miércoles, 4 de julio de 2018

“La Historia del Árbol Federico, el que fue un leñador” Canalización. Por Ashamel Lemagsa.





Amados…

La siguiente historia que les voy a compartir, forma parte de mis canalizaciones, en esta oportunidad es un árbol, llamado Federico.

Me compartió parte de su vida y algunas enseñanzas.

Los Amo!

***

Amados…

Generalmente cuando salgo a caminar mi recorrido termina en la Plaza de los árboles y desde ella regreso a mi hogar.

Para la generalidad de las personas que atraviesan, la plaza, los árboles, forman parte de la arquitectura de la plaza, pero para mí son silenciosos Seres de Luz, con nobles misiones, que cada día despliegan para sanar a los habitantes que se acercan a ellos.



Fue así que…



Un día de verano me senté en las raíces que sobresalen de la tierra, de un árbol enorme, que parecen brazos, que acarician el suelo y otras ramas se elevan buscando al sol.

Allí estaba yo sentada esa mañana de verano, cuando comencé a recibir un dulce mensaje de mi amigo árbol…

“Buenos días Ashamel”…

Me alegro que estés sentada aquí, pues siento tu cansancio anímico de sostener situaciones que muchas veces te resultan agotadoras, pero te recomiendo que veas como nosotros, los árboles, sostenemos las vida, sin renegar…

Mi nombre es Federico, ya te contaré mi historia, algún día, pero en esta ocasión debo decirte que sostener es una noble misión, que los árboles cumplimos y que los Humanos deberían aprender a ejercitar…

Mira, Ashamel, yo soy un árbol, sostengo la vida de los pájaros, los insectos, los niños que vienen aquí a jugar con mis ramas o a treparse por mis grandes raíces, por las noches sostengo y amparo a los vagabundos que pululan por la ciudad dormida.

Sostengo la vida, sin renegar de ella, pues vivo para ellos y en ellos Soy árbol, abrigo, juego, alimento, paz, alegría, aunque a veces sean indiferentes a mis llamados de amor, para que no se dañen a sí mismos con las drogas o él alcohol.

Sostener al otro es un acto de amor, aunque no estés de acuerdo con la vida que llevan, que sería de aquellos que buscan refugio y calor entre mis ramas o raíces, si me negara a recibirlos.

Amiga, continúa sosteniendo aunque te sientas por momentos cansada, todo fluye y en algún momento aprenderán a ser sostén de otros, que así lo necesiten, la vida se construye con eslabones de amor.

Ashamel: Gracias, Amado árbol Federico, mil gracias!! Así lo haré… sostener para después soltar, como las aves que descansan en ti, para luego tomar vuelo nuevamente.

Árbol Federico: Así es, amada amiga, sostener para saber soltar a tiempo.

Ashamel: Gracias!!!!!



Pasaron los meses y continúe visitando la plaza, cada vez que pasaba cerca del árbol Federico, nos saludábamos!

Hoy, 4 de julio, decidí sentarme en sus raíces y Federico gentilmente me contó su historia, con un bello mensaje final…

Buenos días Ashamel…

Te contaré mi historia…

Yo era un leñador renegado de la vida, cortaba árboles sin piedad, si bien la leña calentaba los hogares y las maderas se transformaban en muebles, techos y vigas, yo desconocía la vida de los árboles, la sabiduría milenaria que ellos poseen.

Me llamaban en el pueblo, el Leñador solitario, pues vivía solo en una cabaña que yo mismo construí, para formar, algún día, mi propia familia que nunca logré crear, pues vivía trabajando y… renegando de lo desgraciado que me sentía.

No sabía disfrutar, no compartía mis ganancias con los que menos tenían, para mí, los árboles eran fuente de dinero, y mi supuesta alegría crecía ganando más dinero cada día, cortando árboles.

Un día, una rama cayó sobre mis piernas y ahí quedé durante todo ese día, inmovilizado.

Llegó la noche, salió la luna y su luz me iluminó… el dolor de mis piernas que eran tan grande desapareció, no me explico cómo sucedió pero logre sacar mis piernas por esa rama tan enorme que me aprisionaba y así moverme de lugar…

Quedé dormido del agotamiento y cuando desperté las ramas me daban sombra del intenso sol del mediodía, sentí que ese árbol que yo intentaba derribar y que una de sus ramas cayó sobre mis piernas, me estaba dando una oportunidad para seguir viviendo…

Unos lugareños me rescataron, recibí mucho amor de amigos que yo desconocía y después de un tiempo logré volver a caminar.

Seguí cortando árboles, pero solo aquellos que debían ser cortados, pues habían cumplido su ciclo de vida como árboles que sostienen la vida y había llegado el tiempo para transformarse en otra forma de vida, también útil para la humanidad.

De esta forma de leñador solitario y amargado, pasé a ser un leñador feliz y respetuoso de la vida de los árboles.

Hoy, amiga Ashamel, soy este árbol, sabiendo lo que sienten los árboles, con sabiduría, paz y alegría de sostener la vida.

Mi energía atrae la vida, la sostiene, pero nunca la retine, por miedo a la soledad, pues mi mejor compañía es mi silenciosa sabiduría y mi misión es formar parte de la vida, siendo ejemplo de amparar, proteger a quien lo necesite o ser alimento de los pájaros que buscan mis semillas y flores.

Ashamel: Que hermoso mensaje me comunicaste! Me permites difundirlo?

Árbol Federico: Si amiga, puedes difundirlo.

Ashamel: Gracias, Amigo! Te amo.

Árbol Federico: Te cubro con mi energía. Gracias a ti.



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Bien, después de esta canalización, seguí con mis tareas diarias en el hogar, pero hice algo que pocas veces hago, descansar un rato a la tarde y les aseguro que cuando desperté, me sentía renovada, es como si toda mi energía se hubiera renovado… La magia de los árboles nuevamente me sanó.

Gracias, Árbol Federico!





Con Amor, Ashamel Lemagsa.






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