miércoles, 22 de abril de 2020

David Topí: Moviéndonos hacia niveles sociales y estratos económicos más elevados.


Tal y como hemos visto en el artículo anterior y precedentes, las reglas del juego cambian según el estrato social y económico en el que te encuentras, y aunque no podamos llegar a pertenecer a ese 1% del que hemos hablado anteriormente, y quizás ni deseos de hacerlo en la mayoría de los casos, sí que puede que nos gustase movernos hacia otros estratos algo más elevados del que nos encontramos ahora. Como todo, a pesar de que la explicación a nivel social y económico de la razón de su existencia ya la tengamos más o menos clara, todo depende siempre del nivel de realidad en el que te encuentras y de la proyección que haces según tu propia visión del mundo. Pondremos una petición al final del artículo para ayudar a trabajar esta parte de nuestra vida que complementa la petición sobre el acceso a los arquetipos de la abundancia y la desprogramación de la “escasez” que ya hemos visto en el post anterior.

Una larga historia de clases sociales

Es probable que todos conozcamos perfectamente el concepto de las diferentes clases sociales que existen en nuestra sociedad. Posiblemente todos somos conscientes y sabemos también de primera mano a qué clase o estrato social pertenecemos, y todos hemos leído y hablamos con naturalidad de aquellos que se encuentran en clases sociales y económicas más altas, o aquellos que pertenecen a clases sociales “inferiores”.

En general, ningún ser humano se suele plantear seriamente cuál ha sido su origen y porqué estamos “distribuidos” así. Se entiende que es una consecuencia derivada del estatus económico de cada persona, que, por su nivel de ingresos y posición social y profesional, “encaja” y cuadra en un nivel de la sociedad determinado. Puesto que es correcto que este fenómeno y estratificación se produce principalmente por temas económicos, no hay mucho más que discutir o que indagar al respecto.

Sin embargo, no es del todo completa esta explicación. ¿Por qué no? Porque además de los factores económicos y profesionales, otra de las razones por las cuales nos identificamos y pertenecemos a un nivel social u otro tiene que ver con los factores psicológicos de nuestra propia personalidad, los programas y arquetipos que poseemos y el sistema de creencias imbuido en cada uno de nosotros. Puesto que esto es algo que no se puede medir ni cuantificar por la mayoría de estadistas, psicólogos o economistas del planeta, es un parámetro que queda fuera de toda conclusión lógica de por qué (dejando de lado el dinero) algunos miembros de la sociedad pertenecen a las clases altas y “élites” de la misma, y otros pertenecen a las clases más pobres e inferiores.

¿Qué hace que la manera de enfocar la vida pueda llevarte a moverte hacia un escalón superior en la jerarquía social y qué hace que puedas moverte hacia un escalón inferior?

Posiblemente muchos hayáis oído hablar y mencionar el concepto de la Pirámide de Maslow, una teoría psicológica propuesta en los años 40 del siglo pasado en la que se divide en cinco niveles las necesidades básicas que tiene un ser humano para poder sobrevivir, desarrollarse y crecer como individuo. Estos cinco “escalones” o niveles pasan por buscar la manera de tener cubiertas nuestras necesidades físicas y fisiológicas, nuestras necesidades afectivas, de compañía, familiares, económicas, de autorrealización, de conseguir un “estatus social”, etc. Y, en este punto, es donde nos vamos a detener, ya que aquí encontramos una de las razones por las cuales pertenecemos o nos identificamos con una clase social o con otra. Veamos cual es el mecanismo psicológico que subyace para ello.

Necesidad de reconocimiento por parte de la sociedad

Según la pirámide de Maslow, cuando un ser humano tiene cubiertas las necesidades de supervivencia, alimento, descanso, recursos económicos y seguridad familiar (los primeros niveles de esta escala), inicia una búsqueda de otros elementos que le den sentido a su vida, aunque no sepa que está intentando darle sentido a lo que “es” como persona y lo que hace en el mundo, de manera que, intuitivamente, vamos tratando de abrirnos hueco entre personas, grupos, comunidades y entornos sociales y profesionales que puedan ayudarnos a reconocer lo que somos, quiénes somos, y lo que podemos aportar a los demás, como forma de mostrar aquello que nos define, que nos hace ser diferentes, que nos permite individualizarnos y que nos ayuda a anclarnos a un cierto tipo de entorno, como una pieza de un rompecabezas que busca en qué parte del mismo encaja perfectamente, y para ello va probando y tratando de entrar en diferentes sitios hasta que encuentra el suyo.

