domingo, 11 de septiembre de 2022
Qué implica fluir... Por Ashamel Lemagsa.
jueves, 20 de enero de 2022
Los sonidos sanan.
3 septiembre, 2018
“Las colinas están y estuvieron vivas con el sonido de la música”.
Julie Andrews
Tanto los maestros de la mística ancestral como los físicos están de acuerdo en que todo está en un estado de vibración, desde los electrones que se mueven alrededor del núcleo de un átomo hasta los planetas en las diferentes galaxias. Todo es vibración. Todo lo que vibra está haciendo un sonido.
El cuerpo humano es una una orquesta extraordinaria. Cada órgano, cada hueso, cada tejido, cada parte de nuestro cuerpo está vibrando. Cuando el estado del cuerpo es armónico su funcionamiento es como una sinfonía, en la que cada parte toca afinadamente.
Cada vez que por alguna razón alguien no está en su lugar, es como si un músico perdiese su partitura. Entonces, comienza a tocar de forma discordante la nota incorrecta. Cuando una parte del cuerpo vibra fuera de sintonía, se traduce en el malestar físico, emocional o mental, al que llamamos enfermedad.
En las diferentes culturas, la conexión con el origen se establece a través del sonido. En el génesis dice: “En el principio era el Verbo”. Los científicos demuestran que el sonido puede modificar la estructura molecular y crear nuevas formas. El innovador trabajo de sanar con los sonidos entra dentro del campo de la medicina vibracional.
El efecto de los sonidos en nuestras emociones es indudable. El cineasta estadounidense George Lucas, creador de las sagas fílmicas de Star Wars e Indiana Jones dijo: “El sonido es el cincuenta por ciento en una escena de acción en una película”.
Desde la adolescencia he sido una apasionada de la música en vivo. Luego, me incliné por la percusión. Mi amigo Guarionex Aquino nutrió y motivó el amor por el djembé y el bongó. Desde hace casi un año, en Mezcla nos reunimos cada lunes por la noche a crear experiencias sonoras. Cada encuentro nos permite una mayor comprensión del poder que tiene el sonido para sanar y transformar, para cambiar nuestras vidas.
Alfred Tomatis, médico francés especializado en el estudio del oído humano, cree que hay dos tipos de sonidos: los que fatigan al oyente y los que lo cargan de energía. Tomatis descubrió que los sonidos que contienen armónicos de alta frecuencia, como los cantos gregorianos, son extremadamente beneficiosos porque cargan de energía al sistema nervioso central y a la corteza cerebral.
En una ocasión, los guías espirituales de un monasterio benedictino fueron a ver a Tomatis para pedirle ayuda. Tras el Concilio Vaticano II, el nuevo abad del monasterio creyó que las seis u ocho horas de canto de los monjes no servían a ningún propósito útil y cesó el canto. Al poco tiempo, los monjes estaban cansados y deprimidos. Varios médicos intentaron sanarlos sin éxito.
Los cantos gregorianos contienen todas las frecuencias del espectro de la voz, de 70 a 9,000 ciclos por segundo. Tomatis conectó la suspensión de la práctica diaria de cantos, con la pérdida de energía de los monjes. Restablecido el canto, los religiosos pudieron reanudar su riguroso horario de trabajo y oración, en jornadas de veinte horas.
Para Tomatis, un aspecto importante de los efectos terapéuticos de los armónicos vocales se basa en la transmisión del sonido por los huesos, que se estimulan con una resonancia de alrededor de 2,000 Hz (ciclos por segundo). Según él, el sonido producido no está en la boca ni en el cuerpo sino en los huesos, que son los que cantan.
He vivenciado el poder sanador de los cantos cistercienses, en el monasterio Santa María del evangelio, en Jarabacoa. Siguiendo la tradición monástica, el padre José Luis y un grupo de hermanos comparten su devoción y amor, en una agradable hospedería en la que los visitantes pueden experimentar la oración, el silencio, la contemplación y las hermosas misas cantadas. Para mí, las voces de los monjes cistercienses tiene un profundo sentido de reparación para las almas cansadas de la cotidianidad.
El sonido tiene la capacidad de modificar, cambiar y transferir formas. Según Ilya Prigogine, un físico belga de origen ruso galardonado con el Premio Nobel de Química, existen diferentes vías de interrogar al Universo en que vivimos y el sonido es una de ellas.
El trabajo de Masaru Emoto, el científico japonés que fotografió el agua bajo diferentes condiciones, muestra el efecto sanador de los sonidos. El investigador sacó agua del río Fuji en Japón, que por su alto nivel de contaminación tenía el aspecto de barro, y después llamó a un monje japonés para que cantase sobre ella el Buddhist Heart Sutra.
El Dr. Emoto congeló el agua antes y después del canto y grabó un vídeo bajo un microscopio de campo oscuro. El agua que recibió el sonido intencionalmente vocalizado formó figuras hermosas similares a las de un copo de nieve blanco. En cambio, el agua sin canto mostró moléculas caóticas y deformes.
¿Qué parte de nuestro cuerpo está compuesto de agua?, ¿Qué cantidad de agua contiene el planeta Tierra? El sonido nos enferma o nos sana. La intención, es la energía que se crea detrás del sonido. Cada lunes, lo único que hacemos en el círculo de tambores es declarar buenas intenciones. Luego las recogemos todas en un gran propósito.
La intención es la conciencia que tenemos del sonido que se está creando. Por ejemplo, si mi intención es el amor las personas recibirán la energía del amor en el sonido que estoy haciendo.
Particularmente, he experimentado maravillosas y sutiles sanaciones por vía de estas reuniones sonoras. El autor, músico y maestro estadounidense en los campos de armónicos y sanación sonora Jonathan Goldman tiene una fórmula que explica lo que ocurre: frecuencia + intención = sanación.
https://hoy.com.do/author/karina-pereyra/.
jueves, 10 de diciembre de 2020
¿Conoces los planes secretos de tu crítico interior?
Todos tenemos una voz interior. Esa voz puede adoptar un tono reconfortante para hacernos sentir mejor cuando estamos mal. Puede decirnos que estamos a salvo y que todo saldrá bien. Pero otras veces esa voz puede llegar a ser muy dura. Puede vapulearnos sin piedad y recordarnos todo lo que hemos hecho mal.
Esa voz representa uno de los diferentes “yos” que habitan en nosotros. De hecho, según la “Teoría de los Yos” nuestra personalidad está compuesta por una multiplicidad de yos que toman el mando según sea necesario, para protegernos de los peligros, garantizar nuestra supervivencia y lograr que seamos menos vulnerables.
Uno de esos yos asume el papel de crítico y puede decirnos cosas como “no te has esforzado lo suficiente”, “presta más atención” o “nunca haces nada bien”. Aunque muchas veces las recriminaciones de ese “yo crítico” no son agradables, debemos prestarle atención porque sigue una agenda oculta que suele tener un gran impacto sobre nuestro equilibrio mental.
