de lujo, hacia lo mismo, en otras aguas, y con
parte de los pasajeros, mientras servían cócteles de piña colada y todos
cantaban el himno de la alegría por la gran aventura que todos habían vivido.
Y así, colorín
colorado… este cuento no ha más que comenzado…
¡Saludos!
David
[Continúa de la
primera parte ] En la
cubierta superior del velero viejo empezaban a asomar algunas cabezas tímidas
que emergían de los pisos inferiores e intermedios, habían oído las noticias
de la aparición del barco nuevo, pero estaban confundidos, pues no sabían
como encontrarlo. Les habían dicho que había una pasarela de paso, pero no la
veían, y por más vueltas que daban por todos lados, empezaban a pensar que
algo iba mal o que se habían equivocado en el proceso. Uno de aquellos
pasajeros, que recién alcanzaba a alzar la cabeza pidiendo ayuda, fue
escuchado por uno de los marineros que andaban por allí para ayudar a la
gente a cruzar.
- No sé como
pasar al otro lado – decía el pasajero – todo lo que veo es el mismo barco de
siempre, estoy arriba, se que lo está pasando, pero no encuentro la pasarela…
– ayúdame a mirar en la dirección correcta, por favor.
- Tranquilo –
dijo el marinero – es mucho más fácil de lo que parece. Siéntate conmigo, que
te voy a explicar como. La pasarela es mágica, no se ve a simple vista, pero
no porque no se quiera mostrar abiertamente, sino porque para encontrarla hay
que tener un poco alterado tu estado de vibración y tu conciencia algo más
expandida, para poder ver cosas que, a simple vista, no parecen estar ahí.
- Eso tampoco lo
entiendo – dijo el pasajero – ¿que debo hacer para que aparezca?
- En realidad,
no mucho, o por el contrario, muchísimo, depende de como lo enfoques. Te voy
a enseñar una forma de empezar a hacerlo, ya que, cuando la hayas entendido e
integrado, te darás cuenta de que para saltar de un barco a otro, no te hará
falta casi ni pasarela.
Primero- dijo el
marinero- debes entender que el otro barco está aquí, con nosotros, encima de
este, ocupando el mismo espacio, estamos sentados a la vez en el barco viejo
y en el barco nuevo, porque todavía la separación entre ellos es tan pequeña,
que no hay gran diferencia medible en términos de “lugar” o de espacio. Lo
que determina que barco ves es si resuenas con uno o si resuenas con otro, y
según cual sintonices, ese será el que experimentes. Es como uno de esos
televisores que tenéis ahí abajo en las bodegas, muchos canales conviven en
el mismo “espacio”, pero depende de como está regulado el sintonizador,
puedes escoger ver uno o puedes escoger ver otro.
- Eso lo
entiendo, pero yo no tengo ningún mando para cambiarme a mi mismo de canal…
- Eso no es
cierto – dijo sonriendo el marinero- porque el mando eres tu, y no hay nadie
más que tu mismo que pueda hacerte cambiar de canal. Te voy a enseñar una
cosa para que aprendas como sintonizar el canal del barco nuevo, pero yo solo
puedo mostrarte la puerta, no puedo hacer que la cruces ni cruzarla contigo.
¿Quieres probar mientras yo te guio en este pequeño experimento?
- Quiero, por
favor, guíame.
- Cierra los
ojos- dijo el marinero- y vamos a relajarnos. Voy primero a enseñarte como
llamar a las energías superiores que te van a ayudar a convertirte en un
súper-mando tu mismo, ¿de acuerdo?
- De acuerdo,
empecemos.
Ahora imagina
que la sacas hacia fuera, tomándola en las manos. Saca esa esencia, que
pudiera tener forma de estrella o diamante si así lo deseas, como si
delicadamente la estuvieras sosteniendo en las palmas de tus manos. Haz el
gesto físicamente, extiéndelas, visualiza la esencia encima de ellas,
vibrando, radiante, pura.
Alza ahora tus
manos, y muestra tu esencia al barco, a tu planeta. Dile quien eres, dile:
aquí estoy, soy …, y me presento ante ti mi querido planeta. Te doy las
gracias por acogerme en tu travesía. Quiero ayudarte y colaborar contigo.
