lunes, 26 de diciembre de 2016

Los Neurotransmisores y su relación con la ansiedad, la depresión y la agresividad.


Las células del cerebro son las neuronas y la comunicación entre estas células nerviosas tiene ciertas características, una de ellas es que casi nunca se tocan, aunque están separadas por pequeñísimos espacios.
A la zona de interacción de las neuronas se le llama sinapsis que significa unión- enlace. Todas las acciones del cerebro como ordenar a los músculos que se contraigan y se relajen en forma coordinada para llevar a cabo un simple movimiento, tareas intelectuales, etc., son capaces de modular nuestras emociones.
El sistema límbico tiene una gran importancia en el origen y el control de las emociones. Y dentro de este gran circuito, una pequeña región, el hipotálamo, está asociada a muchas conductas emocionales  y a funciones como el hambre y la sed. Se ha podido observar que cuando se destruyen algunos núcleos del hipotálamo, el sujeto puede dejar de comer e incluso incluso morir de hambre literalmente en medio de la más apetitosa comida. A través de este núcleo es que se siente la necesidad de comer. A esta región del hipotálamo se le conoce como centro de la saciedad.

En el hipotálamo y en otras áreas del sistema límbico se localizan los núcleos celulares que al ser estimulados provocan respuestas de cólera y agresividad en los animales.
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Las neuronas tienen dos tipos de prolongaciones, unas ramificadas, que confieren a estas células su aspecto estrellado o arborizado característico, y otras más largas y más sencillas, los axones, que son aquellas a través de las cuales las neuronas se comunican entre sí. La parte final del axón, que establece la comunicación con la neurona adyacente, se llama terminal sináptica o presinapsis, y se identifica en un gran número de sinapsis por la presencia muy característica de estructuras esféricas: las vesículas sinápticas.
En el interior de las células nerviosas predomina el potasio y algunas proteínas también con carga eléctrica mientras que afuera existe una alta concentración de sodio y cloro. Cuando la neurona está “callada” su interior es más negativo eléctricamente que el exterior, pero esta situación cambia abruptamente cuando la neurona se comunica con otras neuronas. Los neurotransmisores son los comunicadores de la relación entre las neuronas.
Se trata generalmente de sustancias sencillas. Considerando el número enorme de contactos que se establecen entre las neuronas, es sorprendente el número tan pequeño de moléculas que la naturaleza ha diseñado para transmitir  los cientos de miles de mensajes entre las neuronas. Los neurotransmisores pueden clasificarse, desde el punto de vista de su estructura, en tres grandes grupos: los aminoácidos, las aminas y los péptidos.
Los neurotransmisores son expulsados de la neurona presináptica para llevar el mensaje a la postsináptica. Los neurotransmisores se almacenan en las estructuras características de la  presinapsis, las vesículas sinápticas, y permanecen ahí  secuestrados hasta que el calcio los hace salir en camino hacia la neurona a la que han de transmitir el mensaje.

El contacto del receptor con el transmisor origina el mensaje que reconocen las neuronas, es decir, un cambio en la permeabilidad celular a un determinado ion y el cambio consecuente en la distribución de las cargas eléctricas.
Los receptores postsináticos desempeñan un papel clave en la fisiología de la conducta. Los receptores de un mismo neurotransmisor no siempre son iguales, tienen diferencias en su estructura que obligan a pensar que son moléculas distintas. Una vez que el mensaje ha sido transmitido, el neurotransmisor, ya terminada su función, debe dejar de interactuar con el receptor y desaparecer del espacio sináptico para que pueda iniciarse una nueva comunicación, si es necesario. Existen dos tipos de acciones que permiten que esto suceda: el neurotransmisor es destruido, ese transmisor destruido es transportado de nuevo a las neuronas.