Las 3 razones que empujan a nuestro crítico interior
1. Intenta motivarnos.
Cuando nuestra voz asume este tono, generalmente está repitiendo un patrón que aprendimos en la infancia, quizá porque nuestros padres o maestros usaban esas palabras con nosotros. En práctica, nuestro crítico interior cree que reprendiéndonos por lo que hemos hecho mal nos empuja a esforzarnos más y seguir adelante.
Por eso, esta voz crítica nos reprende severamente y puede despertar recuerdos de otros errores y pasos en falso del pasado. Nos recuerda constantemente que no hemos estado a la altura para animarnos a crecer y nos castiga para generar unos sentimientos negativos de los cuales deseamos desprendernos mejorando nuestro desempeño.
Por desgracia, un estudio realizado en la Universidad Brandeis reveló que ser excesivamente duros con nosotros mismos y castigarnos con pensamientos negativos no brinda los resultados esperados. De hecho, puede hacer que nos sintamos más incompetentes, defectuosos o carentes. Al contrario, asumir una actitud más compasiva y aceptar el fracaso nos motiva más a mejorarnos a nosotros mismos.
2. Intenta devolvernos el control.
Estas frases son en realidad una lucha contra la sensación de indefensión y falta de control. Aunque pueden sonar como recriminaciones, su objetivo final es reforzar el locus de control interno. O sea, recordarnos que podemos hacerlo mejor si nos esforzamos más. Esta estrategia puede tener un efecto colateral: exigirnos demasiado.
Lo que aparentemente debe tener un efecto empoderador, puede volverse en nuestra contra haciendo que nos convirtamos en víctimas y verdugos de nosotros mimos. “Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica, que, a causa, de las estructuras de obligación inmanentes a ella, se convierte en violencia, de manera que cada cual termina llevando consigo su campo de trabajos forzados”, como advirtiera el filósofo surcoreano Byung-Chul Han.
En realidad, debemos ser conscientes de que algunas cosas se encuentran bajo nuestro control, pero otras no. No debemos caer en el error de culparnos y sobreexigirnos más de lo que podemos dar, solo porque tenemos miedo a admitir que no podemos controlar todo.
3. Intenta protegernos.
Esa voz crítica nos dirá cosas como “no hagas el ridículo” o “no sudes / no te sonrojes / no muevas tanto las manos o se darán cuenta de que estás nervioso”. De hecho, escanea constantemente el entorno para determinar qué comportamientos tienen mayores probabilidades de ser aceptados socialmente.
Se encarga de que sigamos una serie de reglas porque estas nos garantizarán nuestra seguridad y cierto grado de aprobación social. La voz crítica que se activa en nuestra cabeza se asegura de que no actuemos de forma inadecuada o ridícula. Nos ayuda a evitar errores, nos permite seguir los puntos de referencia para mantener cierto nivel de desempeño o evitar ser desatentos o maleducados.
Uno de los principales problemas de este tipo de críticas es que perdemos la espontaneidad. Nos volvemos menos auténticos porque nuestro yo controlador/protector está monitoreando y diciéndonos lo que debemos hacer para agradar a los demás.
Si esta autocrítica se hace demasiado fuerte, muy pronto nos sentiremos agobiados y se desencadenará un mecanismo de autoobservación constante que generará precisamente el efecto contrario: nos pondrá más nerviosos y seremos menos eficaces en nuestras interacciones sociales. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Harvard reveló que nada se fija tan intensamente como lo que pretendemos obviar, es lo que se conoce como efecto rebote.
Cómo usar las críticas para crecer – de verdad
En realidad, esa voz crítica es necesaria. No hay nada de malo en ser autocríticos. Pero debemos asegurarnos de que no tome el mando y, sobre todo, debemos tener cuidado con sus mensajes porque la manera en que nos hablamos a nosotros mismos, el discurso que hilvanamos alrededor de nuestros fracasos, debilidades y errores es muy importante.
Un estudio realizado en el Kingsway Hospital del Reino Unido reveló que nuestra voz crítica no es un proceso unitario, sino que adquiere diferentes funciones, sigue objetivos distintos y se alimenta de diferentes emociones. Estos psicólogos concluyeron que “las personas autocríticas, en comparación con las que se tranquilizan, tienen un mayor riesgo de padecer alguna psicopatología”. De hecho, otro estudio llevado a cabo en la Universidad Estatal de Georgia vinculó los niveles elevados de autocrítica con síntomas depresivos más severos.
El objetivo no es eliminar ese “yo crítico” sino aprender a lidiar con él. Luchar contra esas afirmaciones o intentar ignorarlas no suele ser muy eficaz. Muchas veces la autocrítica parece reflejar la verdad, lo que la hace muy convincente.
En su lugar, podemos practicar la defusión. Se trata de una técnica que nos ayudará a reconocer que nuestras críticas son solo ideas, no hechos. Así podremos diferenciar nuestros pensamientos de la realidad y disminuir el impacto negativo de las críticas, debilitando su control sobre nuestro estado de ánimo y conducta.
Una de las técnicas de la defusión consiste precisamente en captar el objetivo oculto detrás de las críticas que nos hacemos. Luego debemos tratar a nuestro crítico interior de manera más compasiva. Le decimos: “comprendo lo que estás haciendo y te lo agradezco, pero existen otras maneras de abordar esta situación”.
A fin de cuentas, nuestro crítico interior solo intenta protegernos o motivarnos. Solo que a veces no encuentra la mejor manera de hacerlo y debemos darle una ayuda adicional de manera consciente.
Fuentes:
Breines, J. G. & Chen, S. (2012) Self-Compassion Increases Self-Improvement Motivation. Pers Soc Psychol Bull; 38 (9): 1133-43.
Gilbert, P. et. Al. (2004) Criticizing and reassuring oneself: An exploration of forms, styles and reasons in female students. British Journal of Clinical Psychology; 43(1): 31-50.
Wegner, D. M. et. Al. (1987) Paradoxical Effects of Thought Suppression. J Pers Soc Psychol; 53(1): 5-13.
Johnson, S. B. et. Al. (2018) Compassion-Based Meditation in African Americans: Self-Criticism Mediates Changes in Depression. Suicide Life Threat Behav; 48(2):160-168.
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martes, 20 de octubre de 2020
Dos buenas amigas: la creatividad y tu salud.
La creatividad no sólo es amiga de la salud, sino parte integral de la misma. Así lo ha venido diciendo la Red de Investigaciones de Cultura y Creatividad de la Universidad de Liverpool, Inglaterra. Las investigaciones realizadas en dicha universidad a través del LARC´s Liverpool Thrive Programme (Programa de Proliferación perteneciente al Consorcio de Regeneración de las Artes de Liverpool) demuestran que las artes y la creatividad pueden tener un impacto enorme sobre la salud de las personas y la calidad de sus vidas.
Mantenerse activo (a nivel físico e intelectual), en contacto y en colaboración con los demás, seguir aprendiendo y ayudar a otros, son algunos de los beneficios de las actividades de tipo creativo. Pero eso no es todo. Además, la creatividad puede ayudar a pacientes con demencia y Alzheimer, detiene el avance de la vejez y ayuda en la recuperación de traumas psicológicos. Y es que la participación en actividades divertidas y agradables reduce el estrés y conlleva a un sentimiento de bienestar general.
