sábado, 28 de mayo de 2016

EL PODER DE LA VOZ Y EL SONIDO El PODER DE LA VOZ.


La voz es el instrumento musical más poderoso que puede tener el ser humano, ya que es una onda musical que provoca a la conciencia. La voz siempre ha sido utilizada por todas las diversas culturas como papel clave en rituales, meditación y desarrollo de la conciencia espiritual. A través del canto en grupo, utilizando el potencial de la voz como instrumento “mágico” para la curación es también una llave para la transformación espiritual de las personas. Por lo tanto, trabajar con la voz nos enseña a entrar en estados de conciencia superiores, que combinan la vacuidad, claridad y luz.
Debido a que el paladar es como una cámara de resonancia, la repetición de un sonido como ciertas vocales, consonantes, mantras, oraciones y hasta la propia risa, afecta directamente glándulas en el cerebro como la pineal, el hipotálamo y pituitaria, alterando positivamente la producción de ciertas hormonas y neurotransmisores que afectan todo el cuerpo. El sonido de la voz esta directamente relacionada con la respiración y las actividades mentales.

Cualquier persona que puede hablar, puede entonar y se puede beneficiar. Si supiéramos que nuestra sanación está en nuestro interior, que no hay que buscarla fuera, y que la vibración de nuestra voz es el camino más rápido; una experiencia musical única.
Así es que, de todos los instrumentos disponibles en este planeta, podemos considerar la voz humana como el más poderoso y asequible especialmente cuando se utiliza con la “intención” de sanar.
Los seres humanos han empleado el sonido desde los albores de la humanidad para recibir información de su entorno y para comunicarse, así como también para sanar y transformar.
Según los últimos descubrimientos de física cuántica, estamos hechos mayoritariamente de vacío y energía vibrando a diferentes frecuencias.
Energía es igual a vibración, vibración es igual a sonido, sonido es igual a nota musical. Con el poder de nuestra voz podemos modificar las frecuencias inarmónicas que nos están causando enfermedad, malestar, desequilibrios y bloqueos en nuestro campo energético, cuerpo y mente.
“Casi todas la culturas antiguas y todas las poblaciones autóctonas creían que el sonido era la fuerza creativa, generatriz, responsable de la creación del Universo”. Nestor Kornblum, Director de la Asociación de Terapia del Sonido.
En el Nuevo Testamento podemos leer: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1.1).
El término “Verbo” se refiere claramente al sonido, que es la fuerza divina o fuerza creativa del universo.
El vocablo AUM, conocido generalmente como Om en la tradición hindú, se consideraba el sonido impulsor de la formación del universo.
Lo cierto es que nuestra ciencia moderna occidental es la que aporta las evidencias más convincentes en lo referente al poder del sonido sobre la configuración y transformación de la materia; lo que constituye el fundamento de su capacidad curativa.
Sabemos con toda certeza, como también lo sabían los antiguos, que todo el universo está formado por átomos. Cada átomo está formado por un núcleo (neutrones y protones) y un electrón o electrones que giran a gran velocidad alrededor del núcleo. El número de cada una de estas partículas difiere según la naturaleza de la materia.
El movimiento de giro de los electrones origina un compás o cadencia que crea una onda; onda que es posible distinguir mediante nuestra percepción humana como forma o materia. Siempre que coexisten cadencia, onda y forma, se produce Sonido. Este conjunto recibe el nombre de la “Ley de los tres”.
No es difícil relacionarlo con otros conjuntos o tríos como el de la “Santísima Trinidad”, así como otros grupos de tres divinidades o aspectos que también se da en otras religiones y culturas.
