Algunos
dicen que solamente hay dos cosas en el mundo: Dios y el miedo; el amor y el
miedo son las únicas dos cosas. Solamente hay un mal en el mundo: el miedo.
Solamente hay un bien en el mundo: el amor. A veces le dan otros nombres. A
veces lo denominan felicidad o libertad o paz o gozo o Dios o lo que sea. Pero
el rótulo realmente no importa. Y no hay un solo mal en el mundo que no se
origine en el miedo. Ni uno solo.
La
ignorancia y el miedo, la ignorancia causada por el miedo, de ahí viene todo el
mal, de ahí viene la violencia. La persona que realmente no es violenta, la que
es incapaz de la violencia, es la persona que no tiene miedo. Usted se enoja
solamente cuando tiene miedo. Piense en la última vez que se enojó y busque el
miedo subyacente. ¿Qué temía perder? ¿Qué temía que le quitaran? De ahí viene
la ira. Piense en una persona furiosa, tal vez en alguien a quien usted teme.
¿Puede ver todo el miedo de esa persona? Tiene mucho miedo, realmente lo tiene.
Está muy asustada o no estaría furiosa. En el último análisis solamente hay dos
cosas, el amor y el miedo.
En
este retiro me gustaría dejarlo hasta ahí, sin estructura y pasando de una cosa
a la otra y regresando a ciertos temas una y otra vez, por que ésa es la forma
de captar lo que estoy diciendo. Si eso no le llega la primera vez, puede
llegarle la segunda, y lo que no le llega a esa persona puede llegarle a otra.
Yo trato diferentes temas, pero todos son sobre lo mismo. Llámelo consciencia,
llámelo amor, llámelo espiritualidad o libertad o despertar o cualquier cosa.
Realmente es lo mismo.
LA CONSCIENCIA Y EL CONTACTO CON LA REALIDAD
Mirarlo
todo dentro y fuera de usted, y cuando algo le sucede, verlo como si le
estuviera sucediendo a otra persona, sin comentarios, sin juicios, sin
actitudes, sin interferencias, sin intentos de cambiarlo, sólo de comprender.
Cuando asuma esta actitud, empezará a caer en la cuenta de que se va
desidentificando cada vez de su “mi”. Santa Teresa de Avila dice que, hacia el
final de su vida, Dios le concedió una gracia extraordinaria. No usa, por
supuesto, esta expresión moderna, pero solamente se trata de la
desidentificación de sí misma. Si otra persona tiene cáncer y no conozco a esa
persona, eso no me afecta mucho. Si tuviera amor y sensibilidad, tal vez le
ayudaría, pero eso no me afecta emocionalmente. Si usted tiene que presentar un
examen, eso no me afecta mucho. Puedo ser muy filosófico al respecto y decirle:
“Bueno, cuanto más se preocupe, peor será. ¿Mas bien por qué no descansa en vez
de estudiar? ” Pero cuando llega mi turno para presentar un examen, entonces es
diferente, ¿no es así? La razón es que me identifiqué con el “mi”: con mi
familia, con mi país, mis posesiones, mi cuerpo, mi ego. ¿Cómo sería si Dios me
diera la gracia de no llamar a estas cosas “mías”?. Gozaría del
desprendimiento; estaría desidentificado. Eso es lo que significa perderse a sí
mismo, negarse a si mismo, morir a si mismo.
LA BUENA RELIGIÓN: LA ANTÍTESIS DE LA
INCONSCIENCIA
Alguien
me preguntó durante una conferencia: ¿Qué piensa sobre Nuestra Señora de
Fátima?” ¿Qué opina de ella? Cuando me hacen preguntas como ésa, me acuerdo de
aquella vez que llevaban la estatua de Nuestra Señora de Fátima en un avión a
una peregrinación de veneración, y cuando volaban sobre el sur de Francia el
avión empezó a bambolearse y a temblar y parecía que fuera a desbaratarse. y la
milagrosa estatua gritó: ¡Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros!” Y
todo se arregló. ¿No fue maravilloso? ¿una “nuestra señora” que ayuda a otra
“nuestra señora”?
