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martes, 20 de octubre de 2020

Dos buenas amigas: la creatividad y tu salud.



En cualquiera de sus manifestaciones, la creatividad ayuda a la autoestima, relaja la mente y ayuda a combatir el estrés. Lo mejor de todo es que no hay que ser un artista profesional para desarrollar una labor personal, gratificante y disfrutar de sus beneficios. Haz la prueba.


La creatividad no sólo es amiga de la salud, sino parte integral de la misma. Así lo ha venido diciendo la Red de Investigaciones de Cultura y Creatividad de la Universidad de Liverpool, Inglaterra. Las investigaciones realizadas en dicha universidad a través del LARC´s Liverpool Thrive Programme (Programa de Proliferación perteneciente al Consorcio de Regeneración de las Artes de Liverpool) demuestran que las artes y la creatividad pueden tener un impacto enorme sobre la salud de las personas y la calidad de sus vidas.

Mantenerse activo (a nivel físico e intelectual), en contacto y en colaboración con los demás, seguir aprendiendo y ayudar a otros, son algunos de los beneficios de las actividades de tipo creativo. Pero eso no es todo. Además, la creatividad puede ayudar a pacientes con demencia y Alzheimer, detiene el avance de la vejez y ayuda en la recuperación de traumas psicológicos. Y es que la participación en actividades divertidas y agradables reduce el estrés y conlleva a un sentimiento de bienestar general.

Otro de los grandes beneficios de la creatividad es el fortalecimiento de la memoria, a cualquier edad. Entre más información nueva reciba el cerebro, más se esfuerza por mantenerla. Es por eso que a las personas de la tercera edad se les recomienda que aprendan nuevas habilidades.


¿Qué fomenta la creatividad? Prácticamente cualquier cosa que le guste a la persona, toda información o actividad diferente y novedosa, sobre todo las que resulten interesantes o estimulantes.


Aquí tienes una lista de sugerencias que podrían ayudarte a explorar y a desarrollar tu creatividad, a hacer tu vida más agradable y placentera, y por lo tanto a fortalecer tu salud:
¿Te gusta escribir? Entonces decídete a llevar un diario o a escribir, de una vez y por todas, ese cuento corto, poema o novela que te ronda en la cabeza. No tienes que aspirar a un premio literario, sino a poner por escrito tus ideas.
Ponte retos. Como terminar un crucigrama al menos una vez al día, o resolver un rompecabezas de cientos de piezas. Estimulas tu memoria, tu pensamiento crítico y tu capacidad de asociación.

Aprende a bailar. Imita a los participantes de Bailando con las Estrellas. No tienes que ser un bailarín profesional para aprender un baile nuevo, ya sea un vals o un tango. Si tienes pareja, mejor, pero puedes disfrutar del baile y de la música incluso tu sola(o).

¿Sabes tejer? No importa que sea con dos agujas o con gancho (crochet), conviértete en tu propia diseñadora y lleva con orgullo tus creaciones: un cardigan, un suéter o una vistosa bufanda.

¿Lo tuyo es la jardinería? Hay quien tiene “buena mano” para las orquídeas. Otros prefieren las rosas o las suculentas. No es importante si dispones de un jardín grande o tienes que cultivar tus plantas en macetas en el balcón. Cuidar, regar, podar, fertilizar a tus queridas plantas le da sentido a tu vida y ellas te lo devuelven en lozanía y belleza.

No te conformes con disfrutar tus películas frente al televisor. Ir al cine o al teatro es una excelente forma de activar tu vida social. Y si vas con un grupo de amistades con gustos afines, mejor.

Dale una oportunidad a las artes plásticas. Toma una clase de pintura, aprende a hacer un “collage” o si eres un poco más ambicioso(a), explora la escultura, o la cerámica.

Toma una clase de cocina. Cocinar es todo un arte. Si no puedes asistir a una clase, compra un libro de cocina básica y mejora tus técnicas culinarias.

Aprende un nuevo idioma. Además de práctico, te abre las puertas a una nueva forma de ver la vida.

Regresa a la escuela. Revisa las posibilidades entre las clases comunitarias o las que se ofrecen en horario nocturno a precios módicos. Las ofertas son variadas: desde aprender programas de computadora, contabilidad, o idiomas, hasta fotografía. Tú decides.

Toca un instrumento musical (o aprende a tocarlo). La música lo embellece todo, incorpórala a tu vida.

Cualquier cosa que te parezca entretenida o divertida podría disparar tu creatividad. Lo más importante es que te decidas a hacerlo. Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de las actividades creativas es la falta de tiempo, pero hay que hacer el esfuerzo por encontrarlo para poder contrarrestar los efectos negativos del estrés del trabajo y de la vida diaria. Cabría preguntarse seriamente si convendría reducir los gastos, o el tiempo de trabajo para dedicar más tiempo de calidad a uno mismo.

Esto implica apagar los ruidos externos: las obligaciones familiares, laborales, las circunstancias de la vida. Claro, esto no significa desatender las obligaciones, sino ponerlas en perspectiva y equilibrar la vida.

Otro paso importante es tomar la determinación y no permitir que ningún obstáculo interfiera. Es importante preguntarse:
¿Sigo manteniendo el espíritu de la curiosidad vivo dentro de mí?
¿Estoy prestando atención a mis propias ideas e intereses?
¿Estoy dispuesto a hacer tiempo para ellas?

La respuesta a estas preguntas es vital para encontrar el estímulo necesario para transformar la vida. Poco a poco, irán surgiendo el tiempo y el modo de realizar actividades que recarguen tu energía creativa y física: salir a caminar, hacer ejercicio con regularidad, pasar tiempo rodeado de la naturaleza, escuchar música, ver pinturas y fotografías de estudio, o hacer trabajo voluntario.

Entre otras actividades estimulantes y que no cuestan nada está el cultivar el arte de la conversación, escuchar a otras personas y sus ideas (comenzando por los que están más cerca, nuestra propia familia) e incluso explorar otras religiones como una manera de comprender mejor el mundo. Leer y viajar, también, son excelentes formas de ampliar nuestra visión y tener más equilibrio en nuestras vidas.

La receta: no te dejes vencer por la rutina y añade color y calidad a tu vida. Explora, aprende, estudia, crea y tu salud y bienestar aumentarán.




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Imagen: ©Shutterstock / Kuttelvaserova Stuchelova

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Ponerse límites a uno mismo es un acto de amor, cuidado y autorrespeto



Los límites están revestidos de un halo negativo. El mundo a nuestro alrededor nos dice que no debemos ponernos límites. Que los límites solo se encuentran en nuestra mente. Y que podemos alcanzar todo lo que nos propongamos.

Sin embargo, este discurso tiene dos puntos débiles. En primer lugar, los límites no se encuentran exclusivamente en nuestra mente y, en segundo lugar, de vez en cuando es importante ponerse límites a uno mismo, para protegernos. Si no lo hacemos, es probable que terminemos sufriendo el cansación del “yo” al que hacía referencia el filósofo Byung-Chul Han.
La sobreexigencia causa un infarto del alma

Los límites no son más que una serie de normas o pautas con las que nos comprometemos para no ir más allá de lo que sería sensato o conveniente. El principal riesgo de no ponernos límites en una sociedad que nos está empujando constantemente a ir más allá consiste en convertirnos en víctima y verdugo de nosotros mismos.

“En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados”, escribió Han refiriéndose a nuestra tendencia a exigirnos cada vez más, en pos de la productividad y el éxito, mientras el silencio y el descanso se convierten en lujos que nos negamos y nos sumergimos en una actividad febril.

Sin embargo, “lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento”, explicaba el filósofo. Tener afán de superación y aspirar a prosperar es positivo. El problema comienza cuando nos exigimos cada vez más sin darnos un respiro, sin ponernos límites saludables, obligándonos a ir siempre un paso más allá, aunque no tengamos muy claro el motivo de ese esfuerzo. El problema es no saber distinguir entre superación y sobreexigencia.

Esa situación nos conduce a un “cansancio fundamental”, que no es un simple agotamiento físico sino un cansancio del alma.

Ese agotamiento psicológico, ese “no poder” termina generándonos frustración y suele conducir a un destructivo reproche de uno mismo. Nos sentimos fracasados. Como resultado, la falta de límites que, en teoría, debía ser desarrolladora, termina condenándonos a la insatisfacción vital.

