sábado, 26 de septiembre de 2020

CLAUDIO NARANJO: SANANDO HERIDAS DE LA INFANCIA.



Claudio Benjamín Naranjo Cohen más conocido como Claudio Naranjo, fue un psiquiatra y escritor chileno que se convirtió en uno de los pioneros y máximos referentes de la psicología transpersonal. El día de hoy hablaremos acerca de las heridas de la infancia.



Educado en Harvard y en otras universidades de lo más alto del mundo académico, fue alumno de Fritz Perls, fundador de la terapia Gestalt, pero luego fue más allá de esto y trabajó con chamanes y estudió budismo zen y budismo tibetano.

Claudio Naranjo fue uno de esos grandes sabios que son sabios porque realmente trascienden la mera intelectualidad y llevan el conocimiento a la vida, hacen de la vida un arte, viven libres y ayudan a vivir a los demás.


Naranjo fue uno de los pioneros en la terapia con psicodélicos, que actualmente vive un renacimiento. Por su parte, fundó el programa SAT y trabajó con la técnica del eneagrama y la terapia Gestalt.

En una entrevista con la cadena Russia Today, Naranjo habló sobre el trance que se vive en la actualidad, embebidos en una educación que sólo enseña a competir y conquistar pero no a amar y desarrollar una vida interna sensible a la belleza.

Una educación enfocada únicamente en la razón y no en el corazón y el instinto -Naranjo llama a una educación para “tricerebrados”, no sólo para el cerebro racional. El terapeuta chileno sugiere que existía una sociedad precivilizada más colaborativa que competitiva, y que en la actualidad vivimos en un mundo en el que se ha “prohibido lo primitivo”.



Con esto se reprime también el instinto, la espontaneidad del cuerpo, lo que en otra parte llama lo dionisíaco, ese contacto directo con la fuente de la vida, con el torrente existencial.

El problema de nuestro sufrimiento, de nuestra neurosis universal -diagnosticada ya por Freud- parte de nuestra infancia; tratamos mal a los niños y les proyectamos la dureza que cargamos con nosotros, dice Naranjo, quien define a un niño como “un ser que nació libre que poco a poco es domesticado a través del miedo… la palabra que más escucha el niño es el “no’”. Más que comprender, los padres amenazan y reprueban para educar.

Naranjo ve con admiración lo que decía Dostoyevski, quien, a causa del enorme respeto que sentía por los niños, les decía siempre la verdad.


Un tema importante tiene que ver con la noción que heredamos en parte de la idea del pecado original, de que existe una maldad que se debe detener o reprimir. Así, los padres intentan reprimir los brotes incivilizados, la energía indómita y la exploración natural de los niños. Los padres sucumben a la tentación de hacerse respetar, de sentir que mandan. El sentido de la máxima religiosa “Honrarás a tus padres”, dice Naranjo, es el amor, no la autoridad.

Si el problema está en la educación, entonces está también en los educadores, en los padres. Según Naranjo, los padres no suelen tener una plenitud de amor para darle a sus hijos. Es necesario que las personas tengan una búsqueda personal hacia la plenitud, para que puedan vertir ésta en los demás.

La solución para acabar con este ciclo de amargura y represión parece estar en lo que Naranjo llama una “retribalización sanadora”. De acuerdo con sus observaciones, actualmente la psicoterapia progresa más en las técnicas grupales, pues es con los otros que se abandonan los patrones de la infancia y se puede procesar el pasado y resignificarlo. Las relaciones íntimas y sinceras con otras personas nos estimulan a “no desconocer la verdad propia, a no hacernos ciegos de lo que nos está pasando”.

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¿DE DÓNDE VIENE EL VACÍO EMOCIONAL?



El vacío emocional es una de las peores sensaciones que puede experimentar una persona y probablemente viene desde hace mucho tiempo atrás; la infancia y adolescencia. El vacío emocional es básicamente la consecuencia de haber vivido muchas experiencias en soledad, que no haz sentido que se validasen tus esfuerzos y resultados y definitivamente la falta de la presencia materna, la mirada de mamá.



Esto puede llevarte, ahora que ya eres adulto, a tener un concepto negativo de ti mismo y una necesidad y dependencia excesiva de atención y aprobación de los demás. Pueden ser factores predisponentes a que te sientas incompleto. Necesitas de alguien más para completar el rompecabezas.

¿Qué es el vacío emocional?

El vacío emocional es miedo a estar a solas.
El vacío emocional es incapacidad emocional.
El vacío emocional es miedo al que dirán los demás.
El vacío emocional es ansiedad y angustia.
El vacío emocional es no poder tomar decisiones.
El vacío emocional no nos permite ser la madre que nuestros hijos necesitan.
El vacío emocional no nos permite convertirnos en quien vinimos a ser.

El vacío emocional es dependencia emocional hacia mamá o la pareja.

Muchos viven experiencias hostiles en infancia y hoy que ya son adultos, piensas que la experiencia por la cual pasaron, fue lo peor: los maltratos, los gritos, las golpes, los castigos, un abuso, el bullying, dejarlos al cuidado de otros familiares. No obstante, la peor vivencia desde el punto de vista del niño, no fueron solamente esas experiencias, sino la soledad con la que se tuvo que vivir.


¿Dónde estaba mamá para protegerte y defenderte? ¿Dónde estaba mamá para que pudieras contarle lo que te estaba pasando? ¿Por qué no se daba cuenta? ¿Por qué no pudiste contárselo? Tantas preguntas sin respuesta que puedan menguar lo que sientes ahora.

Cuando un niño no puede acudir a mamá es porque ella no ha creado la confianza, la seguridad y la intimidad emocional suficiente y esté dispuesta a dar voz a sus hijos delante de cualquier adulto, en este caso, el niño se siente desprotegido, solo, vulnerable, ya que mamá no está conectada y no se encuentra emocionalmente.

Las madres de hoy en día están en un hacer constante: Arreglando la casa, cocinando, trabajando, comprando, limpiando, planchando, con el móvil, pero ¿en qué momento hay tiempo para los hijos?


Los hijos necesitan “llenarse se mamá”. ¿Cómo ocurre esto? Dándoles presencia de calidad por elección y no por obligación. Los hijos necesitan que mamá este por ellos y para ellos algunas horas al día, algunos momentos. El tiempo que se pueda dar no solo dependerá de la disponibilidad de la madre, sino también de la capacidad emocional de dar.

Si cuando lees esto lo primero que se te viene a la mente son los motivos, explicaciones, en definitiva excusas de porqué no puedes estar más presente con tus hijos, y por ejemplo te dices: “Es que no tengo tiempo, que hay que ordenar la casa, que tengo que cuidar al bebé, que yo trabajo fuera, que estoy muy cansada, que mis necesidades, que el tiempo de pareja… y más excusas”.

Si lo primero que se te viene a la mente son los motivos (pretextos) por los que no puedes estar presente y atender a tus hijos como realmente necesitan, en vez de tener el pensamiento de cómo podrías hacer para poder estar más y mejor con ellos, es porqué en realidad te duele estar presente, te ahogas con ellos, necesitas huir, necesitas estar ocupada para no sentir.