También
había un grupo de mil personas que fueron en peregrinación a Ciudad de México a
venerar el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y se sentaron delante de la
estatua protestando porque el Obispo de la Diócesis había declarado a “Nuestra
Señora de Lourdes” patrona de la Diócesis! Estaban seguros de que Nuestra
Señora de Guadalupe” lo sentía mucho, de manera que estaban protestando en
desagravio de la ofensa. Ése es el problema con la religión si uno no se cuida.
Cuando
les hablo a los hindúes, les digo: “Sus sacerdotes no se alegrarán de oír
esto”(fíjense lo prudente que estoy esta mañana), “pero, según Jesucristo, a
Dios le agradaría más la transformación de ustedes que la adoración que le
rindan. Le agradaría mucho más su amor que su adoración”. Y cuando les hablo a
los musulmanes, les digo: “Su ayatollah y sus mullahs no se van a
alegrar de oír esto, pero a Dios le va a agradar mucho más que ustedes se
transformen en personas llenas de amor que si dicen “Señor, Señor”. Es
infinitamente más importante que ustedes se despierten. Eso es la
espiritualidad, eso es todo. Si ustedes lo logran, tienen a Dios. Entonces
ustedes adoran “en espíritu y en verdad”. Cuando ustedes se convierten en amor,
cuando se transforman en amor.
El
peligro de lo que puede hacer la religión se ve muy bien en una historia que
contó el Cardenal Martini, Arzobispo de Milán. La historia es sobre una pareja
de italianos que se van a casar. Se habían puesto de acuerdo con el párroco
para hacer una pequeña recepción en el atrio de la parroquia, frente a la
iglesia. Pero llovió, y no se podía hacer la recepción, de modo que le dijeron
al sacerdote: “¿Podríamos hacer la celebración en la iglesia?
Al
padre no le entusiasmó hacer una recepción en la iglesia, pero ellos le
dijeron: “Comeremos un poco de torta, cantaremos una canción, tomaremos un
poquito de vino y nos iremos a casa”. De manera que el padre aceptó. Pero como
eran italianos amantes de la vida, tomaron un poco de vino, cantaron una
canción, luego tomaron otro poquito de vino y cantaron más canciones, y a la
media hora había una gran celebración en la iglesia. Y todos se estaban
divirtiendo mucho. Pero el padre estaba tenso, paseándose de un lado para otro
en la sacristía,preocupado por el ruido que estaban haciendo.
El coadjutor
entró y le dijo:
-
Veo que usted está muy tenso.
-
Por supuesto que estoy tenso. ¡Oiga el ruido que están haciendo, y en la casa
de Dios! ¡Santo Dios!.
-
Pero padre, realmente no tenían a dónde ir.
-¡Ya
lo sé! Pero, ¿Por qué tienen que hacer tanto ruido?
-
Bueno, no debemos olvidar que el mismo Jesús asistió una vez a una boda! ¿No es
verdad, padre?
-
Yo sé que Jesucristo asistió a un banquete de bodas. ¡No es necesario que usted
me diga que Jesucristo asistió a un banquete de bodas!
¡Pero
no estaba allí el santísimo sacramento!
Miren:
A veces el Santísimo Sacramento es más importante que Jesucristo: Cuando el
culto es más importante que el amor, cuando la iglesia es más importante que la
vida, cuando Dios es más importante que el prójimo. Y así sigue. Ése es el
peligro. En mi opinión, para esto era para lo que Jesús evidentemente nos
llamaba: ¡Primero lo primero! La persona es mucho más importante que el sábado.
