viernes, 31 de enero de 2020

LA AYUDA QUE AYUDA Y LA AYUDA QUE NO AYUDA


Hay una ayuda que nos ayuda, de verdad, que nos saca del atolladero en el que nos hemos metido más o menos conscientemente y nos impide tocar fondo emocionalmente. Y hay otra ayuda que no ayuda, que puede hundirnos todavía más, aunque parezca paradójico o difícil de entender. Diferenciar la una de la otra nos permitirá buscar y dar la ayuda correcta.

LOS 3 TIPOS DE AYUDAS QUE NO AYUDAN

1. Ayuda impuesta o anticipada

Sí, existe una ayuda impuesta desde fuera, una ayuda no solicitada que, si bien puede ir acompañada de buenas intenciones, no siempre brinda buenos frutos. Para que la ayuda sea eficaz y desarrolladora es importante que la persona reconozca que tiene un problema y que necesita una mano para solucionarlo.

Sin la conciencia del problema, es bastante probable que la ayuda que brindemos caiga en saco roto. Ese tipo de ayuda puntual puede servir para tapar un agujero, pero no evitará que se formen nuevos y más grandes.

Reconocer que tenemos un problema y que necesitamos ayuda para lidiar con él implica que hemos reflexionado sobre nuestras circunstancias y que hemos realizado un proceso de introspección sobre nuestros recursos psicológicos. A veces, evitar que la persona pase por este proceso brindando una ayuda anticipada, implica arrebatarle una parte esencial del aprendizaje, sin la cual, es fácil volver a tropezar con la misma piedra.

2. Ayuda excesiva o limitante

Sí, también puede existir una ayuda excesiva. La ayuda es excesiva cuando resulta limitante, cuando en vez de facilitar el desarrollo de la persona lo coarta. Los padres helicóptero, por ejemplo, que intentan anticiparse a todos los problemas de sus hijos y resolverlos en su lugar, brindan una ayuda excesiva que termina siendo limitante.

La ayuda es excesiva cuando va más allá de lo necesario y, a fuerza de restar peso de los hombros del otro, también borra la responsabilidad de la persona con la situación que atraviesa y con su propio crecimiento. A menudo esta ayuda implica ver a los demás como si fueran niños vulnerables e incapaces de valerse por sí solos, viéndose a sí mismo como un “salvador”.

Esta ayuda es limitante porque, por una parte, impide a la persona desarrollar sus propias habilidades para solucionar los conflictos y problemas y, por otra parte, le impide asumir la responsabilidad por sus decisiones.

3. Ayuda descontextualizada

En toda situación de ayuda están involucradas al menos dos personas, lo cual significa que la ayuda siempre implica un proceso de “negociación” más o menos explícito. Una persona experimenta una necesidad o carencia y otra intenta ayudarle a suplirla. El problema es que en ocasiones la persona que intenta ayudar no comprende – o no quiere comprender – cuál es la mejor manera de ayudar.

En la ayuda descontextualizada, la persona que necesita una mano está preparada para recibir y aprovechar la ayuda, pero quien no está preparada para ayudar es precisamente la persona que debe dar esa mano. Así, esta persona termina brindando una ayuda innecesaria que no soluciona el problema.

En muchos casos detrás de este tipo de ayuda se esconde la idea de que el otro en realidad no sabe lo que necesita, de manera que la persona no hace lo que le han pedido sino otra cosa. Por ejemplo, una hija pide a su madre que la ayude a encontrar empresas de catering para su boda, pero la madre decide ir un paso más allá y contrata una empresa por su cuenta. De esta manera, no solo no ha ayudado sino que ha creado un problema porque si a la pareja no le gusta, tendrán que rescindir el contrato, lo cual se añade a una lista de tareas que ya era lo suficientemente larga.

LAS 5 CONDICIONES PARA QUE LA AYUDA REALMENTE AYUDE

1. La ayuda que hace reflexionar. La ayuda realmente valiosa es aquella que nos hace reflexionar sobre el problema, para buscar sus causas, aprender la lección y no volver a cometer los mismos errores. No es un “echar en cara”sino un proceso de análisis maduro que nos permita crecer.

2. La ayuda que desarrolla. Ayudar no es dar un pescado a un hombre cuando tiene hambre, sino enseñarle a pescar. Por eso, la ayuda beneficiosa es aquella que nos permite desarrollar nuestras habilidades o aprender algo nuevo.

3. La ayuda que tiene en cuenta la individualidad. La ayuda que ayuda tiene en cuenta al otro, se pone en su lugar e intenta comprender cuál es la mejor manera de darle una mano, según sus características y circunstancias.

4. La ayuda que llega en el momento justo. Ni demasiado temprano ni demasiado tarde, la ayuda más eficaz es aquella que llega en el momento justo, de manera que podamos valorarla en toda su amplitud.

5. La ayuda que empodera. Cuando alguien resuelve los problemas en nuestro lugar, aunque nos quite un peso de encima, nos quedará el sabor de la incapacidad en boca. La ayuda valiosa, al contrario, nos empodera e insufla confianza ya que es un proceso a través del cual crecemos y asumimos un papel activo en la solució

http://buscandome.es/


Filofobia: Tengo miedo a enamorarme


La filofobia o el miedo a enamorarse, a tener relaciones de pareja o a comprometerse emocional o sentimentalmente con otra persona, es un problema cada vez más común en las parejas de hoy en día.

De hecho, son muchas las personas que inician una relación sentimental y al cabo de un determinado tiempo empiezan a experimentar ciertos cambios provocados por sus miedos e inseguridades, que les hacen romper esa relación y no avanzar en ese camino.
¿Qué es la filofobia?

La filofobia, psicológicamente hablando es un trastorno de la ansiedad que hace que la persona tenga miedo a comprometerse con otra persona a nivel sentimental y personal.

¿Miedo al amor? No del todo. Más bien, miedo a las expectativas que tenemos de ese amor.

Cuando iniciamos una relación con una persona, (independientemente de la etapa de esa relación), entramos en un proceso en el que nuestras expectativas empiezan a desarrollarse y a crecer en nuestra mente.

Eso podemos verlo desde la primera cita que tenemos con alguien. Desde ese momento, empezamos a pensar cosas como:

¿Le gustaré o no?
¿Querrá volver a tener una segunda cita conmigo?
¿Le habré caído simpático/a?
Etc. etc…

Todos estos pensamientos están basados en algo que queremos cumplir, en una meta que ya de antemano tenemos fijada, en unas expectativas que están presentes incluso antes de que realmente conozcamos a esa persona.

¿De qué dependen dichas expectativas? Pues de nuestros pensamientos.

Siempre afrontamos una nueva situación en nuestra vida basándonos en lo que queremos alcanzar en ella, es decir en la meta que tenemos en mente.


Si tienes una cita con alguien, desde ese primer momento ya vas con una intención, con un deseo, con una meta a alcanzar, con ciertas expectativas a cumplir.

¿Qué hay de malo en eso? Pues que en ese preciso momento tu relación con esa persona se convierte en un sufrimiento total, es decir empieza una tarea mental en la que juzgamos a esa persona y la relación que tenemos con ella en función de si cumple con dichas expectativas o no.

La filofobia o el miedo al compromiso, es un trastorno que hace que tengas miedo a una realidad, pero no por lo que sucede en dicha realidad sino por lo que pasa en tu mente al poner en marcha todo ese proceso de juicios y expectativas.

Es como si juzgases el presente en base a lo que se supone que sucederá en tu futuro. Y claro, ese futuro puede:

Que te guste mucho y tengas miedo de que no se cumpla

Que no te guste tanto y tengas miedo de que recibas daño en él

Que no sepas si te gusta lo suficiente y tengas miedo de equivocarte y estar con la persona equivocada

Y lo más “bonito” de todo, es que esto ocurre sin que ese supuesto futuro que tú mismo te imaginas, haya llegado todavía.

Anticipando lo que va a ocurrir

Normalmente la filofobia es un problema que usa tus expectativas y los pensamientos que tienes sobre esa persona y la relación que puedes tener con ella, para juzgar si el presente que vas a vivir con ella es beneficioso para ti o no.