¿Qué es lo que no queremos sentir? Es nuestro vacío emocional. Nuestra capacidad de “dar” dependerá de lo que hayamos “recibido”. No es la cantidad de tiempo que pasamos juntos en la misma casa lo que les llena el alma, sino el tiempo de “exclusiva” que se le dedica a cada hijo.

Frases que le confirman a un niño que es mirado: Tú vales, tú me importas, tú eres especial, tú mereces, te valoro, te acepto, te amo.

Es la presencia de mamá, la disponibilidad, las ganas de estar con ellos. Si la mamá no elige estar por ellos y para ellos, si siempre hay algo más importante que hacer que compartir ese momento con ellos, entonces la sensación interna es de vacío. Y albergan pensamiento como: No valgo lo suficiente, no importo lo suficiente, no lo merezco.



¿Cuándo fue la última vez que estuviste presente, presente de verdad, en cuerpo y alma, por tu propia elección con tu hijo o hija y no por obligación? Lo recuerdas, ¿Cuándo fue? ¿Qué hiciste y cuanto tiempo estuviste presente con él o ella?

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La vida transcurre como un sueño. Un diálogo con Yolande Duran.



Busqué en mi corazón y ahí Le encontré.


Solo estaba ahí.
No soy cristiano ni judío;
persa ni musulmán.
No soy de Oriente ni de Occidente.
No provengo de la tierra ni del mar.
He dejado de lado la dualidad.
He visto que los dos mundos no son sino Uno.
Uno es lo que busco;
Uno es lo que conozco;
Uno es lo que veo;
Uno es a quien llama.― Rumi

Aquí estamos reunidos, y ni vosotros ni yo tenemos la menor idea de qué vamos a hablar. A diferencia de muchos de vosotros, yo no tengo conocimientos, ni bagaje intelectual ―espiritual o metafísico―, pero creo en el poder del "silencio", de ese "silencio" que se apoderó de mi hace ya cinco años, ese "silencio" que es sabio y que toma las decisiones.

Estoy convencida de que una milésima de segundo vale tanto como todo el cúmulo de experiencias de toda una vida. En un instante, a la velocidad del rayo, se produjo un cambio radical: una desconexión y, de repente, percibí algo que, hasta entonces, desconocía por completo: sencillamente, descubrí el "silencio" en mi mente.

¿Silencio?
Me quedé profundamente estupefacta ante esa omnipresente claridad previa a todo lo demás. Empezó a tomar forma una presencia, un "silencio", siempre presente, siempre ahí y, por lo tanto, previo a todo lo demás: a mis pensamientos, a mis sentimientos, al mundo que percibo...
Desde aquel día de verano de hace cinco años, que fue cuando esta "cosa" ocupó el primer plano, todo lo demás, absolutamente todo lo que surge, surge en un segundo plano.

¿Esta "cosa"?
Sí, esta "cosa" que es previa a todo lo demás; que da a todo lo demás la oportunidad de ser lo que es.

¿Nos la puedes describir o ponerle un nombre?
Se le puede llamar "silencio", tranquilidad, presencia, amor... Se le pueden poner muchos nombres, pero no dejarán de ser meras palabras. Esta "cosa" está más allá de las palabras... Si tuviera que describirla, diría que es una sensación muy profunda, una convicción muy profunda.

Has dicho la palabra "desconexión ¿Desconexión de qué?
Se siguen viendo las mismas cosas, pero es como si hubiera algo que las ve, algo que ve lo que sucede dentro y fuera de mi y, al mismo tiempo, ve también un espacio que le resta toda credibilidad a lo que yo pensaba que yo era.
Es decir, sigo viendo lo mismo, pero sin identificarme con ello porque el "yo" se ha desconectado. Eso es el punto de partida de todo un proceso de aclaraciones. Al principio del todo, aunque ya no me identificara con los pensamientos, aunque ya no me los creyera, aunque ya no pensara que fueran reales, seguía creyendo en la existencia del cuerpo, de las cosas que podríamos describir como externas a "mí". Pero, cuanto más se incrementa el desapego, más aspectos desaparecen ―la personalidad, la individualidad, el cuerpo, el mundo de ahí afuera― hasta que, finalmente, ya no queda nada.
O sea, que podríamos decir que, al principio, se siente una estupefacción instantánea: de repente, todo se ve desde un punto de vista distinto. Después, se descubre la claridad y se va haciendo más y más clara de forma progresiva; la convicción va en aumento, la vida se vuelve cada vez más sencilla.

¿Hiciste algo, como preparación, para todo esto antes de que sucediera?
Nada de nada. Lógicamente, había tenido momentos de insatisfacción en la vida, igual que todo el mundo. A veces me preguntaba por qué siempre iba en aumento mi necesidad por las cosas ―más cosas que hacer, más emociones, más éxito, más amor―, pero quitando esa vaga sensación de insatisfacción, no, realmente no había hecho nada. No tenía creencias religiosas, ni fe; no había leído nada, ni había iniciado ninguna búsqueda espiritual: absolutamente ningún tipo de preparación. Y, de repente, se produjo ese profundo asombro.

¿Fue de repente?
Si, espontáneamente: un silencio, una claridad que me mostraban que no iban por ahí las cosas: que no soy todo eso que yo creía ser.
Lógicamente, después, esa claridad evoluciona.

Y ¿cómo sucedió?
Estaba en el salón de mi casa y vi un "silencio" en la cabeza. Me quedé tan sorprendida, que me puse a observarlo. Me sentía ligera, muy a gusto. ¡Desde luego, era una experiencia deliciosa!

¿ Y cuál fue tu primera impresión al pasarte eso?
Lo primero fue descubrir lo precioso que era ese "silencio" que me llenaba toda la cabeza, todo el espacio; y eso dio paso a la intensidad, a percibir un cuerpo y un espacio más expansivos que este cuerpo que estaba vivo, que se movía constantemente.

Yo también tengo momentos así, momentos de silencio, de paz, pero después se van y la vida vuelve a la normalidad. Entonces, me inunda una nostalgia de esos momentos. Y tú ¿no tienes esos momentos de nostalgia, entonces?
Pues... ¿Nostalgia de qué?

(Todos se echan a reír).

¿Has sentido cambios a nivel físico?
Se nota que la sensibilidad se agudiza por si misma. Se produce una percepción de las cosas realmente extraordinaria, más intensa. Las sensaciones se renuevan a cada minuto, a cada instante.

¿Queda algo de emotividad?
Está en un segundo plano. No se parece en nada a lo de antes. El espacio en que aparece, la desconexión que produce esta "cosa" implica que las emociones son incapaces de dominarte.

Y ¿los pensamientos?
Todo el rato está el "silencio" y en él aparecen pensamientos.

¿Qué quieres decir cuando hablas de "claridad"?
Una sensación muy profunda, una convicción. Es un sentimiento, una sensación que ve todo aquello que yo creía ser y que me muestra que no soy nada de todo eso.

Y el mundo ¿cómo lo ves?
Como si ya no me preocupara. Veo el mundo en un segundo plano. Soy feliz viendo cómo pasa la vida por delante, como si fuera un sueño.

Y ¿la muerte?
Está en un segundo plano. La muerte no existe. No es real ―para mí―.

¿Mantienes una identidad?
Soy alguien que está feliz de contemplar el sueño que está viviendo. No sé quién soy.