Otro de los grandes beneficios de la creatividad es el fortalecimiento de la memoria, a cualquier edad. Entre más información nueva reciba el cerebro, más se esfuerza por mantenerla. Es por eso que a las personas de la tercera edad se les recomienda que aprendan nuevas habilidades.
¿Qué fomenta la creatividad? Prácticamente cualquier cosa que le guste a la persona, toda información o actividad diferente y novedosa, sobre todo las que resulten interesantes o estimulantes.
Aquí tienes una lista de sugerencias que podrían ayudarte a explorar y a desarrollar tu creatividad, a hacer tu vida más agradable y placentera, y por lo tanto a fortalecer tu salud:
¿Te gusta escribir? Entonces decídete a llevar un diario o a escribir, de una vez y por todas, ese cuento corto, poema o novela que te ronda en la cabeza. No tienes que aspirar a un premio literario, sino a poner por escrito tus ideas.
Ponte retos. Como terminar un crucigrama al menos una vez al día, o resolver un rompecabezas de cientos de piezas. Estimulas tu memoria, tu pensamiento crítico y tu capacidad de asociación.
Aprende a bailar. Imita a los participantes de Bailando con las Estrellas. No tienes que ser un bailarín profesional para aprender un baile nuevo, ya sea un vals o un tango. Si tienes pareja, mejor, pero puedes disfrutar del baile y de la música incluso tu sola(o).
¿Sabes tejer? No importa que sea con dos agujas o con gancho (crochet), conviértete en tu propia diseñadora y lleva con orgullo tus creaciones: un cardigan, un suéter o una vistosa bufanda.
¿Lo tuyo es la jardinería? Hay quien tiene “buena mano” para las orquídeas. Otros prefieren las rosas o las suculentas. No es importante si dispones de un jardín grande o tienes que cultivar tus plantas en macetas en el balcón. Cuidar, regar, podar, fertilizar a tus queridas plantas le da sentido a tu vida y ellas te lo devuelven en lozanía y belleza.
No te conformes con disfrutar tus películas frente al televisor. Ir al cine o al teatro es una excelente forma de activar tu vida social. Y si vas con un grupo de amistades con gustos afines, mejor.
Dale una oportunidad a las artes plásticas. Toma una clase de pintura, aprende a hacer un “collage” o si eres un poco más ambicioso(a), explora la escultura, o la cerámica.
Toma una clase de cocina. Cocinar es todo un arte. Si no puedes asistir a una clase, compra un libro de cocina básica y mejora tus técnicas culinarias.
Aprende un nuevo idioma. Además de práctico, te abre las puertas a una nueva forma de ver la vida.
Regresa a la escuela. Revisa las posibilidades entre las clases comunitarias o las que se ofrecen en horario nocturno a precios módicos. Las ofertas son variadas: desde aprender programas de computadora, contabilidad, o idiomas, hasta fotografía. Tú decides.
Toca un instrumento musical (o aprende a tocarlo). La música lo embellece todo, incorpórala a tu vida.
Cualquier cosa que te parezca entretenida o divertida podría disparar tu creatividad. Lo más importante es que te decidas a hacerlo. Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de las actividades creativas es la falta de tiempo, pero hay que hacer el esfuerzo por encontrarlo para poder contrarrestar los efectos negativos del estrés del trabajo y de la vida diaria. Cabría preguntarse seriamente si convendría reducir los gastos, o el tiempo de trabajo para dedicar más tiempo de calidad a uno mismo.
Esto implica apagar los ruidos externos: las obligaciones familiares, laborales, las circunstancias de la vida. Claro, esto no significa desatender las obligaciones, sino ponerlas en perspectiva y equilibrar la vida.
Otro paso importante es tomar la determinación y no permitir que ningún obstáculo interfiera. Es importante preguntarse:
¿Sigo manteniendo el espíritu de la curiosidad vivo dentro de mí?
¿Estoy prestando atención a mis propias ideas e intereses?
¿Estoy dispuesto a hacer tiempo para ellas?
La respuesta a estas preguntas es vital para encontrar el estímulo necesario para transformar la vida. Poco a poco, irán surgiendo el tiempo y el modo de realizar actividades que recarguen tu energía creativa y física: salir a caminar, hacer ejercicio con regularidad, pasar tiempo rodeado de la naturaleza, escuchar música, ver pinturas y fotografías de estudio, o hacer trabajo voluntario.
Entre otras actividades estimulantes y que no cuestan nada está el cultivar el arte de la conversación, escuchar a otras personas y sus ideas (comenzando por los que están más cerca, nuestra propia familia) e incluso explorar otras religiones como una manera de comprender mejor el mundo. Leer y viajar, también, son excelentes formas de ampliar nuestra visión y tener más equilibrio en nuestras vidas.
La receta: no te dejes vencer por la rutina y añade color y calidad a tu vida. Explora, aprende, estudia, crea y tu salud y bienestar aumentarán.
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Ponerse límites a uno mismo es un acto de amor, cuidado y autorrespeto
Sin embargo, este discurso tiene dos puntos débiles. En primer lugar, los límites no se encuentran exclusivamente en nuestra mente y, en segundo lugar, de vez en cuando es importante ponerse límites a uno mismo, para protegernos. Si no lo hacemos, es probable que terminemos sufriendo el cansación del “yo” al que hacía referencia el filósofo Byung-Chul Han.
La sobreexigencia causa un infarto del alma
Los límites no son más que una serie de normas o pautas con las que nos comprometemos para no ir más allá de lo que sería sensato o conveniente. El principal riesgo de no ponernos límites en una sociedad que nos está empujando constantemente a ir más allá consiste en convertirnos en víctima y verdugo de nosotros mismos.
“En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados”, escribió Han refiriéndose a nuestra tendencia a exigirnos cada vez más, en pos de la productividad y el éxito, mientras el silencio y el descanso se convierten en lujos que nos negamos y nos sumergimos en una actividad febril.
Sin embargo, “lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento”, explicaba el filósofo. Tener afán de superación y aspirar a prosperar es positivo. El problema comienza cuando nos exigimos cada vez más sin darnos un respiro, sin ponernos límites saludables, obligándonos a ir siempre un paso más allá, aunque no tengamos muy claro el motivo de ese esfuerzo. El problema es no saber distinguir entre superación y sobreexigencia.
Esa situación nos conduce a un “cansancio fundamental”, que no es un simple agotamiento físico sino un cansancio del alma.
Los límites como expresión de amor y respeto por uno mismo
Unos límites saludables, en cambio, nos impedirán exigirnos tanto que terminemos derrumbándonos bajo el peso de obligaciones y compromisos que no podemos cumplir. Nos impedirán que el trabajo se apropie de nuestra vida. Nos permiten tomar las riendas y decir “no” cuando no queremos algo y “sí” cuando lo deseamos o necesitamos. Decir “hasta aquí hemos llegado” porque no necesitamos ni queremos ir más allá. Unos límites saludables son, en última instancia, un acto de empoderamiento.