Y claro, aquí tenemos un problema grave. En el momento en el que nos desviamos de la realidad que estamos viviendo y nos metemos en el mundo de nuestros pensamientos, perdemos control sobre dicha realidad.

En otras palabras, distorsionamos la realidad y la maquillamos de una forma determinada en base a nuestros pensamientos, que a su vez vienen de nuestro pasado, que a su vez está formado por nuestras experiencias vividas en él, y que si dichas experiencias no han sido muy buenas, nos convertirá nuestro presente en un duplicado de dicho pasado.

El gran problema cuando sufres filofobia o miedo al compromiso, es precisamente el concepto y las expectativas que tienes acerca de la futura relación que vas a tener con esa persona.

El problema no es el presente que estás viviendo con ella, sino el futuro que crees que vas a tener si sigues adelante. Ya sea porque tienes miedo a que no coincida con lo que tú piensas o porque sea tan bonito que en algún momento se rompa y sufras por culpa de él.

Y mientras pensamos, pensamos y pensamos, nuestra realidad se va difuminando entre la niebla sin que hagamos nada por vivirla, apreciarla, estudiarla ni disfrutarla.

Y gastamos nuestras energías en pensar, pensar y pensar, hasta que dichos pensamientos son los que nos provocan miedo y no nuestra realidad. Al final acabamos cayendo en el efecto del miedo por cosas que hemos pensado y afrontamos dicha realidad con temor, aunque realmente no haya nada a lo que temerle.

He trabajado con muchas personas con filofobia y este tipo de transtornos, y la gran mayoría convierte una relación normal, en un auténtico caos. Porque cuando empiezas a pensar y dejas que tus expectativas controlen tu presente, estás dejando que tu pasado influya y te haga sentir igual que te sentiste en su momento.

Y si sufriste en ese pasado, sufrirás en tu presente, pero no porque la realidad que estás viviendo te haga sufrir, sino porque tus pensamientos se han encargado de ese trabajo.

Al final, no importa lo que realmente estés sintiendo por esa persona o lo maravillosa que sea, porque al verlo todo bajo el filtro del miedo estarás distorsionando ese momento y la percepción que tienes de lo que está a tu alrededor.

Luego sólo queda alejarte de esa persona alegándote a ti mismo que era necesario por tu bien, (reacción típica de las personas con filofobia el justificar su estado temeroso), sin tan siquiera haber tenido tiempo de comprobar que realmente esa persona merecía o no la pena.

Estar presente es la solución

Para ir controlando la filofobia o el miedo al compromiso, es necesario ir poco a poco plantando los pies en nuestro presente y evitando que nuestros pensamientos y expectativas influyan hasta ese nivel en nuestra realidad.

Necesitas ponerte unos círculos muy estrechos y no salirte de ellos si la realidad no te dice que te salgas, es decir si hay algo que me estoy imaginando, lo someto a juicio para ver si coincide 100% con mi momento presente, y si no…pues lo descarto, porque simplemente es un pensamiento inútil que intenta llevarme a otro mundo distinto al que estoy viviendo ahora.

El miedo no se aguanta, no se combate ni se ignora, sino que se controla y se somete a la realidad para ver si es real o no. Si lo es, pues perfecto porque para eso está diseñado, para hacernos entrar en estado de alerta y aumentar nuestra supervivencia. Si no lo está, pues que siga ahí para que él sólo se desmonte viviendo una realidad en la que no puede influir.

Antonio Barragán

https://psicocode.com/

Como salir del salvador, víctima y perseguidor para crear relaciones auténticas y amorosas


¿Por qué utilizamos roles en nuestras relaciones?


Los roles en las relaciones son los papeles que adoptas para relacionarte con los demás con el fin de controlarlos.

Las luchas de poder en las relaciones se producen cuando intentas controlar al otro, consciente o inconscientemente, es decir cuando tienes un interés, muchas veces inconsciente, de que la otra persona actúe de una forma determinada que supone «un beneficio o ganancia» para ti.

Por ejemplo, protegerte y calcular muchos los pasos a la hora de relacionarte son 2 síntomas indicativos de que todavía necesitas establecer juegos de poder a través del control en tus relaciones.

Para controlar al otro se utilizan todo tipo de estrategias, algunas más agresivas y otras más sutiles.

Algunas de las estrategias que empleamos para controlar a los demás son:

gritos, reproches, chantajes, desvalorización, sarcasmos, culpa, intimidación, indiferencia …

Es importante reflexionar acerca de como entablas relaciones y tomar consciencia de que cuando utilizas un determinado rol o papel, estableces sin darte cuenta, relaciones de desigualdad y dependencia emocional, donde a veces tú eres el que domina y otras veces el dominado.

Debajo de este control se encuentra un sentimiento de inseguridad, y si escarbas un poquito más encontrarás una emoción de miedo, así que utilizas estos roles para tapar tu vulnerabilidad y sentirte más seguro y protegido.

Así que no hay que echarse las manos a la cabeza y sentirse fatal por esto, ya que muchas personas lo hacen de forma inconsciente, y salir de ahí, para situarse en el adulto amoroso y consciente, no es un aprendizaje para unos pocos si no un aprendizaje para todos.

Ahora te voy a contar acerca de los tres roles principales que utilizamos para relacionarnos desde los juegos de poder.
Salvador, víctima y perseguidor
1. El salvador

El Salvador se ve y siente muy grande con respecto a los demás.

Su lema es: los problemas de los demás son mis problemas.

Inconscientemente piensa que él sabe más y tiene más recursos.

Desde estas actitudes se siente en la necesidad de ayudar a otros, aunque no le hayan pedido ayuda, porque los ve como necesitados, carentes y víctimas.

En muchas ocasiones, el salvador interfiere más que ayuda.

El salvador tiene una tendencia a dar de más en las relaciones y le cuesta ponerse en la posición de recibir.

Su actitud de ayuda indiscriminada le lleva a sentirse abusado en muchas ocasiones porque no es capaz de poner límites a las demandas externas.

Si rascas un poco en su superficie, te darás cuenta de que el salvador viene de una familia en que le ha tocado hacer de grande desde muy pequeño, bien porque sus padres hayan sido infantiles, o bien porque haya tenido que responsabilizarse de situaciones o aspectos que no le tocaban por edad.

El salvador es alguien que ha sobrevivido a sus circunstancias familiares y de vida desde un aspecto de lucha y superación.

Es importante que ahora de adulto tome consciencia de que ya no tiene que sobrevivir y esforzarse, tiene que salir del modo sobrevivir y simplemente vivir.

Si te sientes identificado con este rol házmelo saber en los comentarios; por aquí te dejo un post donde hablo más detenidamente sobre este rol.
2. La víctima

Las persona que se coloca en el papel de víctima se siente inferior, con pocos recursos y conocimientos.

Se ve pequeño e inseguro frente a los demás.

Su lema es: que otro resuelva mis problemas.

Por este motivo busca inconscientemente a personas que resuelvan sus problemas atrayendo normalmente a salvadores.

Cuando salvador y víctima se encuentran, es como si se juntaran el hambre con las ganas de comer, forman un tandem perfectamente complementario, sin embargo, esta relación es perjudicial para ambos.

Cuando el salvador hace algo por la víctima, que esta podría hacer por sí misma, la desempodera todavía más y carga con problemas que no le corresponden, con el consiguiente gasto energético que conlleva esta actitud.

Las personas que se colocan en el rol de victima vienen de familias donde han experimentado abusos y faltas de respeto; en este ambiente no han podido aprender un correcto uso de su poder personal en cuanto a auto afirmarse, expresarse y poner límites asertivos.

Si te sientes identificado con este papel a la hora de relacionarte con los demás, y moverte por la vida, es importante que comprendas que ahora de adulto la situación puede ser muy diferente.

Ahora de adulto tienes un margen muy amplio, infinito, para potenciar tu autoestima, aprender a confiar en ti y empoderarte en las áreas donde lo necesites.
3. El perseguidor

Al perseguidor yo también le llamo castigador o crítico.

El castigador se siente moralmente superior a los demás o en otros términos más coloquiales es un “perdonavidas”.