¿Sigue teniendo algún sentido el "yo" para ti?
No lo sé.

¿Sientes gratitud?
Sí, un agradecimiento constante.

¿Cómo tomas decisiones o escoges cosas?
El fluir natural es el que escoge. Yo ya no necesito pensar porque todo sucede por sí mismo: y lo que sucede, sucede tal y como tiene que suceder. Al principio, intentaba pensar, hacer planes, igual que antes, pero me resultaba imposible. Era como si se expandiera el "silencio", como si me llenara la cabeza por dentro y me la hiciese callar. Ahora, tengo una confianza total en el "silencio".

Y ¿la fuerza de voluntad?
No tengo ninguna voluntad personal.

¡Debes sentirte súper descansada!
Como si me hubiera deshecho de mi equipaje. Lo único que queda es permitir que las cosas sucedan: hay una confianza total, te abandonas a "eso" por completo. Hace cinco años que lo observo y todo ha salido tan bien que la confianza es total.

Y ¿ha cambiado tu punto de vista práctico sobre la vida: tu trabajo, tu vida social?
Al principio, durante un par de años más o menos, visto desde fuera, yo estaba muy tranquila y podía contemplar lo que me sucedía. No trabajaba. Contemplaba, escuchaba en mi interior el movimiento que producía esta "cosa". Ahora, desde hace unos meses, estoy ayudando a una amiga en su restaurante y, exteriormente, hay mucha actividad, incluso mucho ajetreo, pero por dentro permanece la misma tranquilidad. Regresar a la actividad de la vida me ha permitido darme cuenta de que no hay nada que me pueda sacar de esta tranquilidad; de que todo sigue igual, igual que siempre, en un segundo plano comparado con esta tranquilidad.

¿Cómo vives tus emociones? ¿Sigues teniendo sentimientos?
Digamos que las experimento a tope. Al verlas venir, al sentir este desapego que me permite sentirlo todo sin identificarme con nada: todo eso le permite a uno experimentarlas de principio a fin, en toda su plenitud; después, se marchan.

¿El miedo también?
Puede que surja el miedo, pero... ¿Cómo explicártelo? ¡Se ve tan claramente que está en un segundo plano!, que no existe realmente; que, apenas ha surgido... Que ¡todo sucede con este fluir! Es difícil de explicar, pero digamos que no, que no siento miedo. Tengo la impresión de que puedo soportar cualquier cosa.

Y ¿rabia?
Hasta ahora no he sentido nada de rabia.

¿Qué le aconsejarías a alguien que no haya experimentado ese cambio radical?
Que viva la vida a tope. Que viva cada momento tal y como surge, cada deseo, cada impulso tal y como surge. No lo que uno piensa que debería hacer, sino, sencillamente, lo que surge, lo que existe en el momento: ahora.

¿Tienes algún objetivo en la vida? ¿Tiene significado la vida para ti?
¿Un objetivo? No. ¿Significado? Ninguno que no sea experimentar la potente intensidad de cada momento.

¿No te sientes algo sola?
No, nunca. Siempre hay alguna experiencia. Nunca me siento sola en este espacio.

Y me imagino que nunca te entra ansiedad.
Incluso la ansiedad está en un segundo plano.

¿Sientes empatía por los demás? ¿Por tu gente?
Si, me siento conectada porque todo este "yo soy", toda esta manifestación, está dentro de mi. Los demás no existen como seres "aparte", sino que todo forma parte de este "yo soy" que aparece y desaparece dentro de esta "cosa" a cada momento.

Entonces, ¿cómo nos percibes a nosotros?
Os veo en el sueño que se está desarrollando.

¿Un sueño tuyo o colectivo?
Nuestro sueño colectivo.

¿Te sientes más protegida?
Como ya no me siento aquí, podríamos decir que sí. Estoy en un segundo plano. El primer plano lo ocupan el "silencio", la tranquilidad, la presencia. Estoy preparada para experimentar cualquier cosa a tope, incluso aunque no esté yo ahí. Este poder es el que guía. El sabe lo que tiene que hacer.

Entonces, ¿ya no tienes ego?
Existe la intensidad y eso es lo que evita constantemente que el ego se reconstruya.

¿Ha desaparecido el filtro del egoísmo?
Yo lo describiría como que se ha producido una transferencia de identidad. Antes, yo me identificaba completamente con el cuerpo y con mis pensamientos, pero entonces, se produjo este cambio espontáneo que se ha traducido en una absoluta transferencia de identidad que ha puesto a esta "cosa" en primera posición, antes de nada, por delante de absolutamente todo lo demás.

¿Ha cambiado tu forma de relacionarte con los demás?
Ha cambiado de la misma manera que también ha cambiado la forma de relacionarme conmigo misma. Es una "no-relación", aunque se compartan cosas. Todo lo que está en un segundo plano ha dejado de estar "relacionado" conmigo como lo estaba antes. Ahora es algo así como una fusión simultánea.

¿ Tienes la sensación de estar unida?
Sí, ya que veo que todo está en un segundo plano al mismo tiempo que todo está aquí. Todo existe al mismo tiempo.

¿Qué pasa entonces con los que llevamos años buscando, meditando y haciendo prácticas? ¿Crees que, en realidad, no hay que hacer nada?
Ten confianza en ese intenso deseo: eso es lo que te ha llevado al camino espiritual. Ese deseo es lo que te proporciona, espontáneamente, la sensación de que existes y, con esa misma espontaneidad, te aportará también la sensación de que no existes. Así que, permítete existir. Confía en lo que eres, lo que todos somos interiormente. Vive el momento presente en toda su plenitud e intensamente.

Me da la sensación de que utilizas la palabra "intensidad" con un sentido distinto del que se suele utilizar. ¿Me equivoco? Para nosotros, intensidad es sinónimo de emoción, mientras que para ti significa silencio. ¿O es que la intensidad que sentimos nosotros también es un reflejo del silencio?
Si, es un reflejo. La intensidad de sentir por dentro, a cada momento del día, esto también es intensidad: la intensidad de cualquier cosa que surge delante de nosotros en el momento presente.
Algo me ocurre ahora mismo. ¿Consejo? No es un consejo, sino que simplemente lo que percibo. Si me fijo bien, veré que la sensación de existir, el hecho de estar cegada por dicha existencia y de identificarme completamente con lo que se manifiesta fue algo que se produjo de forma espontánea; pues de esa misma manera, el hecho de no existir, ese cambio radical del que estamos hablando, la "no-existencia", también es algo instantáneo que no hace falta buscar. Simplemente confía en esta "cosa" y déjala que lleve las riendas.
La vida tiene muchos momentos en los que, cuando solo queda esta "cosa", desaparece la sensación de que somos una persona.
En momentos de alegría, de intensidad, de "silencio"... en esos momentos, reconoce y contempla esta "cosa" para que ella se pueda hacer cargo de todo.

Entonces, ¿el cambio radical solo consiste en permanecer en ese "asilencio" que todos hemos experimentado en algún momento de la vida en lugar de regresar, al cabo de unos minutos, al nivel individual con todas sus preocupaciones?
¡Justo! Quédate ahí y ―aunque yo no sé cómo― confía en esta "cosa" que cobra vida justo ahí: confía en su poder y su sabiduría.
Claro está que eso no se trata realmente de un consejo, sino de algo que surge de forma espontánea. Como todo sucede de forma espontánea, lo único que tienes que hacer es confiar.