De hecho, Nietzche explicaba que la potencia del no hacer, en términos de decir “no”, se diferencia de la mera impotencia o la incapacidad para hacer algo porque es una decisión personal, consciente y meditada que surge del autoconocimiento. No es un “no poder” es un “no querer”.
Ese tipo de límites nos permiten dar una estructura más equilibrada, saludable y satisfactoria a nuestra vida. Por tanto, se convierten en una especie de barrera protectora que nos indica la línea entre lo que está bien para nosotros y lo que no. Esos límites nos permiten tener claro cuál es la línea que no debemos cruzar.
Ese tipo de límites que nos ponemos a nosotros mismos no son negativos, todo lo contrario, son un acto de amor y respeto. Indican que no necesitamos correr en pos de cualquier imperativo social porque tenemos claras nuestras metas. Esos límites, por tanto, nos mantienen más seguros y saludables e incluso pueden permitirnos disfrutar más de la vida asumiendo una actitud más relajada y consciente.
Los 3 pasos para ponerse límites a uno mismo
Identificar las áreas de nuestra vida que necesitan más estructura o límites.
Establecer límites que reflejen nuestras metas y valores.
Aplicar la responsabilidad compasiva.
Fuente:
Han, B. (2017) La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder Editorial.
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sábado, 3 de octubre de 2020
Estos Hábitos roban tu tiempo y sería mejor que evitaras.

Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto, ¿cómo podemos malgastar tantas horas?
Mahatma Gandhi
Mucho se habla de que el tiempo es lo más valioso que el ser humano tiene, de que es algo que, cuando se pierde, es imposible de recuperar. Y es que, aunque suene a cliché, esas frases son muy ciertas: el tiempo es muy valioso y nunca regresa.
Muchas veces, las personas pasan el tiempo como si su vida fuera a ser eterna, como si no existiera una fecha límite para aprovecharla; y muchas veces el tiempo se pierde en cosas que realmente no valen la pena o que, en el peor de los casos, te hacen más mal que bien.
Por eso, por la característica que tiene el tiempo de no volver y de no poder tener más cuando se pierde, es muy importante aprender a valorarlo como se merece y aprovecharlo al máximo.
Para ello, uno de los primeros pasos es encontrar a aquellos “ladrones” que te lo roban, los cuales pueden ser prácticas y hábitos que consumen mucho de tu tiempo y al final no te aportan algo positivo o terminan por dañar tu bienestar de alguna manera.
Los siguientes son sólo algunos de esos ladrones de tiempo que se llevan esos valiosos minutos que podrías dedicar a cosas más positivas y benéficas para ti.
Aunque son actividades de lo más comunes y aparentemente inofensivas, la realidad es que cada vez más personas pasan más y más tiempo en ellas, muchas veces sin siquiera ser conscientes de ello; lo peor es que se trata de actividades que en realidad no aportan nada ni permiten avanzar hacia las metas que cada uno tiene.
Así que aprende a identificar cuando estés por caer en ellos y procura evitarlos o al menos limitarlos al máximo, para que no se lleven tanto de tu valioso tiempo.
Las redes sociales
Si eres usuario de redes sociales, es muy probable que te haya pasado esto: tomas tu celular y piensas “revisaré mis redes por unos minutos”, y cuando te das cuenta, ya pasaron incluso horas, en las que no hiciste nada bueno o productivo sino que simplemente los minutos se te fueron en ver contenido en su mayoría vacío y que no te dejó nada más que tiempo perdido.
Las redes sociales se han vuelto tan adictivas que te hacen perder la noción del tiempo y así los minutos se convierten en horas. Lo peor es que además de ser un ladrón de tiempo, las redes sociales son también un ladrón de energía, pues muchas veces están llenas de negatividad, malas noticias, agresiones, o llegan a generar envidia al hacerte anhelar la vida perfecta y feliz que supuestamente llevan los demás.
Según algunos estudios, pasar demasiado tiempo en estos estos sitios podría tener un efecto directo sobre algunas áreas del cerebro, como el núcleo tegmental ventral, que se relaciona con la motivación y el estado de ánimo.
Además, el exceso de información y de estímulos que hay en las redes sociales te puede volver menos sensible a otros estímulos positivos; así, mientras más tiempo pases en dichas plataformas, más difícil te será sentirte motivado para realizar actividades en el mundo real.
Hacer maratones de series
Si eres fan de las series, es muy probable que esto también te haya pasado. Inicias la nueva que salió, pero termina un capítulo y piensas “bueno, otro más”, y luego sigues con otro y otro… y así hasta que la terminas. Cuando te das cuenta, ya pasaron varias horas o llegó el amanecer y te quedaste sin dormir.
Esto sucede porque, cuando una historia te engancha, para tu cerebro es muy complicado controlar el bombardeo de estímulos que eso significa. Lo malo de esto es que pasar tantas horas sentado frente a una pantalla hace que tu energía disminuya y te quita tiempo valioso que podrías dedicar a otras cosas que te harían mejor, como hacer un poco de ejercicio, convivir con tus seres queridos, practicar algún pasatiempo, meditar, etcétera.
Por eso, procura ver las series poco a poco, un capítulo a la vez, pues ahí van a seguir, mientras que las cosas de las que te pierdes por ver todas las series completas en un día no regresa, como tus valiosas horas de sueño perdidas.
Preocuparte en exceso
Mientras que los ladrones de tiempo anteriores están en el exterior, este se encuentra dentro de tu mente y si se apodera de ti puede volverse muy peligroso. Cuando te preocupas en exceso por el futuro o por los problemas y dificultades de la vida, lo que logras es aumentar tu ansiedad, mientras que todo eso que te preocupa queda sin resolver.
Se dice que si algo no tiene solución no deberías preocuparte por ello sino aceptarlo, y si algo tiene solución, mucho menos deberías preocuparte y deberías trabajar en la solución. Entonces, en lugar de pasar el tiempo con tus preocupaciones en la mente, deja fluir todo aquello que no está en tus manos controlar y pon manos a la obra en lo que sí puedes arreglar. No te preocupes, mejor ocúpate.
Darle demasiadas vueltas a las cosas
De la mano del punto anterior viene este, que ocurre cuando pasas horas y horas en darle vueltas en tu mente a algo que te sucedió, a un error que tuviste, a lo que no ha salido como quisieras o lo que no has logrado hasta ahora… te preguntas por qué las cosas pasaron así, por qué te pasa eso a ti, por qué, por qué…
Hacer eso no sirve de nada, sólo te atormenta, te roba energía y te quita valioso tiempo para solucionar eso en lo que tanto piensas. Así que mejor reflexiona y gestiona tus pensamientos.
Si notas que una idea se apodera de tu mente y no te deja en paz, analiza si es algo que puedes solucionar, de ser así, hazlo; si es algo que ya pasó, aprende a dejarlo ir, supéralo y aprende de ello para no volver a caer en lo mismo; y si es algo que está fuera de tu control, aprende a dejar que fluya y a fluir tú al aceptar que eso es así y no puedes hacer nada para cambiarlo.
Información de: harmonia.la
https://dhablog.com/

CÓMO HACER LAS PACES CON UNO MISMO. Por Elia Tabuenca.