Si comparamos la distancia de los electrones al núcleo de cualquier átomo, descubriremos que resulta proporcional a la de la Tierra al Sol (de aproximadamente 160 millones de Km).
En otros términos, lo que nuestros sentidos humanos perciben como materia, no es otra cosa que un conjunto de campos electromagnéticos resonantes, estrechamente vinculados e interpenetrados: en resumen una manifestación densa de SONIDO (con mucho espacio intercalado).
Toda la materia es sonido y emite sonido, aunque dichos sonidos se encuentren, en su mayoría, fuera de nuestro limitado sentido físico de la audición.
Nuestros cuerpo físicos, por consiguiente, son también campos electromagnéticos resonantes, como también lo son nuestras auras, ambos generados por los átomos que nos configuran.
La ciencia de la cimática demuestra de forma visual el modo en que el sonido configura la materia. Sus experimentos demostraron que, si se colocan polvos finos, arena y virutas de acero sobre una lámina de metal y se les aplica una vibración de ondas acústicas, dichas partículas se organizaban formando patrones intrincados. Las diferentes sust. Estos sorprendentes patrones, también conocidos como figuras Chalynadi, configuran, en el caso de los sonidos armoniosos, mandalas geométricos simétricos.
En algunos casos no son simétricos, sin embargo resulta fascinante su contemplación.
NOSOTROS ESTAMOS VIBRANDO CONSTANTEMENTE
Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio índice (coeficiente) de vibración.
Estos puntos y campos de energía son de igual importancia para el cuerpo físico, aunque menos densos. En cierto sentido reflejan el estado del cuerpo físico aunque, lo que es más importante, el cuerpo físico refleja el estado del aura.
La ciencia de la cimática prueba más allá de toda duda, que cualquier sonido cercano al organismo humano originará un cambio físico en el interior del organismo y sus campos electromagnéticos.
Este cambio puede que solamente sea temporal, pero mientras perdura es posible que provoque ciertos factores muy poderosos y mágicos. Este es el momento de la sanación.
La terapia del sonido se fundamente en este principio de “resonancia en simpatía o solidaria”.
El término resonancia se refiere al índice vibratorio de un objeto, y la resonancia solidaria o en simpatía se refiere al hecho de que un objeto vibrante provoca una vibración acompasada en otro; dicho de otro modo, el índice de vibración de un objeto se iguala al índice de vibración de otro objeto.
Así es como actúa la cimática, y a esto se debe también el hecho de que algunas cantantes de ópera sean capaces de romper objetos de cristal con sus voces, o de que el ruido de los vehículos en circulación provoque el traqueteo de sus muebles.
Ya hemos demostrado que cada parte del cuerpo y sus campos están vibrando. Es, pues, lógico que cada parte del cuerpo, se trate de un órgano o de un chakra, tenga una frecuencia (índice de vibración) óptima, sana.
Cuando estamos enfermos, se debe a que alguna parte de nosotros no está vibrando en armonía consigo misma, con las demás partes o con el entorno.
Esta disonancia o enfermedad puede sanarse con sonido y voluntad (intención)‚ devolviendo a las partes enfermas su frecuencia sana.
Al dirigir el sonido correcto hacia nosotros mismos, o hacia la persona que desea ser curada, podremos regresar a una vibración óptima, sana.
La mayoría de las enfermedades empiezan en uno de los cuerpos sutiles. Nuestros pensamientos, emociones y programación negativos adoptan una forma densa, a modo de patrones de energía cristalizados en nuestros campos etéricos.
Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente, hasta que, en última instancia, se manifiestan como la enfermedad física en el cuerpo, nuestro campo electromagnético más denso.