¿Te refieres a esos momentos de "silencio" que a veces se experimentan al meditar?
No solo al meditar, sino en cualquier momento del día. Cuando se vive la vida en toda su plenitud, sin intentar retenerla, subyugarla o ponerle un nombre; cuando se siente esa emoción en todas y cada una de las células del cuerpo; cuando te devora por completo a niveles completamente inalcanzables para palabras como "miedo", "celos", "carencia"... Entonces se abre al "silencio".

Entonces, ¿por qué vuelve a aparecer la agitación después de ese "silencio"?
Es una cuestión de identificación. Vuelve a aparecer la mente; regresa con más fuerza y te atrapa y, una vez atrapado, te la crees completamente y te olvidas del "silencio" y de esta "cosa" tan potente que existe.
Llega un punto en que esa identificación se produce cada vez menos y dura menos que antes, de tal forma que llega un momento en que, sea lo que sea lo que estés experimentando, aunque te parezca real por fuera, interiormente sabrás que existe esta "cosa". Visto desde fuera, sigues haciendo las mismas cosas que los demás, pero por dentro, todo está quieto porque tu atención, tu identificación, permanece constantemente centrada en esta "cosa".

Las palabras atención o identificación no significan lo mismo en todos los idiomas. ¿Te refieres a poner la atención en esta "cosa" o identificarse con "ella"?
Para mí, la identificación y la atención son exactamente la misma experiencia.

Es decir, que los que vivan esa experiencia de "silencio", pero la vuelvan a perder de vista ¿pueden mantener la esperanza de que, gradualmente, la volverán a sentir cada vez más?
No puedo garantizar que sea así como suceda porque, en mi caso, ha sido muy distinto. En mi caso no hubo un aumento gradual de momentos de "silencio", sino que se produjo un cambio radical. Quizás se puede producir de esa manera o quizás no. Sinceramente, no lo sé.
De todas formas, para que suceda, esos momentos de "silencio" tendrán que llegar a ser lo suficientemente intensos como para desplazar por completo la agitación, sin que eso suponga ningún esfuerzo.

En ese caso, en tu opinión, ¿tiene sentido buscar esos momentos de "silencio", ya sea mediante la meditación, el yoga, la oración o cualquier otra forma de práctica espiritual?
Sí que tiene sentido porque esas prácticas existen, porque son lo que se ha manifestado. Intentar hacer lo contrario sería rechazar la vida tal y como es. Mi creencia es que hay que aceptar todo lo que sucede. Hacer yoga, meditación, seguir un camino espiritual: todo eso tiene lugar en la superficie. En realidad, es este estado primordial el que te conduce a esas prácticas, igual que te conduce a todas las demás cosas de la vida. Así que, sigue adelante, permite que las cosas sucedan aunque se mantenga una entidad individual. Acepta esas técnicas porque también forman parte del camino.

Fuente: Yolande Duran-Serrano y Laurence Vidal. El Silencio Sana (Trompa de Elefante, 2010
https://www.nodualidad.info/



lunes, 21 de septiembre de 2020

¡QUÉ DIFÍCIL ES AMARSE A VECES! Por Francisco de Sales.



En mi opinión, es muy posible que hayamos expresado esta idea –con otras palabras o con estas mismas- porque es un sentimiento común que podemos vivir en algunos momentos de nuestra vida.
Todos nos hemos sentido decepcionados con nosotros mismos en algunas ocasiones, esas en las que nuestros proyectos no se materializaron, en que no hemos obrado correctamente, en que hemos daño a otro, en que todo nos sale mal.

No siempre asistimos conscientemente a ese monólogo interno que se produce tras cada conflicto, pero la pregunta –que es terrible- explota dentro de nosotros y resulta arrasadora… ¿cómo voy a poder amarme después de esto?, ¿cómo voy a amarme con lo que soy?, ¿cómo amarme si no me doy motivos, si no hago más que equivocarme?

Y es cierto, hay mucha razón en eso de que es complicado amar a una persona que, aparentemente, no da motivos para ser amado… pero… esto no es así. No es cierto. Posiblemente, lo que es complicado de amar es lo que ha hecho esa persona, PERO LO QUE HA HECHO LA PERSONA NO ES LA PERSONA.

Y si eres capaz de separarte de tus actos, de separar la persona de los hechos, te será más fácil y más deseable amarte.
No eres exclusivamente tus errores.
Eso son cosas accidentales, temporales, a las que no les tienes que adjudicar más valor que el de una experiencia que no dio los resultados deseados, nada más. No es necesario añadirle un drama que no tiene. No es necesario que tras cada acción fallida tenga que aparecer una retahíla de reproches, una manada de castigos, o una mala cara que asustaría a cualquier espejo.

Tras cada motivo de esos que solemos usar para desamarnos sólo queda la opción de volver a empezar.
Cada vez y por muchas veces que sean.
Somos la única materia prima de la que disponemos así que no podemos cambiarnos por otro.
Sí podemos –y debemos- ir haciendo las modificaciones necesarias que nos acerquen más a poder sentiros a gusto con nosotros, satisfechos, en paz.

Cada vez hay que recuperarse de la desilusión y cada vez tener abiertos los brazos de acogernos, y cada vez puesta la sonrisa de bienvenida, el corazón mullido en el que curarse y descansar, y cada vez renacer nuevamente con todo el ímpetu y las ganas para seguir adelante de nuevo, un poco más sabios, igual de entusiasmados.

Somos nosotros quienes hacemos fácil o difícil reconciliarnos de nuevo tras cada aparente fracaso. Ser muy conscientes de nuestras circunstancias y limitaciones nos ayudará a que sea más sencillo.

No somos perfectos y posiblemente lleguemos a la muerte sin llegar a serlo. Y esto no es una tragedia sino la pura realidad. Aceptarlo así, admitiendo que no todo va a salir siempre como deseamos, que no en todos los casos las cosas van a ser a nuestro gusto, y reconocer que no siempre nos saldrán las cosas tal como las deseemos sin que eso sea un problema, nos ayudará a ser más realistas y a vivir las cosas con menos drama.

El Amor Propio, o sea el amor a uno mismo, es un objetivo primordial para quien no lo tenga o no lo sienta.
Es la base sobre la que podemos reconstruirnos con realismo.
Es la fuerza que nos va a animar.
Incluye el ánimo que nos va a sacar de más de un apuro.
Contiene las reservas de amor que vamos a precisar en más de una ocasión.

El Amor Propio somos nosotros mismos en nuestra mejor versión.

Con Amor Propio no es difícil amarse.
Esto sugiere que nos enamoremos de nosotros mismos y que nos amemos.
A pesar de todo.

Te recomiendo ver este video:


¿HAY QUE OLVIDAR LO QUE NOS HIZO DAÑO? Por Francisco de Sales.



