viernes, 28 de junio de 2019

La Curación Cuántica Por Deepak Chopra


¿Cuánto poder tienen nuestros pensamientos y emociones sobre nuestro cuerpo? En verdad, numerosos estudios demuestran que cuando una persona está triste y cuando esta tristeza es prolongada (especialmente, después de la muerte de un cónyuge, luego de un matrimonio largo), tiene mayor incidencia de cáncer u otras enfermedades.

Así que la Dra. Bert, al igual que otros científicos que la han seguido, han demostrado por lo menos una cosa: que tenemos un cuerpo pensante. Que en realidad, cada célula del cuerpo es una célula consciente, viva, pensante. Que por lo tanto, no podemos confinar la mente al cerebro, sino que está en cada célula del cuerpo. Este es nuestro primer gran salto, porque creíamos que la mente se encontraba solamente en el cerebro. Está en TODO el cuerpo.


El Dr. Deepak Chopra hace referencia al Ayurveda, que es la medicina india tradicional y nos habla sobre el sistema inmune y cuanto poder tienen nuestros pensamientos y emociones sobre él.
El Compromiso Cognoscitivo Prematuro

Hay un experimento que ustedes pueden hacer: se ponen unas moscas en un frasco grande con tapa durante varios minutos. Si al cabo de ese tiempo, se quita la tapa, el 99.9% de las moscas no pueden salir del frasco. En base a esta experiencia sensorial inicial, las moscas y su mente-cuerpo, o lo que sea, han estructurado un compromiso consigo mismas de que ése es el límite de su universo. No pueden escapar de él, excepto una o dos de las pioneras que se las arreglan para salir.

En la India se entrenan elefantes. Se hace algo interesante: se toma un elefante bebé y se le ata con una cuerdita a una planta durante varias semanas. Cuando este elefante crece, si se le ata con una cadena a un árbol, puede romper la cadena o arrancar el árbol, pero si se le ata a una planta con una cuerdita similar a la original, no podrá escapar, no podrá escapar. Cumple el compromiso con su cuerpo-mente, esa es su prisión.


Este fenómeno se conoce entre los psicólogos como “compromiso cognoscitivo prematuro“. Es un compromiso que hacemos con nuestro cuerpo-mente que finalmente estructura nuestra realidad.

De manera que lo que ves ahí, es lo que te enseñaron a ver, básicamente. Si no te dijeron que existe, entonces no existe para tí. El sistema nervioso se desarrolla como respuesta a los estímulos nerviosos. Eso crea una cierta percepción del mundo y esa percepción del mundo estructura un sistema de creencias.
¿Cómo Se Hace Un Sistema De Creencias?

Por lo que ves y tocas, por lo que oyes y hueles. Luego el sistema nervioso tiene una sola función: reforzar el sistema de creencias. En este momento, con las excepciones del caso, sólo pueden captar menos de una millonésima de los estímulos presentes de donde están. Menos de una millonésima de los estímulos presentes puede entrar en el sistema nervioso. Y estos son los que refuerzan lo que ustedes piensan que existe.

Si Ustedes no piensan que existe, ni siquiera lo van a ver. De manera que el dicho “ver para creer” es al revés: “creer para ver“. De aquí que si no se cree en algo, no se le ve y no se le oye, no se le puede tocar, gustar, ni oler. Nuestro sistema nervioso ha sido programado para captar sólo un fragmento de la realidad y con estos fragmentos, que es todo lo que tenemos, no podemos ver el todo.


Esa es la razón por la que vivimos alienados, fragmentados, separados de los demás, porque sólo podemos ver un poco aquí y allá. Y estos fragmentos se han estructurado como resultado de los compromisos cognoscitivos prematuros que hemos hecho.

Por ejemplo, el ojo humano puede ver entre 3.70 y 7.90 billonésimas del espectro. Esto se puede entender, pero normalmente sólo puede ver dentro de esos límites. Todo lo que sobrepase estas longitudes de onda, no existe para nosotros. Hay instrumentos o aparatos científicos que extienden esos límites, pero sólo un poco. Lo que percibimos no es exactamente la realidad. No es el aspecto real del mundo. Es literalmente nuestra manera de mirarlo.

Las diferentes especies (de animales) lo ven diferente. Si uno pasea con su perro, verá que huele un universo completamente diferente al nuestro, oye lo que uno no puede oír.


Una serpiente siente su medio más en infrarrojo. Un murciélago se orienta durante su vuelo a través del eco del ultrasonido. Las células del ojo de la abeja no pueden percibir los colores que nosotros percibimos, pero ven en la zona del ultravioleta. Cuando la abeja mira una flor, no ve la flor, sino la miel a distancia. Se pierde la flor, pero nosotros nos perdemos la miel. Los ojos del camaleón se mueven a lo largo de dos ejes diferentes. No podemos imaginar cómo ve el camaleón esta sala.

¿Cuál es entonces el verdadero aspecto, la verdadera textura, el verdadero sonido? La respuesta es: no hay más que infinitas posibilidades coexistiendo al mismo tiempo. De esas infinitas posibilidades coexistiendo al mismo tiempo, nosotros estructuramos una realidad perceptual. Y si ocurre que concordamos con ella, entonces decimos que ahí tenemos la prueba de que existe.

Lo que llamamos tiempo no es más que una colección de experiencias subjetivas, resultado de nuestra realidad perceptual. Pero esa realidad, es una realidad en un nivel y es un artefacto en otros niveles. No es toda la historia.

Sir John Eccles, fisiólogo británico actualmente australiano, quien también ganó el Premio Nobel, dijo: No existen colores en el mundo real, no hay textura en el mundo real, ni olores, ni belleza, ni fealdad. Son todas realidades perceptuales, estructuradas en nuestra propia consciencia. Lo creamos todo mediante nuestra interacción.

Es un hecho que el Universo está compuesto por campos de fuerza y campos de materia que provienen de un sólo campo unificado.
Las Cuatro Fuerzas Básicas

Hoy, los científicos afirman que todo lo que uno percibe proviene de cuatro fuerzas básicas del universo:
La gravedad (la gravitación universal), que hace que gire el mundo, mantiene unido al planeta.
La electricidad que produce el calor, la luz, etc.
El magnetismo que hace que funcione la pantalla de televisión y todas las demás cosas de nuestra tecnología moderna.
La gran fuerza que mantiene unido el núcleo del átomo, es una fuerza muy grande y por eso da la impresión de que en verdad existe la materia.

Cuando se logra desarticular esa fuerza, entonces ocurre la explosión nuclear, que es tan fuerte. Es la fuerza responsable de la radiactividad y la transmutación de los elementos, y eso es todo.
Campo Unificado

Los científicos sostienen que estas fuerzas provienen de una única fuerza fundamental dentro de la naturaleza, denominada “campo unificado”. Y nosotros también somos parte de ello, porque es todo lo que hay. El espacio, el tiempo, todo lo que llamamos el universo material, se encuentra estructurado como resultado de la fragmentación y expresión de estas fuerzas naturales.

Como científicos, denominamos a este proceso “fragmentación simétrica” y su expresión es lo que denominamos “objetos materiales”, separados unos de otros en espacio y tiempo. Pero en realidad, lo que experimentamos como materia es algo que sólo sucede en la consciencia. Todo el mundo exterior se compone simplemente de campos energéticos y estos campos energéticos son, en realidad, un sólo campo.


El espacio y el tiempo también son parte de este campo energético. De alguna manera este campo se fragmenta mediante la percepción. Podemos convertir ese campo energético en experiencia de sonido, gusto, forma, color, etc. Luego, está el proceso de rotulado que se lleva a cabo en nuestra propia consciencia; y a partir de este campo energético, tenemos el mundo material que percibimos.

Pero no es así realmente lo exterior. Sólo es así dentro de nuestra mente.
La Medicina Contemporánea

Sin embargo, la base científica de la Medicina de hoy es una superstición. Y esta superstición es que todo el mundo está compuesto por materia y que los cuerpos humanos también son materiales, y que el universo está compuesto de objetos separados que se relacionan en el espacio y el tiempo.

La superstición del materialismo es, literalmente, la causa de nuestra lógica en la medicina occidental y en lo que podríamos llamar, medicina contemporánea. Toda la lógica de la medicina contemporánea se basa en esta superstición de que solamente somos máquinas físicas que han aprendido a pensar. Que por alguna razón, esta danza de moléculas en nuestro cuerpo crea lo que llamamos el “pensamiento”.

Y podríamos decir, que nuestra medicina contemporánea ve el cuerpo como una escultura congelada. Si uno no puede digerir todo lo que comió, simplemente toma un Alkaseltzer y se “soluciona” el problema.

Si no puede dormir de noche, se toma una pastilla para dormir. Y así con todas estas píldoras mágicas que tenemos ¿Está ansioso? Tómese un tranquilizante. Se supone que le dará tranquilidad. Si tiene una infección, tome un antibiótico. Si tiene cáncer dése quimioterapia, radiación. Si tiene dolor en el pecho, tome nitroglicerina, o mejor aún, hágase una operación de “by pass”. Y así, sucesivamente.


Hoy, todavía estamos buscando todo tipo de pastillas mágicas. Últimamente, la búsqueda es para el SIDA. La búsqueda de esta solución mágica es constante. Pero todo el concepto está equivocado. Se basa en la idea de que el cuerpo es material y que los agentes materiales son la causa de la enfermedad. Los científicos tratan siempre de entender el mecanismo de la enfermedad. De eso, trata la ciencia.

¿Cuáles son los mecanismos de la enfermedad?; y luego ¿cómo podemos interferir con esos mecanismos para prevenir la enfermedad. Lo que sucede, es que la confusión entre mecanismo y causa última, nos da la idea de que en realidad estamos haciendo algo.

El hecho es que existe una gran desilusión, incluso dentro de la profesión médica, con respecto a este enfoque porque simplemente no funciona. Es un enfoque sintomatológico que no llega a la causa básica de la enfermedad, enmascara los síntomas de las enfermedades con tranquilizantes y pastillas para dormir. Las prescripciones médicas resultan ser la causa No. 1 de adicción en el mundo.

Desde 1962 a 1986 ha habido un aumento del 300% en adicción a los medicamentos, debido a prescripciones médicas legales. Los antibióticos son hoy la causa No. 1 de muerte por infecciones, no el SIDA – aunque eso es lo que nos quieren hacer creer los diarios.

La Asociación Médica de California acaba de completar un estudio, subsidiado por una entidad de seguros de salud, que demuestra más allá de toda duda, de que en este país ocurren 80 000 muertes por año a causa de infecciones adquiridas en los hospitales, como resultado de organismos resistentes a los antibióticos.

Y aún en cáncer, donde creemos que estamos haciendo grandes adelantos, si observamos las últimas décadas, en los últimos 40 años encontraremos que la mortalidad (por edades) atribuible al cáncer, no ha cambiado ni siquiera el 1%, sino que más bien ha aumentado.

Se sabe que algunos tipos de cáncer son curables, por ejemplo el Hodgkins y otros. Y aún así, la comunidad médica que se ocupa de la inmunología teme que en el futuro la causa más frecuente de cáncer sea su mismo tratamiento, porque utilizamos drogas tan poderosas que equivalen literalmente a una guerra nuclear dentro de nuestro cuerpo que destruye el sistema inmunológico y nos hace más susceptibles a otros tipos de infecciones y a otros tipos de cáncer más terrribles.

Este enfoque contemporáneo está siendo cuestionado actualmente por la comunidad médica y hay muchas escuelas médicas que están revisando todo este modelo. El modelo es erróneo. No es que los científicos no tengan buenas intenciones o que los médicos no quieran ayudar a sus pacientes.


Por lo general, la mayoría de los médicos sí lo quieren hacer. El único problema es que está equivocado el modelo. Quizás haya que enterrar todo el modelo Newtoniano por obsoleto, porque en realidad está congelado en la idea de que somos máquinas físicas que han aprendido a pensar.
El Modelo Ayurvédico

Por lo tanto, hoy me gustaría introducirles al modelo Ayurvédico que es también el modelo que se está haciendo contemporáneo como resultado del vislumbramiento de la física y de la neurobiología. Y este modelo no toma al cuerpo como una estructura congelada, sino más bien, literalmente, como una danza dinámica de energía inteligente.

“El ADN constituye la información genética que poseemos, donde se encuentra literalmente toda la información de toda la historia evolutiva, no sólo del ser humano, sino de todas las especies biológicas. Este ADN (con toda la información del Universo) que tenemos ahora, no es el mismo que teníamos hace seis semanas.

El carbono, hidrógeno, nitrógeno, etc., como materia, no estaban allí hace seis semanas, por lo tanto, según el Ayurveda, si uno cree que somos un cuerpo físico, entonces se crea un dilema: ¿a cuál nos referimos? El modelo de 1989 no es el mismo que el modelo 1988, ni el de tres meses atras.

En realidad cambiamos nuestros cuerpos físicos con menos trabajo y más rápidamente de lo que nos cambiamos de ropa. Hay otra cosa que estructura y da la experiencia del cuerpo físico. Pero el cuerpo físico es como el río que es siempre un nuevo río.

Así que, si no somos el cuerpo físico que aprendió a pensar, ¿qué somos? ¿De dónde venimos? Hoy, los científicos nos dan algunas respuestas interesantes.

Si Ustedes pudieran ver el cuerpo físico, desde el punto de vista de un investigador de la física cuántica, se darían cuenta que está compuesto por átomos y que los átomos están dispuestos a través de espacios vacíos, apareciendo, desintegrándose, desapareciendo constantemente. Estas partículas no son objetos materiales, aunque parezcan serlo; en realidad, son fluctuaciones de energía en el campo energético.

Si pudiéramos ver el cuerpo tal cual es, lo veríamos, proporcionalmente, tan vacío como el espacio intergaláctico. Cada átomo del cuerpo es, en sí, un sistema solar completo. Repito, si pudiéramos verlo tal cual es, sin el artificio de la experiencia sensorial, sólo veríamos un gran vacío con algunos puntos aislados y descargas eléctricas aisladas.


El Ayurveda tiene mucho que decir sobre el vacío. El vacío es el terreno esencial de nuestro ser. Y este vacío no es una porción vacía de nada, es una plenitud de inteligencia no material. Eso es lo que somos: inteligencia no material que se expresa como cuerpo material.

El cuerpo material viene y se va, pero la inteligencia no-material, la plenitud de inteligencia no-material permanece por siempre. Está más allá del tiempo y del espacio. Estructura la experiencia del cuerpo físico.

Si pudiéramos conocer esto mediante la experiencia y no sólo intelectualmente (porque intelectualmente todos los físicos se están poniendo de acuerdo en esto), entonces, desaparecerían todos nuestros problemas porque nos daríamos cuenta que no somos seres humanos con experiencias espirituales ocasionales, sino que en verdad, somos seres espirituales con experiencias humanas ocasionales.

Y ese cambio básico de percepción cambiaría nuestra crisis de identidad y también cambiaría completamente nuestra manera de interactuar entre nosotros, cambiaría todo el Universo y cómo lo experimentamos. Los científicos están comprobando que la realidad es así. Ayer, estuve en Boston con un grupo como éste. Era un grupo fascinante porque estaba Fritjof Capra (uno de los mejores físicos de todos los tiempos), estaba también Candice Bert.

Estoy seguro que conocen a Candice, ella fue Jefa de Biología Molecular en el Instituto Nacional de Salud. Y creo, que es a ella a quien más se le debe esta comprensión de lo que es la mente, lo que es el cuerpo, y lo que es el espíritu (si quieren llamarlo así). Debería ganar el Premio Nobel de Medicina, a menos que el jurado sea muy chauvinista o machista.

Ya la han postulado varias veces, pero creo que indudablemente lo va a ganar por esta magnífica contribución acerca de cómo la mente se transforma en materia. Hace ya como diez años que descubrió las endorfinas y consecuentemente los neuropéptidos, que actualmente han sido estudiados por cientos y miles de científicos.