Hacer lo que le digo, convertirse en lo que estoy indicando, es mucho más
importante que decir Señor, Señor. Pero a su mullah no le va a gustar oír eso,
se lo aseguro. A sus sacerdotes no les va a gustar oír eso. Sin embargo, de eso
es de lo que hemos estado hablando. De la espiritualidad. Del despertar. Como
les dije, si quieren despertar es extremadamente importante hace lo que llamo
“autoobservación”. Sean conscientes de lo que dicen, sean conscientes de lo que
hacen, sean conscientes de lo que piensan, sean conscientes en su manera de
actuar. Sean conscientes del lugar de donde vienen , de cuales son sus
motivaciones. No vale la pena vivir una vida sin consciencia.
La
vida sin consciencia es una vida mecánica. No es humana, es programada,
condicionada. Más valdría que fuéramos una piedra, un trozo de madera. En mi
país hay cientos de miles de personas que viven en pequeñas chozas, en una
pobreza extrema; apenas logran sobrevivir, todo el día hacen un trabajo manual
duro, duermen y se despiertan por la mañana, comen algo, y vuelven a empezar. Y
uno piensa: “¡Qué vida!” “¿Eso es lo que la vida tiene para ofrecerles? “Y
entonces, de pronto, se sobresalta cuando se da cuenta que el 99.999%
de las personas de aquí no están mejor. Ustedes pueden ir al cine, conducir un
automóvil, hacer un crucero. ¿Creen ustedes que están mejor que ellos? Ustedes
están tan muertos como ellos. Son una máquina tanto como lo son ellos – Una
máquina un poco más grande, pero de todas maneras, una máquina. Eso es triste.
Es triste pensar que la persona pasa por la vida así.
Los
seres humanos pasan por la vida con ideas fijas; nunca cambian. Sencillamente
no se dan cuenta de lo que sucede. Ellos podrían ser un bloque de madera, o una
roca, una máquina que habla, camina, piensa. Eso no es humano. Son títeres
movidos en todas las direcciones por todo tipo de cosas. Opriman un botón y
obtendrán una reacción. Casi se puede predecir cómo va a reaccionar una
persona. Si estudio a una persona, puedo decirles cómo va a reaccionar. Con mi
grupo de terapia, a veces escribo en una hoja de papel que Fulano va a iniciar
la sesión y que Mengano va a responderle. ¿Creen que eso está mal? Bueno, no
escuchen a las personas que les dicen: “¡Olvídese de usted mismo! Acérquese a
los demás con amor” ¡No las escuchen! Todos se equivocan. Lo peor que usted
puede hacer es olvidarse de usted mismo cuando se acerca a los demás con lo que
se llama una actitud de ayuda.
Esto
lo entendí a la fuerza hace muchos años, cuando estudié sicología en Chicago.
estábamos siguiendo un curso de consejería para sacerdotes. Se admitía sólo a
sacerdotes que estaban haciendo consejería y que aceptaban traer a la clase la
grabación de una sesión. Éramos como veinte. Cuando me llegó el turno, traje un
casete con una entrevista que había tenido con una joven. El instructor colocó
la cinta en una grabadora, y la escuchamos. A los cinco minutos, como
acostumbraba el instructor detuvo la grabación y preguntó: ¿Hay comentarios?
Alguien me dijo:
-¿Por
qué le preguntó eso a ella?
-
No creo haberle preguntado nada – le contesté -. En realidad, estoy bastante
seguro de no haberle preguntado nada.
-
Usted le preguntó – afirmó.
Yo
estaba seguro porque en esa época estaba siguiendo conscientemente el método de
Carl Rogers, el cual se orienta hacia las personas y es no directivo: uno no
hace preguntas, no interrumpe ni da consejos. De manera que yo sabía que no
debía hacer preguntas. De todos modos, hubo una discusión entre nosotros y
entonces el instructor dijo: “¿Por qué no volvemos a escuchar la grabación?”
volvimos a escucharla y entonces con horror, oí una pregunta grande, tan grande
como el Empire State Building, una pregunta enorme. Lo interesante es que yo
había oído esa pregunta tres veces, la primera vez, supuestamente cuando la
hice, la segunda vez cuando escuché la grabación en mi habitación (porque yo
quería llevar una buena grabación a clase), y la tercera vez cuando la escuché
en clase. Pero no la había oído. No había tomado consciencia.