Desde esta actitud busca “fallos” en los demás para enjuiciarlos y condenarlos y así reforzar su aparente superioridad.

Su lema es: yo dicto sentencia.

El castigador suele ser muy rígido en sus opiniones y forma de hacer las cosas y desea además que los demás piensen como el y hagan las cosas a su manera.

Son bastante severos y por norma general van diciendo a los demás como deberían de ser y actuar.

Las personas castigadoras vienen de familias donde se les ha exigido mucho y no se les ha reconocido.

Si te sientes identificado con este papel tienes que aprender a ser más condescendiente con tus fallos y reubicar tu valía en quien eres y no tanto en logros o reconocimiento externo.
¿Cómo salir de estos roles?

Para salir de estos juegos de poder, primero hay que reconocerse en los papeles de salvador, victima o perseguidor.

Y para ello tienes que averiguar cual es tu rol predominante, ya que estos roles son plásticos y podemos oscilar de uno a otro según lo que mueva en nosotros la persona con la que nos estemos relacionando.

Tu rol predominante lo aprendiste dentro de tu familia y es el papel que preferiste para relacionarte con ella y por extensión con el resto de tus relaciones.

La importancia de revisar estos roles con el fin de desecharlos, reside en que de adulto ya no los necesitas para sobrevivir, ahora más bien, estos roles son un parapeto que llevas contigo y te impiden relacionarte de forma más genuina y libre en tus relaciones.

La estupenda noticia es que desde el adulto que ahora eres, puedes, sí así lo deseas, emprender un viaje de comprensión hacia ti mismo que te permita liberarte poco a poco de estos roles y recuperar tu verdadero poder.

El poder de ser auténtico y fuerte pero también vulnerable en tus relaciones.

Un saludo,

Virginia

jueves, 30 de enero de 2020

¿Cuándo NO deberías salir de tu zona de confort?


¡Sal de la zona de confort! Esta frase se ha vuelto omnipresente, convirtiéndose en uno de los consejos más comunes de superación personal. Todos sabemos que acomodarnos demasiado no es positivo, que en algún momento nos toca coger las riendas de nuestra vida y pasar a la acción. Es cierto.

También es cierto que es importante enfrentar nuevos retos, superar miedos, aprender a lidiar con la incertidumbre y no aferrarnos a los viejos hábitos que terminan anquilosándonos. Pero toda medalla tiene su reverso, por lo que no es menos cierto que existen ocasiones en las que NO salir de nuestra zona de confort es lo mejor. Hay momentos en que es infinitamente más inteligente permanecer en esa zona familiar donde nos sentimos cómodos y seguros.
Los peligros de precipitarse fuera de la zona de confort

La cultura actual de superación personal glorifica el acto de abandonar la zona de confort. Es fácil decir que cada obstáculo nos acerca al éxito, que quien no arriesga no triunfa – aunque olvidamos que a menudo también fracasa estrepitosamente – y que necesitamos vencer el miedo a salir de la zona de confort para lograr grandes cosas en la vida, pero no debemos olvidar que cada una de esas acciones tiene consecuencias. Y es probable que no estemos dispuestos a lidiar con algunas de esas consecuencias o que simplemente no valga la pena.

Salir de la zona de confort – porque sí, porque es lo que nos «ha recetado el médico» – sin sopesar adecuadamente los riesgos y beneficios que ese paso conlleva, puede ser una decisión precipitada de la que podríamos arrepentirnos en un futuro más o menos cercano. En realidad, salir de la zona de confort no significa lanzarse al vacío sin paracaídas sino preparar cuidadosamente el terreno para dar cada paso.

Además, vivir obsesionados con la idea de que necesitamos abandonar nuestra zona de confort puede convertirse en la receta más segura para el agotamiento psicológico. La zona de confort también es un espacio de calma donde podemos descansar y reponer fuerzas, por lo que no necesitamos vivir continuamente fuera de ella. Por tanto, hay veces en las que quedarse en la zona de confort es lo mejor que podemos hacer.
De la zona de confort a la zona de pánico – pasando por la zona de aprendizaje

Andy Molinsky, profesor de comportamiento organizacional en la escuela de Negocios Internacionales de la Universidad de Brandeis, hizo referencia a tres espacios relacionados con la zona de confort.


Zona de confort. Se trata de la zona de confort que todos 
conocemos, donde nos encontramos a gusto y nos sentimos relativamente seguros ya que nos movemos por situaciones familiares, guiados fundamentalmente por nuestros hábitos y costumbres, de manera que experimentamos muy poca ansiedad.
Zona de aprendizaje. Es una zona de “estiramiento” en la que ampliamos nuestros horizontes. Se incluyen todas aquellas situaciones en las que experimentamos cierto nivel de ansiedad, generalmente porque son novedosas o implican un desafío. No obstante, esa ansiedad no es exagerada, sino que podemos gestionarla, de manera que la convertimos en combustible de motivación y productividad.
Zona de pánico. Se trata de una zona en la que enfrentamos situaciones para las cuales no estamos preparados y experimentamos un nivel de ansiedad demasiado elevado que no sabemos cómo gestionar. En esta zona es habitual que nos sintamos paralizados o bloqueados por el miedo o que el nivel de ansiedad sea tan grande que caigamos psicológicamente bajo su peso.

Cuando entramos en la zona de pánico podemos experimentar tanto miedo y ansiedad que es probable que corramos despavoridos hacia la zona de confort y no nos atrevamos a salir nunca más de ella.

Al contrario, el crecimiento se produce en la zona de aprendizaje ya que es cuando alcanzamos nuestro punto óptimo de productividad y motivación. No obstante, para aprovecharlo debemos prepararnos – al menos mínimamente – para lo que podremos encontrar en esas situaciones nuevas, diseñando posibles planes de acción para superar los obstáculos que nos esperan.
¿Cuándo es conveniente quedarse en la zona de confort?
Cuando ya has vivido muchos cambios. A veces la vida nos empuja fuera de la zona de confort haciendo que nos enfrentemos a situaciones difíciles para las cuales no estábamos preparados. Cuando hemos atravesado por un periodo complicado, puede ser una buena idea regresar a la zona de confort y permanecer en ella durante el tiempo que necesitemos para reponer la energía psicológica que hemos gastado. No debemos olvidar que llevar nuestras fuerzas al límite, exigiéndonos demasiado, puede hacernos tocar fondo emocionalmente y luego nos resultará mucho más difícil recuperarnos.
Cuando te apetece quedarte en la zona de confort. Si te dices: “no quiero salir de la zona de confort porque me siento a gusto y es lo que he elegido”, no tienes que sentirte culpable por no querer añadir más retos o ansiedades a tu vida. Todos somos diferentes, si estás en un lugar porque lo has elegido y te sientes pleno y feliz, es probable que no necesites salir de tu zona de confort – al menos por el momento. Al fin y al cabo, no podemos perder de vista que salir de la zona de confort solo tiene sentido si puede hacerte sentir más feliz, no si te hará sentir más miserable.

Cuando hay buenas razones para quedarse en la zona de confort. A veces simplemente no es el momento más adecuado para salir de la zona de confort. Quizá no existen las condiciones mínimas o no te has preparado lo suficiente. Si vas a dar un gran paso o realizar un cambio importante en tu vida, debes asegurarte de que es el momento justo – o al menos que no es un mal momento. Solo debes cerciorarte de que tienes buenas razones para quedarte momentáneamente en esa zona, no que se trata de excusas motivadas por el miedo. Para descubrirlo, imagina que tienes un borrador mágico. Si pudieras borrar la ansiedad, ¿te gustaría dar ese paso? Si la respuesta es positiva, debes prepararte para ir ampliando tu zona de aprendizaje e ir creando las condiciones. Pero si realmente no es lo que quieres hacer, no tienes que dar ese paso solo para “ampliar tus límites”, sobre todo si te genera una ansiedad innecesaria.
Conocer tu nivel de tolerancia al estrés es clave para crecer

Es importante comprender que la zona de confort es un concepto subjetivo en el que intervienen diferentes factores, entre ellos nuestras características de personalidad y el nivel de tolerancia al estrés. Un introvertido, por ejemplo, podría encontrar la idea de ir a un evento más problemática que un extrovertido.

