miércoles, 27 de junio de 2018

Como es adentro, es afuera.


Todos hablamos a veces de lo interior y lo exterior de la vida interior y la exterior, de las influencias internas y las externas, etc...

Pero mi voz me dice:

Todo está relacionado con todo. Cuando enfoco mi conciencia a lo que llamo mío, lo llamo interior. Cuando la enfoco a otras cosas que no son mías, a eso lo llamo exterior. Pero todo, tanto lo uno como lo otro, existe en cuanto está en mi consciencia.

Si no, no tiene existencia para mí. Y en ese sentido todo es interno. Pero nada de eso soy yo. Y en este otro sentido, todo es externo, incluso hasta lo que parece más mío.



Lo uno y lo otro, lo que llamo interior como lo que llamo exterior se rige por la misma ley. Porque en realidad todo es uno, todo está interrelacionado. Aun lo que considero más externo cuando lo percibo, cuando está en el ámbito de mi consciencia es interior porque existe para mí en cuanto está en mi consciencia.


El modo de mirarme y juzgarme a mí mismo es distinto de cómo veo y juzgo a los demás. Ahí comienza mi modo de ser injusto con la Vida. Porque en realidad todo lo que veo en los demás está en mí. De ahí que distinguir y querer afirmar algo negativo en los demás excluyéndolo de mí es erróneo e injusto.

Solamente el hombre realizado ve y juzga con justicia porque sabe que todo lo positivo, bello y elevado que él siente dentro de sí, existe de igual manera en los otros. Así no cabe comparación despectiva ni juicio alguno despectivo. Cuando siente amabilidad, la ve también en los demás aún bajo formas y apariencias no amables. Y su amabilidad contagia a los demás.


Cuando uno es amable de verdad en el fondo, tarde o temprano es correspondido con la misma amabilidad. El que se cansa de no ser correspondido es porque él no lo era en el fondo.

Extracto del libro "...Pero Mi Voz Me Dice..." de Darío Lostado.
Editorial Kier
https://www.diapordiamesupero.com


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