lunes, 29 de junio de 2020

45 – EL SILENCIO. Por Francisco de Sales.


Este es el capítulo 45 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.



“Cuando un hombre ignora sus fuerzas espirituales, sale de sí buscando el sentido de la vida en la seguridad, en los estímulos secundarios y en la satisfacción de sus impulsos.

El ejercicio del Silencio le permite reencontrarse”.

(Dürckheim)

“El Silencio es el único amigo que jamás traiciona”.
(Confucio)

“Cuando termina de hablar el hombre, entonces habla Dios”.

"En el Silencio esperan todas las melodías imaginables".
(Beethoven)

"El Silencio es el grito más fuerte".
(de la película La Vida es Bella)


Hay un silencio que se produce cuando no se ocasionan ruidos exteriores, un silencio que es falta de ruido, pero no me voy a referir a él. No al silencio que entra por los oídos sino al Silencio –con mayúsculas- que vive en el interior.
Me voy a referir al Silencio que se encuentra dentro de nosotros, a ese que se accede tras escapar del parloteo mental continuo, al que se llega al principio mediante ejercicios prácticos de relajación y meditación y se llega de un modo prácticamente instantáneo después.
Ese Silencio que es como un vientre materno en el que uno se siente a salvo, en el que uno puede indagarse, vaciarse, saberse en paz y sentirse realmente Uno Mismo y más identificado que con quien corre como pollo descabezado por la vida y es víctima de sus propias zancadillas.

Es un Silencio que nos proporciona quietud y prepara el estado preciso para acceder a todo lo que contenemos.

Para entrar en ese Silencio hemos de despojarnos de todo tipo de ruidos mentales y condicionantes que hemos adquiridos; tenemos que dejar afuera la mente y su incesante runrún; los anhelos y los temores, fuera; las preocupaciones y nuestras mezquindades, fuera; la prisa y quienes creemos ser, fuera.
Uno sólo puede acceder a él si está desnudo de todo lo externo y ajeno, si está en su auténtica modestia, despojado de títulos y materia, tan honesto y tan honrado como sea posible.

En ese Silencio nos damos perfecta cuenta de que nos sentimos como si fuésemos dos: el que está dentro y el que quedó fuera, en el ruido.
Nos sentimos otro que no es el que se manifiesta con el cuerpo.
Cuando uno lo conoce, y sabe lo que reconforta, le gustaría renegar de quien sabe que no es, y quedarse para siempre en ese Silencio, pero no puede ser así y no es lo adecuado; en el Camino que hemos elegido ha de convivir la espiritualidad con las facturas que hay que pagar.
Nuestra función en la vida es poder armonizar todos nuestros componentes y comprender que somos el mismo siempre, y saber que podemos compatibilizar el gozar los placeres mundanos con el acceso al Silencio, que podemos alternar estar dentro y fuera, y podemos lograr llevar la paz y comprensión del Silencio a la desarmonía que nos impone el exterior.

Este es el Silencio que podemos y debemos alcanzar.
Está más allá de esa visión del silencio –con minúsculas- como símbolo de aburrimiento, el que nos pone a pensar en lo que no nos apetece pensar, o a darnos cuenta de lo mal que estamos, o del desastre de vida que llevamos, o las cosas materiales que no hemos alcanzado, o los chicos que no nos hacen caso y las chicas que ni nos miran; así que nos parece que es mejor no quedarse mucho tiempo en ese silencio de ausencia de distracciones y ruidos, porque es desesperante a veces, y es mejor distraerse y eludirlo, mejor mucho ruido, chumba chumba, diversión y alcohol, chumba chumba, la tele, los juegos, los pasatiempos, chumba chumba, y todas las distracciones posibles, y la evasión del Silencio como norma número uno.
Un error.


Uno de los objetivos del Silencio es desacelerar la charlatanería interior, desidentificarse de las divagaciones de la mente, y poder comprobar que uno no es la mente, puesto que puede estar en un espacio-tiempo donde ella no está.
Sólo en el Silencio se manifiesta la sabiduría.
Nuestra autenticidad y pureza se mantiene a salvo en el Silencio.
El Silencio es necesario para escuchar las sanas intenciones, los sueños felices, los buenos deseos, para que se aposente la paz, para poder escuchar cómo se mueren las prisas y las confusiones, y poder acudir a su entierro.
Decía Confucio que el Silencio es un amigo que jamás traiciona. Y es muy cierto. Todo lo que se comprenda en el Silencio, y se viva en ese Silencio, y se sienta en ese Silencio, se manifestará en la forma de ser y actuar, que será muy distinta de antes de producirse el encuentro.
Quien destruya ese Silencio habrá destruido lo más grande que hay.


La autenticidad del Yo se encuentra en la respuesta que surge del profundo Silencio interior, y es muy curioso que la propia mente se ocupe de evitar que la mente se ocupe del Sí Mismo: lo que algunos denominan el Yo egoísta o Yo pequeño, pone todas las trabas que se le ocurren para que no sea fácil acceder al Yo Superior.
Curiosamente, cuando uno quiere hacer una meditación de contacto con el Silencio se le presenta todo lo que tiene pendiente, cosas totalmente olvidadas, y todas las moscas del universo vienen a posarse sobre uno. Hay, indudablemente, “algo” que se opone a que uno entre en su Silencio con facilidad.


El silencio exterior se asocia con la soledad y, por lo tanto, se activa el mecanismo desconocido que no permite disfrutar la soledad y el silencio, y así, cada vez que uno llega a casa, si está solo, lo primero que hace es poner la televisión o la radio, aunque no esté viendo ni esté escuchando lo que dicen. También se suelen encender más luces de las que se necesitan, porque de esa forma uno se encuentra menos solo. En cuanto se monta en el coche, si va solo, pone la radio aún antes de arrancar. El silencio exterior, por lo que parece, provoca un cierto nivel de angustia que hay que eliminar: produce desazón, inquietud, rareza… Uno quiere creer eso porque no está acostumbrado al silencio y necesita una auto-justificación para no experimentarlo. Por temor a ese silencio exterior se pone frente al televisor, haya lo que haya; por miedo, llena su agenda de citas que no le aportan más que aburrimiento, cuando resulta que es necesario ese Silencio para poder diseñar el resto de la vida.
En el camino de Descubrir hay muchos momentos en que uno tiene que estar en Silencio, exterior e interno. Esto aparentemente da la sensación de separación de los demás y de la vida. No es así. La vida está dentro, y lo que se vive dentro se proyecta fuera después. Se ha de encontrar un equilibrio y saber alternar el recogimiento con la extroversión y la frivolidad con la más profunda espiritualidad. El equilibrio y el centro se conocen cuando se conocen ambos extremos.

El silencio exterior, el de no hablar con palabras, crea una situación inquietante porque la necesidad de comunicación es inherente a la naturaleza humana. Uno de los motivos de infelicidad viene de no relacionarse con otras personas, pero no es necesario llevarlo al extremo de contar todo y hablar por acallar al silencio.


VISTO DE OTRO MODO

El Silencio Interior no se refiere exclusivamente a la ausencia de sonidos que vienen de fuera, como ya expuse antes, sino que se refiere a algo más.
El Silencio no es un vacío de estados: el Silencio es un estado.
El Silencio es un encuentro a solas, en la más honda intimidad, con de las partes que uno también es aunque la desconozca.
El Silencio es el Ser; es no estar en el mundo ni en el tiempo; es la puerta obligatoria para acceder a lo trascendental; es no estar pendiente de otras cosas, sino de Uno Mismo.
El Silencio es estar atento, observarse, sentirse, oírse fuera de otros ruidos; el Silencio es el modo en el que sí suceden las cosas, el modo que las experiencias necesitan para asentarse en su sitio; se ha de vivir en uno mismo, no es experiencia que puede ser prestada, no es dogma, no es utópico, ni exclusivo; pertenece a quien lo busque, a quien quiera integrarlo, a quien quiera vivirlo.
A veces se pretende crear el Silencio en el interior, pero de un modo artificial y no natural, y lo que se encuentra es una especie de vacío, pero sin tranquilidad; lo que se encuentra es un vacío muerto que no deja que se instale el Silencio-Serenidad. Cuando en el fondo sólo hay alborotos, aunque sean callados, no es el Silencio-sabiduría: es una ausencia que no dice nada.


EL MIEDO AL SILENCIO

El miedo al Silencio interior puede surgir por el temor a que se formulen ciertas preguntas que exijan una respuesta, por el temor a encontrarse, cara a cara y sin escapatoria, con la realidad a la que uno logra burlar entre el ruido y las ocupaciones exteriores. El miedo al Silencio interior puede deberse al temor que produce lo desconocido, aunque lo desconocido en este caso es Uno Mismo. El miedo al Silencio interior puede nacer del temor a esa sensación equivocada de estar perdiendo el tiempo. Yo, en cambio, creo que se está invirtiendo en mejorar la calidad del resto del tiempo

El Silencio interior sirve para conectar con la Realidad que es el poder único, con la Realidad que está más allá de todas las formas y todos los modos. Nos pone en contacto directo, sin intermediarios, con el poder creador, con la Esencia Divina.
Algunos de los efectos de ese tipo de Silencio son algo parecido a esto:

1.- La mente se aclara, se armoniza, es más profunda.
2.- La conciencia capta lo que se encuentra en el fondo de nosotros mismos.
3.- Se desarrolla la sensibilidad interna que permite acceder con mayor claridad la intuición.
4.- Se crea una consciencia mayor que permite estar más atento a la vida y al presente personal.
5.- Se descubre con un sentimiento que somos todo y a la vez una parte de todo.
6.- Se siente una comunión con Dios y una interrelación con todo lo creado.
7.- Se siente la auténtica paz, ausente de conflictos y libremente expresada.
8.- Nos lleva a descubrir al sujeto último que está detrás de todas las personalidades y de los distintos yoes.
9.- Permite acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y espirituales.