También respondemos al estrés de manera diferente, por lo que es posible que la zona de aprendizaje de algunas personas sea más pequeña que la de otras y entren más rápido en la zona de pánico.

Cada persona tiene sus propias limitaciones y eso no es algo necesariamente negativo. Lo que sí es negativo y contraproducente es copiar lo que hacen los demás para salir de su zona de confort, porque esa puede ser la receta perfecta para el fracaso y la frustración.

El secreto para crecer sin entrar en la zona de pánico consiste en aplicar ese viejo aforismo griego: “Conócete a ti mismo”. Necesitamos comprender nuestros límites y conocer nuestro nivel de tolerancia al estrés y la incertidumbre. Solo así podremos ir ampliando paulatinamente esa zona de aprendizaje sin ir demasiado lejos.

La entrada ¿Cuándo NO deberías salir de tu zona de confort? se publicó primero en Rincón de la Psicología.


El pasado es HOY – Biodescodificación


Es un día domingo cualquiera, en casa de la abuela hay una plática de sobremesa y tú te encuentras jugando y corriendo con tus primos. Es una tarde agradable y tal vez tú tienes apenas unos 8 años. Tal vez seas una niña o tal vez seas un varoncito. Todo transcurre con normalidad, la comida fue algo delicioso.

El pasado es HOY

De pronto te detienes cerca de la mesa para intentar averiguar si aún quedan algunas galletas o panecillos para poder tomar uno y seguir jugando. Descubres que así es, que ahí está todavía el plato con galletas estiras tu mano para tomar una.

Al alejarte de la mesa, escuchas que la abuela dice:

“Tiene la misma cara que la tía Rosario” (se están refiriendo a ti por supuesto), todos en la mesa comienzan a reír pero alguien más dice: “Sí, ojalá no tenga que vivir las mismas desgracias”.


¿Qué? ¿Cuáles desgracias? (es lo que tu subconsciente piensa)

Porque tu subconsciente ya ENTENDIÓ que tú eres “LA TÍA ROSARIO” (porque te pareces) y además ya asumió que “LA TÍA ROSARIO VIVIÓ DESGRACIAS”. Por supuesto tú sigues corriendo y jugando, comiendo tu deliciosa galleta y aquello que tu subconsciente escuchó, ya quedó grabado en tu cabeza.

Ahora imagina que desde antes de concebirte, mientras te gestan, cuando naces, toda tu infancia, tu subconsciente es una gran esponja que guarda y guarda información y la toma como “CIERTA”, como verdadera.

Todo lo que viste y escuchaste por parte de tu mamá, tu papá, los tíos, los abuelos, el profesor, tu vecina o vecino.

Así vas creciendo y ya eres un jovencito o jovencita con “ganas de enamorarte”. Sabes que tienes muchas cualidades y sabes también que tienes muchos defectos, pero no pasa de ninguna manera por tu cabeza que entre muchas otras “herencias”, ERES LA TÍA ROSARIO.

Tú no sabes que la tía Rosario jamás tuvo parejas formales, tú no sabes que la tía Rosario siempre fue abandonada, tú no tienes la menor idea de que la tía Rosario jamás logró una independencia económica.

Tú ni siquiera estás consciente de existió una tía Rosario. Pero ¿Quién crees que sí guardó esa información?
Tu subconsciente

Apenas estás comenzando lo que será tu vida amorosa, apenas estás entrando a la etapa de las reuniones, las fiestas, el coqueteo, arreglarte para salir y piensas en un futuro feliz y lleno de amor verdadero.

Ahora imagina que tu cabeza, tu subconsciente, que rige casi el 95% de tu comportamiento, es una archivo lleno de apartados.

En un apartado, está toda la información correspondiente a tu mamá: sus logros, sus miedos, sus fracasos, su carácter, su educación, sus creencias, su vida amorosa, su vida amorosa con tu papá, sus éxitos profesionales, su vulnerabilidad o su fuerza, sus gustos, sus maneras de reaccionar, todo.
Tu cabeza es como la oficina del FBI o de la CIA

Tiene registro de todos y cada uno de los miembros que conforman y han conformado tu familia desde 4 generaciones previas a tu existencia. Y del mismo modo que existe el apartado de tu mamá, lo hay de tu papá, de todos tus tíos y tías, de todos tus abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

Pero en tu cabeza racional, en tu cabeza mental, esa cabeza con la que calculas números, realizas planes, sumas, restas, lees y memorizas….ahí no hay nada de historia familiar.

Ese 5% de tu cabeza, con la que funcionas a diario, es que cree que lograrás tus sueños, que triunfarás en la vida, que encontrarás fácilmente el amor.
Apenas ese 5% de tu mente, es la que cree ilusamente, que te comes el mundo a mordidas.

Y si con todas esas “vidas y obras” secretas que cargas sin darte cuenta sumamos además que tuvieron a bien ponerte el nombre de alguno de todos esos familiares, puedo adelantarte que la carga “pesa” un poco más.

Hasta aquí podrías pensar y decir: “A mí qué me importa lo que haya sucedido en mi familia, yo soy yo y mi vida será distinta”….Esa es tu mente racional, tu 5%

Vivencias de tu infancia, abandonos, peleas entre tus padres, carencias, castigos, frases célebres de tu mamá o consejos de tu abuelo, comentarios de tu mejor amiga en el colegio y aquella humillación vivida por lo que dijo tu maestra.
TODO quedó guardado en su apartado correspondiente en tu 95% de subconsciente
Y de pronto tienes miedo a conducir un auto
no puedes concebir un hijo
no eres capaz de dejar esa adicción
no puedes ascender de puesto
siempre te enamoras del abandonador, infiel y alcóhólico

Y tu 5% de mente racional se da de topes en el muro porque no comprendes la razón.
Tú crees que “algo estás haciendo mal”

Tú aseguras que has hecho hasta lo imposible por ser distinto o reaccionar de otra manera. Y no ha funcionado, no funciona así… Porque es hasta que esa vocecita interior te dice:


“Aquí hay gato encerrado”, “Esto no es tuyo”, “Seguro hay algo en la familia que no sabes”, “seguro estás pagando por algo”…que ese 95% de mente tuya, está dispuesto a liberarse de todo ese pasado que hoy estás cargando.

Esa es la magia de la Familia, del Transgeneracional, de preguntar la razón por la que te pusieron ese nombre que llevas e investigar, si es alguien de la familia, cómo fue su vida.
¿Y que tal que te vengas llamando ROSARIO?…

Cuando tu mente racional, tu 5% de cerebro, comienza a comprender que tú no eres la causa de tus problemas o sufrimientos. Te empoderas.

Tomas el control de tu vida, porque es como si un juez en la corte gritara a todo pulmón “ERES INOCENTE”…y es entonces, cuando con pequeños cambios, poco a poco, recuperas tu verdadera esencia…

Podas ese gran árbol que vienes arrastrando y ahora tu día de hoy, es lo que tú deseas que sea tu día de hoy. Al 100%

Así las cosas…

Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco

https://www.infomistico.com/

David Topi: Borrando los códigos del inconsciente colectivo que facilitan la manipulación de la realidad



Tal y como habíamos dicho en el artículo anterior sobre la corrección del rumbo de la línea temporal 33, y tras la breve pausa para hablar del tema del coronavirus, volvamos a encauzar las explicaciones sobre las diferentes posibilidades existentes ahora mismo para poder alterar, a mejor, el rumbo de esta línea temporal que sigue siendo el destino para la casi totalidad de la humanidad.

Hemos explicado que hay varios sub-carriles dentro de la LT33 que llevan a diferentes escenarios, ahora presentes a nivel mental y etérico, y que co-existen todos a la vez, esperando a ver por cuál de ellos “circula” la humanidad para que se manifieste como el escenario físico del que luego podremos decir que “ha pasado esto o lo otro”. Por lo tanto, las medidas tomadas para poder corregir este rumbo siguen a buen ritmo y tratando de que se mantengan de forma consistente, tanto el borrado de sub-escenarios negativos de la zona del plano mental donde estos se acumulan y forman por la proyección de la humanidad bajo “manipulación” de REC y SC, como los intentos de frenar a todos los miembros de REC y SC que son los que inducen a aquellos en el poder, al menos una parte, a ejecutar acciones como las que hemos puesto de ejemplo en el artículo anterior sobre los escenarios con Irán.

