El problema radica en no controlar estos comportamientos y permitir la evolución de los mismos hasta afectar nuestras labores más básicas. Los diagnósticos personales e, incluso, de asesores psicológicos determinan el padecimiento de: estrés y depresión. Pero ¡eureka!, si se te han administrado estos diagnósticos o sientes que necesitas un cambio, te traemos la solución. En este artículo te brindamos meditaciones que te servirán para prevenir, controlar y erradicar los síntomas y modifiques tu vida.
En primer lugar, una tarea muy fácil: maneja tu respiración. Muchas de las situaciones que se salen de control y se convierten en inmanejables, se debe a la forma en que respiras. Analiza un momento pasado o que pueda suceder y date cuenta cómo alteras tu forma de respirar. Esto se debe a la ansiedad, que va conectada de cientos de sentimientos detrás y te llevan a inhalar y exhalar “a mil por hora”. Por lo tanto, sigue estos pasos a diario hasta lograr convertirlo en hábito; cuando menos pienses lo estarás haciendo inconscientemente.
Toma asiento en un lugar, espacio y elemento cómodo, donde puedas poner totalmente recta tu espalda (sin rigidez, con comodidad). Lleva la palma de tu mano al pecho y la otra palma colócala en tu abdomen. Inhala, lentamente -si quieres solo por nariz, o boca, o ambas- reteniendo el aire al final por diez segundos. Exhala, a la misma velocidad, hasta que sueltes todo el aire. La mano en tu pecho solo quedará estática, mientras que la de tu abdomen hará presión, levemente, ayudando a sacar el aire. Repite este pasos entre cinco a diez veces, diariamente, en el horario que desees y recuerda respirar de la misma forma cuando sientas que perderás el control de las situaciones.
Otra herramienta aplicable a tu vida diaria es la de la visualización. Antes que cerrarte a actuar bajo los impulsos, piensa en los instantes posteriores y las consecuencias, además de repercusiones para el futuro. Para que adoptes la técnica, acuéstate en un lugar cómodo, juntando tus piernas y extendiendo tus brazos a los costados, pegándolos a tu cuerpo. Visualiza tu cuerpo, detalladamente, desde la cabeza hasta los pies, como si estuvieras fuera de ti observándote. Visualiza las expresiones, ademanes, movimientos que empleas a diario en cada situación y corrige lo que, a tu vista, es desagradable. Realiza lo mismo al estar frente a otra persona, ¿qué imagen se están llevando de ti? Ve por esa transformación.
Otro punto a ejecutar es el de la relajación muscular. ¿Por qué entras en tensión, aprietas tus maxilares, tus puños, tu espalda y demás, para solucionar los problemas? Entonces, en el momento que desees, preferiblemente antes de ir a dormir o justo después de despertar, colócate boca arriba y con los ojos cerrados. Desde los pies hasta la cabeza, abre y cierra los dedos, sosteniendo entre tres a cinco segundos, entre tres a cinco series. Realiza la misma contracción y posterior distensión, por cada parte de tu cuerpo; mueve circularmente los pies, rodillas, cadera, manos, etc. y libera toda la tensión que mantienes. Aplica estas técnicas con en compañía de una lista musical relajante que te ayude en tus ejercicios. ¡Éxitos!
Phrònesis
Atrévete a ser feliz.
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