Por lo tanto, en muchas ocasiones, el estrato y clase social a la que pertenecemos depende no solo de cuantos recursos económicos tenemos, sino de que visión y que nivel de crecimiento personal hemos alcanzado, pues ese tipo de “estado interno” nos define de una manera muy determinada, y podrá encontrar un encaje solo con un grupo de personas determinadas en un entorno determinado, de manera que será ahí donde hallemos, mientras no volvamos a cambiar cómo somos, el encaje perfecto dentro del entorno perfecto para el momento perfecto en el que estamos. Y eso no es otra cosa que el “estatus social” que cada uno tiene.

El factor principal de tu nivel económico es tu psique, no tu dinero

Esta manera de ubicarnos en sociedad está determinada por muchos factores, pues no solo el tema económico es clave para poder autodefinirnos como personas de clase media, alta, trabajadora o pobre. Aunque en los estratos inferiores de la sociedad tener dinero o no marca fuertemente nuestra identificación con un nivel del sistema, a medida que uno analiza las clases medias y las clases altas de nuestra civilización el factor más importante no es el dinero, sino la psicología de la persona y su forma de encarar la vida.

Al empezar a percibir la realidad de una determinada manera, unirte a personas que piensan de forma parecida a ti, y entrar en un grupo determinado donde se tiene otra visión de las cosas, puedes empezar a cambiar de estrato social simplemente por asimilación de una forma de ver el mundo que te aleja de un cierto grupo y estilo de personas y te acerca a otro. Puesto que la realidad no deja de ser una proyección holocuántica individual, al “absorber” de terceros otros puntos de vista “superiores”, empiezas tímidamente al principio, y poco a poco, a emitir una nueva realidad influenciada por ese nuevo entorno.

Este fenómeno y transformación personal se suele dar de forma natural y paulatina, y viene asociado a cambios muchas veces profesionales, pues al cambiar de trabajo cambias de compañeros, de entorno laboral, del tipo de ambiente que hay o deja de haber, y, puesto que eso también viene acompañado de cambios salariales, son estos últimos los que nos dan la impresión que han provocado que ahora estemos reuniéndonos con personas de otro nivel diferente, de otra parte de la sociedad diferente, y de otro estrato distinto al que teníamos antes del cambio profesional. En realidad, lo que cambia no es otra cosa que el holograma que estás proyectando como resultado de esa nueva situación, recursos monetarios incluidos, pero no únicamente responsables de que hayas “elevado” tu estrato a otro nivel.

Cambio de realidad por cambio de residencia

Si este cambio no se da por trabajo sino por mudanza, es decir, por irnos a vivir a otro lugar, también podemos pasar de un grupo y estrato social a otro distinto, por el simple hecho de que entramos a vivir en un barrio nuevo que tiene unas ciertas características y un determinado “ambiente”, frecuentado por un cierto tipo de personas con una manera concreta de hacer las cosas, que, por poco que tengamos un mínimo de interacción con ellas, nos irán permeando y dotando a nuestra propia personalidad y forma de ser de las características de ese nuevo grupo y estrato social al que antes no pertenecíamos.

La psicología que define el estatus social de las personas

Por lo tanto, aunque existan factores materiales y físicos acompañando y siendo muchas veces detonantes del cambio, la pertenencia a un cierto estrato, clase y grupo social viene determinada principalmente por la psicología de ese grupo y nuestro encaje con el mismo, con el entorno y nuestra manera de percibir la realidad.

Para pertenecer a las clases altas de nuestra ciudad es obvio que hay que tener ciertos recursos económicos, pero es primordial tener una mentalidad asociada a cómo esas clases “altas” perciben su mundo y su día a día. Una mentalidad de “clase trabajadora”, que es perfectamente correcta y completamente adecuada, no es la mentalidad de quienes viven su vida desde otro punto de vista donde hay ciertos aspectos de la realidad “elitista” que no se pueden comprender desde la realidad de la clase media, por lo que a menos que cambiemos nuestra psique y la ajustemos a esa mentalidad “económicamente superior”, no podremos nunca dar los primeros pasos para movernos a un estrato más alto al que estamos si es nuestro deseo hacerlo.

Se han escrito decenas sino centenares de libros de personas que encontraron la forma de salir de un entorno social pobre y con pocas oportunidades de crecimiento solo imitando los comportamientos y la forma de pensar de aquellos que han tenido “éxito económico” en la vida, y que han conseguido superar todos los obstáculos que ésta les haya puesto para llegar a lo más alto de sus propias pirámides de crecimiento personal. Y es correcto, pues para poder movernos hacia “arriba”, simbólicamente, dentro de una sociedad completamente estratificada y donde unos pocos tienen mucho de todo pero la mayoría tiene poco de nada, hay que empezar por cambiar la mentalidad de toda la sociedad, y darnos cuenta que el componente de “actitud” es igual o más importante que el componente “dinero”, estando ambos enlazados hasta cierto punto pues, para poder llegar a tener muchos recursos económicos también hay que tener una cierta predisposición y actitud adecuada hacia ellos y la manera de conseguirlos.