Sin embargo, estas medidas son solo de “mantenimiento”, para que la cosa no vaya a peor. Es difícil mantenerse siempre, por parte de las diferentes fuerzas y grupos que nos asisten pendiente de todo lo que asimoss y demás ponen en marcha, para intentar frenarlo o desmontarlo (con los permisos otorgados por el propio logos planetario para intervenir a este nivel del tablero de juego, y con el apoyo de esos seres que solemos llamar “guías”, aunque tienen muchas funciones, trabajos y responsabilidades en el entramado de sostén de la vida en el planeta).

Es como si un grupo de personas tuviera que estar vigilando lo que hace otro grupo, muy numeroso, que se encuentra constantemente alterando la vida en una ciudad, y necesitan ir detrás de ellos “apagando fuegos”, quitando obstáculos, limpiando las calles de escombros, arreglando destrozos, etc. No solo es “cansado”, en ciertos términos, sino muy difícil de asegurarte que tienes siempre todo bajo control, teniendo en cuenta además que tanto REC como SC tienen tecnología y un dominio del planeta a nivel físico que muchos “guías”, seres, jerarquías y fuerzas de apoyo no tienen, por estar en planos muy altos y muy elevados en vibración y frecuencia, y sin tanta capacidad para “densificarse” y “bajar” al plano físico-energético a ver que hacen asimoss y compañía.

Pero se hace, y gracias a ello más o menos se mantiene la estabilidad de la sociedad en términos macro lo mejor que se puede. Sin embargo, como hemos dicho, una cosa es mantener la estabilidad del sistema y otra cosa cambiar el sistema y su línea temporal para que vaya hacia futuros más positivos.

¿Cómo se puede hacer? Habíamos dicho también que REC y SC usan al ser humano para proyectar y co-crear los escenarios macro que desean que se manifiesten a nivel físico, así que somos los “proyectores de cine” cuya bobina con el contenido de la película es insertado en todos nosotros a través del inconsciente colectivo de la 33, para que luego proyectemos la realidad en la que todos vivimos y se convierta en la “película de ahí fuera”. Así que una solución sería dejar de proyectar esa realidad.

Esto ya lo habíamos intentado anteriormente cuando os puse el ejercicio de cómo desconectarnos del IC33, hace algunos meses, pero muy pocas personas, en el conjunto de la humanidad evidentemente, se han desconectado ya que, soy consciente, un ínfimo porcentaje de la humanidad llega a conocer este tipo de información, situación y tienen acceso, por ejemplo, a las peticiones que ponemos. Aunque también habíamos añadido en alguna ocasión que fuera el alma de la persona quien ejecutara, ya que la personalidad no iba a llegar a ningún momento a leer algo como esto, tampoco tuvo demasiado impacto, pues el alma de cualquier persona, cuando recibe la información de su YS sobre “esto está pasando, te doy la información, ¿quieres ejecutar lo que pone?”, no siempre responde afirmativamente ya que, en general, tampoco el nivel evolutivo de la mayoría de almas de los seres humanos está lo suficientemente avanzado para comprender una parte del material que aquí se expone, o que los YS pudieran comunicarles y, por lo tanto, suelen rechazar o mostrar “indiferencia” hacia algo que les viene muy lejos del conocimiento o realidad que han de manejar a través de su personalidad y avatar.

Así que se hace necesario encontrar alguna otra forma de que dejemos de proyectar la realidad que nos viene impuesta por REC y SC, pero esto supone un problema. Tenemos que tener algún tipo de realidad. En esto creo que estaremos de acuerdo todos en que si el 100% de la humanidad, de repente deja de proyectar desde su glándula pineal la realidad individual en la que existe, la realidad macro común también deja de existir, al menos en un amplio porcentaje (hay otros elementos y seres que también contribuyen a la creación de la realidad común para todos). Por lo tanto, hay que emitir algo, pero ¿qué emitimos para crear una realidad que vaya acorde al bien mayor de toda la humanidad y no acorde a los intereses de REC y SC?

La solución pasa por un lado por borrar los escenarios mentales no deseados, pero se recrean con mucha rapidez debido al impacto de los medios de comunicación en la psique, que nos hacen generar todo tipo de pensamientos y formas mentales asociadas a escenarios de baja vibración y, de ahí, “suben” al IC y se “condensan” en eventos, que luego “bajan” al etérico y de ahí al físico. Como no podemos apagar o evitar que los medios hagan lo que hacen, hay que buscar otra alternativa global.

La otra manera de evitar que proyectemos esos escenarios es cambiándoles los códigos. ¿Qué códigos? Si recordáis este artículo de hace varios meses, habíamos explicado cómo funciona el filtro de la esfera mental preconsciente, para poder “captar” y sintonizar lo que existe en el IC y “bajarlo” hacia nuestra mente. La información, datos y contenido del IC se “clasifica” (lo hace REC con tecnología) por códigos, como si identificáramos los diferentes libros de una biblioteca a partir de códigos para poderlos ordenar y localizar rápidamente. De la misma manera, a pesar de lo extraño que pueda parecer, toda la información del IC está “organizada” con ciertos códigos energéticos que los propios asimoss diseñaron en su momento para tener controlado lo que la humanidad podía saber, conocer o dejar de saber, de manera que, aunque algunas personas sintonizaran con el IC o planos de información superiores de la Tierra, sus mentes nunca podrían “decodificar” aquello cuyos códigos no estuvieran introducidos en este filtro de la mente preconsciente. Por otro lado, todo lo que sí que quieren que “bajemos” ya viene con ciertos códigos predeterminados de manera que, automáticamente, recibimos y aceptamos en nuestra esfera preconsciente todo tipo de ideas, creencias y patrones que luego se instalan en el subconsciente, y se convierten en parte del contenido mental que define como vemos el mundo, como lo creamos y como lo decodificamos. Es la forma más sencilla de crear y generar todo tipo de sistemas de creencias distorsionados sean religiosos, culturales, sociales, espirituales, etc.

Ya que no podemos cambiar de forma global la configuración del filtro preconsciente que cada uno posee (habría que actuar persona a persona para ello), para que no acepte “paquetes de datos manipulativos”, lo que podemos hacer es borrar todos los códigos de todos los escenarios en el plano mental para que no coincidan con los parámetros que luego bajamos, recibimos y emitimos. Esto, evidentemente, no lo haremos nosotros, sino que pediremos a nuestros YS que, dándoles los permisos adecuados, inicien todos ellos el borrado de todos los códigos presentes en todos los contenidos del IC. Es como ponerles la biblioteca a asimoss “patas arriba”, borrándoles los “clasificadores” de material que ellos usan para ver que nos instalan y programan o que quieren que proyectemos como la realidad común. De manera que tendrán que estar revisando de nuevo toda forma mental generada, todo escenario y volviéndolo a codificar, mientras que nuestros Yo Superiores, en bucle, vuelven a borrarlos.

No sabemos cómo va a salir esta “jugada” pero tenemos que intentar que tengan cada vez más complicada la manipulación de la humanidad, y es un buen punto de partida empezar por desorganizarles el material mental que, generado por nosotros mismos, ellos terminan organizando para luego devolvérnoslo en forma de “esto es lo que tenéis que co-crear en el mundo”. La petición, pues, una sola vez, a nuestro YS, es la siguiente:


Solicito y doy permiso permanente a mi Yo Superior para que ejecute esta petición en bucle y de forma constante, a través de las conexiones presentes desde el mismo con el plano mental del planeta. Solicito que se borren, eliminen y cancelen todos los códigos identificativos de la información presente en el Inconsciente Colectivo de la línea temporal 33, usados por asimoss y el resto de razas que les asisten, así como por el propio sistema de control humano, para manipular la proyección de la realidad común de la humanidad. Solicito que constantemente se interfiera con la organización de las razas en control para alterar todo lo posible sus sistemas de programación de la humanidad a través de la inserción de material destinado a crear eventos no acordes al bien mayor de esta, y no se permita que ningún paquete de datos, escenario o forma mental manipulativa o negativa descienda a los filtros de las esferas mentales para su proyección en escenarios físicos y materiales. Solicito que se asignen todos los recursos posibles por parte de las fuerzas que nos asisten para que los Yo Superiores tengan el apoyo necesario para llevar a cabo esta intervención si los procedimientos energéticos no bastan para poder eliminar estos códigos y parámetros de los diferentes repositorios de información presentes en los planos “no físicos” de la Tierra. Gracias.



