martes, 1 de diciembre de 2015

PLANTÉATE PROYECTOS INTERIORES QUE REVALORICEN TU EXTERIOR Por Laura Foletto.



Una paciente me contaba que, cuando fue a visitar a su madre de 76 años, ella le mostró su huerto y le comenzó a describir lo que iba a hacer, los árboles que plantaría, las flores y arbustos que renovaría.  Mi paciente estaba anonadada de tal entusiasmo porque se piensa a sí misma sin tanta energía ni proyección.  Es cierto que es diferente de su madre pero sí tiene sus planes, solo que la muchos no son externos.

¿Qué significa esto?  Podemos tener proyectos interiores y exteriores.  Casi todos solo pensamos en los de la última clase porque es lo que nos han enseñado.  Nos medimos a nosotros mismos por lo que podemos construir y concretar y está bien.  El problema es que muchas veces hacemos esos objetivos para cambiar algo que no nos gusta o por cómo nos sentimos… pero no cambiamos ese interior que se siente mal, por lo que nos desilusionamos rápidamente y volvemos a la carga por otro intento externo y así podemos seguir por siempre…

Abundan las muestras: parejas, trabajos, lugares de residencia, objetos, etc. Creemos que, al cambiar algo del afuera, nosotros nos sentiremos distinto y seremos más felices.  Ponemos una enorme cantidad de energía y expectativas en transformar a los demás y/o a las situaciones para encontrar que, lamentablemente, no es automático.  La novedad pasa pronto y volvemos a transitar por los mismos conflictos y traumas.  No se nos ocurre que podemos tener proyectos internos que ellos impulsarán lo que encontremos en el afuera.

¿Cuáles pueden ser?  Dejar de reaccionar y elegir; ser más independientes; usar la conciencia; enojarnos menos; ser amables y cariñosos; comunicarnos mejor; aceptar lo que sucede y aprender de ello; dejar de controlar y autoexigirnos; abandonar la victimización y el sufrimiento; darnos tiempo a solas; ser agradecidos; confiar y entregarnos a la Vida; valorar lo que somos, hacemos y tenemos; liberar el potencial que traemos; elevar nuestra energía; manejar nuestras emociones; encontrar placer y alegría en la vida cotidiana; vivir en el aquí y ahora; amarnos y amar sin condiciones; conectarnos con nuestra Alma; sentirnos parte de Todo Lo Que Es.

Una buena forma de integrar estos propósitos es abordar un objetivo interno y usar un objetivo externo para desarrollarlo.  Ejemplos: deseamos ser más creativos y nos anotamos en un curso de cerámica o cocinamos con nuestras propias recetas.  Queremos aumentar la paciencia y la perseverancia y nos proponemos comer menos y más sano o hacer ejercicio.  Anhelamos expresarnos mejor y nos atrevemos a hablar de lo que sentimos o con personas que nos inspiran admiración.  Pretendemos ser independientes económicamente y estudiamos cómo ser emprendedores o nos asociamos con otros.  Resolvemos elevar nuestra autoestima y dejamos de criticarnos y juzgarnos mientras hacemos algo nuevo.  Intentamos ser menos egoístas y escuchamos en lugar de hablar, damos en lugar de esperar recibir. 

Finalmente, no estamos aquí encarnados para tener la familia, el trabajo, la casa y el perro.  Eso es parte del consumismo en que estamos inmersos: nos venden lo que sea con el verso de la felicidad.  ¿Cuál es TU felicidad?  Explora un poco y te darás cuenta de que no pasa solo por lo que logres en la esplendente ruta hacia lo que la sociedad te pone de modelo.  Abre tu corazón y encontrarás esos caminos menos transitados pero mucho más plenos, creativos, amorosos y luminosos que te esperan para que los recorras.  Ante un nuevo año, comienza ahora.



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