sábado, 17 de agosto de 2019

¿Qué nos enseña la rabia?


La rabia es una emoción que altera, que experimentamos con gran intensidad y que apaga a su vez nuestro enfoque más racional. Puede a su vez. generarnos múltiples sensaciones somáticas, como un bloqueo en el estómago o un nudo en la garganta. A su vez, si hay algo que suele definir a este estado es la dificultad para poder manejarlo y reducir su efecto.


En realidad, cuando sentimos rabia algo está ocurriendo en nuestro sistema nervioso, en nuestra sangre y, por tanto, en todo nuestro cuerpo. Con esta emoción se remueven nuestras hormonas y neurotransmisores, movilizándonos para la acción. Sin embargo, antes de derivar en una conducta que podamos lamentar, lo mejor es tomar aire y comprender mejor qué quiere decirnos este estado.

«Cuando estés molesto cuenta hasta diez antes de hablar. Si estas muy molesto, cuenta hasta cien».
-Thomas Jefferson-

La rabia, una emoción más

La rabia nos empuja a liberar energía, a exteriorizarla porque convierte a nuestro interior en una especie de olla a presión. Cuando no abrimos una canal para que se evapore puede causarnos mucho daño, contaminando al resto de emociones, pensamientos y conductas que generemos a partir de ese momento.

Como cualquier emoción, somos los responsables de ella y nadie es el culpable de la misma, a pesar de que nosotros sí la asociemos o la proyectemos sobre alguien. A su vez, y no menos importante hay un aspecto que debemos considerar.

Estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Albany, en Nueva York, nos recuerda que esta emoción está detrás de muchas conductas violentas. Saber controlarla, canalizarla y desmenuzarla es parte de la Inteligencia Emocional, clave del bienestar.

Nace como reacción a algo o alguien

La rabia es una emoción que se nos escapa, que quiere salir y por eso, en ocasiones, sentimos que no podemos controlarla. Con frecuencia, nace motivada por alguien, que hace o dice algo que nos molesta.

En muchas ocasiones, exteriorizaremos la rabia contra esa persona que provocó el desencadenante de esta emoción, comportándonos de forma, impulsiva y sin control sobre nuestras palabras y nuestros actos. Sin embargo, esto no soluciona lo que realmente lo originó, causando conflictos y daños, de los que probablemente nos arrepintamos después.

Contra uno mismo

En otras ocasiones, la rabia es contra nosotros mismos. Esto ocurre cuando es desencadenada por una situación y no tanto por otras personas. Lo que significa el ataque directo a nuestra persona, culpándonos de la situación molesta o desagradable.

En cualquier caso, la rabia dirigida hacia nosotros mismos tampoco nos libera de ella, sino que hará que nos sintamos peor todavía. Lejos de disiparse la rabia, esta crecerá más en nuestro interior, sintiéndonos desbordados por tanto emoción sin resolver y auto-destructiva.

«La rabia es muy perjudicial para todo el mundo, pero sobre todo para el hombre que la experimenta.»
-León Tolstói–

La rabia que destruye

La rabia es destructiva cuando no sabemos cómo resolverla. Si nos dejamos arrastrar por ella de forma impulsiva nos hacemos daño a nosotros mismos o a otras personas. Por otro lado, si la reprimimos igual que si fueran residuos radioactivos, queda anidada en nuestro interior, creciendo con el paso del tiempo y dañándonos en nuestra propia imagen.

«No importa lo que los médicos dicen, la rabia en los seres humanos con frecuencia es una de las trampas del enemigo»
– Gabriel García Márquez-

Es necesario aprender a resolverla y gestionarla, para que no nos destruya. Sin embargo, también es esencial descubrir de dónde viene y por qué la sentimos. De este modo, descubriremos el verdadero motivo de nuestra rabia. Así, solo cuando conozcamos la profundidad de la emoción podremos sanarla, desterrándola de nuestro interior.

La emoción que nos enseña

La rabia siempre nos indica que tenemos alguna insatisfacción personal, algo no resuelto que incluso puede venir desde la infancia. Para descubrir su origen real, sería conveniente observar en qué situaciones aparece y en cuales permanece dormida.

Es probable que todas las situaciones tengan algo en común, ya que con frecuencia esta emoción encubre insatisfacción, dolor, expectativas no cubiertas, sentimientos de inferioridad, abandono, frustración, falta de apoyo, búsqueda de la perfección, etc..

Si observamos nuestra rabia, esta nos mostrará donde tenemos que trabajar, quizás para fortalecernos, aceptar el fracaso, respetar como son los demás o para sentirnos satisfechos. Solo entonces dejaremos de sentir esta emoción desagradable.

«Cuida tus propias emociones y nunca las subestimes»
-Robert Henri-

Canalizar y gestionar

Es importante saber gestionar y afrontar la rabia de una forma adecuada, cuando esta ya se encuentra en ti. Tienes que evitar daños personales y ajenos, al mismo tiempo que consigues y sientes el alivio de poder expresarla. Esto tiene que ver con la inteligencia emocional, es decir, saber expresar, resolver y afrontar sin lastimar a nadie.

Para ello, busca una actividad física que te permita “sacar la rabia” y durante el esfuerzo físico, imagina que sacas la rabia que te daña, sintiendo el alivio del ejercicio. También puedes patalear, golpear una almohada e incluso lanzar piedras y visualizar cómo termina tu rabia al finalizar estas actividades.

Puedes también elegir un lugar seguro, donde puedas gritar y expresarte sin que nadie te oiga, puedes decir en voz alta aquello que te ayude a liberarla, sabiendo que nadie va a recibirlo.

Asimismo, enfoques más relajados como el Mindfulness o cualquier otro tipo de meditación, son otras estrategias que considerar ya no para canalizar la rabia, sino para prevenirla.

Transformar la emoción en aprendizaje

No olvides buscar el origen de la rabia, aprendiendo de lo que esta tiene que enseñarte. Aprender con tu emoción es una forma de crecer. Saber gestionarla es expresarla sin dañarte a ti ni a nadie y transformar la rabia en aprendizaje es sanarte a ti mismo desde tus huellas internas más profundas.

Cada día estaremos aprendiendo, si dedicamos un tiempo a observar y reconocer nuestras emociones. Es importante aprender a gestionarlas, tanto como aprender de ellas, de su origen y su motivo, para que no vuelvan a dañarnos ni a causarnos malestar.

Dolores Rizo

Atrévete a ser feliz.


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