Eso
sucede con frecuencia en mis sesiones de terapia o en mi dirección espiritual.
Grabamos la entrevista, y cuando el cliente la escucha dice: “Mire, realmente
no oí lo que usted dijo durante la entrevista. Sólo oí lo que dijo cuando
escuché la grabación”. Lo más interesante es que yo no oí lo que dije durante
la entrevista. Es sorprendente descubrir que durante una sesión de terapia digo
cosas de las que no tengo consciencia. Solamente más tarde capto su pleno
significado. ¿Creen ustedes que esto es humano? Usted dice: “Olvídese de usted
mismo y vaya hacia los demás”. De todos modos, después de escuchar nosotros
toda la grabación allá en
Chicago, el instructor dijo: “¿Hay
comentarios?” Uno de los sacerdotes, un hombre de cincuenta años con quien yo
simpatizaba, me dijo:
-
Tony, me gustaría hacerte una pregunta personal. ¿Te parecería bien?
-
Si, por supuesto – le contesté – Si no quiero responderla, no respondo.
-¿La
mujer de la entrevista es bonita? – me preguntó
Realmente,
yo estaba en un estadio de mi desarrollo (o subdesarrollo) en el cual no me
daba cuenta de si alguien era bien parecido o no lo era. No me importaba. Ella
era una oveja del rebaño de Cristo; yo era un pastor. Yo prestaba ayuda. ¡Qué
maravilla! Así me habían entrenado. De modo que le dije:
-¿Eso
que tiene que ver?
-
Porque ella no te gusta, ¿verdad? – me contestó
-¡¿Qué?!
– exclamé
Nunca
me había detenido a pensar si los individuos me gustaban o me disgustaban. Como
la mayoría de la gente, sentía una antipatía ocasional que se hacía consciente,
pero mi actitud generalmente era neutral. le pregunte:
-¿Por
qué piensas eso?
-
Por la grabación.
La
escuchamos nuevamente, y me dijo:
-
Escucha tu voz. La dulzura con que hablas. Observa. Estás irritado,
¿no
es así?
Si
estaba irritado, y sólo estaba empezando a ser consciente de ello en ese
momento. ¿Y qué fue lo que le dije a ella de manera no directiva? Le dije: “No
regrese”. Pero no me había dado cuenta. El sacerdote amigo me dijo:
-
Ella es mujer. Se habrá dado cuenta. ¿Cuándo debes volver a reunirte con ella?
-
El próximo miércoles
-
Apuesto a que no regresará
No
regresó. Esperé una semana, pero no vino. Esperé otra semana y tampoco vino.
entonces la llamé. rompí una de mis reglas: No seas el salvador.
La
llamé y le dije:
-¿Recuerda
esa grabación que usted me permitió hacer para mi clase? Me ayudó mucho porque
la clase me señaló muchas cosas (¡No le dije qué cosas!) que podrían hacer que
la sesión fuera más eficaz. De modo que si usted quisiera regresar, sería más
eficaz.
-
Bien, regresaré – me contestó.
Regresó.
Todavía estaba allí la antipatía. No había desaparecido, pero ya no estorbaba.
Usted controla aquello de lo cual es consciente; aquello de lo cual usted no es
consciente, lo controla a usted. Usted siempre será un esclavo de aquello de lo
cual no es consciente.
Cuando
es consciente de ello, se libera. Todavía está allí, pero no lo afecta. No lo
controla a usted, no lo esclaviza. Ésa es la diferencia.
Consciencia,
consciencia, consciencia. Lo que nos enseñaron en ese curso fue a ser
observadores participantes.
Para
expresarlo gráficamente, yo estaría hablando con usted y al mismo tiempo
estaría afuera observándolo a usted y observándome a mí mismo. Cuando estoy
escuchándolo a usted , es infinitamente más importante escucharme a mí mismo
que escucharle a usted. Por supuesto, es importante escucharlo a usted, pero es
más importante escucharme a mí mismo. de otra manera, no lo estaré oyendo. O
distorsionaré todo lo que dice. Lo oiré a través de mi condicionamiento.