En mi opinión, ese eterno debate acerca de si hay que olvidar o no los errores que hemos tenido a lo largo de nuestra vida –que no son errores sino simplemente experiencias que no dieron el resultado apetecido-, o si hay que olvidar aquello que nos hizo daño, a quien nos hizo el daño, las traiciones, las decisiones que fueron –o parecieron ser- equivocadas… o sea, todo aquello que nos dolió o nos hizo sentir mal, es un asunto que se puede resolver pronto y bien.

Creo que no hay que olvidar el hecho histórico en sí, lo que realmente pasó, lo que es innegable y cierto, pero lo que sí se puede hacer –y considero necesario hacer- es olvidar todo lo que asociamos a aquello y que nos lleva a auto-castigos, auto-reproches, a la rabia, al sufrimiento, a la frustración. O sea, todo lo negativo que hayamos guardado archivado junto al hecho.

Está bien recordar que aquello no gustó o no se quiere volver a tolerar nuevamente, o lo que sí o no se va a hacer la próxima vez que se presente algo similar, o lo que se va a afrontar de otro modo distinto.

Hay que hacerlo de un modo sereno, desapasionado, viéndolo como lo que realmente es: algo que sucedió, algo que ya le pertenece al pasado, algo que no se pude modificar por mucho que eso sea lo que uno desea.

No se puede volver atrás, eso lo tenemos claro. Así que es mejor aceptar esto y sin rabia, y no quedarse enganchado en una pelea mental ya muy antigua llena de auto-reproches: “me da mucha rabia haber permitido aquello…”, “si volviera a estar allí…”, “tenía que haberlo hecho de otro modo...”

Hacemos de aquello un bucle y lo repetimos machaconamente, sin restarle la rabia sino añadiéndole más incluso. Persistimos en el dolor y lo mantenemos vivo como un modo de auto-castigarnos. Insistimos en el dolor pensando que al mantener viva la furia rabiosa no se nos olvidará la lección.

Mi opinión es muy distinta y se podría resumir así: “Nos costaría menos olvidar las cosas desagradables si no insistiésemos tanto en recordarlas”.

Lo pasado pertenece al pasado y es el sitio natural donde tiene que estar.

Para hacer las cosas bien, al detectar eso que hemos hecho y no nos agrada, el siguiente paso es reconocerlo, aceptarlo, responsabilizarnos, y decidir conscientemente cómo queremos actuar a partir de ese momento en situaciones similares.

O sea… extraer la enseñanza que todo acto y situación conllevan, aprender la lección a conciencia pero desde la objetividad y serenidad, de forma que se convierta en una experiencia que no necesita repetirse porque ya se ha aprendido.

Hay que aceptarlo con naturalidad, porque es natural no acertar siempre con las situaciones que no hemos experimentado antes y que no sabemos cómo son.

Sólo de ese modo, si se hace sin acritud y sin añadir resentimiento, podremos avanzar en nuestro aprendizaje.

Si conseguimos que eso pase a formar parte de nosotros ya no hace falta darle más vueltas. Ya está integrado. Ya está aprendido.

Y el recuerdo de aquello… que se quede si quiere. No importa siempre que no se mantenga con la intención de seguir haciendo daño.

La vida es un continuo aprendizaje y siempre somos novatos.

Perdonarse es una hermosa demostración de Amor Propio.

Te dejo con tus reflexiones…


http://buscandome.es/


AGRESIVIDAD AL SERVICIO DE LA CREACIÓN. Laura Foletto



Siempre recuerdo que, cuando estudiaba Terapia de Integración Cuerpo-Mente-Espíritu, tratamos la diferencia entre agresividad y agresión. La primera es un impulso natural, que propicia que avancemos hacia algo (esa es su raíz etimológica: dar un paso hacia delante) o que nos afirmemos o defendamos. La segunda implica violencia dirigida hacia algo o alguien.


Solemos confundirlas y, en personas inculcadas para no reaccionar o ser dóciles, les provoca temor todo lo relacionado con esto. Creen que serán tildadas de violentas si ponen límites o que no las querrán más o que las rechazarán. Así, aceptan toda clase de faltas de respeto, de ataques directos o indirectos, de sacrificios, con tal de ser consideradas “buenas”.


Aunque solo lo vinculamos con este aspecto relacional, también les han coartado esa disposición a ir por lo que desean. Para lograr algo, debemos salir de la inmovilidad: se inicia en algo tan simple como que, si queremos pararnos, tenemos que usar la fuerza de nuestro cuerpo (y de nuestro deseo) para levantarnos y dar un paso. La agresividad se refiere a esa disposición para conseguir nuestros objetivos.



¿Cuándo se transforma en agresión? Cuando creemos que debemos luchar para obtenerlo. Así, la vida se convierte en un campo de batalla y ahí vamos, como soldados inexpertos, tratando de sacarle cosas a la fuerza o disputando con los demás por las migajas. Este (mal) concepto patriarcal del guerrero peleando contra todo nos ha traído hasta aquí, pero es tiempo de dejarlo de lado por otro que nos posibilite crear sin destruir.


En el fondo, la lucha implica una aniquilación y, aunque existen ciclos de creación/destrucción, la agresión involucrada es tal que solo deja devastación. Quizás, estemos ahora en condiciones de simplemente dejar que lo que ya no funciona más se caiga solo y poner nuestra agresividad en construir lo nuevo. De otra forma, perdemos energía y motivación en eliminar, alimentando sin querer ese proceso que debe desaparecer.



En Diseño Humano, tengo una Puerta llamada “El luchador”. Me llamó la atención porque, salvo en mi juventud que fui muy combativa, no me sentí identificada con esa actitud. Pero, no se refiere a pelear contra todo y todos sino a buscar una razón por la que se merezca vivir. Es una independencia feroz y obstinada, una sordera total hacia las opiniones de los demás para encontrar lo que tenga valor para mí, no solo para conseguirlo sino para inspirar a los demás, a fin de potenciarlos en sus propias búsquedas.



En estos tiempos desafiantes, muchos están usando su poder, su energía, sus cualidades en la agresión indiscriminada, en oponerse inútilmente, en luchar destruyendo. Sería mejor que recapacitemos y nutramos el mundo que deseamos crear, en expandir la luz de nuestros corazones. Comienza en el interior de cada uno. Nos perdemos en el exterior, en la ilusión de que así valemos y tenemos una voz, cuando solo nos distraemos de la labor sagrada de despertar y trabajar nuestros condicionamientos. Encontremos esa razón de vivir y movilicemos el Amor.

laurafoletto@abrazarlavida.com.ar


martes, 15 de septiembre de 2020

No es "afuera", es adentro, tu Ego. Por Ashamel Lemagsa.



Amados...

Buscamos, culpables, responsables de todo y en todo lo que hacemos y vemos en los demás...

Este bello Planeta, sería tan distinto a nivel Humanidad, si cada uno de nosotros, soltara ese hábito de juzgar, buscar culpables o sentirse culpables...

Todo cambiaría en un instante, dejando de buscar "afuera" lo que en realidad está adentro nuestro...

Nuestras propias sombras...

La indiferencia, la falta de respeto por la Vida, tanto propia como ajena...

Seguir los mandatos del Ego, implica para nuestra vida, sentirnos ofendidos, ante aquello que no aceptamos en nosotros, justificándonos nuestro derecho a ofender, agredir a los otros. 