Además de esto y, por supuesto, se puede tener cualquier otro tipo de sensaciones, sentimientos, experiencias, vivencias… y todo ello es absolutamente personal e intransferible.
Parece que no hay otra cosa que aporte tanto como el Silencio a la vista de todo lo anterior. Todo lo expuesto es cierto y se puede lograr.
Pero -hay un pero-, mientras haya conflictos interiores, deseos, problemas emocionales o personales, será un poco más dificultoso acceder al auténtico Silencio interior. La gran dificultad para acceder a la paz interior es la guerra exterior. La paz se va instalando a medida que se van resolviendo discusiones, confusiones y dudas.
El Silencio creador se produce sin ningún esfuerzo.
Si hay que hacer esfuerzo es porque hay algo que se opone y crea una tensión, y entonces ya no se puede instalar el Silencio-Paz.
Pero -aún queda otro pero-, así como el contacto de conocimiento y toma de confianza con el Silencio se puede realizar desde ahora, para entrar en el Silencio interior profundo es importante tener ya clarificada la forma de ser y actuar, la identidad, ser y sentirse más sólido, más sereno, porque si la persona se abre al Silencio interior profundo sin tener estructurada firmemente su personalidad, y como el Silencio es un dejar de intervenir con la mente crítica y la mente que regula y controla, uno podría ser víctima de las fuerzas incontroladas que hay en los niveles inferiores. Podrían aparecer impulsos reprimidos, fantasías que pueden adquirir enormes proporciones, o la entrada de eso que llaman “espíritus del bajo astral”.
Para que el Silencio sea parte de un Camino positivo, tiene que estar siempre presidido por un deseo sano de encontrar tras él, o en él, la Verdad, la Realidad Última, el Creador… y a Sí Mismo.


Hay más miedos al Silencio: se trata de ese miedo a la soledad que supone el encuentro con uno mismo.
Necesitamos un tiempo interior, de vacío y Silencio, para reconocernos. Un tiempo y Silencio interior para escuchar nuestra relación entre lo externo y lo interno. No siempre estamos siendo nosotros: estamos siendo nuestra actitud.
Potenciando el Silencio interior desarrollamos las capacidades interiores, la salud, la intuición y el autoconocimiento.



ATENCIÓN

Otro de los beneficios de varios años de Silencio personal:
“Si consideramos atentamente la vida de aquellos que más han beneficiado a la humanidad, proporcionando alivio y consuelo no sólo a los cuerpos sino también a las almas, encontraremos que su apostolado siempre estuvo precedido por largos periodos de recogimiento y de aparente inactividad, los cuales en realidad suscitaban y concentraban potentemente las energías espirituales que debía irrumpir después y difundirse de forma irresistible.”
(Roberto Assagioli)


POR SI NO LO SABES

(A partir de ideas del libro “Creatividad y plenitud de vida”, de Antonio Blay)

Partimos de la base de que todos creemos que por encima de nosotros existe una Realidad (cada uno que la llame como quiera) que se expresa a través de todos los modos y formas que existen, visibles e invisibles.
El Silencio nos comunica en línea directa con esa fuerza o poder creador primordial llamada Realidad, y entonces pasamos a ser canales directos con acceso directo.
El Silencio es el poder más grande que existe.
Abrirse al Silencio es abrirse al potencial total, incondicional.

EFECTOS DEL SILENCIO

La mente se aclara y se armoniza. Profundiza mucho más con una capacidad de percepción desconocida. Permitimos que todo el revuelto de emociones y pensamientos se aposente, se estructure por sí mismo. Nuestra conciencia discierne con más claridad la profundidad que existe detrás de lo aparente y de lo confuso.
Al ahondar en el punto de conciencia, aumenta la potencia de nuestra mente y de toda nuestra personalidad de un modo extraordinario. Desarrollamos la sensibilidad interna y la intuición.
Descubrimos la unidad profunda que hay detrás de toda la multiplicidad de formas y manifestaciones.
Gracias al Silencio profundo se manifiesta la auténtica paz.
Ayuda en la realización personal. Nos lleva a descubrir al sujeto que está tras todas nuestras manifestaciones.
Acumulamos fuerzas físicas, mentales, afectivas y espirituales.
Nos ponemos en sintonía con el poder creador único, y éste se expresa en nosotros y a través de nosotros.
Es, en suma, el mayor realizador personal, quien nos facilita el contacto con el Ser, y quien nos confirma que también somos algo que está más allá de nosotros mismos.


¿CÓMO IR HACIA EL SILENCIO?

Mientras tengamos interiormente problemas de deseos, de emociones, de conflictos, es muy difícil vivir el Silencio, porque todo ello está buscando constantemente expresión, solución o huida. La mente empuja continuamente a pensar, soñar, imaginar, suponer… la gran dificultad que tenemos para poder estar en paz es la propia guerra mental que llevamos en el interior.
Por ello, es imprescindible solucionar ese estado de guerra.
La auténtica paz viene cuando movilizamos y liquidamos todo lo que nuestra mente nos reserva para nosotros: los miedos, los problemas, las dificultades… sólo la vida intensa, consciente, inteligente, zanja los asuntos definitivamente. No se convierten en otro problema pendiente que dejamos a la mente para que resuelva, sino que se los entregamos a la mente cerrado y resuelto para que no le cause distracción.
Entonces ya no es necesario seguir buscando la paz, porque entonces la paz se presenta sola, ya que la paz habita en nosotros y lo único que nos impide vivirla son las cargas que tenemos dentro.


Hay que tener cuidado de no confundir el Silencio interior con el acallamiento forzoso, con un esfuerzo de la voluntad, para que se produzca una aparente aquietamiento de las cosas. El Silencio creador se produce sin ningún esfuerzo, y donde hay que hacer esfuerzo es porque hay una resistencia que se opone. Si existe resistencia, no es el auténtico Silencio creador.
Eso sí, se pueden tener momentos breves de Silencio aún teniendo conflictos interiores, y es bueno tener esos momentos hasta que se pueda disfrutar del verdadero, pero no es el auténtico Silencio creador que será quien nos permita el contacto con los niveles superiores de conciencia

El primer paso, por tanto, es ser un buscador de la verdad, la realidad, lo auténtico. Si no existe este objetivo, el Silencio puede no producir la transformación, ni el acceso al nivel trascendente a la realidad.


¿CÓMO HAY QUE PRACTICAR EL SILENCIO?

El Silencio es una práctica que acompaña a todas las demás prácticas de trabajo interior. Para la autosugestión se necesita el Silencio; para recibir los beneficios de la oración, se necesita; para tratar de contactar con la Mente Universal, se necesita.
Incluso en la vida cotidiana, que debiera ser un constante ciclo de actividad y reposo.
El Silencio no es nada más que el reposo de nuestra personalidad y nuestro yo personal.
Se debe practicar diariamente. Cinco, diez minutos, nunca más de media hora.
Hay que elegir una postura confortable; mejor que la espalda y la cabeza estén rectas, verticales respecto al suelo, por lo tanto sentados cómodamente pero de modo que nos resulte fácil mantener esta postura. Para comenzar, mejor hacer una serie de respiraciones más profundas y completas de lo habitual, tomando conciencia clara de sí mismo.
Respirar suave y profundamente mientras se va tomando conciencia del cuerpo físico, que está presente. Pasar luego a la conciencia del estado anímico y el estado afectivo, y constatar que allí hay un estado de tranquilidad, de cordialidad y de amor suave. Pasar después al nivel de la mente y darse cuenta de que uno está mirando la mente, que ésta está presente, tranquila, serena, despierta, pero sin estar pendiente de ningún objeto.
Cuando se han seguido los tres pasos se dice que la mente está alineada, y es entonces, sólo entonces, cuando la persona puede olvidarse de su cuerpo, de su afectividad y de su mente.
Una vez hecho esto, empieza propiamente el ejercicio del Silencio. Se puede empezar por darse cuenta de la respiración: “Yo, que estoy aquí, tranquilo, presente, dándome cuenta de que la respiración funciona sola. Yo.” Y al decir yo, que se sienta presente. Esto hasta que note que hay una verdadera pacificación. Y se notará cómo la conciencia va ahondando.
Entonces hay que prestar atención a notar el Silencio alrededor de la cabeza, dentro de la cabeza y dentro del pecho.
Con la práctica habitual se va consiguiendo un estado de gran pacificación, de gran profundización.
En el Silencio no se busca nada. Se trata simplemente de que todo Yo esté presente, sin confundirme con nada, sin apoyarme en nada, sin buscar nada. En todo caso, buscar la noción pura de ser, de Realidad.
No olvidar que hay que mantenerse dueño de la situación; hay que mantener, junto con la lucidez, un claro grado de autoconciencia. Nada de esos vacíos en los que uno parece diluirse. No; la persona es centro de conciencia, y este centro ha de mantenerse y ahondarse. Quien está en el ejercicio ha de ser el Uno Mismo, y no la personalidad.
Para salir del ejercicio hay que hacerlo de un modo gradual. Los pasos, todos lentamente, son: un acto de resolución interna de querer volver a la conciencia exterior, acentuar suavemente los movimientos de respiración, abrir los ojos, mover suavemente las manos y, siempre despacio y con suavidad, levantarse.


RESUMIENDO
Como has podido ver, es tan creativo y enriquecedor, tan necesario, que no necesita de mis ánimos para que empieces, a la mayor brevedad posible, a descubrirlo.


Francisco de Sales
http://buscandome.es/


LAS ETAPAS Y LAS ACTITUDES EN EL CAMINO DEL DESPERTAR. Por Laura Foletto


Un lamento común cuando las personas comienzan a despertar es que se sienten solas, que no tienen a otros para conversar o intercambiar experiencias en ese nivel. Una de las razones es que se perciben “raras”. Como comenté en otro escrito, la rareza es que no consideremos natural la espiritualidad en nuestras vidas (sí la religión, pero eso es otro tema). La contraparte de esto es que las hace sentir especiales y hay un cierto regodeo en ello.



Estas actitudes ocasionan que hablen demasiado o que no hablen. En la primera, salen a misionar, como un converso que encontró el Santo Grial, y desean llevar la buena nueva a todos. Es muy loable, pero los tiempos de evolucionar son distintos para cada persona y no podemos acelerar los de nadie. Por otro lado, cualquier opinión o ayuda debe ser requerida para que realmente funcione, por lo que es conveniente comentar respetuosamente y esperar a que los demás inviten a averiguar más.



