lunes, 4 de mayo de 2020

CADENA DE INFELICIDAD O ESPIRAL EVOLUTIVA. Por Laura Foletto




“¿Por qué estoy siempre dando?”, me pregunta una paciente, a quien su madre le grabó a fuego que tiene que estar para ella en todo momento, como una esclava. Llevamos cadenas invisibles, que los demás nos han impuesto, como eslabones que pasan de generación en generación, de mandato en mandato, tanto familiar como culturalmente.



Se glorifica el sometimiento, la callada resignación, la sumisión entendida como tradición, respeto, normalidad. De esta forma, crecemos sin escuchar nuestra voz verdadera sino los preceptos sociales y religiosos, que nos piden que continuemos lo que siempre fue y será… Una llamada a la opresión a cambio de seguridad, apoyo y tutela.



Nos han inculcado que debemos hacer felices a los demás para ser felices. ¿Qué hemos obtenido? Personas profundamente infelices que se desviven por otros, esperando un poco de plenitud que nunca llega. Es patético (opuesto a la vida) observar la sucesión de seres que se dejan de lado para hacer felices a otros, que tampoco se consideran por hacer felices a otros, que… ¿Cortaremos esta cadena de una vez?



Venimos de ciclos tribales y colectivos, que exigen que el individuo se someta para que el clan pueda perpetuarse. Estos tiempos están terminando. Muchos lo sienten, pero la voz tribal es tan fuerte todavía que acalla el llamado interior. El miedo al rechazo, a la exclusión, al juzgamiento, al abandono, hace que se siga “perteneciendo”, aun a costa de sufrimientos y ansiedades terribles.



Si bien hace tiempo que estamos tratando de desligarnos de estos mandatos tan arraigados, todavía falta para que más personas encarnen otra manera de existir en esta bendita Tierra. Los niños ya traen información genética distinta (que es ignorada y tratada para ser “adaptada” a una sociedad enferma), pero, a medida que sigan naciendo con características tan nuevas y diferentes a las que conocemos, irán sentando las bases para una sociedad absolutamente original y auténtica.



¿Cómo ayudamos? Conociendo y aceptando nuestro diseño único, aportando lo que vinimos a dar y haciendo nuestros aprendizajes; dejando de poner la felicidad, el amor y nuestro destino en manos de los otros; escuchando la guía interna en lugar de dejarnos llevar por la omnipresente palabra de lo establecido, en cualquiera de sus formas (esto no quiere decir tirar todo por la borda, sino discernir qué es real y qué es manipulación).



Nos atemoriza nuestra individualidad. La asemejamos a estar solos y desvalidos; no se trata de abominar de los lazos familiares y sociales, sino de ser nosotros mismos en grupos que nos respeten, mientras respetamos a los demás. Tampoco se trata de luchar y condenar cualquier cosa o entidad; esa no es una estrategia adecuada a estos tiempos: conciencia y trabajo interno es más efectivo. Hasta ahora, no le hemos dado una oportunidad al amor (el odio y la guerra nos han resultado más efectivos), pero es hora de probarlo y comienza en nosotros mismos.



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