Los límites como expresión de amor y respeto por uno mismo

Unos límites saludables, en cambio, nos impedirán exigirnos tanto que terminemos derrumbándonos bajo el peso de obligaciones y compromisos que no podemos cumplir. Nos impedirán que el trabajo se apropie de nuestra vida. Nos permiten tomar las riendas y decir “no” cuando no queremos algo y “sí” cuando lo deseamos o necesitamos. Decir “hasta aquí hemos llegado” porque no necesitamos ni queremos ir más allá. Unos límites saludables son, en última instancia, un acto de empoderamiento.

De hecho, Nietzche explicaba que la potencia del no hacer, en términos de decir “no”, se diferencia de la mera impotencia o la incapacidad para hacer algo porque es una decisión personal, consciente y meditada que surge del autoconocimiento. No es un “no poder” es un “no querer”.

Ese tipo de límites nos permiten dar una estructura más equilibrada, saludable y satisfactoria a nuestra vida. Por tanto, se convierten en una especie de barrera protectora que nos indica la línea entre lo que está bien para nosotros y lo que no. Esos límites nos permiten tener claro cuál es la línea que no debemos cruzar.

Ese tipo de límites que nos ponemos a nosotros mismos no son negativos, todo lo contrario, son un acto de amor y respeto. Indican que no necesitamos correr en pos de cualquier imperativo social porque tenemos claras nuestras metas. Esos límites, por tanto, nos mantienen más seguros y saludables e incluso pueden permitirnos disfrutar más de la vida asumiendo una actitud más relajada y consciente. 

Los 3 pasos para ponerse límites a uno mismo

Identificar las áreas de nuestra vida que necesitan más estructura o límites.

 Normalmente suele tratarse de áreas conflictivas que se han expandido tanto que no han dejado mucho espacio para otras áreas importantes de nuestra vida. También puede tratarse de áreas que se han convertido en una fuente constante de problemas, conflictos y tensiones. Puede ser el trabajo, la relación de pareja, nuestra salud física y/o emocional o incluso el uso del móvil.

Establecer límites que reflejen nuestras metas y valores. 

Los límites deben ayudarnos avivir mejor y de manera más plena, por lo que deben estar en sintonía con nuestros valores y las metas que queremos alcanzar. Los límites son una herramienta más para mantenernos en el cauce que queremos seguir e impedir que las fuerzas sociales nos desvirtúen del camino.

Aplicar la responsabilidad compasiva. 

Es contraproducente esperar la perfección o vapulearnos cada vez que no logremos respetar un límite que nos hemos impuesto. El objetivo de este tipo de límites es sentirnos mejor y cuidarnos, por lo que debemos recordar ser amables con nosotros mismos. Ser demasiado severos o poco realistas solo nos conducirá a la frustración, la culpa y la desesperanza. Si traspasamos uno de nuestros límites, debemos intentar comprender las razones y hacer un plan para mejorar o quizá reajustar ese límite.


Fuente:

Han, B. (2017) La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder Editorial.

La entrada Ponerse límites a uno mismo es un acto de amor, cuidado y autorrespeto se publicó primero en Rincón de la Psicología.


sábado, 3 de octubre de 2020

Estos Hábitos roban tu tiempo y sería mejor que evitaras.




Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?
Mahatma Gandhi



Mucho se habla de que el tiempo es lo más valioso que el ser humano tiene, de que es algo que, cuando se pierde, es imposible de recuperar. Y es que, aunque suene a cliché, esas frases son muy ciertas: el tiempo es muy valioso y nunca regresa.



Muchas veces, las personas pasan el tiempo como si su vida fuera a ser eterna, como si no existiera una fecha límite para aprovecharla; y muchas veces el tiempo se pierde en cosas que realmente no valen la pena o que, en el peor de los casos, te hacen más mal que bien.



Por eso, por la característica que tiene el tiempo de no volver y de no poder tener más cuando se pierde, es muy importante aprender a valorarlo como se merece y aprovecharlo al máximo.



Para ello, uno de los primeros pasos es encontrar a aquellos “ladrones” que te lo roban, los cuales pueden ser prácticas y hábitos que consumen mucho de tu tiempo y al final no te aportan algo positivo o terminan por dañar tu bienestar de alguna manera.



Los siguientes son sólo algunos de esos ladrones de tiempo que se llevan esos valiosos minutos que podrías dedicar a cosas más positivas y benéficas para ti.



Aunque son actividades de lo más comunes y aparentemente inofensivas, la realidad es que cada vez más personas pasan más y más tiempo en ellas, muchas veces sin siquiera ser conscientes de ello; lo peor es que se trata de actividades que en realidad no aportan nada ni permiten avanzar hacia las metas que cada uno tiene.



Así que aprende a identificar cuando estés por caer en ellos y procura evitarlos o al menos limitarlos al máximo, para que no se lleven tanto de tu valioso tiempo.




Las redes sociales
Si eres usuario de redes sociales, es muy probable que te haya pasado esto: tomas tu celular y piensas “revisaré mis redes por unos minutos”, y cuando te das cuenta, ya pasaron incluso horas, en las que no hiciste nada bueno o productivo sino que simplemente los minutos se te fueron en ver contenido en su mayoría vacío y que no te dejó nada más que tiempo perdido.



Las redes sociales se han vuelto tan adictivas que te hacen perder la noción del tiempo y así los minutos se convierten en horas. Lo peor es que además de ser un ladrón de tiempo, las redes sociales son también un ladrón de energía, pues muchas veces están llenas de negatividad, malas noticias, agresiones, o llegan a generar envidia al hacerte anhelar la vida perfecta y feliz que supuestamente llevan los demás.



Según algunos estudios, pasar demasiado tiempo en estos estos sitios podría tener un efecto directo sobre algunas áreas del cerebro, como el núcleo tegmental ventral, que se relaciona con la motivación y el estado de ánimo.



Además, el exceso de información y de estímulos que hay en las redes sociales te puede volver menos sensible a otros estímulos positivos; así, mientras más tiempo pases en dichas plataformas, más difícil te será sentirte motivado para realizar actividades en el mundo real.


Hacer maratones de series
Si eres fan de las series, es muy probable que esto también te haya pasado. Inicias la nueva que salió, pero termina un capítulo y piensas “bueno, otro más”, y luego sigues con otro y otro… y así hasta que la terminas. Cuando te das cuenta, ya pasaron varias horas o llegó el amanecer y te quedaste sin dormir.



Esto sucede porque, cuando una historia te engancha, para tu cerebro es muy complicado controlar el bombardeo de estímulos que eso significa. Lo malo de esto es que pasar tantas horas sentado frente a una pantalla hace que tu energía disminuya y te quita tiempo valioso que podrías dedicar a otras cosas que te harían mejor, como hacer un poco de ejercicio, convivir con tus seres queridos, practicar algún pasatiempo, meditar, etcétera.



Por eso, procura ver las series poco a poco, un capítulo a la vez, pues ahí van a seguir, mientras que las cosas de las que te pierdes por ver todas las series completas en un día no regresa, como tus valiosas horas de sueño perdidas.


Preocuparte en exceso
Mientras que los ladrones de tiempo anteriores están en el exterior, este se encuentra dentro de tu mente y si se apodera de ti puede volverse muy peligroso. Cuando te preocupas en exceso por el futuro o por los problemas y dificultades de la vida, lo que logras es aumentar tu ansiedad, mientras que todo eso que te preocupa queda sin resolver.



Se dice que si algo no tiene solución no deberías preocuparte por ello sino aceptarlo, y si algo tiene solución, mucho menos deberías preocuparte y deberías trabajar en la solución. Entonces, en lugar de pasar el tiempo con tus preocupaciones en la mente, deja fluir todo aquello que no está en tus manos controlar y pon manos a la obra en lo que sí puedes arreglar. No te preocupes, mejor ocúpate.


Darle demasiadas vueltas a las cosas
De la mano del punto anterior viene este, que ocurre cuando pasas horas y horas en darle vueltas en tu mente a algo que te sucedió, a un error que tuviste, a lo que no ha salido como quisieras o lo que no has logrado hasta ahora… te preguntas por qué las cosas pasaron así, por qué te pasa eso a ti, por qué, por qué…



Hacer eso no sirve de nada, sólo te atormenta, te roba energía y te quita valioso tiempo para solucionar eso en lo que tanto piensas. Así que mejor reflexiona y gestiona tus pensamientos.