Las que no hablan piensan que van a ser juzgadas o rechazadas y muchas prefieren mantener la misma fachada y guardar su tesoro encerrado en el interior. Estas conductas no ayudan, porque la primera genera resistencia y la segunda sufrimiento y ninguna contribuye verdaderamente. Cuando despertamos, somos agentes de cambio y, si bien cada uno de nosotros tiene su propia forma de hacerlo (más o menos virulenta, más o menos amable), tenemos una responsabilidad al respecto.






Salir del condicionamiento del sistema es duro, largo y difícil. No sucede de un día para otro. Es como el enamoramiento: al principio, todo parece mágico y maravilloso, pero, a medida que vamos profundizando, nos damos cuenta de las enormes raíces que sustentan las ideas, emociones y acciones que debemos liberar. Esto exige conciencia, fortaleza, paciencia, perseverancia, más una serie de cualidades que vamos desarrollando a lo largo del camino.



Un comentario común después de un tiempo es: “¿No se puede volver atrás?”, seguido de una risita nerviosa. No, ni tampoco lo querríamos, porque, así como aceptamos los inconvenientes, nos abrimos a niveles de conocimientos, experiencias y sincronías que no pensábamos posibles. Y esa es la actitud en cualquiera de las etapas: apertura.



Al principio, cuando recién surgen los primeros destellos, debemos abrirnos a romper con los tabúes propios y del entorno; a escuchar esos deseos que bullen en el interior; a hallar información y referentes; a pasar el umbral de lo conocido. Luego, tenemos que abrirnos a confiar que otros están pasando por lo mismo y que los encontraremos, a través de la vibración; a hacer escuchar nuestra voz, con respeto y entusiasmo; a continuar indagando, a pesar de las resistencias y dificultades.



Después… El después es eterno y, a la vez, es aquí y ahora. Es el retorno a la sencillez, a la autenticidad, a la creatividad; a aceptarnos tal cual somos como humanos divinos; a fluir en cada momento, sin expectativas ilusorias ni cargas del pasado; a brillar serenamente con la Luz que cada uno trae, para el mayor bien de Todo Lo Que Es. La Conciencia nos abre el camino y nos continúa acompañando siempre en cada apertura hacia niveles mayores. Te animo a perseverar en la etapa en la que estés; todas son valiosas y colaboran.

laurafoletto@abrazarlavida.com.ar y abrazarlavida@egrupos.net



46 – MEDITAR - MEDITACIONES. Por Francisco de Sales


Este es el capítulo 46 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“Orar es hablar con Dios; meditar es escuchar a Dios”.
(Anónimo)

“Meditar es silenciar nuestro yo para que se exprese nuestro Yo”.

“En el vacío de la meditación somos todos idénticos”.

“La fuerza que lleva al hombre a la meditación nace
de su sufrimiento ante la ausencia de unidad total”.
(Dürkheim)

“Meditar es entrar en el silencio, entrar en tu Ser cruzando la mente.
Es encontrar las respuestas a través del Silencio interno, no a través de esa mente que procede del ego. No se trata de ponerse en contra de la mente,
es saber que tras su umbral hay algo más”.
(Rajneesh)


“La meditación, según la wikipedia, es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio específico como reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado con ese contenido, o como un fin en sí misma.
El término meditación se refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qì, ki, chi, pr??a, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón.
La meditación toma diferentes significados en diferentes contextos; ésta se ha practicado desde la antigüedad como un componente de numerosas religiones y creencias, pero la meditación no constituye una religión en sí misma. La meditación normalmente implica un esfuerzo interno para auto-regular la mente de alguna forma”.


Aunque la palabra meditar tiene más de un sentido, en esta ocasión me refiero a ese al que habitualmente la asociamos: ponerse en una postura adecuada, cerrar los ojos, relajarse y…
La meditación es un acto de recogimiento que, al principio, puede ser un poco duro.
Exige romper la costumbre de estar removiendo el pasado, de estar adelantándose al futuro, e implica encontrarse con experiencias de las que normalmente huimos.
Con ella se pretende, en principio, acceder a ese Punto de Quietud y Centramiento que se encuentra en cada persona, a ese punto donde reside la autenticidad, en el que no viven los condicionamientos.
Se llega a ese punto tras una relajación en la que se consiguen bajar los niveles de las ondas cerebrales y acceder al estado en el que se expresa la realidad, que no estará condicionada por las mentiras o los intereses que puedan añadir la confundida mente y el interesado consciente, que no actúan en ese nivel vibracional.
Se está consciente, pero no gobernado por el consciente.
La verdadera libertad en la práctica de la meditación proviene únicamente de la actitud de dejar pasar cualquier cosa que se presente, con independencia de lo dolorosa o maravillosa que sea.
Con la meditación no intentamos producir una experiencia fuera del cuerpo, sino conseguir tener una experiencia plena dentro del cuerpo.
La meditación es el instrumento de apertura al Ser Esencial.
El sentido de la meditación es el de un ejercicio iniciático. Iniciático se refiere a conocer una cosa secreta.
En este caso somos nosotros el secreto que podemos conocer a través de la meditación. Iremos descubriendo muchos de nuestros aspectos.

Es imprescindible estar convencidos de que en nuestro interior podemos encontrarnos con un aspecto divino que también somos nosotros y, por tanto, nos pertenece. O le pertenecemos. Tenemos que estar convencidos de que vamos a contactar con algo natural que al mismo tiempo es sobrenatural, y tenemos que estar preparados, no vaya a ser que el encuentro con ese aspecto inhabitual y bastante desconocido nos desconcierte y nos sobrepase.
Tenemos que estar predispuestos a encontrarnos con cualquier cosa que puede hacer que se desmorone nuestro acostumbrado y pequeño yo ante el encuentro con el Yo grande que somos, lo que puede llevarnos a abandonar o destruir al que ahora creemos ser para dejar que emerja el que realmente somos.
Hay que estar muy equilibrado antes de dar este paso.
En principio, es mejor que ambos convivan en armonía, cada uno en su sitio. Más adelante conseguiremos integrarlos.

Tenemos que tener cierta disciplina, la que nos impongamos, pero hemos de ser absolutamente respetuosos con su cumplimiento. De muy poco sirve una meditación aislada. Puede que nos haga gracia, que nos parezca curioso lo que hemos sentido o descubierto, que sea una anécdota para contar… pero su verdadera utilidad proviene de la insistencia y la repetición, para ahondar cada vez más con más facilidad y hasta niveles más profundos. Hemos de conseguir llegar al convencimiento de que nos es tan útil y enriquecedora, tan relajante y creadora, que acabe teniendo su propia autonomía que nos lleve inexorablemente a su repetición.

La meditación es algo más que simplemente una parte de la senda de la búsqueda y el autodescubrimiento. Tiene su utilidad y tiene sus limitaciones.
Dicen los que saben que es la acción en la inacción.


Al principio, se ha de seguir una especie de ceremonia: cierta postura, penumbra, velas, inciensos, quizás una música…
Más adelante aprenderemos que todo eso está bien, y se puede persistir en ello, pero debería ser, sobre todo, un entrenamiento para la auténtica meditación, que ha de ser continua a lo largo de todos los momentos de todos los días; en el trabajo, en la ducha, en el autobús, entre los ruidos y la gente.

Es un momento especial que uno se reserva para sí mismo, que se puede y debe retomar cada vez que se quiera, pero teniendo consciencia de no estar utilizándola como evasión de la realidad hacia un mundo imaginario y nada real.


POR SI NO LO SABES

En el Oriente, meditación –dhyan- no significa reflexión como ocurre en Occidente, sino acallar toda reflexión y pensamiento.

La meditación mejora el estado de ánimo, la fluidez verbal, la memoria y la rapidez de aprendizaje. Esto ya se sabía. Lo novedoso es que sólo hacen falta cuatro días de práctica para que se noten los efectos, según un trabajo de la Universidad de Carolina del Norte. Los tests que se hicieron a los participantes, tras meditar veinte minutos, demostraron que procesaban información hasta diez veces más deprisa que el resto.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Cuando la mente está en calma, todo está en calma.
Poner en orden tu interior es poner tu mundo en orden.
Si produces el vacío en tu interior, serás un recipiente que admitirá ser llenado de nuevas aguas.
En la meditación podrás comprender que eres parte inseparable de la totalidad.
La meditación es la vía más corta para contactar con el Ser, ya que en ella te desocupas del runrún cotidiano, y te centras acercándote a tu parte más espiritual.
La meditación debiera ser una actividad cotidiana merecida, para conectarte contigo, con el auténtico, con el real, ya que te pasas demasiado tiempo con el que está en el mundo, y muy poco con el que tienes que aprender a ser y manifestar.


SOLUCIONES O SUGERENCIAS

Esto que viene a continuación es de un autor desconocido para mí.
Te puede servir para iniciarte. Si te interesa la meditación, encontrarás información más amplia y precisa en algún otro sitio.