Esperemos a ver qué resultado tiene esto, pues no será inmediato ni mucho menos. En paralelo, iremos publicando otras acciones similares que están siendo diseñadas para mover la línea temporal hacia otro destino y que esperemos podamos desviar de su rumbo actual lo antes posible. ;

Recordad que siempre podéis comprobar toda esta información por vosotros mismos a través de vuestro YS.

Un abrazo,

David Topí



martes, 28 de enero de 2020

Lista de emociones básicas y secundarias.



Identificar nuestras emociones no es tarea fácil, pues a veces, las confundimos con los pensamientos. Por eso, te proponemos una lista de emociones básicas y secundarias, para que tengas claro el tipo de emociones que sientes. Con ejemplos de sentimientos y emociones normalmente es más fácil ponerle nombre a las sensaciones que tenemos en nuestro cuerpo.

A menudo, se habla y se encuentran listas de emociones negativas y emociones positivas, pero como vimos en este artículo creemos que es un error clasificarlas de tal manera, ya que puede causar confusiones, intentando reprimir aquellas emociones que nos resulten desagradables.
Lista de emociones básicas

No hay un consenso entre los diferentes autores sobre cuantas emociones primarias o innatas hay actualmente. La mayoría apuesta entre cuatro y ocho así que vamos a hacer un listado de emociones básicas, con las 8 más habituales. basándonos principalmente los los autores Paul Eckman y Robert Plutchick.
Alegría
Enfado
Miedo
Tristeza
Sorpresa
Asco
Confianza
Interés

Como vemos estas son las emociones primarias más comunes. En función de la cultura a la que pertenezcamos y también de la educación emocional que hayamos recibido las vamos a expresar o reprimir. Ahora, se sabe que las emociones son iguales para todos, lo que cambia es la forma de expresión emocional.


Según la cultura en la que estemos y la educación que hayamos recibido, será más fácil mostrar por ejemplo el miedo que el interés, o más difícil expresar el enfado que el asco.


Listado de emociones secundarias

Estas emociones a diferencia de la lista de emociones básicas o primarias son aprendidas y por tanto no aparecen desde que nacemos, sino que las adquirimos más adelante a través de nuestras experiencias de vida.


Vergüenza.
Culpa.
Bochorno.
Satisfacción.
Desprecio.
Entusiasmo.
Complacencia.
Orgullo.
Placer.
Ejemplos de sentimientos

La diferencia entre emociones y sentimientos tiene que ver con su duración, su intensidad y con el componente del pensamiento. En el caso de los sentimientos, se generan poco a poco, son menos intensos que las emociones e interviene el pensamiento, pues son conscientes. Aquí os ponemos una lista de sentimientos que son bastante frecuentes.

Amor
Generosidad
Gozo
Afecto
Júbilo
Compasión
Esperanza
Libertad
Agradecimiento
Aceptación
Acompañamiento
Bondad
Admiración
Benevolencia
Amabilidad
Alivio
Orgullo
Empatía
Integridad
Apego
Aprobación
Armonía
Honestidad
Humildad
Concentración
Templanza
Tolerancia
Motivación
Felicidad
Firmeza
Fortaleza
Autonomía
Serenidad
Optimismo
Satisfacción
Seguridad
Simpatía
Cariño
Estima
Comprensión
Solidaridad
Respeto
Pasión
Paz


«Una emoción no causa dolor. La resistencia o supresión de una emoción causa dolor. «– Frederick Dodson –

Es importante recordar que todas las emociones son positivas, incluso las que te generan malestar o desagrado, las llamadas emociones negativas, pues todas tienen un aprendizaje.

Compromiso
Fervor
Competencia
Plenitud
Omnipotencia
Encanto
Euforia
Éxtasis
Ilusión
Interés
Confianza
Cuidado
Apoyo
Dignidad
Enérgico
Vitalidad
Nostalgia
Terror

A veces, tenemos dificultades para etiquetar lo que sentimos, y aprender a gestionarlo. Por eso, en ocasiones es recomendable ir a un psicólogo para que te ayude a poner nombre a todo aquello que estás sintiendo en tu vida y así aprendas a manejar lo que te pasa..


https://www.psicoemocionat.com/


Aprender a estar solo, cómo aceptar la soledad



Afrontar el sentimiento de soledad no es fácil. Aprender a estar solo es todo un reto. un La soledad es más un sentimiento interno que no un estado concreto en el que nos encontramos. El sentimiento de soledad puede aparecer en momentos y circunstancias distintos de nuestra vida, incluso cuando estamos rodeados de personas. Todos hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas la soledad.

En este sentido, podemos decir que la soledad es parte de la vida. Pero es también un sentimiento distinto para cada uno de nosotros, cada persona explica el sentimiento de soledad desde su historia personal, única y diferente a las demás. Lo que sí es común es que todos tememos a aquella soledad que nos hace sufrir y es importante aprender a estar solo para así gestionar nuestras emociones.
¿Por qué tememos a la soledad?

El sentimiento de soledad tiene que ver con el sentimiento de ser abandonado. Es ese sentimiento de rechazo, de no ser merecedor del amor del otro, lo que nos genera más miedo. Por ese algunas veces podemos sentir más miedo a la soledad cuando más cerca estamos de un vínculo afectivo, y por eso a veces nos defendemos de ese sentimiento des-vinculándonos o poniendo distancia emocional con los demás. También podemos hacerlo al revés, aferrándonos a alguien por miedo a estar solos.


Al sentirnos solos conectamos con la sensación de desamparo, de desprotección y de necesidad insatisfecha, que nos genera miedo, inseguridad, tristeza o angustia. El no poder conectar con el otro (que cuida, protege y acompaña) nos obliga a conectarnos con nosotros mismos, con quienes somos, con nuestros recursos, nuestros miedos y también con nuestro sentimiento de vacío.

El miedo a la soledad se transforma entonces en miedo a estar con uno mismo, a conectar con lo que hay en nuestro interior y descubrir ahí algunas emociones que pueden ser dolorosas: miedo, rabia, tristeza, o sentimiento de vacío.
Aprender a estar solo es un proceso que debemos gestionar

Aprendemos a estar solos durante nuestra infancia. La seguridad que nos da sentir que nuestras figuras de apego, la madre y/o el padre, están presentes nos permite explorar el mundo. Y nos permite también tolerar los momentos en los que están ausentes. Cuando el niño sabe que sus padres están disponibles, aun estando ausentes, se siente capaz y seguro de relacionarse con otros niños, de explorar e investigar el entorno que le rodea. Tolerar la soledad reside en la seguridad que hay alguien acompañando.


“La capacidad para estar solo se basa en una paradoja: estar a solas cuando otra persona se halla presente»- Donald Winnicott-
¿La soledad siempre nos hace sufrir?

En inglés existe la palabra loneliness, para definir la soledad que duele, que nos hace sufrir,el aislamiento social, y solitude, para definir la soledad que nos inspira, que nos permite conectar con nosotros mismos y ser quién somos. Lamentablemente en castellanos utilizamos la misma palabra para definir esta realidad tan compleja, pero es importante que podamos diferenciar las dos soledades.

Como ya hemos ido viendo durante el artículo, hay una soledad que nos hace sufrir, y que tratamos de evitar. Pero la soledad, y la capacidad de estar solo es también algo esencial para nuestro bienestar emocional, es una capacidad personal. La capacidad de estar solo se relaciona con la creatividad. Nos permite conectar con lo más real de nosotros mismos, con la espontaneidad, con lo verdadero, y desde ahí surge lo más creativo. No es extraño que los grandes artistas busquen la soledad para crear sus obras.