3 ASPECTOS BÁSICOS PARA HACER LAS PACES CONTIGO MISMO
Para poder hacer las paces con uno mismo es importante que, ante todo, dejes de fustigarte. Seguramente habrás actuado mal o habrás cometido algunos actos de los que no te sientes en absoluto satisfecho. Lo primero de todo es entender que tú, como todo el mundo, también te equivocas. Y es importante que, también, entiendas que el mundo no se divide entre buenos y malos, como apuntan las películas, sino que todos podemos ser buenos y, en ocasiones, tener un poco de maldad que tenemos que aprender a regular.
Así que deja que considerarte mala persona y admite que te has equivocado y que has actuado mal. Si eres capaz de aceptar tus errores y de arrepentirte por ellos, ya estás teniendo una actitud que mucho dista de malvada ya que estás siendo empático y estás experimentando el arrepentimiento. Por tanto, lo primero de todo es que te quites de la cabeza la idea de que eres mala persona porque NO lo eres.
Después de este primer paso que resulta fundamental, aquí vamos a darte más consejos básicos para que puedas hacer las paces contigo mismo.
ABRAZA TUS DEFECTOS Y PERDÓNATE POR TUS FALLOS
Todo el mundo tiene defectos y todo el mundo tiene virtudes. No podemos pretender ser los mejores en todo y no equivocarnos nunca porque, entonces, viviremos engañados y esperando ser de una forma que, realmente, no podremos ser. Por eso, resulta esencial que practiques un ejercicio de completa sinceridad contigo mismo y te descubras cuáles son tus virtudes, así como cuáles son tus defectos. Intenta hacer esta lista de la forma más objetiva posible para que puedas realizar un ejercicio 100% sincero.
Una vez hayas hecho esto, observa tus defectos e intenta no martirizarte por ellos. Puedes intentar ir cambiando uno a uno para ir limando esas partes de ti que no te gustan. Pero no te agobies, ve pasito a pasito intentando mejorar como persona. La vida es un viaje emocionante y apasionante y, uno de los mejores viajes que harás durante tu existencia, será tu viaje interior. Así que no tengas prisa por hacerlo y ve mejorando de forma progresiva.
DEJA DE COMPARARTE CON LOS DEMÁS
Muchas personas se pasan toda su vida comparándose con los demás. Y aunque puede ser algo positivo ir viendo cómo viven las personas de tu alrededor, lo cierto es que también puede ser muy estresante y frustrante. Lo importante no es qué haces tú en relación a otras personas sino qué haces tú en relación a ti mismo. Es decir, tienes que estar a gusto con la vida que llevas, estar satisfecho con tus logros y con las metas que vas consiguiendo.
Debemos recordar que cada persona es un mundo y, como tal, cada uno tiene sus ritmos y sus propios tiempos. Por tanto, compararte con los demás no tiene sentido alguno, lo que tienes que hacer es vivir de la forma en la que te sientas pleno, a gusto y satisfecho. Solo así, podrás estar en paz contigo mismo de una forma plena.
PERDONA TU PASADO Y VIVE EL PRESENTE
Para poder hacer las paces con uno mismo resulta esencial que pases página sobre aquel hecho del pasado que te está frenando. Seguramente hay algo que no te has podido perdonar y, por eso, sigues estancado sin permitirte avanzar ni ser feliz en tu día a día. Pero tienes que tener una cosa clara: el pasado, pasado está. No se puede cambiar, se tiene que aprender a convivir con él y, sobre todo, obtener una lección de vida sobre lo que ha ocurrido.
Si ha habido alguna persona a la que hayas podido herir en tu pasado y no puedes vivir en paz, puedes procurar hacerle llegar tus disculpas. Hazlo de una forma respetuosa y, siempre, si esa persona está dispuesta a aceptarlas. Debes practicar la empatía y asumir las responsabilidades de tus actos pero tampoco quedarte martirizado. De todo se aprende en la vida así que intenta sacar el aprendizaje y continúa con tu camino.
SER POSITIVO PARA HACER LAS PACES CON UNO MISMO
Si quieres hacer las paces con uno mismo es importante que intentes hacer un cambio de perspectiva sobre ti mismo y sobre la vida. Es probable que te hayas equivocado, que hayas actuado de forma errónea y que, ahora, tu conciencia no te deje respirar. Sin embargo, deberás aceptar tu error, perdonarte por ello y continuar como buenamente puedas.
Y, para ello, nada mejor que intentar cambiar tu visión de la vida para tener una perspectiva más positiva y optimista. Para conseguirlo, puedes probar de hacer algunos ejercicios como, por ejemplo, el refuerzo positivo que consiste en repetirte frases motivadoras y optimistas del estilo "Merezco ser feliz", "Puedo conseguir lo que quiera", etcétera.
Además, otro punto importante para poder relajarte y tener una mejor concepción de ti mismo es que dejes de autoexigirte tanto. Muchas veces, el exceso de perfeccionismo puede hacer que nunca estemos contentos ni satisfechos con lo que hacemos. Está bien ser un poco exigente con uno mismo pero nunca sin pasarse. Debemos apretar cuando debemos apretar pero también felicitarnos cuando conseguimos alcanzar algún logro o superar alguna dificultad. Aquí te dejamos algunos consejos para que aprendas a ser menos autoexigente y que, así, disfrutes de una vida mucho más plena y feliz.
Reinvéntate y empieza de cero
Y terminamos este artículo con los mejores consejos para que puedas hacer las paces contigo mismo para hablarte de algo que, muchas veces, olvidamos: en tu vida mandas TÚ. ¿Y esto qué quiere decir? Pues que si hay algo que no te gusta, tienes el poder de cambiarlo y de mejorarlo. Nunca debemos olvidar lo poderosos que somos y la fuerza que tenemos. No caigamos en el error de ponernos en la posición de víctima y, si hay algo que realmente no te gusta o no te hace feliz, cámbialo.
Puedes reinventarte y empezar de cero, comenzar una nueva etapa en tu vida con una energía y unas metas mucho más claras y definidas. Piensa que la vida es muy corta y que debemos vivirla como realmente nos apetezca y nos dé la real gana (sin dañar a nadie, por supuesto). Por ello, queremos recordarte que tú eres el dueño de tu propio destino, por lo que empieza de cero y reconstruye tu felicidad. Si quieres... ¡puedes!
http://buscandome.es/

¿QUÉ ES EL PRINCIPIO DE VACÍO?

Muchos tenemos esa idea de guardar las cosas para usarlos “más adelante” y la verdad es que no tenemos la certeza de que eso ocurra. Ten presente que mientras que te encuentres material o emocionalmente cargando con cosas que ya no usas, cosas viejas y probablemente cosas inútiles, no habrá espacio para nuevas oportunidades.
En está oportunidad te comparto la explicación del principio del vacío de Joseph Newton:
Principio de Vacío
¿Tienes el hábito de juntar objetos inútiles en este momento, creyendo que un día (no sabes cuando) podrás precisar de ellos? ¿Tienes el hábito de juntar dinero sólo para no gastarlo, pues piensas que en el futuro podrá hacerte falta?¿Tienes la costumbre de guardar ropa, zapatos, muebles, utensilios domésticos y otras cosas del hogar que ya no usas hace bastante tiempo?