Imagínate que enseñas tu esencia al planeta, como muestra de presentación,
como tu tarjeta de visita. Es tu luz lo que el barco reconoce, y el barco se
alegra de ver a uno de sus pasajeros que conscientemente le muestra el ser
que hay en él. Ahora el barco te reconoce y sabe quien eres.
Ahora, mira al
Sol, nuestro logos particular, nuestro dador de vida, enséñale tu esencia,
sube tus manos, ábrelas más que se expanda y se integre con su energía.
Muéstrale al Sol quien eres, preséntate, ponte a su servicio, pues no hay
mayor gozo que servir a la Creación y a aquellos que forman parte de ella.
Deja que la conciencia del Sol te reconozca, que sepa quien eres, grítale
bien alto que quieres ayudar y que aceptas también su ayuda. Recuerda, esto
es un trabajo siempre en equipo. Imagina como tu esencia crece más y más con
la energía que el Sol te envía, y el amor que te transmite. Disfrútala.
Por último, mira
allá a lo lejos, al centro de nuestra galaxia. Ahí está nuestro logos
galáctico, la conciencia y el ser que da vida a todo lo que existe en esta
Vía Láctea. Muéstrale tu esencia, preséntate, dile quien eres. Abre más las
manos, que tu esencia abarque todo lo que tu puedas alcanzar y más, que tu
energía se funda con la energía de la conciencia galáctica. Pídele su ayuda,
y dile que te pones a su servicio, pues el gozo es aun mayor cuanto más
grande es el servicio a otros. Y ahora quédate ahí, unos momentos, disfruta
de la conexión simultánea que tienes con la Tierra, el Sol y la Galaxia.
Ahora que les has mostrado tu esencia, ellos ya saben quien eres, y han visto
brillar la luz que hay en ti, ya formas parte de la Creación de forma
consciente, y todo el cielo se alegra de verte despertar y poder colaborar
contigo.
Ahora, bien, aun
necesitas hacer algo más para poder empezar a ver el otro barco, todavía no
hemos terminado del todo. Ahora, para poder expandir tu conciencia, y subir
tu vibración de forma que puedas ver el nuevo barco, tienes que dejar que tu
propio ser, que la parte más elevada de aquello que eres empiece a
manifestarse en ti.
Así que, ahora,
escúchame, y sigue mis instrucciones mientras te voy guiando. Tienes que
entender que tu no eres solo este cuerpo y esta personalidad con la que te
identificas. Naciste de un SER mucho más grande, que mandó una pequeña
porción de si mismo a convertirse en lo que tu eres ahora, para experimentar
a través tuyo lo que ahora estás experimentando, y que está ya esperando a
que reclames su presencia, para ayudarte a dar el salto evolutivo que tanto
anhelas. Así que, ahora, desvía tu atención, si todavía la tenias puesta en
el centro galáctico, e imagina que de tu séptimo chakra nace un bello cordón
dorado, un hilo de fuego, que se proyecta y se pierde en el espacio,
conectando con tu SER. Y a través de ese cordón dorado pídele a tu SER, a tus
guías, protectores y guardianes, que te ayuden, que te guíen, que te orienten,
y ten fe, pues nunca dejan una petición sin responder.
Invita a tu SER
a que se conecte contigo, y trata de imaginar que te conectas tu con él y que
esa conexión se vaya afianzando poco a poco, y ese canal de comunicación se
vaya haciendo más fluido y más expandido. Ahora, yo te digo, y escúchame
bien, para pasar al otro barco solo necesitas reforzar esa conexión, abrirla,
expandirla, pues ahí está la fuerza que incrementará tu frecuencia de
vibración, expandirá tu esfera de conciencia, hará crecer tu resonancia, te
despertará a nivel interno. Ahora práctica, amigo, sin cesar, y vendré dentro
de un par de días a enseñarte algo más.
El marinero se
fue dejando al pasajero trabajando en todo lo que había aprendido, y, como
prometió, volvió al cabo de un par de días para ver como iban las cosas.