“Estar bien contigo conquistando tu paz interior, tener una mente clara y libre de preocupaciones, poder pensar con lucidez y dar a cada cosa la importancia que merece sin que te afecte más de lo que debe afectarte. ¿Un sueño? ¡No! La meditación convierte todo esto en una realidad.
Todas las personas tenemos nuestros conflictos, nuestros problemas y nuestra diaria carga de estrés. Somos presa fácil de la depresión y de la neurosis. Vivimos en un mundo tremendamente agitado y demandante, donde tenemos que funcionar a mil por hora y resolver un millón de cosas cada día. ¿Cómo no sentir a veces que no podemos más, que somos impotentes, que estamos en una especie de red de la que no podemos escapar? La respuesta se llama meditación, y es una verdadera llave que nos da acceso a nuestro mundo interior.
Quienes practican este antiguo arte de la meditación saben que es la clave por excelencia para lograr ayudarse. Utilizando tu propia mente y su poder de concentración, puedes lograr controlar tus pensamientos y devolver la tranquilidad a tu espíritu, beneficiando al mismo tiempo a todo tu cuerpo.
Para lograr eso, es necesario acallar la charla perpetua a la que nuestra mente nos somete. En efecto, ella te habla constantemente, a veces de cosas importantes, pero la mayoría del tiempo de cosas superfluas o de pensamientos negativos que te alteran. La mente humana tiene la extraña tendencia a volver una y otra vez sobre los problemas, y casi da por sentado las cosas buenas que existen en la vida de cada quién.
Si tienes problemas para concentrarte, puedes hacer unos sencillos ejercicios. Quizá te parezcan dificultosos en un principio, pero pronto aprenderás a concentrarte y lo harás cada vez mejor, hasta que puedas poner tu mente en blanco y en silencio, y entrar a un verdadero mundo de luz interior.
La meditación requiere de concentración, perseverancia y tiempo. Busca un momento un lugar tranquilo, busca un clima que favorezca la meditación, selecciona la luz, una música.... Respira y relájate. Trata de poner tu mente en blanco. Si viene algún pensamiento, bueno o malo, ordénale que se vaya. Una vez que tu mente esté en blanco permite que entren los pensamientos. Primero, los negativos. Hazlos desfilar uno por uno y ve disolviéndolos sin analizarlos. Después, haz lo mismo con los pensamientos positivos. Imagina ahora que te invade una sensación de paz; que ahí, en tu mundo interior, sientes seguridad y protección, y te cargas con tu propia energía.
Mucha gente se fabrica un lugar ideal e imaginario de descanso, como puede ser una playa, o una alfombra de suave hierba o incluso una nube cerca de las estrellas. Quédate ahí, escuchando la música, dejando que te envuelva sin pensar en nada más.

LOS BENEFICIOS FÍSICOS DE LA MEDITACIÓN.
Haz esto cada día, y pronto, muy pronto, te sentirás mejor, no sólo física, sino también emocional y psicológicamente. Habrás alcanzado ese añorado concepto que es la verdadera paz interior. El hecho de relajarte, de respirar lenta, rítmica y profundamente, y de controlar tus pensamientos y tus emociones a través de la meditación, hace maravillas por tu cuerpo, como:
1. Disminuye el estrés.
2. Elimina la ansiedad.
3. Equilibra tu presión arterial.
4. Alivia el dolor de cabeza, incluso la migraña.
5. Elimina los trastornos digestivos producto del estrés, como la úlcera y la gastritis.
6. Alivia la tensión y el dolor muscular.
7. Atenúa el asma y la dificultad para respirar.
8. Ayuda a conciliar el sueño. Aumenta tus niveles de energía.”

RESUMIENDO

La meditación debiera formar de tu vida, de un modo habitual y cotidiano. Es más importante que la mayoría de tus actividades de distracción repetidas, la más importante y la que más te puede engrandecer en tu Camino Personal y Espiritual. A lo largo del día no estás contigo, aunque creas que estás a todas horas. Estás con el que se ve, pero, como ya sabes, ese no eres el tú que debieras ser.

Francisco de Sales
Este es el capítulo 46 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“Orar es hablar con Dios; meditar es escuchar a Dios”.
(Anónimo)

“Meditar es silenciar nuestro yo para que se exprese nuestro Yo”.

“En el vacío de la meditación somos todos idénticos”.

“La fuerza que lleva al hombre a la meditación nace
de su sufrimiento ante la ausencia de unidad total”.
(Dürkheim)

“Meditar es entrar en el silencio, entrar en tu Ser cruzando la mente.
Es encontrar las respuestas a través del Silencio interno, no a través de esa mente que procede del ego. No se trata de ponerse en contra de la mente,
es saber que tras su umbral hay algo más”.
(Rajneesh)


“La meditación, según la wikipedia, es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio específico como reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado con ese contenido, o como un fin en sí misma.
El término meditación se refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qì, ki, chi, pr??a, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón.
La meditación toma diferentes significados en diferentes contextos; ésta se ha practicado desde la antigüedad como un componente de numerosas religiones y creencias, pero la meditación no constituye una religión en sí misma. La meditación normalmente implica un esfuerzo interno para auto-regular la mente de alguna forma”.


Aunque la palabra meditar tiene más de un sentido, en esta ocasión me refiero a ese al que habitualmente la asociamos: ponerse en una postura adecuada, cerrar los ojos, relajarse y…
La meditación es un acto de recogimiento que, al principio, puede ser un poco duro.
Exige romper la costumbre de estar removiendo el pasado, de estar adelantándose al futuro, e implica encontrarse con experiencias de las que normalmente huimos.
Con ella se pretende, en principio, acceder a ese Punto de Quietud y Centramiento que se encuentra en cada persona, a ese punto donde reside la autenticidad, en el que no viven los condicionamientos.
Se llega a ese punto tras una relajación en la que se consiguen bajar los niveles de las ondas cerebrales y acceder al estado en el que se expresa la realidad, que no estará condicionada por las mentiras o los intereses que puedan añadir la confundida mente y el interesado consciente, que no actúan en ese nivel vibracional.
Se está consciente, pero no gobernado por el consciente.
La verdadera libertad en la práctica de la meditación proviene únicamente de la actitud de dejar pasar cualquier cosa que se presente, con independencia de lo dolorosa o maravillosa que sea.
Con la meditación no intentamos producir una experiencia fuera del cuerpo, sino conseguir tener una experiencia plena dentro del cuerpo.
La meditación es el instrumento de apertura al Ser Esencial.
El sentido de la meditación es el de un ejercicio iniciático. Iniciático se refiere a conocer una cosa secreta.
En este caso somos nosotros el secreto que podemos conocer a través de la meditación. Iremos descubriendo muchos de nuestros aspectos.

Es imprescindible estar convencidos de que en nuestro interior podemos encontrarnos con un aspecto divino que también somos nosotros y, por tanto, nos pertenece. O le pertenecemos. Tenemos que estar convencidos de que vamos a contactar con algo natural que al mismo tiempo es sobrenatural, y tenemos que estar preparados, no vaya a ser que el encuentro con ese aspecto inhabitual y bastante desconocido nos desconcierte y nos sobrepase.
Tenemos que estar predispuestos a encontrarnos con cualquier cosa que puede hacer que se desmorone nuestro acostumbrado y pequeño yo ante el encuentro con el Yo grande que somos, lo que puede llevarnos a abandonar o destruir al que ahora creemos ser para dejar que emerja el que realmente somos.
Hay que estar muy equilibrado antes de dar este paso.
En principio, es mejor que ambos convivan en armonía, cada uno en su sitio. Más adelante conseguiremos integrarlos.

Tenemos que tener cierta disciplina, la que nos impongamos, pero hemos de ser absolutamente respetuosos con su cumplimiento. De muy poco sirve una meditación aislada. Puede que nos haga gracia, que nos parezca curioso lo que hemos sentido o descubierto, que sea una anécdota para contar… pero su verdadera utilidad proviene de la insistencia y la repetición, para ahondar cada vez más con más facilidad y hasta niveles más profundos. Hemos de conseguir llegar al convencimiento de que nos es tan útil y enriquecedora, tan relajante y creadora, que acabe teniendo su propia autonomía que nos lleve inexorablemente a su repetición.

La meditación es algo más que simplemente una parte de la senda de la búsqueda y el autodescubrimiento. Tiene su utilidad y tiene sus limitaciones.
Dicen los que saben que es la acción en la inacción.


Al principio, se ha de seguir una especie de ceremonia: cierta postura, penumbra, velas, inciensos, quizás una música…
Más adelante aprenderemos que todo eso está bien, y se puede persistir en ello, pero debería ser, sobre todo, un entrenamiento para la auténtica meditación, que ha de ser continua a lo largo de todos los momentos de todos los días; en el trabajo, en la ducha, en el autobús, entre los ruidos y la gente.

Es un momento especial que uno se reserva para sí mismo, que se puede y debe retomar cada vez que se quiera, pero teniendo consciencia de no estar utilizándola como evasión de la realidad hacia un mundo imaginario y nada real.


POR SI NO LO SABES

En el Oriente, meditación –dhyan- no significa reflexión como ocurre en Occidente, sino acallar toda reflexión y pensamiento.

La meditación mejora el estado de ánimo, la fluidez verbal, la memoria y la rapidez de aprendizaje. Esto ya se sabía. Lo novedoso es que sólo hacen falta cuatro días de práctica para que se noten los efectos, según un trabajo de la Universidad de Carolina del Norte. Los tests que se hicieron a los participantes, tras meditar veinte minutos, demostraron que procesaban información hasta diez veces más deprisa que el resto.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Cuando la mente está en calma, todo está en calma.
Poner en orden tu interior es poner tu mundo en orden.
Si produces el vacío en tu interior, serás un recipiente que admitirá ser llenado de nuevas aguas.
En la meditación podrás comprender que eres parte inseparable de la totalidad.
La meditación es la vía más corta para contactar con el Ser, ya que en ella te desocupas del runrún cotidiano, y te centras acercándote a tu parte más espiritual.
La meditación debiera ser una actividad cotidiana merecida, para conectarte contigo, con el auténtico, con el real, ya que te pasas demasiado tiempo con el que está en el mundo, y muy poco con el que tienes que aprender a ser y manifestar.


SOLUCIONES O SUGERENCIAS

Esto que viene a continuación es de un autor desconocido para mí.
Te puede servir para iniciarte. Si te interesa la meditación, encontrarás información más amplia y precisa en algún otro sitio.