¿Y dentro de tuyo?… Tienes el hábito de guardar resentimientos, tristezas, miedos, entre otras más. No haga eso. Es anti-prosperidad. Es preciso crear un espacio, un vacío, para que las cosas nuevas lleguen a tu vida. Es preciso eliminar lo que es inútil en tu vida, para que la prosperidad llegue. Es la fuerza de ese vacío que absorberá y atraerá todo lo que deseas.
Mientras te encuentres cargando cosas viejas e inútiles, material o emocionalmente, no habrá espacio abierto para nuevas oportunidades. Los bienes precisan circular. Disponte a Limpiar los cajones, los armarios, el cuarto del fondo, el garaje. Todo espacio que no usa.
La actitud de guardar un montón de cosas inútiles amarra tu vida. No son los objetos guardados que estancan tu vida, sino el significado de la actitud de guardar. Cuando se guarda, se considera la posibilidad de falta, de carencia. Es creer que mañana podrá faltar, y que no tendrás los medios de cubrir tus necesidades.
Con esa postura, estás enviando dos mensajes para su cerebro y para su vida:
No confías en el mañana.
Crees que lo nuevo y lo mejor NO son para ti, ya que te alegras con guardar cosas viejas e inútiles.
Deshazte de lo que perdió el color y el brillo y deje entrar lo nuevo en tu casa y dentro de uno mismo. Después de leer esto, tampoco lo guardes, dáselo a alguien que si lo necesite y q fluya la energía. Aprendamos de la naturaleza que todo lo circula. Eso se llama tener mentalidad de Abundancia.
Hoy es un buen día para empezar a practicar el principio del vacío. Limpia la mente, el cuerpo y el alma, permite que la prosperidad alcance tu hogar.
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sábado, 26 de septiembre de 2020
La vida transcurre como un sueño. Un diálogo con Yolande Duran.

Solo estaba ahí.
No soy cristiano ni judío;
persa ni musulmán.
No soy de Oriente ni de Occidente.
No provengo de la tierra ni del mar.
He dejado de lado la dualidad.
He visto que los dos mundos no son sino Uno.
Uno es lo que busco;
Uno es lo que conozco;
Uno es lo que veo;
Uno es a quien llama.― Rumi
Aquí estamos reunidos, y ni vosotros ni yo tenemos la menor idea de qué vamos a hablar. A diferencia de muchos de vosotros, yo no tengo conocimientos, ni bagaje intelectual ―espiritual o metafísico―, pero creo en el poder del "silencio", de ese "silencio" que se apoderó de mi hace ya cinco años, ese "silencio" que es sabio y que toma las decisiones.
Estoy convencida de que una milésima de segundo vale tanto como todo el cúmulo de experiencias de toda una vida. En un instante, a la velocidad del rayo, se produjo un cambio radical: una desconexión y, de repente, percibí algo que, hasta entonces, desconocía por completo: sencillamente, descubrí el "silencio" en mi mente.
¿Silencio?
Me quedé profundamente estupefacta ante esa omnipresente claridad previa a todo lo demás. Empezó a tomar forma una presencia, un "silencio", siempre presente, siempre ahí y, por lo tanto, previo a todo lo demás: a mis pensamientos, a mis sentimientos, al mundo que percibo...
Desde aquel día de verano de hace cinco años, que fue cuando esta "cosa" ocupó el primer plano, todo lo demás, absolutamente todo lo que surge, surge en un segundo plano.
¿Esta "cosa"?
Sí, esta "cosa" que es previa a todo lo demás; que da a todo lo demás la oportunidad de ser lo que es.
¿Nos la puedes describir o ponerle un nombre?
Se le puede llamar "silencio", tranquilidad, presencia, amor... Se le pueden poner muchos nombres, pero no dejarán de ser meras palabras. Esta "cosa" está más allá de las palabras... Si tuviera que describirla, diría que es una sensación muy profunda, una convicción muy profunda.
Has dicho la palabra "desconexión ¿Desconexión de qué?
Se siguen viendo las mismas cosas, pero es como si hubiera algo que las ve, algo que ve lo que sucede dentro y fuera de mi y, al mismo tiempo, ve también un espacio que le resta toda credibilidad a lo que yo pensaba que yo era.
Es decir, sigo viendo lo mismo, pero sin identificarme con ello porque el "yo" se ha desconectado. Eso es el punto de partida de todo un proceso de aclaraciones. Al principio del todo, aunque ya no me identificara con los pensamientos, aunque ya no me los creyera, aunque ya no pensara que fueran reales, seguía creyendo en la existencia del cuerpo, de las cosas que podríamos describir como externas a "mí". Pero, cuanto más se incrementa el desapego, más aspectos desaparecen ―la personalidad, la individualidad, el cuerpo, el mundo de ahí afuera― hasta que, finalmente, ya no queda nada.
O sea, que podríamos decir que, al principio, se siente una estupefacción instantánea: de repente, todo se ve desde un punto de vista distinto. Después, se descubre la claridad y se va haciendo más y más clara de forma progresiva; la convicción va en aumento, la vida se vuelve cada vez más sencilla.
¿Hiciste algo, como preparación, para todo esto antes de que sucediera?
Nada de nada. Lógicamente, había tenido momentos de insatisfacción en la vida, igual que todo el mundo. A veces me preguntaba por qué siempre iba en aumento mi necesidad por las cosas ―más cosas que hacer, más emociones, más éxito, más amor―, pero quitando esa vaga sensación de insatisfacción, no, realmente no había hecho nada. No tenía creencias religiosas, ni fe; no había leído nada, ni había iniciado ninguna búsqueda espiritual: absolutamente ningún tipo de preparación. Y, de repente, se produjo ese profundo asombro.
¿Fue de repente?
Si, espontáneamente: un silencio, una claridad que me mostraban que no iban por ahí las cosas: que no soy todo eso que yo creía ser.
Lógicamente, después, esa claridad evoluciona.
Y ¿cómo sucedió?
Estaba en el salón de mi casa y vi un "silencio" en la cabeza. Me quedé tan sorprendida, que me puse a observarlo. Me sentía ligera, muy a gusto. ¡Desde luego, era una experiencia deliciosa!
¿ Y cuál fue tu primera impresión al pasarte eso?
Lo primero fue descubrir lo precioso que era ese "silencio" que me llenaba toda la cabeza, todo el espacio; y eso dio paso a la intensidad, a percibir un cuerpo y un espacio más expansivos que este cuerpo que estaba vivo, que se movía constantemente.
Yo también tengo momentos así, momentos de silencio, de paz, pero después se van y la vida vuelve a la normalidad. Entonces, me inunda una nostalgia de esos momentos. Y tú ¿no tienes esos momentos de nostalgia, entonces?
Pues... ¿Nostalgia de qué?
(Todos se echan a reír).
¿Has sentido cambios a nivel físico?
Se nota que la sensibilidad se agudiza por si misma. Se produce una percepción de las cosas realmente extraordinaria, más intensa. Las sensaciones se renuevan a cada minuto, a cada instante.