Si notas que una idea se apodera de tu mente y no te deja en paz, analiza si es algo que puedes solucionar, de ser así, hazlo; si es algo que ya pasó, aprende a dejarlo ir, supéralo y aprende de ello para no volver a caer en lo mismo; y si es algo que está fuera de tu control, aprende a dejar que fluya y a fluir tú al aceptar que eso es así y no puedes hacer nada para cambiarlo.

Información de: harmonia.la
https://dhablog.com/


CÓMO HACER LAS PACES CON UNO MISMO. Por Elia Tabuenca.



No somos perfectos. Esta es una afirmación que debemos tener clara en nuestra mente. No somos perfectos pero no pasa NADA. Es normal que, a veces, nos equivoquemos y que, en estas equivocaciones, podemos herir los sentimientos de alguien a quien queremos. Puede ser que en el pasado te hayas equivocado y que, debido a esto, ahora no puedas levantar cabeza. Pero es importante aprender a perdonarte y, así, poder pasar página. En este artículo de Psicología-Online vamos a descubrirte cómo hacer las paces con uno mismo dándote algunos de los mejores consejos que te ayudarán a volver a quererte y respetarte. Todo el mundo se equivoca, lo importante es aprender de nuestros errores e ir convirtiéndonos en mejores personas.

3 ASPECTOS BÁSICOS PARA HACER LAS PACES CONTIGO MISMO

Para poder hacer las paces con uno mismo es importante que, ante todo, dejes de fustigarte. Seguramente habrás actuado mal o habrás cometido algunos actos de los que no te sientes en absoluto satisfecho. Lo primero de todo es entender que tú, como todo el mundo, también te equivocas. Y es importante que, también, entiendas que el mundo no se divide entre buenos y malos, como apuntan las películas, sino que todos podemos ser buenos y, en ocasiones, tener un poco de maldad que tenemos que aprender a regular.
Así que deja que considerarte mala persona y admite que te has equivocado y que has actuado mal. Si eres capaz de aceptar tus errores y de arrepentirte por ellos, ya estás teniendo una actitud que mucho dista de malvada ya que estás siendo empático y estás experimentando el arrepentimiento. Por tanto, lo primero de todo es que te quites de la cabeza la idea de que eres mala persona porque NO lo eres.
Después de este primer paso que resulta fundamental, aquí vamos a darte más consejos básicos para que puedas hacer las paces contigo mismo.

ABRAZA TUS DEFECTOS Y PERDÓNATE POR TUS FALLOS

Todo el mundo tiene defectos y todo el mundo tiene virtudes. No podemos pretender ser los mejores en todo y no equivocarnos nunca porque, entonces, viviremos engañados y esperando ser de una forma que, realmente, no podremos ser. Por eso, resulta esencial que practiques un ejercicio de completa sinceridad contigo mismo y te descubras cuáles son tus virtudes, así como cuáles son tus defectos. Intenta hacer esta lista de la forma más objetiva posible para que puedas realizar un ejercicio 100% sincero.
Una vez hayas hecho esto, observa tus defectos e intenta no martirizarte por ellos. Puedes intentar ir cambiando uno a uno para ir limando esas partes de ti que no te gustan. Pero no te agobies, ve pasito a pasito intentando mejorar como persona. La vida es un viaje emocionante y apasionante y, uno de los mejores viajes que harás durante tu existencia, será tu viaje interior. Así que no tengas prisa por hacerlo y ve mejorando de forma progresiva.

DEJA DE COMPARARTE CON LOS DEMÁS

Muchas personas se pasan toda su vida comparándose con los demás. Y aunque puede ser algo positivo ir viendo cómo viven las personas de tu alrededor, lo cierto es que también puede ser muy estresante y frustrante. Lo importante no es qué haces tú en relación a otras personas sino qué haces tú en relación a ti mismo. Es decir, tienes que estar a gusto con la vida que llevas, estar satisfecho con tus logros y con las metas que vas consiguiendo.
Debemos recordar que cada persona es un mundo y, como tal, cada uno tiene sus ritmos y sus propios tiempos. Por tanto, compararte con los demás no tiene sentido alguno, lo que tienes que hacer es vivir de la forma en la que te sientas pleno, a gusto y satisfecho. Solo así, podrás estar en paz contigo mismo de una forma plena.

PERDONA TU PASADO Y VIVE EL PRESENTE

Para poder hacer las paces con uno mismo resulta esencial que pases página sobre aquel hecho del pasado que te está frenando. Seguramente hay algo que no te has podido perdonar y, por eso, sigues estancado sin permitirte avanzar ni ser feliz en tu día a día. Pero tienes que tener una cosa clara: el pasado, pasado está. No se puede cambiar, se tiene que aprender a convivir con él y, sobre todo, obtener una lección de vida sobre lo que ha ocurrido.
Si ha habido alguna persona a la que hayas podido herir en tu pasado y no puedes vivir en paz, puedes procurar hacerle llegar tus disculpas. Hazlo de una forma respetuosa y, siempre, si esa persona está dispuesta a aceptarlas. Debes practicar la empatía y asumir las responsabilidades de tus actos pero tampoco quedarte martirizado. De todo se aprende en la vida así que intenta sacar el aprendizaje y continúa con tu camino.

SER POSITIVO PARA HACER LAS PACES CON UNO MISMO

Si quieres hacer las paces con uno mismo es importante que intentes hacer un cambio de perspectiva sobre ti mismo y sobre la vida. Es probable que te hayas equivocado, que hayas actuado de forma errónea y que, ahora, tu conciencia no te deje respirar. Sin embargo, deberás aceptar tu error, perdonarte por ello y continuar como buenamente puedas.
Y, para ello, nada mejor que intentar cambiar tu visión de la vida para tener una perspectiva más positiva y optimista. Para conseguirlo, puedes probar de hacer algunos ejercicios como, por ejemplo, el refuerzo positivo que consiste en repetirte frases motivadoras y optimistas del estilo "Merezco ser feliz", "Puedo conseguir lo que quiera", etcétera.
Además, otro punto importante para poder relajarte y tener una mejor concepción de ti mismo es que dejes de autoexigirte tanto. Muchas veces, el exceso de perfeccionismo puede hacer que nunca estemos contentos ni satisfechos con lo que hacemos. Está bien ser un poco exigente con uno mismo pero nunca sin pasarse. Debemos apretar cuando debemos apretar pero también felicitarnos cuando conseguimos alcanzar algún logro o superar alguna dificultad. Aquí te dejamos algunos consejos para que aprendas a ser menos autoexigente y que, así, disfrutes de una vida mucho más plena y feliz.

Reinvéntate y empieza de cero

Y terminamos este artículo con los mejores consejos para que puedas hacer las paces contigo mismo para hablarte de algo que, muchas veces, olvidamos: en tu vida mandas TÚ. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que si hay algo que no te gusta, tienes el poder de cambiarlo y de mejorarlo. Nunca debemos olvidar lo poderosos que somos y la fuerza que tenemos. No caigamos en el error de ponernos en la posición de víctima y, si hay algo que realmente no te gusta o no te hace feliz, cámbialo.
Puedes reinventarte y empezar de cero, comenzar una nueva etapa en tu vida con una energía y unas metas mucho más claras y definidas. Piensa que la vida es muy corta y que debemos vivirla como realmente nos apetezca y nos dé la real gana (sin dañar a nadie, por supuesto). Por ello, queremos recordarte que tú eres el dueño de tu propio destino, por lo que empieza de cero y reconstruye tu felicidad. Si quieres... ¡puedes!


http://buscandome.es/



sábado, 26 de septiembre de 2020

CLAUDIO NARANJO: SANANDO HERIDAS DE LA INFANCIA.



Claudio Benjamín Naranjo Cohen más conocido como Claudio Naranjo, fue un psiquiatra y escritor chileno que se convirtió en uno de los pioneros y máximos referentes de la psicología transpersonal. El día de hoy hablaremos acerca de las heridas de la infancia.



Educado en Harvard y en otras universidades de lo más alto del mundo académico, fue alumno de Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt, pero luego fue más allá de esto y trabajó con chamanes y estudió budismo zen y budismo tibetano.

Claudio Naranjo fue uno de esos grandes sabios que son sabios porque realmente trascienden la mera intelectualidad y llevan el conocimiento a la vida, hacen de la vida un arte, viven libres y ayudan a vivir a los demás.