EL PODER DEL SONIDO



A través de la voz y sus armónicos, y de la vibración pura de los cuencos de cuarzo y tibetanos se evocan instantes de paz, relajación, meditación, inspiración e intuición. Mediante el sonido de la voz e instrumentos acústicos es posible alcanzar diferentes estados o niveles de conciencia.
El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones o energías potencialmente dañinas mucho antes de que lleguen al cuerpo físico. Lo cual no es otra cosa que medicina preventiva en su estado más puro.
Los terapeutas del sonido, en cuya categoría incluyo a los chamanes, sangomas, ciertos monjes y todos los que de manera regular emplean el sonido para sentirse mejor, o para ayudar a otros a que se sientan mejor, cuentan con muchos recursos a su disposición.
Los terapeutas del sonido occidentales utilizan una combinación de voz e instrumentos acústicos y sagrados de distintas culturas.
Un conocimiento funcional del sonido, intención, intuición y energía provocará cambios poderosos en cada nivel de nuestro ser. Se trata de una terapia holística que actúa en los estratos físico, emocional, mental y espiritual.
Uno de los recursos de sanación por medio del sonido conocidos es la antigua técnica del canto de armónicos. Sus orígenes se sitúan en Asia central, donde ha sido practicado desde hace siglos por chamanes de las razas turkic de Mongolia y Tuva, en Sudáfrica lo practican las mujeres Xhosa y en el Tíbet, donde sólo lo emplean los lamas. También se ha convertido en una bella forma de expresión musical.
Conocido como hoomï o khoomeï en Asia, nqokolo por los Xhosa o canto de armónicos en occidente, se trata de una técnica mediante la cual una sola persona canta dos, tres y hasta cuatro sonidos simultáneos.
Por medio de la intención encauzada y empleando el máximo de resonadores posible dentro del cuerpo y el cráneo, es posible amplificar los armónicos (los tonos parciales que componen la voz) o sobretonos del tono fundamental que se está cantando.
Esos armónicos se perciben como tonos por encima del bordón bajo (nota fundamental de la voz) en forma de tonos nítidos similares al sonido de una flauta o al tintineo de las campanas.
El “canto de la voz grave” de los monjes del Tíbet y los mongoles, que pocos occidentales hemos dominado, crea un bordón fundamental secundario, ya sea en la faringe o en las falsas cuerdas vocales, que permite la amplificación de un segundo armónico, configurando un total de cuatro sonidos simultáneos.
Así como luz blanca atravesando un prisma esta separada en sus propias frecuencias -los colores del arco iris, los armónicos son los colores- el arco iris, de la voz.
Estos sonidos puros suenan como flautas por encima de la voz del cantor. Este tipo de canto tiene como resultado una aplicación extraordinaria en la sanación y la transformación.
Los expertos en terapia del sonido afirman que es el más poderoso instrumento de sanación sonora disponible para la humanidad.
Esta técnica tiene sus orígenes en Asia Central, y fue practicada por los mongoles y los tuvanos.
Ellos utilizan esta forma de canto para resonar con la naturaleza que les rodea, imitando los sonidos de animales, del viento en las montañas nevadas y de varios pájaros. También, a través de esto tipo de canto, comunican con los espíritus de la naturaleza.
Esta técnica de canto de armónicos permite a una persona cantar 3 ó 4 sonidos simultáneos, cada sonido armónicamente relacionado con la nota fundamental (es decir la nota base de la voz) y produce una onda sonora muy poderosa que afecta la consciencia en muchas maneras beneficiosas.
En la actualidad, cantantes de Oriente y Occidente emplean estas técnicas para crear sus propias armonías, sin embargo no es preciso tener conocimiento musical. Todos las pueden aprender.
No se trata simplemente de una forma de acrobacia vocal. Al emitirlos se configura una onda muy poderosa que actúa en diversos niveles.
Los tonos fundamentales o bajos de la voz actúan principalmente sobre el cuerpo físico, mientras que los armónicos, que podríamos denominar el arco iris de la voz, actúan sobre los cuerpos sutiles.
Estos sobretonos, como si de rayos láser se tratara, disuelven y dispersan las cristalizaciones de energía potencialmente dañinas.
Los instrumentos acústicos como el didjeridu, los cuencos cantores tibetanos, gongs, monocordio y tampura, operarán del mismo modo que lo hace la voz, pues todos ellos poseen armónicos audibles.
Sin embargo, la voz es mucho más poderosa pues transmite la intencionalidad de un modo más directo de lo que se consigue a través de cualquier instrumento.
Los instrumentos e ingenios electrónicos no poseen todo el registro de armónicos y, en consecuencia, tienen un potencial terapéutico muy limitado.
Mediante el empleo regular del sonido combinado con la intención, podemos empezar a vibrar de manera más rápida, a un nivel celular o molecular. Esto recibe el nombre de “subir la frecuencia”.
Un índice de vibración más elevado crea mayores espacios entre las células, lo que las hace menos densas, evitando que las energías negativas o ajenas se nos adhieran fácilmente.
Algunos de los modos en que el sonido de la voz y el canto de armónicos puede ayudar en la sanación:
– Alivio del estrés y la ansiedad
– Mejora de la concentración
– Mejora de la creatividad
– Mejora de la visión (física, mental y espiritual)
– Equilibrio de los hemisferios cerebrales
– Restablecimiento del equilibrio del sistema endocrino mediante la vibración de la hipófisis o pituitaria
– Alivio de la sinusitis y los dolores de cabeza
– Estímulo de la actividad de las ondas alfa o meditación profunda
– Aumento de la energía por medio de la estimulación del líquido cefalorraquídeo (posiblemente la forma física de la energía kundalini).
– Limpieza del entorno
Latiremos al unísono con la vibración del sonido y nuestro cuerpo que es inteligente por naturaleza, resonará con las frecuencias que le sean más afines a nivel terapéutico.
Gracias por visitar este portal, si te ha gustado este artículo compártelo. Déjanos tu comentario.
http://www.shurya.com/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario