Siguiendo con el
tema del último artículo y tratando de
entender y comprender mejor este proceso de cambio evolutivo que vive nuestro
planeta, vamos a ir intentando cerrar más y más cabos sueltos, para ir
montando, a medida que vamos comprendiendo, las piezas del rompecabezas que nos
permitan entender el momento, los tiempos y procesos, tan importantes que
estamos viviendo.
Cuando aquellos
que nos asisten nos explican como se percibe el cambio frecuencial y evolutivo
que la Tierra está atravesando, desde fuera, uno no puede hacer otra cosa que
tomar nota, hacer preguntas, escuchar las respuestas y luego ponerte a
reflexionar sobre ello para que, nosotros, desde dentro, podamos tener un
atisbo, siquiera mínimo, de lo que está ocurriendo a nivel “cósmico”.
Para ello,
espero que las analogías de los barcos, de la Tierra separándose en dos, y todo lo que hemos explicado hasta
ahora sirva para entender, al menos un poco, lo que lleva tiempo sucediendo, y
lo que va a seguir sucediendo, en los próximos años.
Ubicando la nueva realidad
Entonces, bien,
¿se puede ubicar esta nueva Tierra, este nuevo campo base para la evolución del
ser humano en algún punto del espacio-tiempo? ¿donde está o estará el planeta
cuando complete su separación en ambas realidades por completo? Para
explicarlo, debemos volver a echar un vistazo a la estructura de nuestro
universo, o, particularmente, de nuestra galaxia. Lo más sencillo, desde mi
punto de vista, es trabajar con bandas frecuenciales o de vibración,
asignándoles un color a cada una, según el espectro lumínico, que denota desde
la banda más densa, la correspondiente a la roja, a la banda más alta, la
correspondiente a la violeta. Esto, teniendo en cuenta que, posiblemente,
existen bandas evolutivas en frecuencias en la zona infrarroja, y en la zona
ultravioleta.
Estas “bandas
energéticas” están relacionadas, por supuesto, con la estructura en octavas de
la Creación, ya que, desde la Fuente primaria, la manifestación de todo lo que
existe sigue siempre el proceso de creación por octavas (grupos de siete
niveles vibratorios o frecuenciales, divididos fractalmente en sub-octavas, que
se dividen en sub-sub-octavas, etc.), existiendo nosotros, en este momento, en
una octava indeterminada descendiente desde la Fuente primaria.
Con esto en
mente, podemos diagramar las grandes franjas frecuenciales o dimensionales de
nuestra galaxia, en esta octava en la que estamos, de esta forma:
En este esquema
anterior, las bandas más altas interpenetran a las más bajas, de forma que no
es que estén una encima de otra, sino que están contenidas unas dentro de
otras. Sabiendo esto, podemos comprender la posición actual del planeta dentro
de esta estructura energética.
En estos
momentos, la Tierra se encuentra transitando por la banda frecuencial y
vibracional correspondiente a la banda amarilla, saliendo de ella, y está
empezando a convertirse en un planeta en la banda verde, tal y como podéis ver
aquí, donde la nomenclatura “3D” denota nivel evolutivo, no dimensión
espacio-temporal:
Entra en juego la separación
Por otro lado,
puesto que la Tierra se divide en dos, para que la vida que todavía no ha
tenido tiempo de completar las experiencias de este ciclo evolutivo pueda
hacerlo, lo que hemos llamado la “nueva Tierra” no es más que la creación del
nuevo vehículo evolutivo para el “alma planetaria” que está siendo creado por
el proceso de “mitosis planetaria”, y se encamina a existir en la banda
frecuencial verde, mientras que la “vieja Tierra” no es más que el vehículo
actual, el planeta actual, volviendo a dar un ciclo por la banda amarilla hasta
el cese completo y limpieza de lo que existe en ella actualmente.
