miércoles, 22 de noviembre de 2017

Liberarse de ciertas cosas no es egoísmo, es amor propio.


Cuando me amé de verdad comprendí que, en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora correcta, y en el momento exacto, y entonces, pude relajarme.
Hoy sé que eso tiene un nombre: Autoestima
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia, y mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy contra mis propias verdades.
Hoy sé que eso es: Autenticidad
Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a aceptar todo lo que acontece y que contribuye a mi crecimiento.
Hoy eso se llama: Madurez
Cuando me amé de verdad, comencé a percibir que es ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, sólo para realizar aquello que deseo, aun sabiendo que no es el momento, o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.
Hoy sé que el nombre de eso es: Respeto
Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas, situaciones y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó a esa actitud egoísmo.
Hoy se llama: Amor Propio

Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero, y a mi propio ritmo.
Hoy sé que eso es: Simplicidad y Sencillez
Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón, y así erré menos veces.
Hoy descubrí que eso es: Humildad
Cuando me amé de verdad, desistí de quedarme reviviendo el pasado, y preocupándome por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece.
Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama: Plenitud
Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando la coloco al servicio de mi corazón, ella tiene un gran y valioso aliado.
Todo eso es: Saber Vivir

Amarse de verdad no es ser egoísta ni abandonar a los demás, sino saber que primero debes ser tú quien piense por ti y quien sienta por ti. Significa conocerte y serte fiel, no faltarte al respeto y alcanzar la plenitud emocional.
El egoísmo es algo así como una pasión desordenada por uno mismo que, en su unión con la desconfianza forman un cóctel mortal. Sin embargo, el amor propio es poder dedicar al espejo miradas sabias y cómplices, sonreírse y llorarse, aceptar el momento y darse permiso para sentir lo que se quiera sentir.
Alguien dijo alguna vez que existe al menos un rincón en el universo en el que con toda seguridad puedes mejorar, ese lugar eres tú mismo. A veces, para conseguirlo, tendrás que dejar ir ciertas cosas, pero es la única manera de que otras mejores se aproximen.
Se hace totalmente necesario decir adiós a los rencores, a los reproches y a las culpas, debemos evitar comprar la felicidad y tenemos que hacer un esfuerzo por construir desde dentro nuestra vida.

El mundo necesita más amor propio y menos autorrechazo
El amor hacia tu persona es el único que estará contigo hasta la muerte, el único que te permitirá amar en plenitud a los demás, ser fiel, perdonar y comprender. Realmente amarse a uno mismo y no hacer daño a los demás es un arte.
No te vale de nada reprocharte ante el espejo, sufrir por tus sentimientos o esperarte que siempre te llegue lo peor. Debes ser rápido, sincero, fuerte, paciente, prudente y valiente contigo mismo.
Recuerda que la falta de amor propio alimenta tus miedos, que no te sirve de nada enfrentarte a ellos, sino que lo que debes hacer es quererte más. Debes aprender a decir “me quiero” antes de decir “te quiero”.
  
RINCON DEL TIBET.

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