Si somos capaces de estar solos, de conectar y sentir nuestra soledad con bienestar, seremos capaces de conectarnos con los demás. Solo desde la aceptación de la soledad, que es la aceptación de quienes somos, de nuestros miedos y nuestras fortalezas, podemos relacionar-nos de una forma real y completa con los demás. De lo contrario, la relación con el otro se puede utilizar para evitar la soledad, y eso implica el riego a sufrir relaciones de dependencia emocional que nos pueden hacer sufrir.


“Es preciso haber asumido una soledad fundamental para poder encontrarse con los otros”. – Catherine Millot-
¿Cómo puedes aprender a estar solo?
Permítete sentir las emociones

El miedo a la soledad esconde el miedo a conectar con nosotros mismos y con algunas emociones que nos asusta sentir. Permítete sentirlas, puede que en la soledad aparézcala tristeza, añoranza, miedo o el sentimiento de vacío, pero al atreverte a sentirlo, podrás comprobar que puedes sostenerlo, y que estas emociones tienen un sentido para ti.
Descubre tu soledad y acéptala

Al atreverte a sentir esas emociones, puedes entender que es lo que es lo que estabas evitando al evitar la soledad. Puede que si evitabas la tristeza o la añoranza por una perdida, por ejemplo, el poder sentirlas te ayude aceptar y asumir la situación tomando un papel más activo y empezando a elaborar el duelo.

Permítete crear

Cuando te demuestres que eres capaz de sostener la soledad y conectar contigo mismo, conectaras también con tus recursos, fortalezas, limitaciones, e ilusiones, que te permitirán avanzar en tu vida de una forma creativa.
Conéctate a la vida

Solos desde esa aceptación de que la soledad es parte de tu vida, y desde conectar contigo mismo, podrás conectarte realmente con la vida. Conéctate con tus gustos, tus motivaciones e ilusiones, explora y descubre libremente lo que para ti tiene sentido y vincúlate con otras personas siendo quien realmente eres.
Aprende a aceptar la soledad y podrás relacionarte de una forma más libre

El miedo a la soledad nos puede llevar a establecer relaciones dependientes, o bien al contrario, a no vincularnos íntimamente para evitar sentir-nos dependientes. Nos puede llevar también a desconectarnos de nosotros mismos, a tomar demasiada distancia de nuestras emociones, nuestras limitaciones y nuestros recursos, en definitiva, a vivir desconectados de quienes somos y también de los demás.

Por el contrario, abrazar la soledad, asumirla como una parte de nosotros y de nuestra vida, nos llevará a conectar con nuestro interior, a conocernos, y potenciará nuestros recursos, nuestra creatividad y nuestra capacidad de relacionarnos con los demás de una forma libre.

Carles Molina


https://www.psicoemocionat.com/


Pensar nuestras emociones nos ayuda a gestionarlas


Generalmente nos sentimos indefensos cuando no sabemos lo que nos pasa y nos gustaría poder gestionar mejor nuestras emociones. En este artículo hablaremos sobre pensar nuestras emociones: percibirlas, comprenderlas, aceptarlas e incorporarlas a nuestra vida.

¿Te sientes a veces irritada/o y no sabes por qué? ¿Te enfadas con mucha intensidad pero te cuesta comprender que es lo que realmente te está doliendo? ¿O simplemente te sientes mal pero no puedes ponerle nombre a ese sentir? De hecho, una de la ideas más comunes con la que llegamos a las consultas es la de poder aprender a controlar nuestras emociones. Pero, ¿se trata de controlarlas? Más bien de gestionarlas.


A qué llamamos pensar las emociones


Pensar nuestras emociones tiene que ver con intentar dar sentido a nuestra conducta según el conjunto de emociones, sentimientos, intenciones, deseos o creencias que nos llevan a esa conducta determinada. Pensar nuestras emociones es imprescindible siempre que nos permitamos sentirlas primero.

Un ejemplo sencillo: cuando comes, es porque tienes hambre. En este caso es fácil identificar tu estado previo a comer: el hambre. Pues cuando gritas, te enfadas, te vas de casa con un portazo, o cuando haces alguna conducta de riesgo para tu salud, también hay un estado previo que lo provoca. ¿Cuál es? No siempre es fácil saberlo.

Esta capacidad de pensar y comprender nuestras emociones es lo que un grupo de psicólogos denominaron la capacidad de Mentalización, a partir de la cual basaron la (TBM) Terapia Basada en la Mentalización (Bateman, Fonagy, 2016). En este artículo nos basaremos en sus aportaciones.

¿Qué es la mentalización?

Durante la mentalización ponemos cabeza a nuestras emociones, es decir, le damos un vocabulario y lenguaje a las emociones. Es decir, razonamos los sentimientos para reflexionar sobre ellos. Comprender y poder percibir cómo nuestros estados mentales influyen en nuestra conducta, nos provee de un sentido de coherencia y seguridad, necesario para relacionarnos con los demás de una manera satisfactoria.

La capacidad de mentalizar tiene que ver también con pensar las emociones de los demás. Cuando somos capaces de comprender mejor a los otros, nos comprendemos mejor a nosotros mismos, y viceversa. Es lo que llamamos empatía. La empatía es la capacidad para percibir y comprender el mundo interno del otro, cuáles son sus deseos, miedos o conflictos que lo llevan a comportarse de una forma determinada.

Esta capacidad es básica en la gestión de los conflictos. Primero, porque mientras intentamos comprender al otro o a nosotros mismos la intensidad emocional disminuye. Segundo, porque si conseguimos comprendernos podremos expresar nuestras necesidades emocionales de una forma más sana.
Que ocurre cuando no podemos pensar las emociones

No siempre somos capaces de identificar y comprender nuestras emociones y estados mentales. Épocas de gran estrés, ansiedad, o ante situaciones donde nos sentimos muy vulnerables nos es más complicado ser conscientes de lo que sentimos. La capacidad de pensar en nuestras emociones no es algo estático, sino que es una capacidad personal que se ve alterada en diferentes circunstancias.

Cuando perdemos la capacidad de mentalizar, aunque sea momentáneamente, perdemos la capacidad de darnos cuenta de cómo nos sentimos y lo llevamos a la práctica directamente: “no pude pensar que estoy muy enfadado, y acabo gritando e insultando a mi pareja.”


«Es importante diferenciar el pensar emociones y racionalizarlas pues no son el mismo concepto».-Bateman-

Racionalizar la emoción no es lo mismo que pensar la emoción. Si la racionalizamos no la sentimos, si la pensamos tenemos tiempo a tomar consciencia de ella.

Las trampas del pensamiento, una forma de evitar las emociones

A continuación detallamos algunos pensamientos distorsionados típicos que nos hacen evitar las emociones o sentirlas de forma desbordada.
Equivalencia psíquica: Lo que yo pienso es lo que es. Si pienso que se están burlando de mí, es que se están burlando de mí. Si pienso que esa persona es egoísta, es que es egoísta. Si pienso que toda la culpa es suya, es que la es. No se permite otras alternativas, ni matices, ni términos medios.
Simulación: Es el modo de pensamiento más cercano a la racionalización. Tiene que ver con hablar de sentimientos pero sin sentirlos. Todo se vive de un modo intelectual, desde la teoría, ficticio, no real. Este modo de pensamiento nos aleja de conocer y comprender realmente lo que sentimos
Teológico: Las soluciones mágicas. En este modo de respuesta la persona encuentra solución al sufrimiento que implica su estado mental a través de una acción concreta: alcohol, drogas, peleas o autolesiones son ejemplos de acciones concretas que un momento dado pueden sustituir el sufrimiento emocional, creando uno físico, sin posibilitar afrontar ese malestar.
¿Desde cuándo aprendemos a reflexionar sobre nuestras emociones?

Esta función se empieza a formar en la infancia a través de la estabilidad que nos proporciona un vínculo seguro, generalmente con la madre y el padre (Bateman y Fonagy, 2006).

Imaginemos un bebe llorando y una madre que trata de pensar en qué le estará pasando: ¿tendrá hambre, dolor de barriga, sueño? Lo más probable es que la madre no siempre acierte, pero esa actitud de pensar en el bebe es una actitud de mentalización.