Buscar culpables para ocultar nuestros propios errores, los "otros" son los responsables, de nuestra "mala suerte".

En verdad que el Planeta está transitando una época muy difícil, de pandemia, de falta de recursos económicos, de sálvese quien pueda, de dolor, de pérdidas humanas y materiales.

Todos estamos viviendo una nueva vida, muy distinta, a la de hace unos meses atrás, nadie buscó esta situación Planetaria tan grave, pero a pesar de todo, aún estamos plantados aquí y ahora...

Debemos recomenzar...

Desde un lugar muy distinto y debemos hacerlo desde adentro nuestro, desde nuestra Divinidad, que sigue, donde siempre estuvo, esperando que nos reconectemos a ella, nuestra verdadera Esencia interna...Dios.

Ya no hay tiempo para buscar culpables, juzgar o juzgar nuestra vida, los errores fueron aprendizajes sin completar, los aciertos, lecciones aprendidas.

Hoy, reiniciemos nuestras vidas con la seguridad, que somos una Chispa de Dios, encendida que transita una evolución, a veces muy complicada.

La evolución es transitar un espiral, donde se lo puede recorrer más lentamente, pero no se retrocede, se asciende inevitablemente y en cada ascenso las dificultades son mayores, así como los triunfos sobre nuestras propias sombras.

Todo es perfecto, sincrónico y aunque a veces lo sentimos "injusto", es para lograr un progreso mayor, la Maestría.

En la Vida, los progresos, no se pueden comprar, se logran a través de la evolución y ella llega cuando superamos dificultades, y aquí estamos todos en este tiempo de pandemia, crisis social, económica y política...

Hoy, los responsables o no de esta crisis Planetaria, recibirán las respuestas de la vida misma, que sigue su evolución inexorablemente... La verdad siempre llega.

Cómo hacer frente a tamaña crisis????

Desde nuestro centro Divino, que sigue en pie, en cada uno de nosotros, desde allí, encontraremos las respuestas y soluciones, para ello, gastar nuestras energías en búsquedas infructuosas de culpables y juicios, nos desgasta la energía.


Desde nuestra Divinidad, nos rodeamos de energía vital, nos fortalecemos, para seguir adelante, con una mirada reflexiva, comprensiva, solidaria, empática, compasiva, respetuosa del dolor ajeno y propio, pero fuerte para superar tanto dolor, desde el amor puro de nuestra Esencia Divina.


Entonces...


Amado, Ser Superior...

Suelto, el juicio, la crítica, la ofensa, la ira, el rencor y el dolor...

Para dejar paso al Amor Divino que todo comprende y encuentra la solución simple, equilibrada y amorosa a cada dificultad, que la vida me propone para mi evolución.

Suelto los hábitos de mi ego de comparar, agredir, discriminar, imponer a los otros, para justificar mis aprendizajes aún no adquiridos, por mi mismo

Pues hoy comprendo que todos reflejamos nuestras propias sombras y que nuestra verdadera misión es iluminarlas, sanarlas y superarlas desde el Amor Divino de nuestra misma Esencia... Dios.

Gracias, gracias, gracias.

Así es.

Los Amo!!!

Con Amor Ashamel Lemagsa.





 

sábado, 5 de septiembre de 2020

Asertividad - la importancia de saber decir no.



La asertividad ha demostrado ser un pilar fundamental para desarrollar una buena autoestima. Nos permite comunicarnos de manera efectiva con los demás poniendo en valor nuestras opiniones, nuestros derechos y nuestras necesidades.


Ser asertivos nos posibilita manejar los conflictos y negociar con los demás soluciones a problemas que de otra manera podrían enquistarse y llevarnos a rupturas en la relaciones, sentirnos mal con nosotros y con los demás y otra serie de consecuencias negativas para nosotros.

Uno de los problemas a los que se enfrentan las personas no asertivas, es su dificultad para decir no.
Les es muy difícil negarse a hacer algo que les piden, aunque estas peticiones vayan en contra de sus principios, sus necesidades o sus deseos, por miedo a las consecuencias negativas que les pueda acarrear el negarse a hacer algo que no quieren hacer.

Entre las consecuencias negativas percibidas encontramos fundamentalmente los siguientes aspectos.


Sentimientos de culpabilidad El negarse a hacer algo, puede despertar en las personas no asertivas un gran sentimiento de culpabilidad, llegando a percibirse a si mismas como “malas personas”, y para evitar este sentimiento consigo mismas, se ven avocadas a ceder a los deseos de los demás.
Conflictos posteriores que no van a saber resolver: las personas no asertivas anticipan que el negarse a hacer algo que les piden los demás, supondrá generar un conflicto mayor que no van a saber gestionar.
Enfados de los demás: Anticipan que el negarse a hacer algo, generará en los demás una reacción de enfado y el deterioro de la relación e incluso la pérdida de la relación con esa persona.



Porqué es importante saber decir no.



Ya nos hemos referido a la importancia de la asertividad como pilar de la autoestima. El saber decir no, tiene una serie de beneficios que debemos considerar como motivadores fundamentales para comenzar a poner en marcha esta estrategia asertiva.


Evitar la manipulación. Cuando hacemos algo que no queremos, nos sentimos manipulados por los demás, sentimos que se están aprovechando de nosotros y vamos generando resentimiento hacia esas personas que pueden resultarnos abusivas.

Potenciar la seguridad en nosotros mismos, autoestima y sensación de libertad. El saber decir no, nos permite desarrollar nuestra confianza en nosotros mismos y aumentar nuestra autoestima. También nos permite tomar nuestras propias decisiones y por tanto dirigir nuestra vida en esas situaciones.

Evitar implicarnos en cosas de las que no vamos a arrepentir. Es posible que si no ejercemos el derecho a decir no, nos veamos implicados en situaciones que atentan contra nuestros principios, creando en nosotros un malestar emocional elevado malestar y generando una sensación negativa hacia nosotros mismos por haber cedido.



Como rechazar peticiones de forma asertiva.



1. Antes de responder analiza la situación.



Antes de tomar una decisión sobre la petición que te hace la otra persona. Cerciórate de que entiendes perfectamente en que cosiste su petición. Si no es así pregunta y reformula su petición para confirmar que efectivamente comprendiste de forma correcta su petición.



En el caso de que necesites evaluar las repercusiones tanto a corto como a largo plazo que conllevarían ceder a la petición, expresa tus dudas y tu necesidad de un tiempo para pensar sobre ello.



2. Expresa tu negativa.



En el caso de que consideres no hacer algo que te piden, debes expresar tu negativa de manera asertiva.



Las personas no asertivas cuando se niegan a una petición suelen hacerlo en base a excusas. Normalmente porque consideran que si exponen una justificación donde la responsabilidad de la decisión no depende ellos, como que no pueden hacerlo porque tienen visita, porque deben quedarse trabajando, etc, la otra persona no se enfadará o tendrá una reacción negativa. Es decir, no cumplen los deseos del otro no porque no quieren sino porque no pueden y de esta manera consideran que los demás no se van a enfadar.


