miércoles, 19 de noviembre de 2014

La importancia de saber ceder.

Muchas veces nos hablan de la importancia de no dejarse llevar por los demás ni dejarse comer, de saber exponer nuestro punto de vista y mantenerlo, de tener nuestro espacio y saber defenderlo y si tenemos razón luchar por ella.
Está claro que es importante no dejarnos avasallar por otras personas y tener claro nuestro punto de vista y defenderlo, pero sin tampoco llevarlo al extremo. Hay personas que precisamente por este miedo a que otros les manipulen o les roben su libertad personal se mantienen siempre a la defensiva, sin ser capaces de ser flexibles o de ceder, y sin darse cuenta que lo único que pierden es la posibilidad de crear una relación satisfactoria, ya que las relaciones humanas no vienen dadas, están en continua construcción, por lo que si no las dotamos de cierta flexibilidad corren el riesgo de derrumbarse.
El no saber ceder nos hace entrar en una situación estática en la cuál una de las personas adopta el rol de decidir y la otra u otras personas de hacer lo que se dice o de aceptar lo que se ha impuesto sin cuestionarlo. Esta situación tan estricta puede acabar cansando (no es fácil ser quien decide y tiene la responsabilidad siempre, como tampoco el que cede siempre). Además es contraproducente para el desarrollo personal ya que al ser flexibles se adquieren distintos puntos de vista, experiencias y vivencias que nos sacan de nuestra zona de confort, permitiéndonos explorar nuevos mundos y nuevos caminos que hasta el momento no conocíamos.
Cuando hablamos de igualdad, pensamos que todo ha de estar equilibrado al 50%, pero esto es prácticamente imposible, ya que el medir las situaciones para que esté todo en perfecto equilibrio y equidad nos obligaría a salirnos de la relación, ya que no la estaríamos disfrutando sino midiendo. El secreto por lo tanto consiste precisamente en saber ceder y también permitir que cedan por nosotros o nosotras, en definitiva una balanza en la cuál un día esté más equilibrado hacia una persona y otro día hacia otra. Este es el auténtico secreto.
Ahora bien, ¿cómo podemos ser más flexibles y lograr ese equilibrio? Mira estos 7 consejos:
  1. La perfección no existe, ni tampoco la posibilidad de saberlo todo. Reconoce que te equivocas y que no siempre llevas la razón de todo, verás como te sientes con menos presión.
  2. Aprecia a los demás igual que te aprecias a ti y felicítalos por sus aciertos y logros.
  3. Se flexible. No intentes imponer siempre tu criterio. Siempre que tengas que tomar una decisión escucha a los demás y en la medida de lo posible tómala contando con las otras personas.
  4. Conoce a personas con ideas y formas de pensar diferentes a la tuya, aprende a escuchar y a ser tolerante. La mejor forma de ser flexible es abrirse al mundo saliendo de tu zona de confort.
  5. Escucha con atención los argumentos de las otras personas, e intenta ponerte en la piel de ellas, posiblemente empieces a ver el mundo de otra forma.
  6. Deja que te sorprendan y ábrete a nuevos planes que te propongan. Nunca sabes que sorpresas te van a deparar.
  7. Aprende a delegar en los demás y no intentes abarcarlo todo. Te quitarás una enorme carga de responsabilidad, serás más eficiente en el trabajo ya que te permitirá centrarte más en tus responsabilidades y descubrirás facetas de otras personas que hasta ese momento te eran desconocidas.
Que tengas un gran día
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