“Estar bien contigo conquistando tu paz interior, tener una mente clara y libre de preocupaciones, poder pensar con lucidez y dar a cada cosa la importancia que merece sin que te afecte más de lo que debe afectarte. ¿Un sueño? ¡No! La meditación convierte todo esto en una realidad.
Todas las personas tenemos nuestros conflictos, nuestros problemas y nuestra diaria carga de estrés. Somos presa fácil de la depresión y de la neurosis. Vivimos en un mundo tremendamente agitado y demandante, donde tenemos que funcionar a mil por hora y resolver un millón de cosas cada día. ¿Cómo no sentir a veces que no podemos más, que somos impotentes, que estamos en una especie de red de la que no podemos escapar? La respuesta se llama meditación, y es una verdadera llave que nos da acceso a nuestro mundo interior.
Quienes practican este antiguo arte de la meditación saben que es la clave por excelencia para lograr ayudarse. Utilizando tu propia mente y su poder de concentración, puedes lograr controlar tus pensamientos y devolver la tranquilidad a tu espíritu, beneficiando al mismo tiempo a todo tu cuerpo.
Para lograr eso, es necesario acallar la charla perpetua a la que nuestra mente nos somete. En efecto, ella te habla constantemente, a veces de cosas importantes, pero la mayoría del tiempo de cosas superfluas o de pensamientos negativos que te alteran. La mente humana tiene la extraña tendencia a volver una y otra vez sobre los problemas, y casi da por sentado las cosas buenas que existen en la vida de cada quién.
Si tienes problemas para concentrarte, puedes hacer unos sencillos ejercicios. Quizá te parezcan dificultosos en un principio, pero pronto aprenderás a concentrarte y lo harás cada vez mejor, hasta que puedas poner tu mente en blanco y en silencio, y entrar a un verdadero mundo de luz interior.
La meditación requiere de concentración, perseverancia y tiempo. Busca un momento un lugar tranquilo, busca un clima que favorezca la meditación, selecciona la luz, una música.... Respira y relájate. Trata de poner tu mente en blanco. Si viene algún pensamiento, bueno o malo, ordénale que se vaya. Una vez que tu mente esté en blanco permite que entren los pensamientos. Primero, los negativos. Hazlos desfilar uno por uno y ve disolviéndolos sin analizarlos. Después, haz lo mismo con los pensamientos positivos. Imagina ahora que te invade una sensación de paz; que ahí, en tu mundo interior, sientes seguridad y protección, y te cargas con tu propia energía.
Mucha gente se fabrica un lugar ideal e imaginario de descanso, como puede ser una playa, o una alfombra de suave hierba o incluso una nube cerca de las estrellas. Quédate ahí, escuchando la música, dejando que te envuelva sin pensar en nada más.

LOS BENEFICIOS FÍSICOS DE LA MEDITACIÓN.
Haz esto cada día, y pronto, muy pronto, te sentirás mejor, no sólo física, sino también emocional y psicológicamente. Habrás alcanzado ese añorado concepto que es la verdadera paz interior. El hecho de relajarte, de respirar lenta, rítmica y profundamente, y de controlar tus pensamientos y tus emociones a través de la meditación, hace maravillas por tu cuerpo, como:
1. Disminuye el estrés.
2. Elimina la ansiedad.
3. Equilibra tu presión arterial.
4. Alivia el dolor de cabeza, incluso la migraña.
5. Elimina los trastornos digestivos producto del estrés, como la úlcera y la gastritis.
6. Alivia la tensión y el dolor muscular.
7. Atenúa el asma y la dificultad para respirar.
8. Ayuda a conciliar el sueño. Aumenta tus niveles de energía.”

RESUMIENDO

La meditación debiera formar de tu vida, de un modo habitual y cotidiano. Es más importante que la mayoría de tus actividades de distracción repetidas, la más importante y la que más te puede engrandecer en tu Camino Personal y Espiritual. A lo largo del día no estás contigo, aunque creas que estás a todas horas. Estás con el que se ve, pero, como ya sabes, ese no eres el tú que debieras ser.

Francisco de Sales
Este es el capítulo 46 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.


“Orar es hablar con Dios; meditar es escuchar a Dios”.
(Anónimo)

“Meditar es silenciar nuestro yo para que se exprese nuestro Yo”.

“En el vacío de la meditación somos todos idénticos”.

“La fuerza que lleva al hombre a la meditación nace
de su sufrimiento ante la ausencia de unidad total”.
(Dürkheim)

“Meditar es entrar en el silencio, entrar en tu Ser cruzando la mente.
Es encontrar las respuestas a través del Silencio interno, no a través de esa mente que procede del ego. No se trata de ponerse en contra de la mente,
es saber que tras su umbral hay algo más”.
(Rajneesh)


“La meditación, según la wikipedia, es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio específico como reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado con ese contenido, o como un fin en sí misma.
El término meditación se refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qì, ki, chi, pr??a, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón.
La meditación toma diferentes significados en diferentes contextos; ésta se ha practicado desde la antigüedad como un componente de numerosas religiones y creencias, pero la meditación no constituye una religión en sí misma. La meditación normalmente implica un esfuerzo interno para auto-regular la mente de alguna forma”.


Aunque la palabra meditar tiene más de un sentido, en esta ocasión me refiero a ese al que habitualmente la asociamos: ponerse en una postura adecuada, cerrar los ojos, relajarse y…
La meditación es un acto de recogimiento que, al principio, puede ser un poco duro.
Exige romper la costumbre de estar removiendo el pasado, de estar adelantándose al futuro, e implica encontrarse con experiencias de las que normalmente huimos.
Con ella se pretende, en principio, acceder a ese Punto de Quietud y Centramiento que se encuentra en cada persona, a ese punto donde reside la autenticidad, en el que no viven los condicionamientos.
Se llega a ese punto tras una relajación en la que se consiguen bajar los niveles de las ondas cerebrales y acceder al estado en el que se expresa la realidad, que no estará condicionada por las mentiras o los intereses que puedan añadir la confundida mente y el interesado consciente, que no actúan en ese nivel vibracional.
Se está consciente, pero no gobernado por el consciente.
La verdadera libertad en la práctica de la meditación proviene únicamente de la actitud de dejar pasar cualquier cosa que se presente, con independencia de lo dolorosa o maravillosa que sea.
Con la meditación no intentamos producir una experiencia fuera del cuerpo, sino conseguir tener una experiencia plena dentro del cuerpo.
La meditación es el instrumento de apertura al Ser Esencial.
El sentido de la meditación es el de un ejercicio iniciático. Iniciático se refiere a conocer una cosa secreta.
En este caso somos nosotros el secreto que podemos conocer a través de la meditación. Iremos descubriendo muchos de nuestros aspectos.

Es imprescindible estar convencidos de que en nuestro interior podemos encontrarnos con un aspecto divino que también somos nosotros y, por tanto, nos pertenece. O le pertenecemos. Tenemos que estar convencidos de que vamos a contactar con algo natural que al mismo tiempo es sobrenatural, y tenemos que estar preparados, no vaya a ser que el encuentro con ese aspecto inhabitual y bastante desconocido nos desconcierte y nos sobrepase.
Tenemos que estar predispuestos a encontrarnos con cualquier cosa que puede hacer que se desmorone nuestro acostumbrado y pequeño yo ante el encuentro con el Yo grande que somos, lo que puede llevarnos a abandonar o destruir al que ahora creemos ser para dejar que emerja el que realmente somos.
Hay que estar muy equilibrado antes de dar este paso.
En principio, es mejor que ambos convivan en armonía, cada uno en su sitio. Más adelante conseguiremos integrarlos.

Tenemos que tener cierta disciplina, la que nos impongamos, pero hemos de ser absolutamente respetuosos con su cumplimiento. De muy poco sirve una meditación aislada. Puede que nos haga gracia, que nos parezca curioso lo que hemos sentido o descubierto, que sea una anécdota para contar… pero su verdadera utilidad proviene de la insistencia y la repetición, para ahondar cada vez más con más facilidad y hasta niveles más profundos. Hemos de conseguir llegar al convencimiento de que nos es tan útil y enriquecedora, tan relajante y creadora, que acabe teniendo su propia autonomía que nos lleve inexorablemente a su repetición.

La meditación es algo más que simplemente una parte de la senda de la búsqueda y el autodescubrimiento. Tiene su utilidad y tiene sus limitaciones.
Dicen los que saben que es la acción en la inacción.


Al principio, se ha de seguir una especie de ceremonia: cierta postura, penumbra, velas, inciensos, quizás una música…
Más adelante aprenderemos que todo eso está bien, y se puede persistir en ello, pero debería ser, sobre todo, un entrenamiento para la auténtica meditación, que ha de ser continua a lo largo de todos los momentos de todos los días; en el trabajo, en la ducha, en el autobús, entre los ruidos y la gente.

Es un momento especial que uno se reserva para sí mismo, que se puede y debe retomar cada vez que se quiera, pero teniendo consciencia de no estar utilizándola como evasión de la realidad hacia un mundo imaginario y nada real.


POR SI NO LO SABES

En el Oriente, meditación –dhyan- no significa reflexión como ocurre en Occidente, sino acallar toda reflexión y pensamiento.

La meditación mejora el estado de ánimo, la fluidez verbal, la memoria y la rapidez de aprendizaje. Esto ya se sabía. Lo novedoso es que sólo hacen falta cuatro días de práctica para que se noten los efectos, según un trabajo de la Universidad de Carolina del Norte. Los tests que se hicieron a los participantes, tras meditar veinte minutos, demostraron que procesaban información hasta diez veces más deprisa que el resto.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Cuando la mente está en calma, todo está en calma.
Poner en orden tu interior es poner tu mundo en orden.
Si produces el vacío en tu interior, serás un recipiente que admitirá ser llenado de nuevas aguas.
En la meditación podrás comprender que eres parte inseparable de la totalidad.
La meditación es la vía más corta para contactar con el Ser, ya que en ella te desocupas del runrún cotidiano, y te centras acercándote a tu parte más espiritual.
La meditación debiera ser una actividad cotidiana merecida, para conectarte contigo, con el auténtico, con el real, ya que te pasas demasiado tiempo con el que está en el mundo, y muy poco con el que tienes que aprender a ser y manifestar.


SOLUCIONES O SUGERENCIAS

Esto que viene a continuación es de un autor desconocido para mí.
Te puede servir para iniciarte. Si te interesa la meditación, encontrarás información más amplia y precisa en algún otro sitio.