Si este es tu caso, recuerda que cuando pones una excusa, puedes encontrarte en la situación en la que la persona que te pide algo, posponga su petición para cuando no tengas ese impedimento. Si una persona te pide que le acompañes a un lugar que no te gusta y te excusas diciendo que no puedes porque tienes trabajo, es posible que posponga su petición al fin de semana y en ese caso ya no tendrás excusa para negarte.



Por tanto, ten en cuenta que tus razones para negarte son tan válidas y tan respetables como las de los demás. Tan respetable es no poder como no querer hacer algo.



Puede darse el caso de que quieras aceptar una petición pero bajo unas condiciones. En ese caso expón tus condiciones para que podáis negociarlas y llegar a un acuerdo en el que los dos os sintáis satisfechos con el plan.



Recuerda que solo tu debes ser tu propio juez a juzgar la importancia de tus necesidades, tus deseos y tus decisiones. Respetarlas es el primer paso para ser asertivo, aumentar la autoestima y la autoconfianza.


Sara Montejano
https://www.psicoglobal.com/

Psicología de las emociones: la compasión.


La compasión es una emoción que nos ayuda a comprender y compartir el sufrimiento de los demás. Sin embargo, muchas veces no sabemos a qué se refiere este término o qué implicaciones tiene para la persona. Además, podemos llegar a confundirlo con la pena o la empatía. A continuación, te contamos todo sobre esta emoción para que puedas resolver tus dudas.
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ÍNDICE DE CONTENIDOS


1. ¿Qué es la compasión?

2. ¿Qué beneficios tiene sentir compasión?

3. Compasión vs sentir pena

4. Compasión como algo negativo

5. ¿Por qué entrenar la compasión? ¿Cómo hacerlo?

¿Qué es la compasión?

En latín la palabra compasión significa sufrir de manera conjunta. Se trata de un sentimiento que aflora cuando vemos que una persona lo está pasando mal. Asimismo, también nos incita a ayudar a esa persona para intentar paliar su sufrimiento.

Incluso podríamos hablar de que es una capacidad para empatizar con el sufrimiento de otros aunque la compasión va más allá de la empatía. Por ello, es necesario diferenciar la empatía de la compasión. En ambos nos identificamos con los sentimientos de los demás, pero en la compasión además existe la intencionalidad de poner fin al sufrimiento del otro.

Somos compasivos cuando acompañamos en el hospital a una persona enferma, cuando ayudamos a personas que tienen problemas de aprendizaje o cuando ayudamos económicamente a alguien que lo necesita.

Si acudimos al diccionario podemos comprobar que este término tiene diversos sinónimos entre los que destacan: piedad, caridad, conmiseración, clemencia, altruismo, solidaridad y humanidad. Todos ellos llevan implícito el empatizar con otra persona y hacer algo por ella. Entre los antónimos podemos destacar la crueldad, la indiferencia y la insensibilidad.

Es importante mencionar que en muchas ocasiones creemos que la compasión está ligada a conceptos religiosos. Cuando una persona religiosa pide ayuda a su Dios (sea cual sea su religión) esta persona piensa que Dios se está compadeciendo de ella y que por eso le brinda su ayuda. A pesar de que puede ser entendida en un contexto religioso, la compasión también es muy importante para las personas laicas.
¿Qué beneficios tiene sentir compasión?

Como ya se ha mencionado, cuando nos compadecemos de otros compartimos su sufrimiento, es decir, empatizamos con la persona e intentamos rebajarlo. Esto nos hace más humanos y más sensibles.

A continuación, te explicamos los principales beneficios:

Desarrollo de la empatía. Ponernos en la piel de otras personas hace que nos identifiquemos con sus sentimientos y que entrenemos esta habilidad.
Disminución del egoísmo. Cuando nos preocupamos por los sentimientos ajenos los nuestros quedan en un segundo plano, nos volvemos menos egoístas y dejamos de preocuparnos solo por nosotros.

Reducción de la preocupación por cosas poco importantes. Muchas veces nos preocupamos de cosas que no tienen relevancia. Al compadecernos de otros nos damos cuenta de que las cosas por las que nos preocupábamos antes no tienen verdadera importancia y dejamos de centrarnos en problemas poco significativos, ya que los problemas ajenos nos dan perspectiva sobre los propios.

Aumento de la humildad. Podemos darnos cuenta de que todas las personas tienen defectos y virtudes, incluso nosotros mismos. Mediante la compasión aprendemos a aceptar que no somos perfectos y que todos tenemos limitaciones.
Incremento de sentimientos positivos. Con el desarrollo de la compasión también incrementamos otros sentimientos positivos como la bondad, amabilidad, amor, satisfacción, afecto, etc.


Compasión vs sentir pena

Es importante aclarar que la compasión no tiene nada que ver con sentir pena. Cuando sentimos pena no intentamos hacer nada para remediar la situación del otro. Generalmente, cuando sentimos pena es porque no nos gustaría estar en la situación en la que se encuentra la otra persona, porque entendemos que es una situación de sufrimiento pero al mismo tiempo la percibimos como algo irremediable.

Por lo tanto, la compasión y sentir pena no tienen nada que ver la una con la otra, aunque en ocasiones se puedan confundir estos términos.

Compasión como algo negativo

La compasión se convierte en algo negativo cuando las personas lo ven como una actitud negativa en si misma o cuando descuidamos nuestra persona para cuidar a los demás.
Compasión vista como algo negativo

Se podría decir que la compasión es una emoción ambigua y ambivalente porque en muchas ocasiones la gente ve la compasión como una debilidad o como algo negativo. Cuando alguien percibe la compasión como algo negativo se hace las siguientes preguntas ¿por qué causarnos sufrimiento por lo que les ocurre a otras personas? ¿no tenemos suficiente con el sufrimiento propio? Mucha gente no entiende que padecer por otras personas sea algo positivo.

Por lo tanto, existe el pensamiento de que sufrir por otras personas significa sufrir en vano. En estos casos, cuando vemos sufrir a las personas, en vez de sentir compasión sentimos pena. Nos volvemos insensibles al dolor ajeno con el fin de protegernos.
Compasión como descuido de uno mismo.

Cuando una persona se preocupa más por otras personas que por sí misma también existe un problema. Sentir compasión está bien, pero siempre y cuando no se descuiden las necesidades propias.

Para poder ayudar a los demás primero tenemos que sentirnos bien nosotros. Como veremos más adelante, para ser compasivos en primer lugar tenemos que ser autocompasivos. Por lo tanto, si nos preocupamos más por el sufrimiento ajeno que por el nuestro no estaremos siendo autocompasivos.

¿Por qué entrenar la compasión? ¿Cómo hacerlo?

La compasión es un valor necesario para ser personas sensibles, en definitiva, nos hace mejores personas. Es necesario, por lo tanto, desarrollar este sentimiento e inculcárselo a otras personas como, por ejemplo, a los más pequeños de la casa. Te explicamos algunas claves para entrenar la compasión.

Autocompasión. Lo más importante es entender que para poder ser compasivos con otras personas, primero tenemos que ser autocompasivos. Es decir, tenemos que aceptarnos, no juzgarnos y conectar con nuestros propios sentimientos y necesidades. Como hemos mencionado antes, para poder se compasivos con los demás, primero tenemos que serlo con nosotros mismos. Tenemos que aprender a querernos.