Fue la Dra. Bert, quien primero demostró que cuando pensamos, o sentimos, o nos emocionamos, o deseamos algo, eso se transforma inmediatamente en una molécula. Al comienzo, se creyó que esa molécula se formaba en el cerebro; y por eso se denominó neuropéptido. “Neuro” porque pertenece al cerebro y “péptido” porque se parece a las proteínas.

Candice Bert demostró que las fluctuaciones de energía en el campo energético en el que experimentamos un pensamiento, se transforman en ciertos péptidos en nuestro cerebro. Los llamó neuropéptidos. Y así, es como se comunican las neuronas entre sí. Así, es como se hablan las células en el cerebro.

No lo hacen en inglés o castellano, sino en el lenguaje de estos neuropéptidos, de estas sustancias químicas, de estas moléculas mensajeras del espacio interior. Y eso es lo que somos. Ese vacío interior interactúa consigo mismo, crea fluctuaciones energéticas que experimentamos como pensamientos y luego, los fragmentos inteligentes de energía se transforman en moléculas de la mente denominadas péptidos.

En realidad, estos péptidos son como pequeñas llavecitas que entran en la superficie de otras células, donde hay pequeñas ranuras para ellas, como pequeñas cerraduras. Así es que, cuando uno tiene un pensamiento, éste se transforma en una molécula que es como una llavecita, la cual viaja y luego encuentra su cerradura; y entra en esa cerradura. Y, una vez que entró en la cerradura, la célula recibe el mensaje. Estas cerraduras se llaman receptores, que hay en el cerebro.

Esto, en sí, ya era interesante. Pero lo que descubrió la Dra. Bert (que luego, confirmaron otros científicos), fue que existen receptores de estas moléculas de la mente, no sólo en las células cerebrales, sino en todas las células de todas partes.

Cuando comenzaron a observar las células del sistema inmunológico, por ejemplo, las que protegen contra el cáncer, las infecciones, etc., encontraron receptores de los mismos mensajeros químicos en las células T, en las células B, en los monocitos. En otras palabras, tus células inmunológicas, las que te protegen del cáncer y de las infecciones, están literalmente vigilando cada pensamiento tuyo, cada emoción, cada concepto que emites, cada deseo que tienes.

Cada pequeña célula T y B del sistema inmunológico, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa. Esto, lo hace todo muy interesante, porque ahora podemos decir que las células inmunológicas son pensantes. No son tan elaboradas, como lo es la célula cerebral que puede hacerlo en inglés o castellano, pero sí piensa, siente, se emociona y desea, se alegra, se entristece, etc.

En verdad, numerosos estudios demuestran que cuando una persona está triste y cuando esta tristeza es prolongada (especialmente, después de la muerte de un cónyuge, luego de un matrimonio largo), tiene mayor incidencia de cáncer u otras enfermedades.

Esto, se debe a que las células inmunológicas están tristes y de luto; tienen un diálogo interno: “déjennos sóla, no queremos que nos molesten” y por lo tanto no se preocupan por las infecciones y cancerígenos que están flotando a su alrededor. Son células pensantes, son conscientes.

Ahora, la Dra. Bert y otros científicos han descubierto que no sólo se trata de las células inmunológicas. Por donde quiera que uno mire, en el cuerpo, hay receptores de neuropéptidos. Pero ya no se les puede llamar neuropéptidos, porque no están confinados exclusivamente al sistema nervioso.

Los produce el estómago, los intestinos, el cólon, los riñones, las células del corazón. Así que cuando decimos, “lo siento en mis entrañas”, no estamos hablando simbólicamente, sino muy literalmente, ya que nuestros intestinos producen las mismas sustancias químicas que nuestro cerebro cuando piensa.

Lo mismo ocurre cuando decimos: “mi corazón está triste”. No hablamos simbólicamente, el corazón realmente está triste.

Así que la Dra.Bert, al igual que otros científicos que la han seguido, han demostrado por lo menos una cosa: que tenemos un cuerpo pensante. Que en realidad, cada célula del cuerpo es una célula consciente, viva, pensante. Que por lo tanto, no podemos confinar la mente al cerebro, sino que está en cada célula del cuerpo.

Este es nuestro primer gran salto, porque creíamos que la mente se encontraba solamente en el cerebro. Está en todo el cuerpo.

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