¿Queda algo de emotividad?
Está en un segundo plano. No se parece en nada a lo de antes. El espacio en que aparece, la desconexión que produce esta "cosa" implica que las emociones son incapaces de dominarte.
Y ¿los pensamientos?
Todo el rato está el "silencio" y en él aparecen pensamientos.
¿Qué quieres decir cuando hablas de "claridad"?
Una sensación muy profunda, una convicción. Es un sentimiento, una sensación que ve todo aquello que yo creía ser y que me muestra que no soy nada de todo eso.
Y el mundo ¿cómo lo ves?
Como si ya no me preocupara. Veo el mundo en un segundo plano. Soy feliz viendo cómo pasa la vida por delante, como si fuera un sueño.
Y ¿la muerte?
Está en un segundo plano. La muerte no existe. No es real ―para mí―.
¿Mantienes una identidad?
Soy alguien que está feliz de contemplar el sueño que está viviendo. No sé quién soy.
¿Sigue teniendo algún sentido el "yo" para ti?
No lo sé.
¿Sientes gratitud?
Sí, un agradecimiento constante.
¿Cómo tomas decisiones o escoges cosas?
El fluir natural es el que escoge. Yo ya no necesito pensar porque todo sucede por sí mismo: y lo que sucede, sucede tal y como tiene que suceder. Al principio, intentaba pensar, hacer planes, igual que antes, pero me resultaba imposible. Era como si se expandiera el "silencio", como si me llenara la cabeza por dentro y me la hiciese callar. Ahora, tengo una confianza total en el "silencio".
Y ¿la fuerza de voluntad?
No tengo ninguna voluntad personal.
¡Debes sentirte súper descansada!
Como si me hubiera deshecho de mi equipaje. Lo único que queda es permitir que las cosas sucedan: hay una confianza total, te abandonas a "eso" por completo. Hace cinco años que lo observo y todo ha salido tan bien que la confianza es total.
Y ¿ha cambiado tu punto de vista práctico sobre la vida: tu trabajo, tu vida social?
Al principio, durante un par de años más o menos, visto desde fuera, yo estaba muy tranquila y podía contemplar lo que me sucedía. No trabajaba. Contemplaba, escuchaba en mi interior el movimiento que producía esta "cosa". Ahora, desde hace unos meses, estoy ayudando a una amiga en su restaurante y, exteriormente, hay mucha actividad, incluso mucho ajetreo, pero por dentro permanece la misma tranquilidad. Regresar a la actividad de la vida me ha permitido darme cuenta de que no hay nada que me pueda sacar de esta tranquilidad; de que todo sigue igual, igual que siempre, en un segundo plano comparado con esta tranquilidad.
¿Cómo vives tus emociones? ¿Sigues teniendo sentimientos?
Digamos que las experimento a tope. Al verlas venir, al sentir este desapego que me permite sentirlo todo sin identificarme con nada: todo eso le permite a uno experimentarlas de principio a fin, en toda su plenitud; después, se marchan.
¿El miedo también?
Puede que surja el miedo, pero... ¿Cómo explicártelo? ¡Se ve tan claramente que está en un segundo plano!, que no existe realmente; que, apenas ha surgido... Que ¡todo sucede con este fluir! Es difícil de explicar, pero digamos que no, que no siento miedo. Tengo la impresión de que puedo soportar cualquier cosa.
Y ¿rabia?
Hasta ahora no he sentido nada de rabia.
¿Qué le aconsejarías a alguien que no haya experimentado ese cambio radical?
Que viva la vida a tope. Que viva cada momento tal y como surge, cada deseo, cada impulso tal y como surge. No lo que uno piensa que debería hacer, sino, sencillamente, lo que surge, lo que existe en el momento: ahora.
¿Tienes algún objetivo en la vida? ¿Tiene significado la vida para ti?
¿Un objetivo? No. ¿Significado? Ninguno que no sea experimentar la potente intensidad de cada momento.
¿No te sientes algo sola?
No, nunca. Siempre hay alguna experiencia. Nunca me siento sola en este espacio.
Y me imagino que nunca te entra ansiedad.
Incluso la ansiedad está en un segundo plano.
¿Sientes empatía por los demás? ¿Por tu gente?
Si, me siento conectada porque todo este "yo soy", toda esta manifestación, está dentro de mi. Los demás no existen como seres "aparte", sino que todo forma parte de este "yo soy" que aparece y desaparece dentro de esta "cosa" a cada momento.
Entonces, ¿cómo nos percibes a nosotros?
Os veo en el sueño que se está desarrollando.
¿Un sueño tuyo o colectivo?
Nuestro sueño colectivo.
¿Te sientes más protegida?
Como ya no me siento aquí, podríamos decir que sí. Estoy en un segundo plano. El primer plano lo ocupan el "silencio", la tranquilidad, la presencia. Estoy preparada para experimentar cualquier cosa a tope, incluso aunque no esté yo ahí. Este poder es el que guía. El sabe lo que tiene que hacer.
Entonces, ¿ya no tienes ego?
Existe la intensidad y eso es lo que evita constantemente que el ego se reconstruya.
¿Ha desaparecido el filtro del egoísmo?
Yo lo describiría como que se ha producido una transferencia de identidad. Antes, yo me identificaba completamente con el cuerpo y con mis pensamientos, pero entonces, se produjo este cambio espontáneo que se ha traducido en una absoluta transferencia de identidad que ha puesto a esta "cosa" en primera posición, antes de nada, por delante de absolutamente todo lo demás.
¿Ha cambiado tu forma de relacionarte con los demás?
Ha cambiado de la misma manera que también ha cambiado la forma de relacionarme conmigo misma. Es una "no-relación", aunque se compartan cosas. Todo lo que está en un segundo plano ha dejado de estar "relacionado" conmigo como lo estaba antes. Ahora es algo así como una fusión simultánea.
¿ Tienes la sensación de estar unida?
Sí, ya que veo que todo está en un segundo plano al mismo tiempo que todo está aquí. Todo existe al mismo tiempo.
¿Qué pasa entonces con los que llevamos años buscando, meditando y haciendo prácticas? ¿Crees que, en realidad, no hay que hacer nada?
Ten confianza en ese intenso deseo: eso es lo que te ha llevado al camino espiritual. Ese deseo es lo que te proporciona, espontáneamente, la sensación de que existes y, con esa misma espontaneidad, te aportará también la sensación de que no existes. Así que, permítete existir. Confía en lo que eres, lo que todos somos interiormente. Vive el momento presente en toda su plenitud e intensamente.
Me da la sensación de que utilizas la palabra "intensidad" con un sentido distinto del que se suele utilizar. ¿Me equivoco? Para nosotros, intensidad es sinónimo de emoción, mientras que para ti significa silencio. ¿O es que la intensidad que sentimos nosotros también es un reflejo del silencio?
Si, es un reflejo. La intensidad de sentir por dentro, a cada momento del día, esto también es intensidad: la intensidad de cualquier cosa que surge delante de nosotros en el momento presente.
