jueves, 6 de agosto de 2020

Estupidez: la inconcebible tendencia a hacerse mal y dañar a los demás


“La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe”, escribió el historiador Carlo Cipolla. Las situaciones límite o excepcionales lo demuestran. Un comportamiento sensato, inteligente y cavilado puede mantenernos a flote y ayudarnos a capear el vendaval, pero un comportamiento insensato, necio e impulsivo puede hundirnos definitivamente en medio de una tormenta.

Dado que nadie es una isla completa en sí mismo sino que somos seres sociales, a menudo tenemos que hacer cuentas con los comportamientos de los demás. A veces hay situaciones en las que, como dijera Juan Rulfo, “nos salvamos juntos o nos hundimos separados”. En esas condiciones, cuando los vínculos humanos son esenciales para evitar el desastre, los comportamientos estúpidos pueden inclinar peligrosamente la balanza.

¿Qué es la estupidez humana?

Existen diferentes conceptos de estupidez, pero uno de los más interesantes llega de la mano de Cipolla ya que logra evadir la subjetividad al enfocarse en las relaciones humanas en términos de ganancias y pérdidas. Al desligar la estupidez humana de las expectativas individuales, logra brindar una definición de estupidez más objetiva. Considera que “una persona estúpida es aquella que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.

También explica que hay comportamientos súper estúpidos: “existen personas que, con sus inverosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismas”. A diferencia del malvado, que puede dañar a los demás para obtener un beneficio propio, los comportamientos estúpidos solo generan daño a su alrededor y siembran el caos. Por tanto, nadie sale ganando. Es un comportamiento carente de sentido.

Para catalogar un comportamiento como estúpido se darían tres condiciones:

Falta de practicidad. La persona es consciente de lo que hace, pero lo hace mal. Es decir, su comportamiento no es práctico ni funcional, no es una respuesta ajustada a la situación, de manera que a menudo no solo no resuelve el problema, sino que crea otros.

Miopía metacognitiva. Este concepto del psicólogo Klaus Fiedler hace referencia a la incapacidad de la persona estúpida para pensar su pensamiento. No es capaz de analizar su proceso de razonamiento y no puede hacer inferencias más allá de los elementos dados, por lo que no es plenamente consciente de su estupidez.

Ignorancia motivada. La persona estúpida elige la ignorancia motivada de manera más o menos consciente; o sea, se niega a saber más, profundizar e intentar comprender lo que ocurre. A pesar de ello, como suele tener un ego enorme, se mete en camisa de once varas y termina en situaciones que requieren más habilidades y conocimientos de los que posee. El resultado es un desastre asegurado.
La estupidez al poder

Las personas estúpidas pueden llegar a causar daños enormes. Cipolla explicaba que “algunos estúpidos causan normalmente solo perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras”.

“La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de diferentes factores”, uno de ellos es “la posición de poder o autoridad que ocupa en la sociedad. La capacidad para hacer daño al prójimo se encuentra peligrosamente potenciada por la posición de poder que ocupan”, afirmó.

De hecho, no es inusual que personas con un ego desmesurado, conocimientos pobres y escasas competencias lleguen a posiciones de poder desde las cuales pueden tomar pésimas decisiones que arrastren consigo a quienes dependen de ellas de manera directa o indirecta.

¿Por qué sucede esto?

“El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”, dijo Bertrand Russell. Las personas más inteligentes son conscientes de sus límites y a menudo son reacias a ejercer el poder, por lo que en muchas ocasiones este queda en manos de personas más atrevidas, pero con menos luces.

En sus leyes fundamentales de la estupidez humana, Cipolla explicaba que las personas más inteligentes y racionales suelen subestimar el potencial nocivo de las personas estúpidas. “Los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas racionales les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido”, añadió. “Generalmente el ataque nos coge por sorpresa e incluso cuando se tiene conocimiento del mismo, no es posible organizar una defensa”.

Los comportamientos estúpidos no siguen una lógica racional, por lo que resulta difícil anticiparse a ellos. Por eso no es inusual que en algunas situaciones terminemos absorbidos por la espiral destructiva que genera la estupidez a su paso.

¿Cómo protegerse de las personas estúpidas?

Cuando la vida nos pone contra las cuerdas como sociedad, sobre todo en épocas de crisis, guerras y pandemias, la estupidez humana sale a relucir en todo su esplendor. Por desgracia, a veces no podemos hacer mucho para combatirla. Es extremadamente difícil dialogar con la estupidez. Sin embargo, podemos asegurarnos de no engrosar sus filas.

“La inteligencia y la estupidez no son lo contrario una de la otra, ni la estupidez es la falta de inteligencia, sino que la inteligencia es el producto, mas o menos fracasado, de una serie continuada de intentos para dominar, o escapar, a la estupidez constitutiva de todo lo humano”, escribió Matthijs Van Boxsel.

Eso significa que todos podemos comportarnos de manera estúpida en ciertas circunstancias. Un estudio realizado en la Universidad de Oulu reveló que creer que somos demasiado inteligentes puede nublar nuestro razonamiento y hacer que tomemos decisiones dañinas para nosotros y los demás.

Por tanto, debemos asegurarnos de mantenernos libres del influjo tóxico que ejerce un ego desmesurado acompañado de la miopía metacognitiva. Necesitamos calmar el ego. Y podemos lograrlo desarrollando un pensamiento crítico, pero también una actitud humilde y empática. Antes de tomar una decisión debemos preguntarnos qué es bueno para nosotros y qué es bueno para los demás. Solo entonces podremos actuar de manera adaptativa e inteligente.


Fuentes:

Dutton, E. & der Linden, D. (2015) Who are the “Clever Sillies”? The intelligence, personality, and motives of clever silly originators and those who follow them. Intelligence; 49: 57-65.

Fiedler, K. (2012) Meta-Cognitive Myopia and the Dilemmas of Inductive-Statistical Inference. Psychology of Learning and Motivation; 57: 1-55.

Perkins, D. N. (2002) The engine of folly. En R. J. Sternberg (Ed.), Why smart people can be so stupid (64–85). Yale University Press.

Cipolla, C. M. (1988) Allegro ma non troppo. Barcelona: Crítica.

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