sábado, 25 de marzo de 2017

El cuerpo emocional (II)



Las relaciones humanas siempre tienen una gran influencia en el cuerpo astral o emocional que explicamos en el artículo anterior. De hecho, parte de la vida emocional del ser humano corre por las capas y partículas de energía que lo forman, y que son las que le dan el tinte de alegría o tristeza, de enfado o de felicidad, de indiferencia, apatía o motivación, a prácticamente todo lo que nos encontramos en el día a día a nuestro alrededor.
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¿Por qué fuimos “hechos”, diseñados, con un cuerpo emocional, por decirlo de alguna forma? Para poder experimentar con energías maleables y cambiantes dentro de estructuras rígidas y estáticas. Esta explicación suena de lo más raro e incomprensible, ya que, para el ser humano, las emociones son algo natural, y sabemos cómo de alterables son, pero no es así en otros muchos tipos de vida de otros muchos lugares de la Creación. Esto quiere decir que, efectivamente, el concepto “emoción” no es algo universal y presente para todo tipo de vida, sino una manera en la que algo que, desde el plano o nivel mental y superiores de la Creación, tiene unos patrones y unas formas muy definidas, puede luego ser trabajado como la arcilla o la plastilina para poder dotarlo de matices y experiencias muy distintas y muy enriquecedoras a distintos individuos. Y es que, la vida, tal y como la conocemos nosotros, es una de las diferentes formas de experimentar que la consciencia cósmica tiene, y la riqueza que nos da el hecho de contar con un componente energético que llamamos emoción es un regalo, aunque, evidentemente, tiene sus matices, polaridades y gradientes a través de los que se expresa.

Materia prima para la proyección de la realidad

Todos conocemos que nuestras emociones tienen un potencial terrible para manifestar diferentes realidades, de hecho, nuestra glándula pineal usa como materia prima para proyectar nuestra propia burbuja holocuántica tanto nuestras formas mentales como nuestras formas emocionales, que son las que le dan el tinte y matiz a aquellos pensamientos y conceptos que, consciente o subconscientemente, generamos continuamente, y que van formando las vías del tren por las que vamos pasando a medida que vamos avanzando. Posiblemente habréis visto alguna vez, en dibujos animados sobretodo, como una carretera o una vía es construida por el mismo coche o por el mismo tren, que lanza de si mismo el material para la calzada que luego ha de pisar, pues igual para el ser humano a la hora de crear su realidad, constantemente la estamos proyectando en base a un cúmulo enorme de potenciales opciones disponibles energéticamente para todos nosotros en toda la estructura multidimensional, y multifrecuencial, en la que nos movemos. Así, todo lo que nuestro cuerpo mental genera y procesa de sí mismo y desde planos superiores, luego es tintado por el cuerpo emocional, y luego los componentes físicos y etéricos de cada uno de nosotros hacen el trabajo de convertirlo en un mundo aparentemente sólido a los cinco sentidos.

La interacción humana a través de las emociones tiene siempre una parte química y otra energética. El sistema límbico genera ciertos químicos en el cuerpo que nos hacen sentirnos de una forma o de otra, y estas sensaciones están directamente relacionadas con las frecuencias y vibraciones de las diferentes energías que componen el cuerpo astral. En muchos casos, y por mal funcionamiento de los llamados centros de control, que decodifican estas energías, se confunde y mal interpreta información proveniente del centro emocional inferior como si viniera del centro espiritual, confundiendo lo que sentimos con lo que intuimos, y tomamos decisiones basadas en sentimientos que pueden estar mal coloreados, y mal decodificados por, precisamente, el mal funcionamiento o los bloqueos energéticos de ese centro emocional inferior (en la conferencia Humanidad y Salto Evolutivo, en la segunda parte, tenéis una descripción del funcionamiento de los mismos).

Cerramos así esta introducción al cuerpo emocional o astral, simplemente tratando de recordar su función de enlace entre el mundo mental de las ideas y el mundo físico de las formas, introduciendo en medio la belleza de las emociones para colorear la experiencia humana en todas sus posibilidades y con miles de matices.
un abrazo, 

David Topí


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