domingo, 14 de junio de 2015

Nada es eterno.


Siempre hay momentos en la vida que nos enfrentamos a la realidad. Nada es eterno y tarde o temprano, hay cosas que llegan a su final. Puede ser que lo hayas dejado con tu pareja, que hayas perdido a un amigo, que te hayan despedido, que hayas perdido a un ser querido, ect. La vida nos brinda oportunidades pero también, alguna que otra pérdida.
Por supuesto que tanto el tipo de pérdida como la persona que ha de enfrentarla será distinto, pero cada pérdida tendrá su impacto emocional en la persona que la sufre. Este impacto puede ser más o menos traumático dependiendo del significado de la pérdida en sí misma. En todo caso, siempre se ha de vivir un proceso que conlleva a la aceptación de esto que bien pudiera considerarse una ley universal.
Cuando perdemos o rompemos con algo de nuestro pasado, pasamos un periodo de duelo. El duelo es la respuesta normal y natural del dolor que siente una persona ante una pérdida o separación y que la afecta en sus aspectos psicológicos, emotivos, mentales, sociales, físicos y espirituales. Aunque cada persona lo experimenta a su modo y manera, existen algunas reacciones humanas comunes, que se pueden identificar en el paso por diferentes etapas, que por supuesto van a ser más o menos fuertes dependiendo de muchos factores, como: La personalidad de la persona, la naturaleza del vínculo de la relación, el tipo de muerte o separación y las características del entorno de quien ha de vivir ese proceso.
El proceso de vivir y enfrentar la pérdida hasta la normalización de la vida de la persona,pasa por distintas etapas:
-Negación: Caracterizada por una fase de incredulidad, parálisis, aplanamiento afectivo y sentimientos de irrealidad. Una fase qué en caso de pérdida por fallecimiento del ser querido suele ser relativamente corta, dado que la pérdida se muestra muy evidente. No suele ser tan evidente en otras pérdidas y la persona puede pasar un largo período antes de aceptarla como real.
-Rabia: En este paso aparecen sentimientos encontrados con mucha rabia, con la situación en sí misma, la persona involucrada, lo injusto de la vida, etc.
-Culpa: Bien sintiendo o repartiendo culpas de lo que se hizo o se dejó de hacer. En muchos casos alternando y combinando tanto la rabia como la culpa.
-Tristeza y llanto: Apareciendo los síntomas propios de una depresión, con preocupación acerca de referencias o circunstancias sobre el futuro. Pensamientos con mucho dolor que hacen incluso pensar a la persona que no será capaz de superar la pérdida.
-Aceptación: Poco a poco la persona comienza a centrarse un poco más en sí misma y en otros aspectos de su vida, los síntomas anteriores se van reduciendo gradualmente y finalmente empieza a aceptar la pérdida hasta dar paso a un reajuste psicológico.
Este proceso, no tiene un término exacto de duración. Bien pudiera estar entre los seis hasta los 24 meses. Siendo lo más común el lapso de un año, donde se han pasado las fechas que normalmente remueven la “herida” como fechas aniversarias, vacaciones y las fiestas navideñas.
La pérdida de la pareja o la separación:

Uno de los eventos más difíciles de afrontar para los seres humanos es la muerte de la pareja, mucho más duro aún cuando los hijos han levantado el vuelo y han abandonado el hogar. Pero también suele ser altamente traumático cuando la pérdida se produce porque se presenta un divorcio o una separación.
Los seres humanos somos seres que nos adaptamos muy rápidamente a una rutina de vida y ante una separación, la vida da un cambio brusco en ese sentido. Es entrar a un nuevo mundo con la sensación de estar solo(a), de un sentir que todo se ha terminado y no saber si se podrá iniciar un nuevo camino. Este tipo de duelo trae a la vez el hecho de aceptar el deterioro del estatus social y familiar, así como la aceptación de que la pareja probablemente (y muchas veces ese es el motivo de la separación) ha de reiniciar una nueva relación y eso hace más doloroso el proceso cuando persiste el amor.
Además de estos atenuantes, hay otra variable importante y es que con mucha frecuencia, la elaboración del duelo se posterga cuando la persona se queda enganchada en la etapa de La Negación, siempre con la creencia que todo se va a arreglar y el(ella) va a reflexionar o va a salir de su confusión emocional. Lo que hace más largo y frustrante el proceso para seguir el camino hasta la aceptación.
Del dolor a la aceptación y el crecimiento:

No importa que la separación sea de común acuerdo y lo más conveniente para ambos en la relación. En todo caso, por supuesto de una manera mucho más suave, se va a llevar a cabo un proceso de duelo.
Siempre, elementos como la autoconfianza, autoestima, independencia económica y emocional, van a ser los elementos claves para hacer menos traumático este proceso, al punto, que una vez superado, muchas veces la persona alcanza un mayor desarrollo individual, hasta descubrir destrezas y capacidades que ni siquiera sabía que tenía, por ejemplo administrar una casa, habilidades laborales, etc. Mejorando notablemente su vida luego de la separación.
Tiempo, dichoso tiempo:

Si bien es muy común entrar en la crisis de la desesperación de creer que no será posible soportar y superar el dolor de alguna pérdida, la realidad es que todo se supera con el paso del tiempo.
Una vez resuelto el duelo seremos de nuevo capaces de recordar al ausente sin sentir dolor. Incluso lo más común serán los gratos recuerdos y el aprendizaje. La vida no será la misma, pero con toda seguridad vamos a continuar sin contar con lo que ya no está con nosotros.

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