El proceso de salida del neurotransmisor se puede alterar, con sustancias que cierran la entrada de los canales del calcio, interceptando así  la señal para liberar el neurotransmisor. Otra forma de modificar el proceso de liberación del neurotransmisor es impedir su entrada a las vesículas sinápticas. Algunas toxinas, como el veneno de la viuda negra, incrementan en forma extraordinaria e indiscriminada la salida de los neurotransmisores de las vesículas, con lo que alteran los mecanismos normales de comunicación, en particular la de las neuronas con los músculos. La muerte por botulismo se debe a que la toxina impide la liberación de los neurotransmisores.
Los receptores, es decir las proteínas con las que interactúan los neurotransmisores, también pueden ser afectados por sustancias, algunas naturales, otras sintetizadas en el laboratorio.
  • La ansiedad natural y la ansiedad patológica

La ansiedad es una condición natural. A nivel biológico, considerada como un estado de superalerta, es un elemento clave para la supervivencia del individuo. La ansiedad, con todas sus características orgánicas (temblor ligero, palpitaciones, manos frías, sudoración). La ansiedad también puede llegar a ser una respuesta patológica.
La ansiedad se puede manipular por medio de algunos de los receptores de las neuronas
Los ansiolíticos más eficaces son compuestos conocidos como benzodiazepinas. Además de su efecto ansiolítico, las benzodiazepinas son utilizadas también como auxiliares en el control  del sueño, y contribuyen en esta forma, aunque indirectamente, a disminuir la ansiedad. Es conocido por todos la falta de sueño es una causa poderosa de ansiedad y que los problemas se agigantan durante las horas de insomnio. El efecto de las benzodiazepinas como de los barbitúricos, es el de aumentar la eficacia de este proceso de entrada de cloruros a las neuronas. La presencia en el cerebro de estos receptores a las benzodiazepinas, que son sustancias artificiales creadas por el hombre, sugiere la existencia de  una “benzodiazepina natural”, es decir, la sustancia que es legítimamente dueña del sitio de las benzodiazepinas en el receptor.
  •  La Depresión.

  • Las fluctuaciones en el estado de ánimo no afectan las funciones orgánicas cotidianas como, comer o dormir. Tampoco infieren en sus actividades de trabajo, su desempeño intelectual y sus relaciones con otros individuos. La depresión endógena es una enfermedad tan real como la pulmonía. Las personas que padecen depresiones, los esquemas de conducta pueden aparecer en forma recurrente, es decir, desparecer por un tiempo para luego repetirse con características muy similares. Los síntomas son falta de motivación, falta de interés por actividades  que antes parecían  atractivas, pasividad, falta de concentración. Algunos pacientes depresivos adelgazan en forma notable, mientras que otros por el contrario, aumentan de peso. En algunos, el insomnio es frecuente mientras otros pasan la mayor parte del tiempo dormidos. Hay pacientes que se muestran agitados y sin reposo, y otros apenas si pueden salir de la cama. En etapas más avanzadas pueden presentarse alteraciones psícoticas como alucinaciones o sentimientos de paranoia; el número de suicidios   en pacientes depresivos es muy elevado.
  • En el Trastorno Bipolar, muchos enfermos responden bien a tratamientos farmacológicos con medicamentos que en su estructura y por sus efectos, tienen una relación  con los neurotransmisores del grupo de las llamadas aminas biogénicas.
    El Litio se emplea también como terapia de mantenimiento para evitar la recurrencia de los estados de depresión y manía en este trastorno; el litio disminuye la severidad, duración y recurrencia de los episodios de manía y de depresión en los trastornos bipolares.
  • La agresividad y la pasividad, también dependen de la química del cerebro

  • La agresividad es el resultado de la función de las neuronas integradas en circuitos. Actualmente se conocen al menos seis áreas en el cerebro relacionadas con la agresión, de las cuales las más importantes son la amígdala y el hipotálamo, que forman parte del sistema límbico. El primero está relacionado con una actitud depredadora, el segundo se refiere a un comportamiento defensivo. En estos dos casos, la conducta agresiva se manifiesta hacia un individuo de una especie distinta. Un tercer tipo de comportamiento agresivo, es la llamada agresividad social. Este tipo de conducta se manifiesta dentro de una colonia entre individuos de la misma especie. En muchos casos este tipo de comportamiento agresivo está restringido a los machos y tiene un claro vínculo con la actividad de la hormona masculina, la testosterona.
    Evelin Doriana Castañeda Gutiérrez
  • https://www.psicoactiva.com

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