Naranjo fue uno de los pioneros en la terapia con psicodélicos, que actualmente vive un renacimiento. Por su parte, fundó el programa SAT y trabajó con la técnica del eneagrama y la terapia Gestalt.

En una entrevista con la cadena Russia Today, Naranjo habló sobre el trance que se vive en la actualidad, embebidos en una educación que sólo enseña a competir y conquistar pero no a amar y desarrollar una vida interna sensible a la belleza.

Una educación enfocada únicamente en la razón y no en el corazón y el instinto -Naranjo llama a una educación para “tricerebrados”, no sólo para el cerebro racional. El terapeuta chileno sugiere que existía una sociedad precivilizada más colaborativa que competitiva, y que en la actualidad vivimos en un mundo en el que se ha “prohibido lo primitivo”.



Con esto se reprime también el instinto, la espontaneidad del cuerpo, lo que en otra parte llama lo dionisíaco, ese contacto directo con la fuente de la vida, con el torrente existencial.

El problema de nuestro sufrimiento, de nuestra neurosis universal -diagnosticada ya por Freud- parte de nuestra infancia; tratamos mal a los niños y les proyectamos la dureza que cargamos con nosotros, dice Naranjo, quien define a un niño como “un ser que nació libre que poco a poco es domesticado a través del miedo… la palabra que más escucha el niño es el “no’”. Más que comprender, los padres amenazan y reprueban para educar.

Naranjo ve con admiración lo que decía Dostoyevski, quien, a causa del enorme respeto que sentía por los niños, les decía siempre la verdad.


Un tema importante tiene que ver con la noción que heredamos en parte de la idea del pecado original, de que existe una maldad que se debe detener o reprimir. Así, los padres intentan reprimir los brotes incivilizados, la energía indómita y la exploración natural de los niños. Los padres sucumben a la tentación de hacerse respetar, de sentir que mandan. El sentido de la máxima religiosa “Honrarás a tus padres”, dice Naranjo, es el amor, no la autoridad.

Si el problema está en la educación, entonces está también en los educadores, en los padres. Según Naranjo, los padres no suelen tener una plenitud de amor para darle a sus hijos. Es necesario que las personas tengan una búsqueda personal hacia la plenitud, para que puedan vertir ésta en los demás.

La solución para acabar con este ciclo de amargura y represión parece estar en lo que Naranjo llama una “retribalización sanadora”. De acuerdo con sus observaciones, actualmente la psicoterapia progresa más en las técnicas grupales, pues es con los otros que se abandonan los patrones de la infancia y se puede procesar el pasado y resignificarlo. Las relaciones íntimas y sinceras con otras personas nos estimulan a “no desconocer la verdad propia, a no hacernos ciegos de lo que nos está pasando”.

https://consejosdelconejo.com/


¿DE DÓNDE VIENE EL VACÍO EMOCIONAL?



El vacío emocional es una de las peores sensaciones que puede experimentar una persona y probablemente viene desde hace mucho tiempo atrás; la infancia y adolescencia. El vacío emocional es básicamente la consecuencia de haber vivido muchas experiencias en soledad, que no haz sentido que se validasen tus esfuerzos y resultados y definitivamente la falta de la presencia materna, la mirada de mamá.



Esto puede llevarte, ahora que ya eres adulto, a tener un concepto negativo de ti mismo y una necesidad y dependencia excesiva de atención y aprobación de los demás. Pueden ser factores predisponentes a que te sientas incompleto. Necesitas de alguien más para completar el rompecabezas.

¿Qué es el vacío emocional?

El vacío emocional es miedo a estar a solas.
El vacío emocional es incapacidad emocional.
El vacío emocional es miedo al que dirán los demás.
El vacío emocional es ansiedad y angustia.
El vacío emocional es no poder tomar decisiones.
El vacío emocional no nos permite ser la madre que nuestros hijos necesitan.
El vacío emocional no nos permite convertirnos en quien vinimos a ser.

El vacío emocional es dependencia emocional hacia mamá o la pareja.

Muchos viven experiencias hostiles en infancia y hoy que ya son adultos, piensas que la experiencia por la cual pasaron, fue lo peor: los maltratos, los gritos, las golpes, los castigos, un abuso, el bullying, dejarlos al cuidado de otros familiares. No obstante, la peor vivencia desde el punto de vista del niño, no fueron solamente esas experiencias, sino la soledad con la que se tuvo que vivir.


¿Dónde estaba mamá para protegerte y defenderte? ¿Dónde estaba mamá para que pudieras contarle lo que te estaba pasando? ¿Por qué no se daba cuenta? ¿Por qué no pudiste contárselo? Tantas preguntas sin respuesta que puedan menguar lo que sientes ahora.

Cuando un niño no puede acudir a mamá es porque ella no ha creado la confianza, la seguridad y la intimidad emocional suficiente y esté dispuesta a dar voz a sus hijos delante de cualquier adulto, en este caso, el niño se siente desprotegido, solo, vulnerable, ya que mamá no está conectada y no se encuentra emocionalmente.

Las madres de hoy en día están en un hacer constante: Arreglando la casa, cocinando, trabajando, comprando, limpiando, planchando, con el móvil, pero ¿en qué momento hay tiempo para los hijos?


Los hijos necesitan “llenarse se mamá”. ¿Cómo ocurre esto? Dándoles presencia de calidad por elección y no por obligación. Los hijos necesitan que mamá este por ellos y para ellos algunas horas al día, algunos momentos. El tiempo que se pueda dar no solo dependerá de la disponibilidad de la madre, sino también de la capacidad emocional de dar.

Si cuando lees esto lo primero que se te viene a la mente son los motivos, explicaciones, en definitiva excusas de porqué no puedes estar más presente con tus hijos, y por ejemplo te dices: “Es que no tengo tiempo, que hay que ordenar la casa, que tengo que cuidar al bebé, que yo trabajo fuera, que estoy muy cansada, que mis necesidades, que el tiempo de pareja… y más excusas”.

Si lo primero que se te viene a la mente son los motivos (pretextos) por los que no puedes estar presente y atender a tus hijos como realmente necesitan, en vez de tener el pensamiento de cómo podrías hacer para poder estar más y mejor con ellos, es porqué en realidad te duele estar presente, te ahogas con ellos, necesitas huir, necesitas estar ocupada para no sentir.


¿Qué es lo que no queremos sentir? Es nuestro vacío emocional. Nuestra capacidad de “dar” dependerá de lo que hayamos “recibido”. No es la cantidad de tiempo que pasamos juntos en la misma casa lo que les llena el alma, sino el tiempo de “exclusiva” que se le dedica a cada hijo.

Frases que le confirman a un niño que es mirado: Tú vales, tú me importas, tú eres especial, tú mereces, te valoro, te acepto, te amo.

Es la presencia de mamá, la disponibilidad, las ganas de estar con ellos. Si la mamá no elige estar por ellos y para ellos, si siempre hay algo más importante que hacer que compartir ese momento con ellos, entonces la sensación interna es de vacío. Y albergan pensamiento como: No valgo lo suficiente, no importo lo suficiente, no lo merezco.



¿Cuándo fue la última vez que estuviste presente, presente de verdad, en cuerpo y alma, por tu propia elección con tu hijo o hija y no por obligación? Lo recuerdas, ¿Cuándo fue? ¿Qué hiciste y cuanto tiempo estuviste presente con él o ella?

https://consejosdelconejo.com/


lunes, 21 de septiembre de 2020

¡QUÉ DIFÍCIL ES AMARSE A VECES! Por Francisco de Sales.



En mi opinión, es muy posible que hayamos expresado esta idea –con otras palabras o con estas mismas- porque es un sentimiento común que podemos vivir en algunos momentos de nuestra vida.
Todos nos hemos sentido decepcionados con nosotros mismos en algunas ocasiones, esas en las que nuestros proyectos no se materializaron, en que no hemos obrado correctamente, en que hemos daño a otro, en que todo nos sale mal.

No siempre asistimos conscientemente a ese monólogo interno que se produce tras cada conflicto, pero la pregunta –que es terrible- explota dentro de nosotros y resulta arrasadora… ¿cómo voy a poder amarme después de esto?, ¿cómo voy a amarme con lo que soy?, ¿cómo amarme si no me doy motivos, si no hago más que equivocarme?