- He notado
cosas que jamás había soñado – le dijo el pasajero – empiezo a ver cambios en
mi interior, empiezo a notar como los ruidos de este barco me resultan ajenos
y un poco alejados, empiezo a notar que ya no formo parte de esto, pero sigo
sin ver la pasarela de paso…
- A eso vine,
amigo mío, a enseñarte el último paso. Pero tengo que advertirte una cosa,
aun es pronto para que te puedas quedar permanentemente en el otro barco, en
el nuevo, que te voy a enseñar ahora. Podrás ir y venir, y podrás quizás
permanecer un tiempo en el nuevo velero viendo sus colores, observando su
estructura o percibiendo su decoración, pero, hasta que el barco, ambos
barcos, no estén más separados, y especialmente el nuevo no esté más consolidado,
no se nos permite habitar permanentemente el nuevo velero, por lo que,
mientras tanto, todos permanecemos entre ambos, subiendo y bajando,
trabajando todavía en nosotros mismos, y sirviendo a aquellos que nos piden
ayuda para tratar de alcanzar a los que, como tu hace unos días, están aun en
las cubiertas inferiores. Además, otra cosa, en el momento en el que empieces
a comprender como funciona y aprendas a hacerlo, debes ponerte a trabajar
para que otros también lo entiendan y aprendan a hacerlo, ¿estás de acuerdo
con esto?
- Si. Entonces
estoy listo, muéstrame como se cruza.
- Bien, pues,
vayamos a ello. En estos momentos, esta es la forma más sencilla de conectar
con el nuevo barco, quizás más adelante, cuando la separación sea más
evidente, podremos hablar de hacerlo de forma diferente. Cierra otra vez los
ojos, y relájate. Conéctate con tu SER, conecta con el planeta, y centra tu
atención en tu corazón. Vas a tener que buscar ahí la puerta de paso, la
pasarela, pues desde ahí se accede. Entiende lo que esta pasarela significa,
es un puente vibracional, es un portal energético, es una vibración especial,
que, al engancharte a ella te permite saltar al otro barco, aunque, como te
he dicho, sea de forma temporal, para que lo veas y lo sientas, y comprendas
hacia donde vamos.
Ahora visualiza
que entras en tu corazón, como si de una gran sala se tratase. Y busca una
puerta, una puerta especial, tiene rasgos que te harán reconocer sin duda que
es la puerta correcta. Pide permiso y ayuda para poder cruzarla, aunque sea
para echar un vistazo, es todo lo que necesitas ahora para poder seguir
adelante. Cuando hayas reconocido esa puerta, no temas, ábrela, y crúzala. Se
abre ante ti un pasillo, y ese pasillo desemboca en otra puerta. Cuando andes
ese pasillo, y llegues a la otra puerta, estarás en la antesala del nuevo
barco. Cruza, y disfrútalo. Estarás en el mismo sitio que estás ahora, pero
todo será muy distinto… los colores, los sonidos, las energías… y estarás
contemplando el destino que te espera, y el lugar que te pertenece, por
derecho evolutivo. No dejes de venir cada día a este nuevo barco, no dejes de
conectar cada día con tu Ser, y no dejes cada día de incrementar tu
vibración, de expandir tu conciencia y elevar tu capacidad de servir a los
demás. No hay mejor pasaporte hacia las nuevas aguas cristalinas a las que
nos dirigimos, y ya no hay tiempo que perder en ello. Disfruta del proceso.
Y el marinero se
alejó dejando al pasajero disfrutando de las sensaciones que le transmitía el
nuevo barco, sabiendo con una certeza total que todo aquello que le había
explicado era real y cierto, que nacía un nuevo tiempo y una nueva era, y que
todo estaba al alcance de algo tan simple, como cambiar de canal, siendo uno
mismo el mando, y teniendo a tu disposición la infinita energía del universo
como pilas del proceso.
¡Saludos!
David |
sábado, 21 de junio de 2014
David Topí - La Tierra y su situación actual: una historia de barcos. Primera y segunda parte.
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