Pensemos en un niño más grande, que se cae y se hace daño. Además, al no entender del todo lo que ha pasado se asusta. El padre, que está cerca acompañando, le dice algo así como: “estás asustado, y quizá enfadado porque te has caído, estoy aquí contigo”. En este caso, el padre ofrece a su hijo una capacidad de pensar y de sentir que el niño en ese momento no puede tener. Qué distinto sería decirle: “no llores, no ha pasado nada”.
5 actitudes que nos ayudan a pensar sobre las emociones:
Curiosidad sobre nosotros mismos y los demás

La curiosidad como herramienta para hacernos preguntas, que no nos den respuestas sencillas y reduccionistas sobre nuestro comportamiento, sino que nos permita ir más allá.
Consciencia del impacto de nuestros actos

Ser conscientes de que nuestros actos tienen un impacto emocional en los demás, y que ese impacto puede no ser el que buscábamos o esperábamos.

Consciencia sobre la dificultad para entender al otro

Si creemos que sabemos seguro porque una persona ha actuado de una forma determinada seguramente nos equivocaremos. Una actitud prudente nos ayudará a mostrarnos más empáticos.
Apertura y disponibilidad para a aceptar distintas realidades

tendemos a pensar que solo hay una realidad y que todos reaccionamos igual a ella. Mentalizar tiene que ver con comprender que cada persona percibe la realidad de una forma distinta y personal.
Confianza

La confianza en los demás nos ayuda a sentirnos suficientemente tranquilos como para abrirnos a comprender, la desconfianza en cambio nos lleva a cerrarnos.
La terapia es un espacio seguro para poder descubrir las emociones

El proceso terapéutico está basado en ese vínculo seguro que promueve el poder pensar sobre las emociones, sentimientos, deseos o creencias del paciente.

A través del proceso, puedes: comprenderte mejor a ti mismo y a los demás, aprender a regularte emocionalmente, disminuir la impulsividad y las conductas violentas y/o autodestructivas, y mejorar tus relaciones interpersonales.


Carles Molina

Bibliografia

Bateman, A.W., Fonagy, P. (2006). «Mechanism of change in mentalization based treatment of borderline personality disorder». Journal of Clinical Psychology. 62 (4): 411–430.

Bateman, A. & Fonagy, P. (2016), Mentalizaton-Based Treatment for Personality Disorders. A Practical Guide. Oxford: Oxford University Press.

3 cosas que las críticas a los demás revelan sobre ti


“No vemos las cosas como son, las vemos como somos”, dijo la escritora Anaïs Nin y la Psicología le da la razón, sobre todo cuando se trata de juzgar a los demás. Creemos que nuestras valoraciones son objetivas pero lo cierto es que detrás de cada juicio que realizamos se esconden nuestras experiencias de vida, valores, expectativas, deseos y temores. Por eso, en algunas ocasiones nuestros juicios y críticas dicen más sobre nosotros mismos que sobre lo que estamos juzgando o criticando.

Dime qué criticas y te diré cómo eres


Las críticas no tienen por qué ser negativas, pero cuando no tienen una intención constructiva o son desproporcionadas y generan una respuesta emocional intensa, suelen esconder un problema interior, convirtiéndose en una proyección de nuestra negatividad o inseguridades.

1. Si nos desagrada alguien de manera irracional…


Hay personas cuyas actitudes y comportamientos no se avienen a los nuestros y pueden generarnos cierto rechazo. Es algo normal. Sin embargo, si alguien nos desagrada de manera especialmente intensa pero no podemos explicar por qué, es probable que nos sintamos amenazados o simplemente envidiosos.

Existen muchas razones por las que alguien podría caernos mal, pero cuando el nivel de desprecio es desproporcionado respecto al comportamiento ofensivo, es probable que esté sucediendo algo más en nuestra trastienda psicológica, aunque nos resulte difícil admitirlo.

Es probable que ese desprecio provenga del resentimiento o de la idea de que esa persona no merece la suerte que ha tenido. Según el modelo de mantenimiento de la autoevaluación propuesto por Abraham Tesser, solemos sentirnos amenazados por el éxito de los demás y en ocasiones podemos responder distanciándonos emocional y cognitivamente de esa persona para no tener que cambiar algunas de nuestras concepciones sobre el mundo.

De hecho, tenemos más probabilidades de evaluar negativamente a las personas exitosas que pertenecen a un grupo externo a nosotros cuando sentimos que nuestra autoestima está amenazada. Si nos comparamos con esa persona y salimos perdiendo, puede activarse un mecanismo de defensa para proteger nuestro ego, que sería ese desprecio o desagrado desproporcionado hacia el otro.

2. Si juzgamos la personalidad de alguien en base a un solo comportamiento…


Juzgar a una persona en base a un único comportamiento puede indicar que hemos desarrollado un modelo independiente del “yo” que prioriza la motivación interna y la autonomía. Al contrario, las personas que son conscientes de que un comportamiento no es expresión inequívoca y directa de la personalidad suelen enfocarse más en los roles sociales y el contexto.

Lo comprobó un estudio desarrollado en la Universidad de Michigan en el que los psicólogos mostraron a los participantes una serie de rostros y comportamientos asociados, como por ejemplo: una persona que verifica todas las noches antes de irse a la cama la alarma antiincendio.

Las personas más rápidas en relacionar ese comportamiento con rasgos de personalidad como “neurótico” u “obsesivo” también tenían una imagen más independiente de sí mismos. Quienes no se apresuraban a sacar conclusiones en base a un comportamiento seguían un modelo más interdependiente en el que tenían en cuenta la influencia de diferentes factores en el comportamiento. Podían pensar, por ejemplo, que esa persona quizá verificaba la alarma porque existía un mayor riesgo de incendio en el área donde vivía, en vez de pensar automáticamente que se trataba de un rasgo de su personalidad.

El problema es que quienes han desarrollado un modelo independiente de la personalidad son más propensos a sacar conclusiones precipitadas sobre los demás, las cuales pueden terminar generando prejuicios y afectando la relación.

3. Si criticas a quien lleva un estilo de vida diferente al tuyo…


Es comprensible que no estemos de acuerdo con algunos estilos de vida, sobre todo si estos se alejan demasiado de nuestros valores, pero si los comportamientos de los demás generan una gran respuesta emocional, es probable que escondan dudas sobre nuestro estilo de vida.

Todos somos víctimas – en mayor o menor medida – de lo que se conoce como “idealización normativa”, un fenómeno a través del cual asumimos que nuestro estado y estilo de vida es ideal para todas las personas, lo cual nos lleva a ver a aquellas que se alejan más de esa “norma” bajo un prisma negativo.

Un estudio realizado en la Universidad de Stanford, por ejemplo, confirmó que solemos idealizar nuestro estado civil, de manera que las personas que están comprometidas en una relación a largo plazo creen que es lo mejor para todos y la asocian a más características de personalidad positivas, siendo además más propensas a confiar más en quienes mantienen relaciones similares.

El problema surge cuando otras personas tienen éxito o se sienten felices con estilos de vida muy diferentes al nuestro, porque podemos experimentar una incómoda disonancia cognitiva que nos llevaría a replantearnos nuestras decisiones. Para no hacerlo, bloqueamos ese contenido y reaccionamos de manera exagerada ante todo lo que se aparte de nuestros cánones. Por tanto, en el fondo, esas críticas exageradas podrían ser la expresión de una inseguridad interior y de una mentalidad más rígida que no contempla la diversidad.


Fuentes:

Laurin, K. et. Al. (2013) «The way I am is the way you ought to be»: perceiving one’s relational status as unchangeable motivates normative idealization of that status. Psychol Sci; 24(8): 1523-1532.

Na, J. & Kitayama, S. (2011) Spontaneous trait inference is culture-specific: behavioral and neural evidence. Psychol Sci; 22(8): 1025-1032.

Fein, S. & Spencer, S. J. (1997) Prejudice as Self-image Maintenance: Affirming the Self Through Derogating Others. Journal of Personality and Social Psychology; 73(1): 31-44.


Tesser, A. (1985) Toward a Self-Evaluaton Maintenance Model of Social Behavior. Los Ángeles: Annual Convention of the American Psychological Association.

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