Y es cierto, hay mucha razón en eso de que es complicado amar a una persona que, aparentemente, no da motivos para ser amado… pero… esto no es así. No es cierto. Posiblemente, lo que es complicado de amar es lo que ha hecho esa persona, PERO LO QUE HA HECHO LA PERSONA NO ES LA PERSONA.

Y si eres capaz de separarte de tus actos, de separar la persona de los hechos, te será más fácil y más deseable amarte.
No eres exclusivamente tus errores.
Eso son cosas accidentales, temporales, a las que no les tienes que adjudicar más valor que el de una experiencia que no dio los resultados deseados, nada más. No es necesario añadirle un drama que no tiene. No es necesario que tras cada acción fallida tenga que aparecer una retahíla de reproches, una manada de castigos, o una mala cara que asustaría a cualquier espejo.

Tras cada motivo de esos que solemos usar para desamarnos sólo queda la opción de volver a empezar.
Cada vez y por muchas veces que sean.
Somos la única materia prima de la que disponemos así que no podemos cambiarnos por otro.
Sí podemos –y debemos- ir haciendo las modificaciones necesarias que nos acerquen más a poder sentiros a gusto con nosotros, satisfechos, en paz.

Cada vez hay que recuperarse de la desilusión y cada vez tener abiertos los brazos de acogernos, y cada vez puesta la sonrisa de bienvenida, el corazón mullido en el que curarse y descansar, y cada vez renacer nuevamente con todo el ímpetu y las ganas para seguir adelante de nuevo, un poco más sabios, igual de entusiasmados.

Somos nosotros quienes hacemos fácil o difícil reconciliarnos de nuevo tras cada aparente fracaso. Ser muy conscientes de nuestras circunstancias y limitaciones nos ayudará a que sea más sencillo.

No somos perfectos y posiblemente lleguemos a la muerte sin llegar a serlo. Y esto no es una tragedia sino la pura realidad. Aceptarlo así, admitiendo que no todo va a salir siempre como deseamos, que no en todos los casos las cosas van a ser a nuestro gusto, y reconocer que no siempre nos saldrán las cosas tal como las deseemos sin que eso sea un problema, nos ayudará a ser más realistas y a vivir las cosas con menos drama.

El Amor Propio, o sea el amor a uno mismo, es un objetivo primordial para quien no lo tenga o no lo sienta.
Es la base sobre la que podemos reconstruirnos con realismo.
Es la fuerza que nos va a animar.
Incluye el ánimo que nos va a sacar de más de un apuro.
Contiene las reservas de amor que vamos a precisar en más de una ocasión.

El Amor Propio somos nosotros mismos en nuestra mejor versión.

Con Amor Propio no es difícil amarse.
Esto sugiere que nos enamoremos de nosotros mismos y que nos amemos.
A pesar de todo.

Te recomiendo ver este video:


AGRESIVIDAD AL SERVICIO DE LA CREACIÓN. Laura Foletto



Siempre recuerdo que, cuando estudiaba Terapia de Integración Cuerpo-Mente-Espíritu, tratamos la diferencia entre agresividad y agresión. La primera es un impulso natural, que propicia que avancemos hacia algo (esa es su raíz etimológica: dar un paso hacia delante) o que nos afirmemos o defendamos. La segunda implica violencia dirigida hacia algo o alguien.


Solemos confundirlas y, en personas inculcadas para no reaccionar o ser dóciles, les provoca temor todo lo relacionado con esto. Creen que serán tildadas de violentas si ponen límites o que no las querrán más o que las rechazarán. Así, aceptan toda clase de faltas de respeto, de ataques directos o indirectos, de sacrificios, con tal de ser consideradas “buenas”.


Aunque solo lo vinculamos con este aspecto relacional, también les han coartado esa disposición a ir por lo que desean. Para lograr algo, debemos salir de la inmovilidad: se inicia en algo tan simple como que, si queremos pararnos, tenemos que usar la fuerza de nuestro cuerpo (y de nuestro deseo) para levantarnos y dar un paso. La agresividad se refiere a esa disposición para conseguir nuestros objetivos.



¿Cuándo se transforma en agresión? Cuando creemos que debemos luchar para obtenerlo. Así, la vida se convierte en un campo de batalla y ahí vamos, como soldados inexpertos, tratando de sacarle cosas a la fuerza o disputando con los demás por las migajas. Este (mal) concepto patriarcal del guerrero peleando contra todo nos ha traído hasta aquí, pero es tiempo de dejarlo de lado por otro que nos posibilite crear sin destruir.


En el fondo, la lucha implica una aniquilación y, aunque existen ciclos de creación/destrucción, la agresión involucrada es tal que solo deja devastación. Quizás, estemos ahora en condiciones de simplemente dejar que lo que ya no funciona más se caiga solo y poner nuestra agresividad en construir lo nuevo. De otra forma, perdemos energía y motivación en eliminar, alimentando sin querer ese proceso que debe desaparecer.



En Diseño Humano, tengo una Puerta llamada “El luchador”. Me llamó la atención porque, salvo en mi juventud que fui muy combativa, no me sentí identificada con esa actitud. Pero, no se refiere a pelear contra todo y todos sino a buscar una razón por la que se merezca vivir. Es una independencia feroz y obstinada, una sordera total hacia las opiniones de los demás para encontrar lo que tenga valor para mí, no solo para conseguirlo sino para inspirar a los demás, a fin de potenciarlos en sus propias búsquedas.



En estos tiempos desafiantes, muchos están usando su poder, su energía, sus cualidades en la agresión indiscriminada, en oponerse inútilmente, en luchar destruyendo. Sería mejor que recapacitemos y nutramos el mundo que deseamos crear, en expandir la luz de nuestros corazones. Comienza en el interior de cada uno. Nos perdemos en el exterior, en la ilusión de que así valemos y tenemos una voz, cuando solo nos distraemos de la labor sagrada de despertar y trabajar nuestros condicionamientos. Encontremos esa razón de vivir y movilicemos el Amor.

laurafoletto@abrazarlavida.com.ar


sábado, 5 de septiembre de 2020

Asertividad - la importancia de saber decir no.



La asertividad ha demostrado ser un pilar fundamental para desarrollar una buena autoestima. Nos permite comunicarnos de manera efectiva con los demás poniendo en valor nuestras opiniones, nuestros derechos y nuestras necesidades.


Ser asertivos nos posibilita manejar los conflictos y negociar con los demás soluciones a problemas que de otra manera podrían enquistarse y llevarnos a rupturas en la relaciones, sentirnos mal con nosotros y con los demás y otra serie de consecuencias negativas para nosotros.

Uno de los problemas a los que se enfrentan las personas no asertivas, es su dificultad para decir no.
Les es muy difícil negarse a hacer algo que les piden, aunque estas peticiones vayan en contra de sus principios, sus necesidades o sus deseos, por miedo a las consecuencias negativas que les pueda acarrear el negarse a hacer algo que no quieren hacer.

Entre las consecuencias negativas percibidas encontramos fundamentalmente los siguientes aspectos.


Sentimientos de culpabilidad El negarse a hacer algo, puede despertar en las personas no asertivas un gran sentimiento de culpabilidad, llegando a percibirse a si mismas como “malas personas”, y para evitar este sentimiento consigo mismas, se ven avocadas a ceder a los deseos de los demás.
Conflictos posteriores que no van a saber resolver: las personas no asertivas anticipan que el negarse a hacer algo que les piden los demás, supondrá generar un conflicto mayor que no van a saber gestionar.
Enfados de los demás: Anticipan que el negarse a hacer algo, generará en los demás una reacción de enfado y el deterioro de la relación e incluso la pérdida de la relación con esa persona.



Porqué es importante saber decir no.



Ya nos hemos referido a la importancia de la asertividad como pilar de la autoestima. El saber decir no, tiene una serie de beneficios que debemos considerar como motivadores fundamentales para comenzar a poner en marcha esta estrategia asertiva.


Evitar la manipulación. Cuando hacemos algo que no queremos, nos sentimos manipulados por los demás, sentimos que se están aprovechando de nosotros y vamos generando resentimiento hacia esas personas que pueden resultarnos abusivas.

Potenciar la seguridad en nosotros mismos, autoestima y sensación de libertad. El saber decir no, nos permite desarrollar nuestra confianza en nosotros mismos y aumentar nuestra autoestima. También nos permite tomar nuestras propias decisiones y por tanto dirigir nuestra vida en esas situaciones.

