domingo, 28 de octubre de 2018

10 hábitos mentales que hacen la vida más difícil


A veces todo resulta más complicado de lo normal, pero en muchas ocasiones nosotros mismos somos causantes directos por no abandonar ciertos hábitos mentales que hacen la vida más difícil. No siempre podemos elegir alejarnos de personas tóxicas, por ejemplo. A veces, resistimos en un trabajo que no nos atrae por mera necesidad económica. También hay momentos en que hemos de afrontar pérdidas importantes. O sea, hemos de afrontar situaciones realmente complejas.


Así que, si ya de por sí todo puede resultar complicado, es importante que los hábitos mentales no se conviertan en un enemigo más contra el que luchar. Si no quieres complicarte más la vida de lo que ya es, es muy posible que esto te interese.

Descubre hábitos mentales que hacen la vida más difícil

Son muchas las personas que han desarrollado la costumbre de aferrarse a emociones que en realidad les están haciendo daño. Este es un primer paso para sufrir más de la cuenta. De hecho, así es como se suelen crear estos hábitos mentales que hacen la vida más difícil.

Ser el centro del universo

Por mucho que tengamos la tentación de pensarlo, nuestro cuerpo no tiene tanta masa como para que todo gire a nuestro alrededor. Así que, si tienes una visión egocéntrica de cuanto te rodea, te estás complicando bastante tu existencia.

No esperes que te contesten de forma inmediata un mensaje ni que los demás puedan dejarlo siempre todo para satisfacer tus necesidades. Esta tendencia llamada efecto Spotlight ha sido estudiada por expertos de la Universidad de Cornell y no solo se ha demostrado errónea, sino también perjudicial y dolorosa.

O todo o nada

Otro hábito que se acaba por convertir en tu enemigo. En el mundo, pocos hecho se sitúan en un extremo (son blancos o negros). Así que, aquella frase de ‘o se hace bien (perfecto) o no se hace’ en muchas ocasiones no deja de ser una utopía fuente de frustraciones.

Según un estudio realizado en el seno de la Universidad de Waseda, la rigidez cognitiva genera expectativas imposibles, lo que suele desembocar en consecuencias bastante decepcionantes.

Procrastinar ante las decisiones importantes

Nos marchamos ahora hasta la Case Western Reserve University que estudió en profundidad el mundo de la procrastinación. De hecho, demostró que no siempre juega en nuestra contra, pues en un momento dado puede ayudar a rebajar el nivel de estrés posponiendo tareas desagradables.

Sin embargo, cuando la decisión pendiente es de envergadura, lo normal es que el miedo se haga cada vez mayor. Así pues, esta procrastinación termina por alimentar la ansiedad y paralizándonos.

Lamento constante

Una cosa es una queja puntual y otra muy distinta es el lamento constante. Es decir, si conviertes este malestar en un estado perenne, pierde el efecto catártico que pueda tener para convertirlo en una pesadilla capaz de provocar cambios cerebrales que te inviten a centrarte únicamente en lo negativo de cada situación.

Neurocientíficos de la Universidad de Yale han comprobado que las personas constantemente deprimidas cuentan con una tasa menor de renovación neuronal: es como si sus cerebros fuesen mucho más lentos.

Expectativas irreales

Pero, igual que no es bueno ser siempre negativo, tampoco suele favorecernos el hecho de instalar nuestras expectativas en un optimismo ilusorio. Cierto grado de positividad en lo que esperamos nos ayuda a levantar la cabeza, pero una dosis desmedida en este sentido solo es fuente de grandes decepciones que pueden terminar, por ejemplo, con nuestra autoestima.

Si creamos unas expectativas excesivamente elevadas respecto a un suceso, lo normal es que nos acabemos por frustrar si estas no se cumplen, que será lo más probable.

Otros hábitos que inhiben tu capacidad cognitiva

Además, también existen otros hábitos que hacen la vida más difícil por el simple hecho de que inhiben nuestra capacidad cognitiva. Algunos de los más comunes son estos:
Cavilación: no es bueno reproducir una y otra vez eventos frustrantes, pues terminan por provocar perturbaciones emocionales.

Culpa: el exceso de culpa impide liberar emociones y convertirse en una distracción.

Queja: la queja en exceso redunda en estados de frustración e ira.

Rechazo excesivo: si nos paramos a analizar constantemente el rechazo, nos convertimos en nuestros peores críticos, lo que es nocivo para la autoestima.

Preocupación: es importante preocuparse, pero no estar constantemente preocupados. Si dedicamos exceso de recursos a esto, produciremos un estado emocional negativo.

Ya ves que los hábitos son muy importantes para ser más productivos y plenos. Si nos rodeamos de costumbres negativas, entramos en un bucle que hasta nos podría llevar a sufrir trastornos mentales. Por eso merece la pena dejar a un lado esos hábitos mentales que atentan contra nuestro estado de ánimo y, por lo tanto también, la consecución de nuestros objetivos.


Pedro González Núñez
Atrévete a ser feliz.

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