Reaccionaré
a usted de muchas maneras, de acuerdo con mis propias inseguridades, con mi
necesidad de manipularlo, con mi deseo de tener éxito, con irritaciones y
sentimientos de los cuales tal vez no sea consciente. De manera que es muy
importante que me escuche a mi mismo cuando lo estoy escuchando a usted. Para
eso nos entrenaron: para ser conscientes.
Usted
no tiene que imaginarse a usted mismo flotando en alguna parte en el aire. Para
aproximarse a una comprensión de lo que estoy diciendo, imagínese un buen
conductor, que conduce un automóvil y que está concentrado en lo que usted le
dice. En verdad es posible que esté discutiendo con usted, pero está
completamente consciente de las señales de tránsito. En el momento en que
sucede algo inesperado, en el momento en que hay un sonido, o ruido, o roce, lo
oirá de inmediato. Dirá: “¿Está seguro de que cerró esa puerta de atrás?”
¿Cómo
lo hizo? Estaba consciente, estaba alerta. Su atención estaba enfocada en la
conversación, o en la discusión, pero su consciencia era más difusa. Estaba
percibiendo muchas cosas.
Aquí
no estoy defendiendo la concentración. Eso no es importante. Muchas técnicas de
meditación inculcan la concentración, pero yo desconfío de eso. Implican
violencia, y, con frecuencia, implican más programación y más condicionamiento,
lo que yo defendería sería la consciencia, que
no es lo mismo que
la concentración. La concentración es un reflector, un
foco. Usted le abre a cualquier cosa que entra en su consciencia. Usted puede
distraerse de eso, pero cuando practica la consciencia, nunca está distraído
Cuando llega la consciencia, nunca hay distracción, porque usted siempre estará
consciente de lo que ocurra.
Digamos
que estoy mirando esos árboles y estoy preocupado. ¿Estoy distraído? Estoy
distraído solamente si me propongo concentrarme en los árboles. Pero si soy
consciente de que también estoy preocupado, eso no es ninguna distracción.
Sencillamente, tome consciencia del lugar donde está su atención. Cuando algo
no va bien o algo
inesperado
sucede, usted lo notará de inmediato ¡Algo no marcha bien! En el momento en que
un sentimiento negativo surge en la consciencia, usted lo notará. Usted es como
el conductor del automóvil.
Ya
les dije que Santa Teresa de Ávila dijo que Dios le dio la gracia de
desidentificarse de sí misma. Ustedes oyen a los niños hablar de esa manera. Un
niño de dos años dice: “Tommy se desayunó esta mañana”. No dice “yo”, aunque él
es Tommy. Dice “Tommy” – en tercera persona. Los místicos se sienten así. Se
han desidentificado de sí mismos y están en paz.
Ésta
era la gracia a la que se refería Santa Teresa. Éste es el “yo” que los
maestros místicos del oriente están constantemente instando a descubrir. ¡Y los
de occidente también! y puede incluir en ellos a Meister Eckhart.
Ellos están instando a la gente a descubrir el “yo”.
LOS RÓTULOS
Lo
importante no es saber quién es “yo” o qué es “yo”. Usted nunca lo logrará. Lo
importante es descartar los rótulos. Como dicen los maestros Zen japoneses, “No
busquen la verdad; sencillamente descarten sus opiniones”. descarten sus
teorías; no busquen la verdad, la verdad no es algo que se busca. Si dejaran de
apegarse a sus opiniones, lo sabrían. ¿Qué quiero decir por rótulos? Todos los
rótulos son imaginables excepto quizás el de ser humano. Soy un ser humano.