Evitar implicarnos en cosas de las que no vamos a arrepentir. Es posible que si no ejercemos el derecho a decir no, nos veamos implicados en situaciones que atentan contra nuestros principios, creando en nosotros un malestar emocional elevado malestar y generando una sensación negativa hacia nosotros mismos por haber cedido.



Como rechazar peticiones de forma asertiva.



1. Antes de responder analiza la situación.



Antes de tomar una decisión sobre la petición que te hace la otra persona. Cerciórate de que entiendes perfectamente en que cosiste su petición. Si no es así pregunta y reformula su petición para confirmar que efectivamente comprendiste de forma correcta su petición.



En el caso de que necesites evaluar las repercusiones tanto a corto como a largo plazo que conllevarían ceder a la petición, expresa tus dudas y tu necesidad de un tiempo para pensar sobre ello.



2. Expresa tu negativa.



En el caso de que consideres no hacer algo que te piden, debes expresar tu negativa de manera asertiva.



Las personas no asertivas cuando se niegan a una petición suelen hacerlo en base a excusas. Normalmente porque consideran que si exponen una justificación donde la responsabilidad de la decisión no depende ellos, como que no pueden hacerlo porque tienen visita, porque deben quedarse trabajando, etc, la otra persona no se enfadará o tendrá una reacción negativa. Es decir, no cumplen los deseos del otro no porque no quieren sino porque no pueden y de esta manera consideran que los demás no se van a enfadar.


Si este es tu caso, recuerda que cuando pones una excusa, puedes encontrarte en la situación en la que la persona que te pide algo, posponga su petición para cuando no tengas ese impedimento. Si una persona te pide que le acompañes a un lugar que no te gusta y te excusas diciendo que no puedes porque tienes trabajo, es posible que posponga su petición al fin de semana y en ese caso ya no tendrás excusa para negarte.



Por tanto, ten en cuenta que tus razones para negarte son tan válidas y tan respetables como las de los demás. Tan respetable es no poder como no querer hacer algo.



Puede darse el caso de que quieras aceptar una petición pero bajo unas condiciones. En ese caso expón tus condiciones para que podáis negociarlas y llegar a un acuerdo en el que los dos os sintáis satisfechos con el plan.



Recuerda que solo tu debes ser tu propio juez a juzgar la importancia de tus necesidades, tus deseos y tus decisiones. Respetarlas es el primer paso para ser asertivo, aumentar la autoestima y la autoconfianza.


Sara Montejano
https://www.psicoglobal.com/

Psicología de las emociones: la compasión.


La compasión es una emoción que nos ayuda a comprender y compartir el sufrimiento de los demás. Sin embargo, muchas veces no sabemos a qué se refiere este término o qué implicaciones tiene para la persona. Además, podemos llegar a confundirlo con la pena o la empatía. A continuación, te contamos todo sobre esta emoción para que puedas resolver tus dudas.
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ÍNDICE DE CONTENIDOS


1. ¿Qué es la compasión?

2. ¿Qué beneficios tiene sentir compasión?

3. Compasión vs sentir pena

4. Compasión como algo negativo

5. ¿Por qué entrenar la compasión? ¿Cómo hacerlo?

¿Qué es la compasión?

En latín la palabra compasión significa sufrir de manera conjunta. Se trata de un sentimiento que aflora cuando vemos que una persona lo está pasando mal. Asimismo, también nos incita a ayudar a esa persona para intentar paliar su sufrimiento.

Incluso podríamos hablar de que es una capacidad para empatizar con el sufrimiento de otros aunque la compasión va más allá de la empatía. Por ello, es necesario diferenciar la empatía de la compasión. En ambos nos identificamos con los sentimientos de los demás, pero en la compasión además existe la intencionalidad de poner fin al sufrimiento del otro.

Somos compasivos cuando acompañamos en el hospital a una persona enferma, cuando ayudamos a personas que tienen problemas de aprendizaje o cuando ayudamos económicamente a alguien que lo necesita.

Si acudimos al diccionario podemos comprobar que este término tiene diversos sinónimos entre los que destacan: piedad, caridad, conmiseración, clemencia, altruismo, solidaridad y humanidad. Todos ellos llevan implícito el empatizar con otra persona y hacer algo por ella. Entre los antónimos podemos destacar la crueldad, la indiferencia y la insensibilidad.

Es importante mencionar que en muchas ocasiones creemos que la compasión está ligada a conceptos religiosos. Cuando una persona religiosa pide ayuda a su Dios (sea cual sea su religión) esta persona piensa que Dios se está compadeciendo de ella y que por eso le brinda su ayuda. A pesar de que puede ser entendida en un contexto religioso, la compasión también es muy importante para las personas laicas.
¿Qué beneficios tiene sentir compasión?

Como ya se ha mencionado, cuando nos compadecemos de otros compartimos su sufrimiento, es decir, empatizamos con la persona e intentamos rebajarlo. Esto nos hace más humanos y más sensibles.

A continuación, te explicamos los principales beneficios:

Desarrollo de la empatía. Ponernos en la piel de otras personas hace que nos identifiquemos con sus sentimientos y que entrenemos esta habilidad.
Disminución del egoísmo. Cuando nos preocupamos por los sentimientos ajenos los nuestros quedan en un segundo plano, nos volvemos menos egoístas y dejamos de preocuparnos solo por nosotros.

Reducción de la preocupación por cosas poco importantes. Muchas veces nos preocupamos de cosas que no tienen relevancia. Al compadecernos de otros nos damos cuenta de que las cosas por las que nos preocupábamos antes no tienen verdadera importancia y dejamos de centrarnos en problemas poco significativos, ya que los problemas ajenos nos dan perspectiva sobre los propios.

Aumento de la humildad. Podemos darnos cuenta de que todas las personas tienen defectos y virtudes, incluso nosotros mismos. Mediante la compasión aprendemos a aceptar que no somos perfectos y que todos tenemos limitaciones.
Incremento de sentimientos positivos. Con el desarrollo de la compasión también incrementamos otros sentimientos positivos como la bondad, amabilidad, amor, satisfacción, afecto, etc.


Compasión vs sentir pena

Es importante aclarar que la compasión no tiene nada que ver con sentir pena. Cuando sentimos pena no intentamos hacer nada para remediar la situación del otro. Generalmente, cuando sentimos pena es porque no nos gustaría estar en la situación en la que se encuentra la otra persona, porque entendemos que es una situación de sufrimiento pero al mismo tiempo la percibimos como algo irremediable.

Por lo tanto, la compasión y sentir pena no tienen nada que ver la una con la otra, aunque en ocasiones se puedan confundir estos términos.

Compasión como algo negativo

La compasión se convierte en algo negativo cuando las personas lo ven como una actitud negativa en si misma o cuando descuidamos nuestra persona para cuidar a los demás.
Compasión vista como algo negativo

Se podría decir que la compasión es una emoción ambigua y ambivalente porque en muchas ocasiones la gente ve la compasión como una debilidad o como algo negativo. Cuando alguien percibe la compasión como algo negativo se hace las siguientes preguntas ¿por qué causarnos sufrimiento por lo que les ocurre a otras personas? ¿no tenemos suficiente con el sufrimiento propio? Mucha gente no entiende que padecer por otras personas sea algo positivo.

Por lo tanto, existe el pensamiento de que sufrir por otras personas significa sufrir en vano. En estos casos, cuando vemos sufrir a las personas, en vez de sentir compasión sentimos pena. Nos volvemos insensibles al dolor ajeno con el fin de protegernos.
Compasión como descuido de uno mismo.

Cuando una persona se preocupa más por otras personas que por sí misma también existe un problema. Sentir compasión está bien, pero siempre y cuando no se descuiden las necesidades propias.

Para poder ayudar a los demás primero tenemos que sentirnos bien nosotros. Como veremos más adelante, para ser compasivos en primer lugar tenemos que ser autocompasivos. Por lo tanto, si nos preocupamos más por el sufrimiento ajeno que por el nuestro no estaremos siendo autocompasivos.

¿Por qué entrenar la compasión? ¿Cómo hacerlo?

La compasión es un valor necesario para ser personas sensibles, en definitiva, nos hace mejores personas. Es necesario, por lo tanto, desarrollar este sentimiento e inculcárselo a otras personas como, por ejemplo, a los más pequeños de la casa. Te explicamos algunas claves para entrenar la compasión.

