lunes, 3 de diciembre de 2018

NO PODEMOS TODO: LA MENTE POR SOBRE EL CUERPO Y LA FALTA DE PLACER Por Laura Foletto


Es sumamente irónico que, cuando se instaló la revolución industrial, se creyó que las personas trabajarían mucho menos porque las máquinas harían la labor pesada. No solo no pasó eso sino que ahora se está en actividad todo el tiempo, ya sea por trabajo o por “placer”.


Para peor, los niveles de exigencia y perfeccionismo son tan exagerados que no basta con hacer bien las cosas, deben tener “excelencia”. Nos han lavado la cabeza con la importancia de estar ocupados continuamente, lo cual atenta contra el principio del placer, que requiere tiempo para arraigarse. Necesita morar, anidar, no correr.


Ya sea porque se está conectado al trabajo constantemente o porque tenemos muchos cosas que nos interesan, el asunto es que glorificamos el Hacer por sobre el Ser. Después, nos preguntamos porqué nos sentimos vacíos, enfermos, estresados, hartos, cansados, saturados…


No podemos tener, hacer, ser todo. Eso no lo entiende el ego, que justamente siempre está deseoso de más. El deseo es la base del ego y no está mal, porque nos mueve a evolucionar, pero, cuando no tiene límites, nos sojuzga y enferma.


Es difícil escapar de los cantos de sirena de la sociedad, son omnipresentes. La única posibilidad es tener claridad en lo que realmente deseamos para nuestra vida. Y jerarquizar. Hay cosas que debemos dejar de lado para priorizar otras, que pueden ser “importantes” para los demás pero no para nosotros. Obviamente, el ego presionará para no abandonar nada porque cree que es omnipotente.


Es el problema de haberle dado poder a la mente por sobre el cuerpo. La mente es capaz de planear y ejecutar todo en diez minutos. Al físico, esto puede llevarle una semana. ¿Cuándo aprenderemos a ponerle límites a la mente? No sé, pero es crucial. Le hemos exigido tanto al cuerpo que ya no puede más, pero lo seguimos empujando a más, más, más. Duele y esa debería ser señal de peligro, pero lo anestesiamos con pastillas.


¿Quién siente el placer? No la mente, por supuesto. Es el cuerpo el que está en esta dimensión y lidia con todos nuestros despropósitos. Si lo escucháramos, nos detendría, nos lentificaría, nos vincularía con el gozo, el bienestar, la salud, lo hermoso de la vida.

Cuando pongo énfasis en respirar y centrarnos en el cuerpo, no lo sugiero como un acto menor y fútil, sino como la sustancia de lo que significa ser humano y estar aquí y ahora. Este devaluado físico es la antena del Ser y sería hora de conectarnos.


El ego no debe ser destruido ni combatido sino usado como un instrumento para aprender a crear responsablemente. Una vez sublimado, podremos Ser. Para eso, falta bastante pero debemos comenzar. Está en cada uno de nosotros comprenderlo y llevarlo a cabo, desapegándonos del drama y la victimización de la tercera dimensión. Cuanto más sufrimiento y preocupación pongamos en las cosas, más nos alejamos de la esencia y caemos en las redes de manipulación de los que tienen agendas ocultas.


¿Cuándo escucharás tu sabiduría intrínseca? Cuando vuelvas al cuerpo, al silencio, a la lentitud, a la conexión. Lo que necesitas ya está dentro de ti. Ni más libros ni más televisión ni más información lo traerán. Céntrate en un par de recursos bien elegidos, sé perseverante y entusiasta, acéptate y ámate. El tiempo te irá acercando a tu camino, si estás consciente y agradecido. Todo está en ti.

www.abrazarlavida.com.ar

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