Suficiente; no dice mucho. Pero cuando alguien dice”Yo tengo éxito” eso es
demencial. El éxito no es parte del “yo”. El éxito es algo que va y viene;
podría estar presente hoy y ausente mañana. eso no es “yo”. Cuando alguien
dice: “Tuve éxito”, está en un error, está a obscuras. Se identificó con el
éxito. Lo mismo sucede cuando dice: “Fracasé”; yo soy abogado, yo soy un hombre
de negocios. Ustedes saben lo que va a suceder si se identifican con estas
cosas. Se van a apegar a ellas y se van a preocupar porque se acaben. Y
entonces es cuando aparee el sufrimiento. Eso es lo que quería decir antes
cuando les dije: “Si ustedes sufren, están dormidos”. ¿Quieren un signo de que
están dormidos? Aquí lo tienen: ustedes sufren. El sufrimiento es un signo de
que ustedes no están en contacto con la verdad. El sufrimiento les da para que
puedan abrir los ojos a la verdad, para que puedan comprender
que en alguna parte hay falsedad, así como el dolor físico les da para que
comprendan que en alguna parte hay enfermedad. El sufrimiento indica que en
alguna parte hay falsedad. El sufrimiento se produce cuando ustedes se
estrellan contra la realidad. Cuando sus falsedades se estrellan con la verdad,
entonces hay sufrimiento. De otra manera no hay sufrimiento.
LOS OBSTÁCULOS A LA FELICIDAD.
Lo
que voy a decir puede parecer un poco rebuscado. Pero es la verdad. Lo que
viene pueden ser los minutos más importantes de su vida. si pudieran comprender
esto, descubrirían el secreto del despertar. Serían felices para siempre. Nunca
volverán a ser desdichados. Nada podría volver a lastimarlos. Lo digo en serio:
nada. es como cuando se derrama pintura negra en el aire; el aire permanece sin
contaminar. Usted nunca puede pintar el aire de negro. No importa qué le
suceda, usted permanece incontaminado. Permanece en paz. Hay seres humanos que
han logrado esto, lo que llamo ser humano. Nada de esa tontería de ser una
marioneta llevado de un lado a otro, dejando que los acontecimientos y las
personas le digan cómo sentirse. de manera que usted se siente así y dice que
es vulnerable. ¡Ja! Eso lo llamo ser una marioneta ¿Quiere ser una marioneta?
Presione un botón y está deprimido; ¿eso le gusta? Pero si se niega a
identificarse con esos rótulos, cesan la mayoría de sus preocupaciones.
Mas
tarde hablaremos sobre el temor a la enfermedad y a la muerte, pero
generalmente usted se preocupa por lo que le va a suceder en su carrera. Un
pequeño empresario, de cincuenta años está tomando cerveza en un bar en alguna
parte y dice: “Bueno, miren a mis condiscípulos: ellos realmente lo lograron”,
i diota! ¿Qué quiere decir con “lo lograron”? Sus nombres aparecen en los
periódicos, ¿eso es lograrlo? Uno es presidente en una corporación; el otro es
miembro de la Corte Suprema de Justicia; el otro es esto o lo otro. Payasos,
todos ellos.
¿Quién
decide lo que significa tener éxito? ¡esta estúpida sociedad! ¡La principal
preocupación de la sociedad es mantener enferma la sociedad! Y cuando más
rápidamente comprenda esto, mejor. Están enfermos, todos. Están chiflados,
están locos. Usted llegó a ser presidente del manicomio y está orgulloso de
ello aunque no significa nada. Ser presidente de una corporación no tiene nada
que ver con el éxito en la vida. ¡Usted tiene éxito cuando despierta!
Entonces
no tiene que presentarle disculpas a nadie, no tiene que explicarle nada a
nadie, no le importa un comino lo que otros piensen de usted o lo que digan de
usted. Usted no tiene preocupaciones; es feliz. Eso es lo que yo llamo tener
éxito. Tener un buen empleo o ser famoso no tiene nada que ver con la felicidad
o el éxito. ¡Nada!. Eso es totalmente ajeno. Todo lo que le preocupa realmente
a él es lo que sus hijos piensen de él. Lo que sus vecinos piensen de él, lo
que su esposa piense de él. Debiera haber sido famoso. Nuestra sociedad y
nuestra cultura nos meten eso en la cabeza día y noche. ¡Las personas que lo
logran!