Autocompasión. Lo más importante es entender que para poder ser compasivos con otras personas, primero tenemos que ser autocompasivos. Es decir, tenemos que aceptarnos, no juzgarnos y conectar con nuestros propios sentimientos y necesidades. Como hemos mencionado antes, para poder se compasivos con los demás, primero tenemos que serlo con nosotros mismos. Tenemos que aprender a querernos.

Entender qué es la compasión y en qué se diferencia de la pena. Debemos tener claros los conceptos que hemos ido detallando para poder distinguir todos estos términos que en un principio pueden parecer similares.
Meditación. Es esencial en el entrenamiento porque nos ayuda a prestar atención plena a las cosas que son verdaderamente importantes.

Desarrollar el aprecio y la aceptación por los demás. Reparar en las demás personas y aprender a valorarlas. Aceptar que todas las personas pueden tener limitaciones y debilidades, de la misma manera que nosotros también podemos tenerlas.
Inculcar compasión a los demás. Es importante enseñar a los más pequeños de la casa a sentir compasión ante las personas enfermas o que lo están pasando mal. Esto lo podemos hacer mediante cuentos, películas o poniendo ejemplos de la vida real que sean conocidos para ellos.

Asimismo, existen terapias específicas para el desarrollo y el entrenamiento de la compasión como la propuesta por Paul Gilbert (2015) llamada “Terapia Focalizada en la Compasión” (CFT). Por lo tanto, te recomendamos que si no puedes desarrollar la empatía tú mismo pidas ayuda a un profesional para que te acompañe en el camino.

En resumen, la compasión puede ser un término ambiguo porque puede ser confundido con la pena o la empatía. Aun así, a rasgos generales significa la capacidad de identificarse con el sufrimiento de los demás y tener intención de paliarlo. Esta emoción se puede entrenar mediante diferentes técnicas y puede tener diversos beneficios para nosotros como el aumento de la humildad o el desarrollo personal.

Recuerda que tal y como dijo Bram Stoker en su obra de 1897 Drácula:

Aunque la conmiseración no puede alterar los hechos, sí puede contribuir a hacerlos más soportables.

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El poder de la resiliencia y el mito del fénix



En su libro “Símbolos de transformación”, Carl Gustav Jung escribe que el ser humano y el fénix tienen muchas cosas en común. Esta icónica criatura ardiente, capaz de resurgir majestuosamente de las cenizas de su propia destrucción, también simboliza el poder de la resiliencia, la habilidad incomparable de renacer mucho más fuerte, más valiente y más brillante.

Si hay un mito subyacente a casi todas las doctrinas, culturas y leyendas de nuestros países, es sin duda el que se refiere al fénix. Se dice que sus lágrimas estaban curando, que tenía una gran resistencia física, que era capaz de controlar el fuego y que poseía una sabiduría infinita. Según Jung, era esencialmente uno de los arquetipos de mayor consideración, porque su fuego contenía creación y destrucción, vida y muerte …

“El hombre que se levanta es más fuerte que el que nunca cayó”
-Viktor Frankl-

Del mismo modo, es interesante saber que, tanto en la poesía árabe como en la cultura grecorromana e incluso en gran parte del patrimonio histórico oriental, existen referencias tempranas a su mitología. En China, por ejemplo, el Fénix (o Feng Huang ) simboliza no solo la máxima expresión de integridad, poder y prosperidad, sino también el concepto de yin y yang, esa dualidad que armoniza todo lo que sucede en el universo.

Sin embargo, cabe recordar que los primeros testimonios culturales y religiosos que giran en torno a esta figura proceden del Antiguo Egipto, donde, a su vez, toma forma esta imagen que ahora asociamos con la resiliencia. Cada detalle, matiz y símbolo que caracteriza a este mito nos ofrece sin duda un excelente punto de partida para reflexionar.
Resiliencia y el mito del ave fénix
El poder de resurgir de las propias cenizas

Viktor Frankl, neuropsiquiatra y fundador de la logopedia, sobrevivió a la tortura de los campos de concentración.
Tal como se explicó en muchos de sus libros, una experiencia traumática siempre es negativa, pero la reacción a ella está estrechamente relacionada con la persona que la experimenta. Depende de nosotros elegir si levantarnos y retomar nuestra vida resucitando de las cenizas en un triunfo sin igual; o, por el contrario, limitarnos a vegetar y descomponernos …

Esta admirable capacidad de renacer, de recuperar el aliento, de encontrar las ganas de seguir adelante y la fuerza para hacerlo, a partir de nuestras desgracias y los pedazos rotos que llevamos dentro, pasa ante todo por un período realmente oscuro, ciertamente común a muchos: la “muerte”. Cuando nos enfrentamos a un momento traumático, “morimos un poco”, abandonamos una parte de nosotros que nunca volverá, que nunca volverá a ser la misma.
Carl Gustav Jung, de hecho, establece nuestra similitud con el fénix porque esta criatura fantástica también muere, también permite que se den las condiciones necesarias para morir, porque sabe que de los suyos restos surgirá una versión mucho más fuerte de sí mismo.
Entre todos los mitos sobre esta figura, el egipcio nos ofrece, como dijimos antes, excelentes ideas en las que detenernos.comprender mejor la relación entre el fénix y la resiliencia.

Egipto y el ave fénix

El fénix en Egipto

En sus textos, Ovidio explicó que en Egipto el fénix moría y renacía una vez cada 500 años. Los egipcios identificaron esta majestuosa garza con Bennu, un pájaro asociado con las inundaciones del Nilo, el sol y la muerte. Según explicaron, el fénix nació bajo el árbol del bien y del mal, sabía que era necesario renacer periódicamente para adquirir una mayor sabiduría y, con este fin, siguió un proceso muy meticuloso.

Voló por todo Egipto para construir un nido con los mejores elementos: ramas de canela, roble, nardo y mirra. Instalándose en su nido, cantó una de las melodías más elegantes que los egipcios jamás habían escuchado y luego dejó que las llamas la consumieran por completo. Tres días después, el fénix renació lleno de fuerza y ​​poder, tomó su nido y lo dejó en Heliópolis, en el templo del sol, para comenzar un nuevo ciclo que fue fuente de inspiración para el pueblo egipcio.

La resiliencia es el “nido” de nuestra transformación

Como hemos visto, el mito egipcio del fénix es una hermosa historia. Sin embargo, analicemos ahora algunos detalles. Detengámonos, por ejemplo, en la forma en que el fénix construye su nido . Busca los materiales más ricos de su tierra: delicados y resistentes al mismo tiempo, capaces de ayudarla en su transformación, en su ascenso.

Si lo pensamos bien, este proceso es muy similar al que da forma a la dimensión psicológica de la resiliencia. Porque nosotros también buscamos estos elementos mágicos con los que construir un nido bien resistente en el que juntar todas nuestras fuerzas. El ser humano debe extender sus alas para volar sobre su universo interior en busca de las ramitas de su autoestima, la flor de su motivación, la resina de su dignidad, la tierra de sus sueños y el agua tibia de su amor propio …

Resiliencia, nido de nuestra transformación

Todos estos componentes le ayudarán en su ascenso, pero no antes de que sea consciente de que habrá un final; una parte de nosotros se irá, se convertirá en cenizas, en los restos de un pasado que nunca volverá .

Sin embargo, estas cenizas no serán arrastradas por el viento, al contrario. Formarán parte de nosotros para formar un ser que renazca del fuego mucho más fuerte, más grande, más sabio … Un individuo que podría ser fuente de inspiración para los demás pero que, en primer lugar, nos permitirá seguir adelante con la cabeza en alto y con alas bien abiertas.

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miércoles, 26 de agosto de 2020

La indiferencia, la invisibilidad social y el dolor emocional.



La indiferencia es una forma de agresión psicológica. Es convertir a alguien en invisible, es anularlo emocionalmente y vetar su necesidad de conexión social para llevarlo a un limbo de auténtico vacío y sufrimiento.


El castigo de la indiferencia

Dicha práctica, como ya sabemos, abunda en exceso en muchos de nuestros contextos: la vemos en escuelas, en relaciones de pareja, familia e incluso entre grupos de amigos.

Falta de comunicación, evitación, hacer el vacío de forma expresa, frialdad de trato… Podríamos dar mil ejemplos sobre cómo se lleva a cabo la práctica de la indiferencia, y sin embargo, el efecto siempre es el mismo: dolor y sufrimiento.

