sábado, 31 de marzo de 2018

Tomar fotos con el móvil está destruyendo nuestros recuerdos


Somos nuestra memoria. La memoria nos ayuda a darle un sentido a nuestra vida ordenando los hechos autobiográficos y nos recuerda constantemente quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Sin la memoria y los recuerdos que almacena, estaríamos perdidos, tendríamos que reinventarnos cada día. Por eso, es fundamental hacer todo lo que esté a nuestro alcance para preservar la memoria y asegurarnos de almacenar recuerdos sólidos.


La memoria no es un almacén estático


La mayoría de las personas piensan en su memoria como en un almacén donde guardan los recuerdos. Sin embargo, no se trata de un almacén estático, esos recuerdos pueden cambiar. De hecho, ni siquiera son una copia fiel de los eventos que vivimos.


Cada vez que recordamos un suceso, podemos alterarlo o disminuir su precisión accidentalmente. Incluso los recuerdos triviales se corrompen fácilmente con meras sugerencias. La psicóloga Elizabeth Loftus, por ejemplo, descubrió que cuando le decía a las personas que los coches “chocaron” en vez de decir “chocar”, estas recordaban el accidente automovilístico más severo de lo que fue en realidad.

Pequeñísimos detalles como ese pueden influir en nuestros recuerdos, aunque quizá lo más frustrante es que cambiamos esos detalles y reconstruimos la realidad sin darnos cuenta. Por tanto, no es banal preguntarse cómo uno de nuestros hábitos más comunes: fotografiar todas nuestras experiencias, puede influir en nuestra memoria.

¿Cómo se forman los recuerdos?


El primer paso para formar un recuerdo duradero es prestar atención. Así de simple. Si no prestamos atención, nuestro cerebro no podrá almacenar las sensaciones que experimentamos.


Luego, nuestro cerebro almacena los recuerdos a largo plazo estableciendo conexiones neuronales. Cuanto más intensa sea la vivencia, más fuertes serán esas conexiones y menos probable será que olvidemos lo ocurrido. Esa es la razón por la que no olvidamos con facilidad los hechos que han tenido un gran impacto emocional o los aprendizajes significativos para nosotros.


Gracias a esas conexiones no solo podemos recordar lo que sucedió sino además conectar esa memoria con determinados olores, sensaciones, emociones y palabras. Sin embargo, si no estamos prestando atención, si ni siquiera estamos obteniendo la información básica para que se formen recuerdos a corto plazo, no se almacenará nada a largo plazo en el cerebro. Por consiguiente, sin atención no hay recuerdos.


El experimento que demostró cómo tomar fotos afecta nuestra memoria


La Iglesia Memorial de Stanford es un edificio sorprendente que demanda atención. Es magnífica, tanto fuera como en su interior. Sin embargo, psicólogos de las universidades de Princeton, Austin y Stanford descubrieron que es más fácil olvidar los detalles si sacamos fotos.


En una serie de experimentos, cientos de participantes realizaron un recorrido por la iglesia durante el cual debían tomar nota mental de los detalles más relevantes. A algunos se les pidió que entraran con las manos vacías, a otros les pidieron que tomaran fotos con sus smartphones.


Al cabo de una semana, los investigadores pusieron a prueba la memoria de los participantes preguntándoles detalles sobre la iglesia. Quienes recorrieron el edificio sin cámara, respondieron correctamente 7 de 10 preguntas. Quienes tomaron foto, al contrario de todas las expectativas, no solo no recordaban mejor los detalles sino que cometían más errores, respondían bien una media de 5 o 6 respuestas.


Estos psicólogos explican que “mientras usamos estos dispositivos, nos distraemos de la experiencia. Esa distracción hace que no recordemos los detalles a los que deberíamos prestarles atención”.


Dado que los smartphones son omnipresentes en nuestras vidas, a estos psicólogos les preocupa que esa fuente gigante de distracción termine afectando nuestra capacidad para formar recuerdos duraderos y fiables.


Descarga cognitiva: Usar el smartphone como una “memoria expandida”


Al efecto distractor del móvil, se le suma lo que se conoce como “descarga cognitiva” o “memoria expandida”, que implicaría externalizar nuestra memoria. En práctica, nos preocupamos menos por prestar atención y recordar porque tenemos una foto a la cual recurrir.


De hecho, otro experimento realizado en las universidades de Columbia, Wisconsin y Harvard reveló que cuando estamos seguros de que podemos guardar la información en un dispositivo, recordamos menos información.


Ese efecto es aún más acuciado en las personas a las que no les gusta pensar mucho, según confirmó otro estudio desarrollado en la Universidad de Waterloo. En práctica, estas personas convierten sus smarphones en una especie de muleta cognitiva. No esfuerzan sus recursos cognitivos porque confían en la tecnología.


Aunque lo cierto es que no necesitamos recurrir a los estudios científicos para comprender el fenómeno de la externalización cognitiva. Es probable que ahora mismo no recuerdes ni siquiera la mitad de los números de teléfono de los contactos que tienes en tu agenda pero antes de la llegada del móvil, te esforzabas por memorizar la mayor cantidad de teléfonos posible. Ese es un ejemplo claro y cotidiano del fenómeno de la "memoria expandida".

¿Qué hay de malo en ello? Pues que las funciones cognitivas que no se usan, se deterioran con mayor rapidez porque no formas lo que se conoce como "reserva cognitiva", la cual nos protege de las demencias.


Cada foto que compartes le resta emoción al recuerdo


En los últimos años, no solo hemos comenzado a tomar más y más fotos con los móviles sino que también las compartimos casi instantáneamente en las redes sociales. Ese nuevo hábito también puede alterar nuestros recuerdos, de una manera sutil pero profunda.


Otro grupo de psicólogos de la Universidad de Yale encontraron evidencias de que tomar fotos para compartir en las redes sociales cambia nuestra perspectiva dentro de la memoria. Descubrieron que los participantes que tomaban las fotos con el objetivo de compartirla en las redes sociales, solían recordar el momento desde la perspectiva de un observador externo.


¿Qué significa eso?


El impacto es enorme porque nos desapegamos de lo que ocurre. Cuando adoptamos la perspectiva de una tercera persona, las emociones son menos intensas que cuando vivimos las experiencias en primera persona. Ser protagonistas de las experiencias nos hace vivir emociones más genuinas, por lo que el recuerdo será más sólido a largo plazo.


En algunos casos, ese desapego puede ser positivo ya que podría ayudarnos a mitigar el dolor, pero vivir nuestra vida como observadores externos no es precisamente la mejor receta para aprovechar al máximo las vivencias y consolidar nuestros recuerdos.

Por supuesto, todo esto no significa que los smartphones nos estén volviendo estúpidos o que personalicen el mal absoluto, pero no debemos olvidar que debemos usar la tecnología para ampliar nuestras capacidades, no para reducirlas. Aunque claro, la decisión está en tus manos :)




Fuentes:
Tamir, D. I. et. Al. (2018) Media usage diminishes memory for experiences. Journal of Experimental Social Psychology; 76: 161-168.
Barasch, A. et. Al. (2018) How the Intention to Share Can Undermine Enjoyment: Photo-Taking Goals and Evaluation of Experiences. Journal of Consumer Research; 44(6): 1220–1237.
Barr, N. et. Al. (2015) The brain in your pocket: Evidence that Smartphones are used to supplant thinking. Computers in Human Behavior; 48: 473-480.
Sparrow, B. et. Al. (2011) Google Effects on Memory: Cognitive Consequences of Having Information at Our Fingertips. Science; 333(6043): 776-778.

https://www.rinconpsicologia.com


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