Defendiendo tu posición, taponando a los de abajo

¿Significa esto que podemos terminar con las penurias de las castas y clases más bajas de nuestra civilización en tantos y tantos países que aún las mantienen “activas” como parte de la gestión de la sociedad? ¿Significa que cambiando la actitud de estas personas podemos hacer que salgan en masa y se conviertan en ciudadanos de, al menos, clase media?

La respuesta es sí, se podría perfectamente. Pero no será tan fácil, por la simple razón de que los que se encuentran en las clases altas y medio-altas no lo permitirán. ¿Por qué? ¿Cómo les afecta? Les afecta porque elimina la exclusividad que se tiene cuando perteneces a un grupo al que solo unos pocos individuos, o unos pocos millones en todo el planeta, tienen acceso, ya que cuando todo el mundo tiene lo mismo de todo, ese “todo” dejar de tener valor, y si deja de tener valor porque todo el mundo lo posee, deja de diferenciarte de los demás. Y si deja de diferenciarte, entonces pierdes el estatus psicológico de ser “mejor” o ser “diferente”, que es lo que nos da seguridad en el tercer nivel de la pirámide de Maslow, que hace que cada persona intente buscar lo que la diferencia de otros para poder encontrar el lugar en el mundo en el que encaja perfectamente, pues si todas las piezas del rompecabezas son iguales, en teoría cualquier pieza puede encajar en cualquier sitio, ya que los huecos para ellas son idénticos, lo cual elimina el factor de “soy especial”, disminuye la autoestima y provoca que nos sintamos “uno más” y no “alguien importante”.

Como veis, la energía y programa que subyace debajo de la estratificación social de nuestro planeta es el miedo a no ser “especial” y “diferente”, y fue imbuido en la psique del lhumanu por asimoss para mantenerlos “inferiores” siempre a ellos, no solo en poder, o tecnología o conocimiento, simplemente, “inferiores” a nivel psicológico.

Así, todo este razonamiento psicológico que se produce en cadena es completamente subconsciente a los mecanismos de la razón y de la psique humana, ya que ninguno estamos pensando en ello o siendo conscientes cuando tomamos las decisiones que tomamos para movernos de un entorno social a otro o cuando estamos interiormente insatisfechos con la vida que llevamos, pero no sabemos por qué, o simplemente cuando queremos salir de uno de esos estratos sociales para mejorar hacia uno percibido como superior, pero no entendemos que es lo que nos detona interiormente esa necesidad de cambio.

El estatus de una persona depende de su valía como ser humano

Como todo, la sociedad en general debe darse cuenta de que el valor de cada ser humano no depende del estatus social que tiene o de la clase a la que se pertenece, sino de la valía humana que se posee y que se ofrece a los semejantes para asistirlos a la vez que nos asistimos a nosotros mismos en nuestro camino y desarrollo. Pero actualmente nuestro sistema no funciona así, y, por lo tanto, es muy difícil que vayamos a conseguir implementar una manera en la que las “élites” y clases superiores de las que hemos hablado en el artículo anterior permitan el acceso masivo a su “mundo” y a su realidad a los miembros de las clases medias, y, de la misma manera, tampoco estas mismas clases medias, de manera colectiva e inconsciente, permiten el acceso a su “realidad” de aquellos pertenecientes a las clases “bajas”, pues se percibe el miedo y el peligro de que, entonces, los recursos y servicios y el nivel de vida del que disfrutan estas clases medias, que no son tampoco excesivos, se vean reducidos por la incorporación de millones de personas de clase baja, sea el país que sea o la región donde esto suceda. No tenéis más que ver como se aprovecha este miedo, bien estudiado y de forma planificada, en los mítines y propaganda de muchos partidos políticos contra aquellos que vienen de fuera (refugiados, inmigrantes, gente de otros países) a “quitarnos” nuestros recursos.

Puesto que cada estrato protege su nivel de vida, y trata de frenar las oportunidades de acceder al mismo, los círculos sociales se vuelven cada vez más exclusivos y las normas para pertenecer a ellos se hacen cada vez más rígidas, impidiendo que masivamente se unan a esos entornos, grupos o clases personas que no hayan superado un cierto nivel económico, principalmente, como forma de cuantificar si puede o no puede pertenecer al mismo, pero, en segundo lugar, que tengan o no un cierto perfil de comportamiento, de visión y de personalidad, para ver si aun teniendo los recursos económicos, puede encajar o no en esa parte del puzle.

Los recursos económicos por si solos no cambian tu estatus social

Y es que pensémoslo un momento, ¿por el hecho de que nos toque la lotería y muchos millones nos convertimos automáticamente en personas de la alta sociedad?