“Estar bien contigo conquistando tu paz interior, tener una mente clara y libre de preocupaciones, poder pensar con lucidez y dar a cada cosa la importancia que merece sin que te afecte más de lo que debe afectarte. ¿Un sueño? ¡No! La meditación convierte todo esto en una realidad.
Todas las personas tenemos nuestros conflictos, nuestros problemas y nuestra diaria carga de estrés. Somos presa fácil de la depresión y de la neurosis. Vivimos en un mundo tremendamente agitado y demandante, donde tenemos que funcionar a mil por hora y resolver un millón de cosas cada día. ¿Cómo no sentir a veces que no podemos más, que somos impotentes, que estamos en una especie de red de la que no podemos escapar? La respuesta se llama meditación, y es una verdadera llave que nos da acceso a nuestro mundo interior.
Quienes practican este antiguo arte de la meditación saben que es la clave por excelencia para lograr ayudarse. Utilizando tu propia mente y su poder de concentración, puedes lograr controlar tus pensamientos y devolver la tranquilidad a tu espíritu, beneficiando al mismo tiempo a todo tu cuerpo.
Para lograr eso, es necesario acallar la charla perpetua a la que nuestra mente nos somete. En efecto, ella te habla constantemente, a veces de cosas importantes, pero la mayoría del tiempo de cosas superfluas o de pensamientos negativos que te alteran. La mente humana tiene la extraña tendencia a volver una y otra vez sobre los problemas, y casi da por sentado las cosas buenas que existen en la vida de cada quién.
Si tienes problemas para concentrarte, puedes hacer unos sencillos ejercicios. Quizá te parezcan dificultosos en un principio, pero pronto aprenderás a concentrarte y lo harás cada vez mejor, hasta que puedas poner tu mente en blanco y en silencio, y entrar a un verdadero mundo de luz interior.
La meditación requiere de concentración, perseverancia y tiempo. Busca un momento un lugar tranquilo, busca un clima que favorezca la meditación, selecciona la luz, una música.... Respira y relájate. Trata de poner tu mente en blanco. Si viene algún pensamiento, bueno o malo, ordénale que se vaya. Una vez que tu mente esté en blanco permite que entren los pensamientos. Primero, los negativos. Hazlos desfilar uno por uno y ve disolviéndolos sin analizarlos. Después, haz lo mismo con los pensamientos positivos. Imagina ahora que te invade una sensación de paz; que ahí, en tu mundo interior, sientes seguridad y protección, y te cargas con tu propia energía.
Mucha gente se fabrica un lugar ideal e imaginario de descanso, como puede ser una playa, o una alfombra de suave hierba o incluso una nube cerca de las estrellas. Quédate ahí, escuchando la música, dejando que te envuelva sin pensar en nada más.

LOS BENEFICIOS FÍSICOS DE LA MEDITACIÓN.
Haz esto cada día, y pronto, muy pronto, te sentirás mejor, no sólo física, sino también emocional y psicológicamente. Habrás alcanzado ese añorado concepto que es la verdadera paz interior. El hecho de relajarte, de respirar lenta, rítmica y profundamente, y de controlar tus pensamientos y tus emociones a través de la meditación, hace maravillas por tu cuerpo, como:
1. Disminuye el estrés.
2. Elimina la ansiedad.
3. Equilibra tu presión arterial.
4. Alivia el dolor de cabeza, incluso la migraña.
5. Elimina los trastornos digestivos producto del estrés, como la úlcera y la gastritis.
6. Alivia la tensión y el dolor muscular.
7. Atenúa el asma y la dificultad para respirar.
8. Ayuda a conciliar el sueño. Aumenta tus niveles de energía.”

RESUMIENDO

La meditación debiera formar de tu vida, de un modo habitual y cotidiano. Es más importante que la mayoría de tus actividades de distracción repetidas, la más importante y la que más te puede engrandecer en tu Camino Personal y Espiritual. A lo largo del día no estás contigo, aunque creas que estás a todas horas. Estás con el que se ve, pero, como ya sabes, ese no eres el tú que debieras ser.

Francisco de Sales
http://buscandome.es/



sábado, 27 de junio de 2020

Visión en túnel por ansiedad y estrés


La visión en túnel puede volvernos ciegos a una parte de la realidad, literalmente. Este fenómeno se produce fundamentalmente cuando estamos altamente estresados y nos enfrentamos a un peligro. Entonces nuestro pensamiento crítico se reduce y tomamos decisiones impulsivas que podrían no ser las más adecuadas.
¿Qué es la visión en túnel en Psicología?

Cuando conducimos demasiado rápido, nuestra visión se estrecha, de manera que somos incapaces de ver lo que sucede en nuestro entorno más amplio. Se estima que a 130 km/h, nuestro ángulo de visión es de apenas unos 30 grados, de manera que solo podemos ver de forma nítida lo que tenemos delante. Lo que hay a los lados se difumina hasta prácticamente desaparecer.

Obviamente, cuanto más aumente la velocidad, más se estrechará nuestro campo visual. Es como si de repente el mundo a nuestro alrededor dejara de existir. Sin embargo, ese efecto túnel no se produce únicamente cuando conducimos a cierta velocidad. También podemos sufrir visión en túnel por ansiedad y estrés.

De hecho, la definición de visión en túnel indica un campo de visión restringido en el que mantenemos la visión central, pero perdemos casi por completo la visión periférica. Podemos ver bien en línea recta pero la visión hacia ambos lados es muy limitada. Este fenómeno, que también se define como “campo tubular”, es como ver a través de un tubo que nos cubre los ojos.
El efecto túnel afecta nuestra percepción de manera global

La visión en túnel puede deberse al estrés y la ansiedad. En ese caso se hace referencia a un estrechamiento atencional y no suele limitarse solo a nuestro campo visual. En práctica, vemos menos no porque tengamos algún problema visual sino porque nuestra atención se restringe.

De hecho, el efecto túnel no afecta únicamente la vista sino también nuestra audición. No solo dejamos de ver algunos estímulos sino también de escucharlos. Dejamos de prestarles atención porque no nos resultan relevantes en ese momento.

En este sentido, un experimento realizado en la Universidad Johns Hopkins reveló que cuando sufrimos visión en túnel, también disminuye nuestra capacidad para escuchar. Es decir, la visión en túnel conduce a una disminución de la audición, es como si al enfocar nuestra vista en algo, nuestra corteza de audio también bajara su volumen.

De la misma manera, cuando estos investigadores provocaron audición en túnel, constataron que también disminuía el rendimiento del centro de control visual. Estos resultados les llevaron a concluir que existe un efecto túnel que afecta a nuestros sentidos y capacidad perceptual de manera integral.

En algunos casos, cuando el estrés es lo suficientemente severo, los receptores auditivos en el cerebro pueden apagarse por completo. La neurociencia tiene un término para eso. Se llama exclusión auditiva.
La visión en túnel por estrés y ansiedad

La visión del túnel por ansiedad y estrés puede ser el resultado de la combinación de una descarga de adrenalina inducida por el miedo que ha generado una amenaza específica y peligrosa.

Cuando estamos sometidos a una situación particularmente amenazante en nuestro cuerpo ocurre una serie de cambios a nivel fisiológico que nos preparan para afrontar ese peligro. Esos cambios, sin embargo, hacen que centremos nuestra atención en el peligro, aguzando nuestros sentidos en esa dirección y difuminando el resto, para que no nos desconcentre.

Cuando nuestro cerebro emocional detecta una amenaza ajusta rápidamente el foco visual de nuestros ojos sobre el peligro, lo cual genera ese efecto túnel. Las pupilas se dilatan debido al efecto de la adrenalina que, disparada por las glándulas suprarrenales, invade el torrente sanguíneo.

En ese preciso momento, entra una gran cantidad de luz al ojo sin que este tenga tiempo para adaptarse. Ese incremento de luz afecta la capacidad para observar lo que ocurre periféricamente, generando la denominada visión de túnel. En práctica, respondemos como si una cámara eliminase de su objetivo todo aquello que le resulte irrelevante para centrar el foco de atención en el elemento que suponga una amenaza.

De hecho, en el vídeo que aparece a continuación se puede apreciar la visión en túnel por estrés. Al final del mismo, en dos ocasiones se puede ver cómo uno de los ladrones cruza dos veces por delante de la mujer que está siendo atacada y ella no lo ve porque está demasiado concentrada en los otros dos atracadores.
¿Cómo desactivar el efecto túnel?

Es probable que la visión en túnel haya ayudado a sobrevivir a nuestros antepasados, pero en la mayoría de las situaciones que vivimos en la actualidad no es beneficioso centrar tanto nuestra atención en un punto que nos olvidamos del entorno.

De hecho, las descargas de adrenalina pueden salvarnos la vida, pero también limitan nuestro pensamiento crítico, nuestros sentidos, las habilidades motoras finas y nos puede llevar a tomar decisiones impulsivas de las que después nos arrepintamos.

El primer paso para desactivar o al menos reducir ese efecto túnel es ser conscientes de su existencia, sobre todo en situaciones de estrés y ansiedad. Por tanto, intentar disminuir el nivel de tensión es esencial para recuperar una atención más amplia.

Los ejercicios de respiración suelen ser muy eficaces para reducir el estrés y recuperar el control. De hecho, sus efectos a nivel fisiológico pueden notarse en apenas 5-8 minutos. Cuando nuestro cerebro está en un estado más relajado, puede dedicar recursos para analizar el medio.

También podemos intentar activar nuestra mente consciente. La visión en túnel se debe en gran medida a que el cerebro emocional ha tomado el mando, por lo que para desbloquear los sentidos a veces basta con obligarnos a escanear el entorno. Debemos preguntarnos con curiosidad, no con miedo: ¿Qué me estoy perdiendo? Eso nos ayudará a ampliar nuestro campo de escaneo atencional.

Fuentes:

Shomstein, S. & Yantis, S. (2004) Control of Attention Shifts Between Vision and Audition in Human Cortex. J Neurosci; 24(47): 10702-10706.

Dirkin, G. R. (1983) Cognitive Tunneling: Use of Visual Information Under Stress. Percept Mot Skills; 56(1):191-198.