El dolor de ese niño que sentado en un rincón del patio, ve como es ignorado por el resto de sus compañeros. Y el sufrimiento también de esa pareja que de un día para otro, percibe cómo su ser amado deja de mostrar la correspondencia emocional de antes.


“Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. A su vez, lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”.

-Elie Wiesel-

Nadie está preparado para habitar en ese vacío social donde los demás pasan a través nuestro como si fuéramos una entidad sin forma. Nuestras emociones, nuestras necesidades y la propia presencia están ahí y demandan atención, ansían afecto, respeto… ser visibles para el resto del mundo. ¿Cómo afrontar estas situaciones?
La indiferencia, la invisibilidad social y el dolor emocional

La definición de la indiferencia es a simple vista bastante sencilla: denota falta de interés, de preocupación e incluso falta de sentimiento. Ahora bien, más allá de las definiciones de diccionario están las implicaciones psicológicas.

Están, por así decirlo, esos universos personales donde hay ciertas palabras con más relevancia que otras. El término “indiferencia”, por ejemplo, es sin duda uno de los más traumáticos.

Así, hay quien no duda en decir que lo opuesto a la vida no es la muerte sino la falta de preocupación, y ese vacío absoluto de sentimientos que dan forma cómo no, a la indiferencia.

No podemos olvidar que nuestros cerebros son el resultado de una evolución, ahí donde la conexión social y la pertenencia a un grupo nos han hecho sobrevivir y avanzar como especie.

Interaccionar, comunicar, ser aceptado, valorado y apreciado nos sitúa en el mundo. Esos procesos tan básicos desde un punto de vista relacional nos hace visibles no solo para nuestro entorno, sino también para nosotros mismos.

Es así como conformamos nuestra autoestima, así como damos forma también a nuestra identidad. Que nos falten esos nutrientes genera serias secuelas, implicaciones que es necesario conocer. Veámoslos.
La indiferencia genera una fuerte tensión mental

Las personas necesitamos “leer” en los demás aquello que significamos para ellos. Necesitamos certezas y no dudas. Ansiamos refuerzos, gestos de aprecio, miradas que acogen, sonrisas que comparten complicidades y emociones positivas…

Todo ello da forma a esa comunicación no verbal donde quedan incrustadas esas emociones que nos gusta percibir en los nuestros a diario. El no verlas, el percibir solo una actitud fría, provoca ansiedad, estrés y tensión mental.
Confusión

La indiferencia genera a su vez otro tipo de dinámica desgastante, a saber, se rompe un mecanismo básico en la conciencia humana: el mecanismo de acción y reacción. Cada vez que actuamos de una cierta manera, esperamos que la otra persona reaccione en consecuencia.

Si bien a veces esta reacción no es la que esperábamos, resulta muy difícil de comprender la ausencia total de ella. La comunicación se vuelve imposible y el intento por interactuar se hace forzado y desgasta. Todo ello nos confunde y nos sume en un estado de preocupación y sufrimiento.
Da origen a una autoestima baja

Al no obtener ningún tipo de respuesta, de refuerzo por parte de las otras personas, se corta cualquier retroalimentación que podamos tener. En las etapas de formación de la personalidad, esto puede repercutir gravemente en la autoimagen.

Es probable que aquella persona que ha recibido indiferencia en estas etapas, llegue a creer que no vale la pena interactuar con ella, dando lugar a una fuerte inseguridad.
¿Cómo reaccionar frente a alguien que me trata con indiferencia?

Las personas, como seres sociales que somos y dotados a su vez de unas necesidades emocionales, aspiramos a establecer una relación de constante interacción con nuestros seres queridos: familia, amigos, pareja…

Si en un momento dado empezamos a percibir silencios, vacíos, frialdad y despreocupación, nuestro cerebro (y en concreto nuestra amígdala) entrará en pánico. Nos avisará de una amenaza, de un miedo profundo y evidente: el de percibir que ya no somos amados, apreciados.

Lo más razonable en estas situaciones es entender qué sucede. Esa desconexión emocional siempre tiene un origen y como tal debe ser aclarado para que poder actuar en consecuencia.

Si hay un problema lo afrontaremos, si hay un malentendido lo solucionaremos, si hay desamor lo asumiremos e intentaremos avanzar. Porque si hay algo que queda claro es que nadie merece vivir en la indiferencia, ninguna persona debe sentirse invisible en ningún escenario social, ya sea en su propio hogar, en su trabajo, etc.

Asimismo, hay un aspecto que es necesario considerar. La indiferencia largamente proyectada sobre alguien en concreto o sobre un colectivo es una forma de maltrato.

Aún más, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de California se demostró que este tipo de dinámica basada en la exclusión y en la despreocupación, genera dolor y angustia. Es un sufrimiento que trasciende nuestras emociones para llegar también a nuestro cuerpo.


“Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

-Oscar Wilde-
El último recurso: alejarse

Si luchar por esa relación, si invertir más tiempo y esfuerzo en esa o esas personas nos trae el mismo resultado, lo más sano será alejarnos.

Si percibes que esas consecuencias perjudiciales (agotamiento, baja autoestima…) ya se están “instalando” en ti, es urgente que renuncies a tener una relación cercana con esas personas y busques proximidad con otros, para quienes sí seas importante.

Intégrate en grupos donde seas escuchado y se valore tu forma de ser. Romper con una relación de indiferencia te dará una nueva perspectiva del mundo y potenciará tu desarrollo.

Edith Sánchez @ lamenteesmaravillosa.com

https://www.infomistico.com/


HOY: Ámate tanto hasta dejar de culpar a otros por las cosas que salieron mal.



Sí, amarte no quiere decir que te veas o te sientas perfecta, sino que te veas tal y como eres, incluyendo aquellas áreas que no te agradan de ti, todos las tenemos y también son parte importante de nosotros

Ámate tanto hasta dejar de culpar a otros por las cosas que salieron mal, pues en el amor también hay responsabilidad y realismo, lo que implica reconocer lo que puedes mejorar en ti y dejar de culpar a los demás por tus malas decisiones, sean pocas o muchas.

Muchas veces hablamos del miedo, del miedo que nos provocan otros, de las situaciones incómodas, por ello no podemos dejar de lado el miedo a nosotros mismos, pero si no te aceptas como eres ¿cómo podrás protegerte? ¿cómo podrás protegerte de los demás? Sí, es de humanos equivocarse pero también, perdonarse.

Parte de querernos es vernos tal cual somos, con lo bueno, lo malo y hasta lo feo, por eso para amarnos es necesario aceptar incluso aquello que nos duele o nos desagrada y que fue nuestra propia decisión.

Errores cometemos todos, pero eso no es pretexto para culpar a otros y pretender que ellos arreglen las cosas, jamás podrán arreglar lo que no hicieron, incluso cuando son cosas de pareja, ambas partes tienen ambas de responsabilidad.

Hay casos donde elegimos lo fácil, pero eso no quiere decir que sea lo correcto y además, las mentiras no duran mucho tiempo, siempre salen a la luz. Entonces, ¿vas a seguir cargando con esas mentiras o ha llegado el momento de confrontarlas? ¿Podrías amarte tanto como para perdonarte?


ÁMATE TANTO COMO PARA VIVIR EN PAZ

Ámate tanto como para reconocer tus errores, para pedir perdón cuando sea necesario y para aceptarte a pesar de esa versión de ti que no siempre te agrada, ámate tanto que te perdones y no vivas en el pasado tratando de cambiar algo que no es posible.

Ámate con lo bueno, lo malo y lo feo.

Amarte no siempre es estar de buenas, tampoco es fingir felicidad todo el tiempo y mucho menos empeñarte en ser perfecta porque eso es lo que más te destruye al crear una presión innecesaria. Vive un día a la vez, tratando de decidir lo mejor y trabajando el doble cuando tropieces porque siempre podrás levantarte.

Amarte por sobre todas las cosas no quiere decir tampoco que vas a tolerar todo, implica vivir con dignidad, con seguridad y sin resentimientos, por ello te escribo esta carta, para que aceptes todo eso que no puedes cambiar, para que vivas consciente de que no puedes controlarlo todo, pero sabiendo que siempre puedes ser mejor.

No depende de los demás, depende de ti.

Información de: soycarmin.com
https://dhablog.com/