No, mientras sigamos teniendo la misma visión del mundo, la misma personalidad y la misma configuración psicológica, seguimos perteneciendo a la clase o estrato social en el que estábamos antes de ese premio. Por lo tanto, si no hacemos cambios interiores como los que hemos mencionado, o cambios externos como el mudarnos a otro entorno o cambiar de trabajo o adquirir otros elementos a nuestra vida que nos ayuden a cambiar cómo vemos el mundo hacia un nivel superior, lo que sucederá, y de hecho así lo podemos comprobar, es que muchas personas terminan perdiendo el premio que obtuvieron malgastándolo, ya que, al no cambiar “internamente”, no supieron adaptarse y usar el catalizador que esos recursos económicos aportaban para hacerles subir de escalón social.

Si no hay esa voluntad de cambio y de iniciar un movimiento “mental” hacia otro tipo de círculos y entornos acordes a la nueva situación económica que poseemos, no es posible ningún cambio físico por mucho que lo esperemos o queramos.

Observando comportamientos y la visión de aquellos que poseen el nivel que deseamos

Es cuestión, pues, de darnos cuenta de que si queremos salir de un nivel económico, social y relacional en el que estamos pero no tenemos los recursos para ello, hemos de empezar por estudiar, analizar y observar los comportamientos, visiones y formas de entender el mundo que tienen los que se encuentran en ese nivel al que queremos llegar: cuáles son sus inquietudes, cómo se plantean los problemas y cómo los solucionan, cómo enfocan los retos y cómo afrontan los cambios, cómo buscan maneras de provocarlos o cómo evitan lo que no desean afrontar, cómo gestionan el fracaso o el éxito, etc.

Este primer paso inicia el cambio en la forma en la que cada persona afronta su realidad, y de ahí se inician procesos para que aparezcan las oportunidades para el cambio económico, material y físico que puedan asentarnos “formalmente” y con la “aprobación” de ese nuevo “círculo social” en la parte del rompecabezas a la que hemos llegado para instalarnos y arraigarnos, hasta que decidamos dar un salto de nuevo y buscar otro punto que aún nos permita crecer más, y seguir avanzando por nuestra propia pirámide de crecimiento personal.

Desprogramando los topes y programas para facilitar ese cambio de mentalidad

Por lo tanto, a nivel energético, lo que podemos y vamos a hacer es desprogramar de la psique todos esos “topes” que dificultan esos cambios, relacionados por un lado con la zona de confort, relacionados también con los miedos al éxito y al fracaso, relacionados con los programas del inconsciente colectivo de escasez y falta de recursos que hemos visto, etc. De nuevo, mucho trabajo de desprogramación por delante, pues hasta que realmente la realidad externa no nos muestre cambios “tangibles”, significa que no ha cambiado lo suficiente la realidad “interna” que es la base para su proyección.

La petición a nuestro YS para ello es la siguiente;


Solicito a mi Yo Superior y le doy permiso permanente para que elimine, desprograme y borre todos los arquetipos, programas, sustrato energético y contenido de mis esferas mentales, cuerpo mental, esfera de consciencia y del resto de elementos de mi psique que limitan, ralentizan o impiden mi conexión a un nivel de realidad superior codificado como un estrato social y económico por encima del que me encuentro física y energéticamente en estos momentos. Solicito y doy permiso permanente para borrar y eliminar los anclajes, cadenas, enganches e hilos energéticos hacia niveles de realidad inferiores, así como eventos, situaciones, egregores, concentraciones energéticas o estructuras de mi realidad que me atan “hacia abajo” y dificultan e impiden el movimiento energético hacia esos otros niveles superiores en vibración, frecuencia, recursos y oportunidades de crecimiento y desarrollo. Solicito y doy permiso permanente para elevar toda mi estructura psíquica hacia la conexión con los estratos globales de los grupos y niveles de la sociedad más elevados a los que pueda en estos momentos acceder por mi estado energético actual, para imbuir las energías y vibraciones que me faciliten mi propio cambio personal hacia niveles de realidad más elevados con todos los elementos físicos, económicos, sociales, materiales, etc., que en ellos estén presentes. Gracias.

Cerramos así de momento toda esta serie de artículos sobre economía, esperando que os sean útiles en estos tiempos revueltos e inciertos. En el próximo artículo, empezaremos otra serie sobre el tema de telefonía móvil que tiene a muchas personas preocupadas y alteradas por no saber que influencia tienen las nuevas y existentes redes en nosotros, así que tendremos oportunidad de estudiar a fondo su funcionamiento, la razón de su existencia y el efecto en nuestro campo energético.

Un abrazo,

David Topí

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