jueves, 19 de noviembre de 2015

Viaje a tu destino.


¿Existe el destino? ¿Está nuestra vida predefinida de antemano? ¿Hay determinados acontecimientos en nuestra vida que son inevitables?
Éstas son preguntas que me he hecho en ocasiones y que sé han pasado por la cabeza de muchas personas. Ya de por sí el tema es lo suficientemente sugerente e intrigante como para que nuestra imaginación se dispare y nuestra razón acuda a ponerle freno. Y esta lucha entre imaginación y razón nos lleva a un punto de equilibrio, que es en el que normalmente se encuentra la sabiduría.
Si dejo volar mi imaginación, el destino se me presenta como una especie de plan de vida que ya está ahí, una carretera por la que viajo y cuyas curvas ya están definidas de antemano. Pero ahora llega la razón y me dice: “esto es imposible, la vida no está predefinida de antemano, el futuro no está fijado porque no existe, sólo existe el pasado, que ya ha sido y queda en el recuerdo, y el presente, que está siendo; el futuro se irá haciendo en el caminar.
Y la verdad, creo que mi intelecto tiene razón, quizá por eso se le llama “razón”, pero la mera posibilidad de que mi imaginación esté en lo cierto me intriga y estimula porque abre toda una dimensión de la vida, una profundidad, que me llena de magia y de duende, y esto me gusta, me gusta mucho porque el intelecto se me queda demasiado seco, demasiado árido, falto de emoción.
Pero más allá de lo estimulante que pueda ser esa magia y ese duende, la cuestión del destino no está en oposición a la razón porque hay mucho conocimiento adquirido por la humanidad que apoya su existencia. Unos le llaman la voluntad de Dios, otros karma, otros tao y otros, los más recientes, el fluir de la consciencia universal.
A estas alturas de mi vida, creo que el destino existe, que nuestra vida no está predefinida de antemano, pero sí que hay fuerzas internas y externas que nos impulsan en una dirección. Nuestras motivaciones más profundas son parte de nuestro destino porque influyen en las decisiones que tomamos, y éstas en el devenir que va tomando nuestra vida. ¿De dónde proceden estas motivaciones? Algunas, claramente, del condicionamiento social y de los deseos que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, pero ¿y otras? ¿Podría ser que procedan de las profundidades de nuestro ser que quiere ser y vivir determinadas cosas? En este último caso estaríamos hablando de destino, del destino del ser. Igual que una castaña está destinada a ser un castaño y no un peral, yo creo que cada uno de nosotros tiene un destino del ser que podemos atisbar en nuestras motivaciones profundas, aquellas que han estado con nosotros desde siempre.
Pero también es verdad que hay acontecimientos externos que se producen, encuentros, coincidencias, sincronicidades, que no hemos provocado nosotros, y que también van guiando la forma que va tomando nuestra vida. ¿Son éstos acontecimientos totalmente fortuitos y aleatorios o forman de alguna manera parte de un “plan”?
No tengo respuesta a esta pregunta, aunque si tiro de mi experiencia y de la forma que ha ido tomando mi vida debido precisamente a esas coincidencias, sincronicidades y encuentros, estoy convencido de que había determinadas cosas que yo tenía que vivir y hacer y la Vida me ha ido llevando a ellas.
Quizá esta separación entre fuerzas interiores y fuerzas exteriores sea una mera convención y todo sea parte de lo mismo. No lo sé pero, de nuevo, mi imaginación se dispara y mi vida se llena de magia y de duende.
Que tengas un gran día.
POR JUAN MANUEL MARTÍN MENÉNDEZ
http://www.quetengasungrandia.com/

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