La entrada Visión en túnel por ansiedad y estrés se publicó primero en Rincón de la Psicología.


David Topi: La conexión de los arquetipos numéricos al inconsciente colectivo de la humanidad


Como os decía en el último artículo, para poder entender el significado de cada número, ahora que ya sabemos que su simbolismo está relacionado localmente con el estado energético de la psique de nuestra civilización y el estado vibracional de nuestro inconsciente colectivo, tenemos que explicar en detalle cómo se crean las conexiones entre “cualidades” y “campos numéricos”. Empecemos por lo primero.

¿De dónde nacen las “cualidades” humanas tales como la paciencia, la fuerza, la simpatía o el carisma? Esta pregunta es realmente difícil de contestar, porque literalmente son rasgos de nuestra personalidad que vienen de serie en todos nosotros, siempre los hemos tenido como raza y todo el mundo conoce a alguien que tiene una o muchas de cualquiera de las cualidades que podríamos anotar en una lista de varios cientos de páginas. Así pues, “están en nosotros”, pero, ¿por qué?

Principalmente porque las hemos heredado, tanto de asimoss como de aquellas otras razas que dieron parte de su genética para crear al ser humano, así como de aquellos otros niveles superiores que forman nuestra estructura, como podría ser el alma o el Yo Superior. Y si hemos heredado y desde los inicios de nuestra historia hemos poseído ciertas cualidades, comportamientos y características, estos, ¿de dónde provienen inicialmente?

Pues provienen también de energías que tienen cualidades que nosotros luego llamamos “paciencia” o llamamos “valor”, llamamos “voluntad” o llamamos “pereza”. Es decir, todo lo que nosotros a nivel emocional, psicológico o espiritual podemos describir como una faceta de nuestro carácter y de nuestra forma de ser, nace de un “concepto” energético, presente en el plano mental del planeta, con esas mismas características.

Para entendernos fácilmente, imaginemos que hay una enorme piscina de energía que contiene la energía de la “calma”, y una tubería que sale de esa piscina y nos conecta a todos los seres humanos a esa piscina. Pero la tubería es diferente para unas personas que para otras, así que, en algunos casos, hay mucha más energía de “calma” fluyendo hacia el sistema energético de alguien y formando parte de sus “cualidades” mientras que para otras personas hay menos “calma” conectada a ellas, y, por lo tanto, no es una característica tan marcada.

Pero, por otro lado, esa otra persona tiene una conexión mucho mayor con la energía de la “piscina” que contiene “creatividad”, y otra conexión enorme con la balsa de energía que corresponde al concepto de “comunicación”, así que, cuando esa persona se muestra al mundo como es, podemos describirla como alguien comunicativa, creativa pero no demasiado calmada.

Estos arquetipos siempre se forman en el plano mental de cada planeta y para cada raza, así que, para la humanidad, existe un arquetipo que representa el concepto de cada uno de los miles de rasgos emocionales, intelectuales, espirituales, etc., que poseemos, mientras que, en otras razas, existen otros rasgos diferentes que tienen que equivalente en sus planos mentales con sus arquetipos correspondientes.

Así, no importa qué tipo de cualidad o comportamiento o rasgo del carácter tengamos, hay un “campo de energía” mental que sostiene, crea y hace de repositorio o contenedor para lo que ese comportamiento representa, de manera que, según la configuración energética de cada persona, la mezcla de todas las conexiones con todos los arquetipos a los que estamos conectados (a través de programas instalados en las esferas mentales y en la esfera de consciencia, en el patrón conductual, en el ADN y en otros componentes de nuestra estructura) nos hace ser de una manera o de otra, o nos hace tener un carácter más determinado por unos rasgos que por otros.

Un mapa de conexiones heredado

Esto además se complica si pensamos que los rasgos y las “conexiones” con estos arquetipos no solo las vamos creando a lo largo de la vida, sino que muchas de estas “tuberías” ya las heredamos según la configuración del carácter de nuestros padres, que, estando ellos mismos conectados a múltiples arquetipos que han ido forjando su forma de ser a lo largo de su vida, nos “traspasan” a nivel de ADN (físico y energético) una serie de parámetros que, desde el mismo momento de nacer, nos enchufan a una serie de rasgos que ellos mismos también poseían, así, decimos que “heredamos” el carácter de los padres en diferentes proporciones y grados, aunque en realidad, deberíamos decir que heredamos “el mapa de conexiones” de nuestros padres con las estructuras mentales y energéticas de nuestra psique común y, de ahí, siguiendo ese “mapa de conexiones” y otros parámetros que tienen importancia también (como las influencias planetarias y “cósmicas” que nos influyen), creamos y desarrollamos nuestra propia personalidad, estado emocional, capacidad psíquica, etc.

Por eso, y para los interesados en el tema, la numerología se complementa con el estudio de las cartas natales astrológicas, pues la influencia de fuertes campos energéticos provenientes de los diferentes planetas y elementos del sistema solar, también abren o cierran más las tuberías de los arquetipos hacia nuestra estructura emocional y mental, de manera que, por haber nacido en un determinado momento, habrá ciertos parámetros del carácter que vienen marcados porque la resonancia de ese día con alguno de los arquetipos era más fuerte, y, por lo tanto, “bajó más flujo” a nosotros de un determinado tipo que si hubiéramos nacido al día siguiente donde, las fuerzas planetarias, estaban sujetas a otro tipo de influencias mayores y hacían resonar con más fuerza otros arquetipos mentales que son los que “enviaron más flujo” de sus cualidades a todos los que ese día estaban “enchufándose” a ellos.

Además, puesto que a lo largo de los siglos los arquetipos de las diferentes cualidades humanas han ido cambiando, también lo han ido haciendo las composiciones psicológicas y emocionales de la humanidad, con lo que la estructura mental que luego termina conformando aquello que somos a nivel de personalidad, de carácter, de forma de ser, se ha ido transformando con el tiempo, y ahora mismo la descripción, vibración y contenido de una cualidad cualquiera, puede ser bastante diferente a como esa cualidad era percibida y manifestada en la época babilónica o en la prehistoria, debido a todos los cambios que ya hemos explicado.

¿Y la conexión con los números? ¿Cuántos arquetipos se conectan a cada número? ¿Cuántas cualidades y fuerzas imbuyen cada número y a cuántas representa?

En general, todos los campos numéricos, como seres conscientes que son en sí mismos, pueden tener conexión en mayor o menor grado con cualquier otro campo de energía y contenido en cualquier parte de la estructura de la Tierra, porque, como hemos dicho, los números fueron creados para poder saber cómo había que mezclar componentes para poder crear cosas, y en qué proporción hacerlo.

Por lo tanto, ningún número o campo consciente numerológico tiene acceso vetado a ningún otro campo de energía, concepto, materia, flujo o partícula de la Creación. No es posible bloquear esto, sería como si dijéramos, el elemento primario “rojo” no puede nunca ser conectado al campo numérico del ocho. Esto implicaría que nunca podríamos decir mezcla “ocho partes de rojo” pues no habría conexión entre el elemento a mezclar y la proporción que el número indica.

Por lo tanto, todos los números están conectados a todo lo que existe, y por esa razón todo lo que existe siempre se puede estudiar a través de los números y las proporciones que los forman. Pero, también es correcto, que no todos los campos numerológicos imbuyen en sí mismos todas las cualidades, de manera que una cosa es poder trabajar con el arquetipo del concepto “tal”, y otra cosa que, en la energía del número seis, el arquetipo del concepto “tal” se haya integrado para formar parte del mismo.

Esto hace que cada número quizás imbuya una decena, quizás algo más, de cualidades “primarias”, y luego un poco de aquí y un poco de allá. Un rasgo presente fuertemente en el “tres” puede aparecer levemente en el nueve, por conexiones y similitudes, pero no significa que todo lo que el tres representa, el nueve lo represente exactamente igual incrementado exponencialmente.

Por ello, cuando estudiemos las cualidades primarias de cada número ya en los próximos artículos, haremos hincapié en las que son más destacadas, están más presentes, más imbuidas y más representativas, sin que eso signifique que descartemos completamente que presente otras menores, pero no serán tan importantes a la hora de entender sus características principales, al menos en estos artículos introductorios que estamos haciendo sobre esta “numerología actualizada”.

Un abrazo,

David Topí

CAPÍTULO 44 – EL TIEMPO y EL TIEMPO-VIDA. Por Francisco de Sales.


Este es el capítulo 44 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.



“El tiempo no es oro, como dice el refrán: el tiempo es vida”.

“¿Qué sentido tiene correr cuando se está en el camino equivocado?”
(Proverbio)

“He de invertir tiempo en reflexionar, en pensar, en darme cuenta,
en responder a las preguntas que yo me haga
y las que la vida me ponga por delante”.

“Un minuto que pasa es irrecuperable. Conociendo esto,
¿cómo podemos malgastar tantas horas?”.
(Gandhi).

“Siempre le pueden sobrar unos minutos al día para nosotros”.

“Es bueno invertir el tiempo en lo que llena y realiza,
en lo que construye y suma”.

“Nos metemos demasiadas veces en cosas que no nos interesan y conviene preguntarse a menudo, ¿es esto lo que quiero?, ¿es imprescindible para mí?, ¿es bueno para mí?”.

“¡Ay, si tuviera tiempo para vivir la vida! ”.



El tiempo en la vida no se debe medir en segundos sino en momentos.
Cuando recordamos partes de nuestra vida, recordamos momentos, y siempre con el añadido de la emoción o sentimiento que nos produjeron.
Cuando hacemos un balance de nuestra vida, sopesamos cuántos momentos hubo que fueron buenos, y cómo de grandes, y cuántos hubo malos, y cómo nos dañaron.
Que el resultado sea positivo nos va a llevar a tasar como buena o mala nuestra vida.
Por eso se impone la obligatoriedad de ir construyendo momentos muy especiales, de propiciarlos, de inventarlos, de estar atento a enriquecerlos, de procurarles los más agradables sentimientos que se conviertan en maravillosos adjetivos, las emociones más satisfactorias y los estremecimientos más extraordinarios.
Ellos constituirán nuestro pasado, una de las bases de nuestra autoestima, y serán los que darán valor en buena medida al sentido que haya tenido nuestra vida en el mundo. En nuestro propio mundo.