Algo me ocurre ahora mismo. ¿Consejo? No es un consejo, sino que simplemente lo que percibo. Si me fijo bien, veré que la sensación de existir, el hecho de estar cegada por dicha existencia y de identificarme completamente con lo que se manifiesta fue algo que se produjo de forma espontánea; pues de esa misma manera, el hecho de no existir, ese cambio radical del que estamos hablando, la "no-existencia", también es algo instantáneo que no hace falta buscar. Simplemente confía en esta "cosa" y déjala que lleve las riendas.
La vida tiene muchos momentos en los que, cuando solo queda esta "cosa", desaparece la sensación de que somos una persona.
En momentos de alegría, de intensidad, de "silencio"... en esos momentos, reconoce y contempla esta "cosa" para que ella se pueda hacer cargo de todo.
Entonces, ¿el cambio radical solo consiste en permanecer en ese "asilencio" que todos hemos experimentado en algún momento de la vida en lugar de regresar, al cabo de unos minutos, al nivel individual con todas sus preocupaciones?
¡Justo! Quédate ahí y ―aunque yo no sé cómo― confía en esta "cosa" que cobra vida justo ahí: confía en su poder y su sabiduría.
Claro está que eso no se trata realmente de un consejo, sino de algo que surge de forma espontánea. Como todo sucede de forma espontánea, lo único que tienes que hacer es confiar.
¿Te refieres a esos momentos de "silencio" que a veces se experimentan al meditar?
No solo al meditar, sino en cualquier momento del día. Cuando se vive la vida en toda su plenitud, sin intentar retenerla, subyugarla o ponerle un nombre; cuando se siente esa emoción en todas y cada una de las células del cuerpo; cuando te devora por completo a niveles completamente inalcanzables para palabras como "miedo", "celos", "carencia"... Entonces se abre al "silencio".
Entonces, ¿por qué vuelve a aparecer la agitación después de ese "silencio"?
Es una cuestión de identificación. Vuelve a aparecer la mente; regresa con más fuerza y te atrapa y, una vez atrapado, te la crees completamente y te olvidas del "silencio" y de esta "cosa" tan potente que existe.
Llega un punto en que esa identificación se produce cada vez menos y dura menos que antes, de tal forma que llega un momento en que, sea lo que sea lo que estés experimentando, aunque te parezca real por fuera, interiormente sabrás que existe esta "cosa". Visto desde fuera, sigues haciendo las mismas cosas que los demás, pero por dentro, todo está quieto porque tu atención, tu identificación, permanece constantemente centrada en esta "cosa".
Las palabras atención o identificación no significan lo mismo en todos los idiomas. ¿Te refieres a poner la atención en esta "cosa" o identificarse con "ella"?
Para mí, la identificación y la atención son exactamente la misma experiencia.
Es decir, que los que vivan esa experiencia de "silencio", pero la vuelvan a perder de vista ¿pueden mantener la esperanza de que, gradualmente, la volverán a sentir cada vez más?
No puedo garantizar que sea así como suceda porque, en mi caso, ha sido muy distinto. En mi caso no hubo un aumento gradual de momentos de "silencio", sino que se produjo un cambio radical. Quizás se puede producir de esa manera o quizás no. Sinceramente, no lo sé.
De todas formas, para que suceda, esos momentos de "silencio" tendrán que llegar a ser lo suficientemente intensos como para desplazar por completo la agitación, sin que eso suponga ningún esfuerzo.
En ese caso, en tu opinión, ¿tiene sentido buscar esos momentos de "silencio", ya sea mediante la meditación, el yoga, la oración o cualquier otra forma de práctica espiritual?
Sí que tiene sentido porque esas prácticas existen, porque son lo que se ha manifestado. Intentar hacer lo contrario sería rechazar la vida tal y como es. Mi creencia es que hay que aceptar todo lo que sucede. Hacer yoga, meditación, seguir un camino espiritual: todo eso tiene lugar en la superficie. En realidad, es este estado primordial el que te conduce a esas prácticas, igual que te conduce a todas las demás cosas de la vida. Así que, sigue adelante, permite que las cosas sucedan aunque se mantenga una entidad individual. Acepta esas técnicas porque también forman parte del camino.

lunes, 21 de septiembre de 2020
¿HAY QUE OLVIDAR LO QUE NOS HIZO DAÑO? Por Francisco de Sales.

Creo que no hay que olvidar el hecho histórico en sí, lo que realmente pasó, lo que es innegable y cierto, pero lo que sí se puede hacer –y considero necesario hacer- es olvidar todo lo que asociamos a aquello y que nos lleva a auto-castigos, auto-reproches, a la rabia, al sufrimiento, a la frustración. O sea, todo lo negativo que hayamos guardado archivado junto al hecho.
Está bien recordar que aquello no gustó o no se quiere volver a tolerar nuevamente, o lo que sí o no se va a hacer la próxima vez que se presente algo similar, o lo que se va a afrontar de otro modo distinto.
Hay que hacerlo de un modo sereno, desapasionado, viéndolo como lo que realmente es: algo que sucedió, algo que ya le pertenece al pasado, algo que no se pude modificar por mucho que eso sea lo que uno desea.
No se puede volver atrás, eso lo tenemos claro. Así que es mejor aceptar esto y sin rabia, y no quedarse enganchado en una pelea mental ya muy antigua llena de auto-reproches: “me da mucha rabia haber permitido aquello…”, “si volviera a estar allí…”, “tenía que haberlo hecho de otro modo...”
Hacemos de aquello un bucle y lo repetimos machaconamente, sin restarle la rabia sino añadiéndole más incluso. Persistimos en el dolor y lo mantenemos vivo como un modo de auto-castigarnos. Insistimos en el dolor pensando que al mantener viva la furia rabiosa no se nos olvidará la lección.
Mi opinión es muy distinta y se podría resumir así: “Nos costaría menos olvidar las cosas desagradables si no insistiésemos tanto en recordarlas”.
Lo pasado pertenece al pasado y es el sitio natural donde tiene que estar.
Para hacer las cosas bien, al detectar eso que hemos hecho y no nos agrada, el siguiente paso es reconocerlo, aceptarlo, responsabilizarnos, y decidir conscientemente cómo queremos actuar a partir de ese momento en situaciones similares.
O sea… extraer la enseñanza que todo acto y situación conllevan, aprender la lección a conciencia pero desde la objetividad y serenidad, de forma que se convierta en una experiencia que no necesita repetirse porque ya se ha aprendido.
Hay que aceptarlo con naturalidad, porque es natural no acertar siempre con las situaciones que no hemos experimentado antes y que no sabemos cómo son.
Sólo de ese modo, si se hace sin acritud y sin añadir resentimiento, podremos avanzar en nuestro aprendizaje.
Si conseguimos que eso pase a formar parte de nosotros ya no hace falta darle más vueltas. Ya está integrado. Ya está aprendido.
Y el recuerdo de aquello… que se quede si quiere. No importa siempre que no se mantenga con la intención de seguir haciendo daño.
La vida es un continuo aprendizaje y siempre somos novatos.
Perdonarse es una hermosa demostración de Amor Propio.
Te dejo con tus reflexiones…
http://buscandome.es/