Entender qué es la compasión y en qué se diferencia de la pena. Debemos tener claros los conceptos que hemos ido detallando para poder distinguir todos estos términos que en un principio pueden parecer similares.
Meditación. Es esencial en el entrenamiento porque nos ayuda a prestar atención plena a las cosas que son verdaderamente importantes.

Desarrollar el aprecio y la aceptación por los demás. Reparar en las demás personas y aprender a valorarlas. Aceptar que todas las personas pueden tener limitaciones y debilidades, de la misma manera que nosotros también podemos tenerlas.
Inculcar compasión a los demás. Es importante enseñar a los más pequeños de la casa a sentir compasión ante las personas enfermas o que lo están pasando mal. Esto lo podemos hacer mediante cuentos, películas o poniendo ejemplos de la vida real que sean conocidos para ellos.

Asimismo, existen terapias específicas para el desarrollo y el entrenamiento de la compasión como la propuesta por Paul Gilbert (2015) llamada “Terapia Focalizada en la Compasión” (CFT). Por lo tanto, te recomendamos que si no puedes desarrollar la empatía tú mismo pidas ayuda a un profesional para que te acompañe en el camino.

En resumen, la compasión puede ser un término ambiguo porque puede ser confundido con la pena o la empatía. Aun así, a rasgos generales significa la capacidad de identificarse con el sufrimiento de los demás y tener intención de paliarlo. Esta emoción se puede entrenar mediante diferentes técnicas y puede tener diversos beneficios para nosotros como el aumento de la humildad o el desarrollo personal.

Recuerda que tal y como dijo Bram Stoker en su obra de 1897 Drácula:

Aunque la conmiseración no puede alterar los hechos, sí puede contribuir a hacerlos más soportables.

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El poder de la resiliencia y el mito del fénix



En su libro “Símbolos de transformación”, Carl Gustav Jung escribe que el ser humano y el fénix tienen muchas cosas en común. Esta icónica criatura ardiente, capaz de resurgir majestuosamente de las cenizas de su propia destrucción, también simboliza el poder de la resiliencia, la habilidad incomparable de renacer mucho más fuerte, más valiente y más brillante.

Si hay un mito subyacente a casi todas las doctrinas, culturas y leyendas de nuestros países, es sin duda el que se refiere al fénix. Se dice que sus lágrimas estaban curando, que tenía una gran resistencia física, que era capaz de controlar el fuego y que poseía una sabiduría infinita. Según Jung, era esencialmente uno de los arquetipos de mayor consideración, porque su fuego contenía creación y destrucción, vida y muerte …

“El hombre que se levanta es más fuerte que el que nunca cayó”
-Viktor Frankl-

Del mismo modo, es interesante saber que, tanto en la poesía árabe como en la cultura grecorromana e incluso en gran parte del patrimonio histórico oriental, existen referencias tempranas a su mitología. En China, por ejemplo, el Fénix (o Feng Huang ) simboliza no solo la máxima expresión de integridad, poder y prosperidad, sino también el concepto de yin y yang, esa dualidad que armoniza todo lo que sucede en el universo.

Sin embargo, cabe recordar que los primeros testimonios culturales y religiosos que giran en torno a esta figura proceden del Antiguo Egipto, donde, a su vez, toma forma esta imagen que ahora asociamos con la resiliencia. Cada detalle, matiz y símbolo que caracteriza a este mito nos ofrece sin duda un excelente punto de partida para reflexionar.
Resiliencia y el mito del ave fénix
El poder de resurgir de las propias cenizas

Viktor Frankl, neuropsiquiatra y fundador de la logopedia, sobrevivió a la tortura de los campos de concentración.
Tal como se explicó en muchos de sus libros, una experiencia traumática siempre es negativa, pero la reacción a ella está estrechamente relacionada con la persona que la experimenta. Depende de nosotros elegir si levantarnos y retomar nuestra vida resucitando de las cenizas en un triunfo sin igual; o, por el contrario, limitarnos a vegetar y descomponernos …

Esta admirable capacidad de renacer, de recuperar el aliento, de encontrar las ganas de seguir adelante y la fuerza para hacerlo, a partir de nuestras desgracias y los pedazos rotos que llevamos dentro, pasa ante todo por un período realmente oscuro, ciertamente común a muchos: la “muerte”. Cuando nos enfrentamos a un momento traumático, “morimos un poco”, abandonamos una parte de nosotros que nunca volverá, que nunca volverá a ser la misma.
Carl Gustav Jung, de hecho, establece nuestra similitud con el fénix porque esta criatura fantástica también muere, también permite que se den las condiciones necesarias para morir, porque sabe que de los suyos restos surgirá una versión mucho más fuerte de sí mismo.
Entre todos los mitos sobre esta figura, el egipcio nos ofrece, como dijimos antes, excelentes ideas en las que detenernos.comprender mejor la relación entre el fénix y la resiliencia.

Egipto y el ave fénix

El fénix en Egipto

En sus textos, Ovidio explicó que en Egipto el fénix moría y renacía una vez cada 500 años. Los egipcios identificaron esta majestuosa garza con Bennu, un pájaro asociado con las inundaciones del Nilo, el sol y la muerte. Según explicaron, el fénix nació bajo el árbol del bien y del mal, sabía que era necesario renacer periódicamente para adquirir una mayor sabiduría y, con este fin, siguió un proceso muy meticuloso.

Voló por todo Egipto para construir un nido con los mejores elementos: ramas de canela, roble, nardo y mirra. Instalándose en su nido, cantó una de las melodías más elegantes que los egipcios jamás habían escuchado y luego dejó que las llamas la consumieran por completo. Tres días después, el fénix renació lleno de fuerza y ​​poder, tomó su nido y lo dejó en Heliópolis, en el templo del sol, para comenzar un nuevo ciclo que fue fuente de inspiración para el pueblo egipcio.

La resiliencia es el “nido” de nuestra transformación

Como hemos visto, el mito egipcio del fénix es una hermosa historia. Sin embargo, analicemos ahora algunos detalles. Detengámonos, por ejemplo, en la forma en que el fénix construye su nido . Busca los materiales más ricos de su tierra: delicados y resistentes al mismo tiempo, capaces de ayudarla en su transformación, en su ascenso.

Si lo pensamos bien, este proceso es muy similar al que da forma a la dimensión psicológica de la resiliencia. Porque nosotros también buscamos estos elementos mágicos con los que construir un nido bien resistente en el que juntar todas nuestras fuerzas. El ser humano debe extender sus alas para volar sobre su universo interior en busca de las ramitas de su autoestima, la flor de su motivación, la resina de su dignidad, la tierra de sus sueños y el agua tibia de su amor propio …

Resiliencia, nido de nuestra transformación

Todos estos componentes le ayudarán en su ascenso, pero no antes de que sea consciente de que habrá un final; una parte de nosotros se irá, se convertirá en cenizas, en los restos de un pasado que nunca volverá .

Sin embargo, estas cenizas no serán arrastradas por el viento, al contrario. Formarán parte de nosotros para formar un ser que renazca del fuego mucho más fuerte, más grande, más sabio … Un individuo que podría ser fuente de inspiración para los demás pero que, en primer lugar, nos permitirá seguir adelante con la cabeza en alto y con alas bien abiertas.

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