¿Logran
qué? Hicieron el ridículo. Porque gastaron toda su energía consiguiendo algo
que no tenía valor. Están asustados y confundidos. son marionetas, como los
demás. mírelos pasando por el escenario. Miren cómo se descomponen si tienen
una mancha en la camisa. ¿Es eso el éxito? miren cuan asustados están ante la
posibilidad de no ser reelegidos. ¿Eso es éxito? Están controlados, son
manipulados. No son felices, son desgraciados. No disfrutan la vida. están
constantemente tensos y ansiosos. ¿Es eso humano? ¿Y saben por qué sucede eso?
Solamente por una razón:
Se identificaron con algún
rótulo. Identificaron el “yo” con su dinero o con su empleo o con su profesión.
Ese fue el error que cometieron.
¿Han
oído hablar del abogado a quien el plomero le presentó una cuenta? Le dijo al
plomero:
-
Mire, usted me está cobrando doscientos dólares la hora. Yo no me gano eso como
abogado. El plomero le contestó:
-¡Yo
tampoco me ganaba esa cantidad de dinero cuando era abogado! Usted podría ser
plomero o abogado, hombre de negocios o sacerdote, pero eso no afecta al “yo”
esencial. No lo afecta. Si mañana cambio de profesión, es como cambiarme de
ropa. No me toca ¿Es usted su ropa?
¿Es
usted su nombre? ¿es usted su profesión? Deje de identificarse con esas cosas,
ellas van y vienen.
Cuando
usted comprenda esto realmente, ninguna crítica puede afectarlo. Tampoco pueden
afectarlo la alabanza o la adulación. Cuando alguien le dice: “Usted es una
gran persona” ¿de qué está hablando? está hablando del “mi”, no está hablando
del “yo”. “Yo” no es ni grande ni pequeño. “Yo” no tiene éxito ni fracasa. No
es ninguno de esos rótulos. Estas cosas dependen del condicionamiento de usted.
Estas cosas dependen del estado de ánimo de la persona que está hablando con
usted en este momento. No tiene nada que ver con el “yo”. “Yo” no es ninguno de
estos rótulos. “Mi” es generalmente egoísta, estúpido, infantil – un gran
estúpido. De modo que cuando usted me dice: “usted es un estúpido” ¡eso lo sé
desde hace años! El ego condicionado – ¿qué más podría esperar de usted? Eso lo
sé desde hace años. ¿Por qué usted se identifica con él? ¡Idiota! Eso no es el
“yo”, eso es el “mi”.
¿Quiere ser feliz? La felicidad
ininterrumpida no es causada. Usted no puede hacerme feliz. Usted no es mi
felicidad. Usted le dice a la persona que ha despertado: ¿Por qué está feliz? y
la persona que ha despertado responde: ¿Por qué no he de estarlo?
La felicidad es nuestro estado natural. La felicidad es el
estado natural de los niños, a quienes pertenece el reino hasta que son
corrompidos y contaminados por la estupidez de la sociedad y la cultura. No se
puede hacer nada para adquirir la felicidad, porque la felicidad no se puede
adquirir. ¿Alguien sabe por qué? Porque ya la tenemos. ¿Cómo se puede adquirir
lo que ya se tiene? ¿entonces por qué no tiene experiencia de ella? Porque
tiene que descartar algo. Tiene que descartar las ilusiones. Para ser feliz no
tiene que agregar nada; tiene que descartar algo. La vida es fácil, la vida es
maravillosa. Es dura solamente para sus ilusiones, sus ambiciones, su avidez,
sus deseos.
¿Sabe
de dónde vienen estas cosas? De haberse identificado con toda clase de rótulos.
Anthony
de Mello
Extracto del
libro: Despierta de Anthony de Mello
http://hermandadblanca.org/
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