La Tierra nueva,
como veis, está avanzando hacia niveles frecuenciales y vibracionales superiores
dentro de la estructura de nuestra Vía Láctea, llevando consigo, evidentemente,
los planos internos o capas no físicas que también sufrirán ciertos cambios
energéticos cuando el nuevo campo base para nuestra evolución se instale y
asiente definitivamente. Y, lo que está ocurriendo, durante el proceso de
separación, es que una parte del planeta avanza hacia la banda o nivel
frecuencial superior, y otra parte se mantiene en la banda frecuencial actual,
a la espera de completar este ciclo, regenerarse y empezar uno nuevo. Así que
esa es la ubicación frecuencial de cada uno de los “dos planetas” que están
ahora todavía muy superpuestos entre si, pero que a medida que pasen los
próximos años, veremos como esta separación se hace cada vez mas grande,
evidente y clara, llegando un momento en el que dejaremos de percibir por
completo, y de saber que existe, nada que no sea lo que esté en la Tierra en la
que nos encontremos.
Entrando en detalles
Bien, esto que
hemos visto es el esquema simplificado del proceso, porque, ¿dónde están aquí
representadas las realidades o dimensiones paralelas? ¿dónde están aquí los
planos no físicos e internos al planeta? Evidentemente, el diagrama es mucho
más complicado, y solo vale la pena detallarlo un poco más para terminar de encajar
algunos conceptos. Veamos ahora una versión ampliada de lo que seria el
diagrama de la Tierra “vieja”, la que se encuentra en la banda amarilla:
Lo primero que
vemos es que el “fondo” es el mismo, el entorno frecuencial que corresponde a
la realidad “general” y real en la que el planeta se mueve, dentro de las
frecuencias de la banda amarilla, en la estructura de nuestra galaxia. El
sustrato para todo lo que existe en esta banda, es el éter, como para todo lo
que existe en la Creación.
Sin embargo, la “Tierra
vieja” no es una sola Tierra. Ya hemos hablado muchas veces de líneas
temporales y diferentes realidades co-existiendo entre ellas, que se podrían
representar como veis en el dibujo, aunque posiblemente estaría mejor si las
pusiéramos todas superpuestas una a otra, porque no hay, a priori, diferencia
de posición espacial, sino frecuencial, y en algunas temporal (las épocas o
“tiempos” van desfasados entre ellas). En
estas otras
realidades, las más alejadas sobretodo, co-existen todo tipo de situaciones,
personas, eventos, entidades, “hechos”, etc., que no tienen porque existir en
la nuestra. Todas pertenecen a la realidad “subjetiva”, ya que todas caen
dentro del sistema de control que se impuso y creó sobre el planeta hace ya
unos cuantos milenios.
La forma de
saltar de una realidad a otra es a través de los portales dimensionales, tanto
los que se abren naturalmente, como los que se que abran artificialmente, sea
por medio de rituales, hechizos, o cualquier tipo de tecnología disponible para
ello. En estos últimos, los artificiales, es cuando se crea la puerta de
entrada para que todo tipo de entidades no físicas del sustrato que existe
entre realidades (que suele llamarse el astral) puedan colarse en nuestra
dimensión particular, pues son de doble dirección. Durante el sueño, muchas
veces de forma natural nos desplazamos a esas otras realidades paralelas a
través de estos portales, pero siendo una apertura natural realizada por
nuestra conciencia, no hay peligro alguno, pues en este caso, son unidireccionales.
El sustrato
donde co-existen y se mantiene a todas estas realidades o dimensiones paralelas
“unidas” es el llamado sustrato “e” o materia
astral, que es la energía que hace de contenedor para su existencia.
Finalmente, los diferentes planos internos, que llamamos etérico, emocional,
mental, etc., etc., se encuentran “envolviendo” a todo este entramado,
parcialmente “dentro” también, de la burbuja que es la malla frecuencial de
control. Parte del plano mental, y los planos superiores al mismo, que caen por
fuera de la malla, ya son planos donde se interactúa con la realidad general y
“real” de todo lo que existe en la banda amarilla de frecuencias sin la
distorsión que presenta todo lo que cae por dentro de la realidad subjetiva e
ilusoria, la matrix, en la que vivimos.
David Topí
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