UN EJEMPLO DE QUEJA HABITUAL EN CUALQUIER PERSONA

La cantidad de tiempo-vida de que dispongo es igual que la de cualquier otra persona: dispongo de las mismas veinticuatro horas, pero hago un mal uso de ellas.
Hago un consumo exento de calidad.
Tengo aún mucho tiempo-vida para usar, pero mi lamento es no ser absolutamente consciente de él. Mi protesta es por no conseguir la intensidad suficiente en cada momento, y no me refiero a su utilidad, a su productividad, sino al sentimiento de cada uno de los momentos.
Mi indignación es para conmigo por permitir su marcha intacta, por consentir su paso invisible por mi vida como si no formaran parte de mi, como si no me pertenecieran.

EL TIEMPO ESTÁ LIGADO A MÍ: EL TIEMPO SOY YO.

Si estoy dormido no existe el tiempo.
Si estoy a gusto o en paz, no existe el tiempo.
Ya sé que las horas no existen, que son solo un invento humano para no concertar las citas y poco más.
No existen las horas, ni los días, ni los años, ni el futuro, ni el pasado: sólo hay un presente, sólo hay “ahora” y si no disfruto este “ahora” ningún otro vendrá a reemplazarlo; vendrán otros “ahoras”, pero para ser ellos mismos, no a sustituir a ninguno que haya estado.

La calidad del tiempo de vida se consigue estando totalmente en lo que se está haciendo: si ahora estás leyendo esto, pero no lo estas apreciando porque mientras estás pensando en tu amigo, en el trabajo, en el coche… te has perdido la oportunidad de este momento.
Cuando estés con tu amigo, entonces, no pensarás en lo que lees ahora, sino que has de estar con él: cuando estés en el trabajo, entonces no pensarás en lo que lees ahora, sino que has de estar totalmente en el trabajo.

El tiempo tiene otra utilidad, que es la de perderlo. Lo que a veces se denomina “perder el tiempo”, puede ser la mejor forma de “ganarlo”. Pero si uno decide “perderlo” ha de ser una decisión libre. Que “perderlo” sea lo se desea realmente hacer y así no quedará al final la frustración de sentirlo como perdido. De ese modo, aún haciendo lo mismo, uno estará haciendo lo que quería hacer y no lo que no quería hacer.

El tiempo libre deja de ser libre si no se utiliza esa libertad más que para pensar en qué se podía ocupar.

A veces, algunas personas tienen un sentido tan extraño del uso del tiempo que lo llenan de cualquier cosa, de cualquier manera, porque piensan que el ocio o la meditación son improductivos, que en ese mismo espacio de tiempo, podrían volver a limpiar el horno por segunda vez en el día. Esta es una decisión que cada uno debe tomar según quiera, pero que conviene que sea tras una reflexión en la que valore si es más importante el horno o uno mismo.

Hay personas que, con premeditación y alevosía, asesinan al tiempo, que es peor que matarlo.
Se sientan frente al televisor, como si estuvieran condenados a ello, y ven cuanto les meten por los ojos, se embotan, y luego se van a la cama con la sensación de que les están robando la vida, o exclaman sin un enfado que tal fuese preciso: otro día que se ha terminado.
Hay personas que para evitar quedarse a solas con ellos mismos, se inventan ocupaciones, dicen que sí a todo lo que les proponen, o desarrollan una hiperactividad inútil. Incluso los que realmente están ocupados deben saber que siempre le sobran minutos al día para dedicárselos a sí mismo.

VIVIR NO ES SOLAMENTE RESPIRAR.

Vivir es ser consciente de cada momento y eso requiere tiempo. En el Camino, el buscador debe dedicar todo el tiempo que sea necesario para descubrir los errores que le han infundido durante su educación, por su familia y la sociedad, y sus propios errores, y quién es y todas las preguntas que alguna vez se han presentado en su pensamiento. Contestar todas esas preguntas que se planteará requiere tiempo de dedicación.

Es necesario tiempo para que algunas cosas se vayan aposentando con solidez. Las personas crecen interiormente cuando se dedican tiempo.

El tiempo es la vida. Cada vez que dejo una cosa para mañana, estoy eliminando la posibilidad de que “eso” llegue a suceder.


¡¡ Qué muerto está quien asesina su tiempo (que es peor que matarlo) con premeditación (inventándose obligaciones, creándose compromisos, llenando el tiempo de vacios ocupados) y alevosía (eso sí: que no aparezca que he sido yo)!!


QUEJA

Nos quejamos del tiempo y no nos preocupamos de cuidarlo. Hay que aprender a tomar el tiempo que se necesita para cada cosa, y no más, pero tampoco menos.
Yo sé que mi tiempo-vida es lo más válido para mí, porque el tiempo es lo que nunca podré comprar.
El tiempo no es tiempo, el tiempo es vida.
Y cada uno puede valorar su tiempo-vida al precio que quiera, pero recordando su irrecuperabilidad y la imposibilidad de encontrar más del que nos ha sido destinado.

Por favor, no mates tu tiempo-vida. Es mejor descubrir el placer de estar con uno mismo a solas y en silencio; es mejor escuchar lo que el interior nos quiere contar, es mejor crear la paz y la armonía que necesita el interior para manifestarse.
El error de no disfrutar el tiempo, por lo tanto la vida, está en la prisa que a veces tenemos por vivir toda la vida en el mismo día.
Descubre el placer de ordenarlo a tu gusto y conveniencia, y emprende sin demora las cosas que no permiten ser eludidas.


SUGERENCIA

A veces, el problema de la sensación de pérdida de tiempo-vida se debe al deseo de llenar la vida de cosas excepcionales, al deseo de ocupar el tiempo-vida con vivencias-situaciones-experiencias especiales; siempre pensamos que podíamos estar haciendo algo mejor. Quizás venga del Ser Interior esa llamada en forma de intranquilidad, para que no nos conformemos con lo más inútil y fácil a la vez.

Es bueno sentarse de vez en cuando frente a una cuestión que diga… SE PASA EL TIEMPO Y NO…


REFLEXIONES

Debemos ser absolutamente conscientes de que el tiempo-vida es irrepetible e irrecuperable. No hay concepto más dolorosamente equivocado que el de “matar el tiempo”. No ser conscientes de que estamos viviendo cada instante nos puede pasar factura al final de nuestros días, cuando lleguemos al Tiempo de los Arrepentimientos y sintamos dolorosamente, de un modo innegable e irremediable, que perdimos el tiempo. Que perdimos la vida.


DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL

Copio literalmente un trozo de un libro de Jacques Castermane, titulado Las lecciones de Dürckheim: “Dice Castermane: tengo a menudo la impresión de estar perdiendo el tiempo. Hace tres meses que estoy en Rütte y, si estoy aquí, es para trabajar sobre mí mismo, para hacer ejercicios, para leer sus libros. ¡Pero también hay que comer! Las tiendas más cercanas están a tres kilómetros de aquí. Ya sea en la carnicería, en el supermercado o en la droguería, siempre están llenos de gente y hay que esperar a que nos atiendan, hay que esperar en las cajas… Verdaderamente, tengo la impresión de estar perdiendo el tiempo. Cuando pienso en la cantidad de páginas de sus libros que podía leer en ese tiempo perdido… Contesta Dürckheim: ¡Esto sí es interesante!, ¡He aquí el origen de esa materia explosiva de la que usted está lleno! Puedo comprender que esté usted invadido por esa preocupación de aprovechar el tiempo que pasa en Rütte, y de aprovecharlo para trabajar sobre usted mismo. Pero al mismo tiempo debo decirle que usted aún no ha comprendido nada del trabajo que hacemos aquí. Guarde mis libros en un armario, ciérrelo con llave y… pierda la llave. Porque lo primero que se necesita en el Camino es reconocer la Ley del tiempo libre.
Hay que crear las condiciones que permitan que la coincidencia de lo profundo se despierte. Y esto exige dos cosas: trabajar y dejar actuar al interior.
Así es como la meditación en silencio parece una pérdida de tiempo para quien todavía no comprende nada, hasta tal punto que a veces dice que sería mejor leer un buen libro durante esos cincuenta minutos. Pero se trata de prolongar la actitud interior a la que podemos abrirnos en el curso de la meditación, es decir, intentar desarrollar el oído interior a lo largo de todo el día. Hay aquí la misma diferencia de actitud que separa a quien escucha la música para oírla, y a quien la escucha para reconocer el nombre del compositor o del director de orquesta.
Pregunta Castermane: “¿Quiere usted decir que, por el momento, es mejor que yo no haga nada antes que hacer cualquier cosa sin esta actitud interior diferente?”
Y le conteste Dürckheim: “Es necesario que sepa usted que yo aún tengo todos los días el mismo sentimiento que usted experimenta. Siempre hay cartas a las que debo responder, debo releer las notas sobre el libro que estoy escribiendo, etc… Cada uno de nosotros se encuentra todos los días en esta tensión entre dos exigencias: nuestro deber frente al mundo y nuestro deber frente al Ser. Pero cada vez me doy más cuenta de que, en la medida que soy capaz de no soltar el hilo de oro que me une al Ser, estoy autorizado a trabaja en el plano existencial”.


RESUMIENDO

Es imprescindible tomar conciencia del tiempo-vida y saber administrarlo correctamente. Uno de los mayores sufrimientos cuando lleguemos a una edad avanzada será que perdimos el tiempo-vida, y que eso ya es irrecuperable. Los asuntos personales y espirituales requieren tiempo: tiempo de atención y dedicación, tiempo de aposentarse, tiempo de espera para que suceda lo que tiene que suceder, tiempo de silencio para escucharse a sí mismo.

No derrochar el tiempo-vida: el tiempo-vida es insustituible, irrepetible e irrecuperable. Llamamos tiempo a lo que debiéramos llamar vida. No perdemos el tiempo: perdemos la vida.


Francisco de Sales